En el
programa “Claves para un Mundo Mejor” (América TV), Mons.
Héctor Aguer, Arzobispo de La Plata, dedicó su habitual reflexión
televisiva semanal, a comentar una decisión del partido gobernante en Alemania que
“ha presentado un
proyecto para establecer un nuevo impuesto” que plantea “pedir a los ciudadanos sin hijos una mayor
contribución con el fin de crear una caja de ahorro para hacer frente a los
crecientes costos de seguridad social que implica el progresivo envejecimiento
de la población. La propuesta consiste en que los ciudadanos sin hijos pagarían
la totalidad del impuesto, los que tengan un solo hijo pagarían la mitad y los
que tenga dos o más hijos se verían exentos de esta carga”.
Señaló
que esto “se podrá discutir” pero que “es interesante ver hasta dónde llega la
afirmación de que existe un vínculo muy
profundo entre ese envejecimiento de la población y las realidades económicas
concretas de la organización social”.
Además
explicó cómo, en muchos países, se
produce “una especie de invierno demográfico” y sus consecuencias porque si
bien “todos nos alegramos porque se nos promete una vida larguísima en el
futuro pero ¿quién va a empujar las sillas de ruedas de los ancianos, en todo
caso, si no habrá jóvenes que sostengan con su trabajo esas vidas tan largas?”.
“Como
ven, este es un problema económico,
social, financiero, de organización social, pero que tiene que ver con una
cierta mentalidad”, que se produce
“porque ha cundido, se ha arraigado, una fuerte mentalidad anticonceptiva. Eso
desde hace ya décadas”.
Recordó que “en 1968, el Papa Paulo VI publicó
la celebre Encíclica “Humanae Vitae”
donde mostraba proféticamente las consecuencias de esa mentalidad
anticonceptiva” y que dadas las consecuencias culturales y sociales,
“algunos países que hace tiempo han tratado de revertir esta tendencia no lo
han logrado, o lo han logrado muy parcialmente, en términos que no son
significativos, y eso por el arraigo de esa mentalidad”.
“Cuando pensamos en el futuro de la humanidad
tenemos que pensar en la base biológica de este futuro. Muchos países, como el
nuestro, por ejemplo, no tienen una política de población”.
Mons. Héctor Aguer afirmó que “de la
Argentina no
podemos decir que esté entrando en el invierno demográfico pero tenemos un
territorio de casi tres millones de kilómetros cuadrados con una población de
cuarenta millones, cuando tendría que ser de cien millones de personas, en
proporción con semejante territorio”.
Manifestó
que ahora “no notamos ningún efecto
grave pero dentro de cincuenta o cien años, ¿que será de nosotros?” y por
eso considera que “las políticas de población
tienen que ser no sólo políticas de estado sino que tienen que estar vinculadas a la evolución de las cosas,
porque la mentalidad anticonceptiva no se cambia rápidamente”.
En el
final agregó que “los autores de ese proyecto alemán” hacen notar “que la
familia que tiene hijos hace una contribución importante al bien de la sociedad
y, en cambio, los que no tienen no la hacen. Por eso, para equilibrar las cosas
ellos han inventado esta posible aplicación de un impuesto”.
“Algo que
parece tan íntimo y tan reservado al fuero de la conciencia, tiene que ver con
la posibilidad de subsistir de toda la sociedad”, concluyó.
Adjuntamos
el texto completo de la alocución televisiva de Mons. Héctor Aguer:
“En varios países europeos se registra, ya desde hace tiempo, una honda
preocupación por el progresivo envejecimiento de la población y las
consecuencias económicas. Incluso en la reflexión corriente de hoy día hay
muchos observadores políticos que sostienen una vinculación entre ese
envejecimiento de la población y la crisis económica y financiera que viven los
países de Europa”.
“La relación entre la economía y el problema demográfico se advierte a
partir de cuestiones indudables: ¿cómo se sostiene un sistema de seguridad
social a largo plazo cuando cada vez son menos los contribuyentes y muchos más
los beneficiarios? Por otra parte, en ciertos sectores de la economía que
requieren trabajadores especializados, el número de nuevos ingresantes al
mercado laboral no alcanza a colmar el vacío dejado por las numerosas
jubilaciones. Para reaccionar ante este problema, que es muy serio, en
Alemania, el grupo más joven del partido de Gobierno ha presentado un proyecto
para establecer un nuevo impuesto. Es interesante ver la finalidad que le
atribuyen a esta carga. La propuesta plantea pedir a los ciudadanos sin hijos
una mayor contribución con el fin de crear una caja de ahorro para hacer frente
a los crecientes costos de seguridad social que implica el progresivo
envejecimiento de la población. La propuesta consiste en que los ciudadanos sin
hijos pagarían la totalidad del impuesto, los que tengan un solo hijo pagarían
la mitad y los que tenga dos o más hijos se verían exentos de esta carga”.
“Se podrá discutir esto, y yo no sé si se aprobará, pero es interesante
ver hasta donde llega la afirmación de que existe un vínculo muy profundo entre
ese envejecimiento de la población y las realidades económicas concretas de la
organización social”.
“Se habla, en muchos países, de una especie de invierno demográfico, en
el cual se está entrando. Todos nos alegramos porque se nos promete una vida
larguísima en el futuro pero ¿quien va a empujar las sillas de ruedas de los
ancianos, en todo caso, si no habrá jóvenes que sostengan con su trabajo esas
vidas tan largas?”.
“Como ven, este es un problema económico, social, financiero, de
organización social, pero que tiene que ver con una cierta mentalidad”.
“¿Por qué se ha llegado a este extremo? Pues porque ha cundido, se ha
arraigado, una fuerte mentalidad anticonceptiva. Eso desde hace ya décadas”.
“Quiero recordar que, en 1968, el Papa Paulo VI publicó la celebre
Encíclica “Humanae Vitae” donde
mostraba proféticamente las consecuencias de esa mentalidad anticonceptiva
además de establecer la inmoralidad del uso de anticonceptivos artificiales, y
lo que significaba eso en el contexto de la moralidad conyugal, de la vida de
la familia, en el matrimonio”.
“Pero además hay consecuencias culturales y sociales. Algunos países que
hace tiempo han tratado de revertir esta tendencia no lo han logrado, o lo han
logrado muy parcialmente, en términos que no son significativos, y eso por el
arraigo de esa mentalidad”.
“Cuando pensamos en el futuro de la humanidad tenemos que pensar en la
base biológica de este futuro. Muchos países, como el nuestro, por ejemplo, no
tienen una política de población”.
“Claro, de la Argentina no podemos decir
que esté entrando en el invierno demográfico pero tenemos un territorio de casi
tres millones de kilómetros cuadrados con una población de cuarenta millones,
cuando tendría que ser de cien millones de personas, en proporción con
semejante territorio”.
“Ahora, quizás, no notamos ningún efecto grave pero dentro de cincuenta
o cien años, ¿que será de nosotros? Las políticas de población tienen que ser
no sólo políticas de estado sino que tienen que estar muy vinculadas a la
evolución de las cosas, porque la mentalidad anticonceptiva no se cambia
rápidamente”.
“Con esto no estoy diciendo que todo el mundo tiene que tener montones
de hijos, sino que nuestro país y muchos otros, necesitan que nazcan muchos
niños y que puedan ser criados y educados dignamente por sus familias, y que
eso es de interés público”.
“Los autores de ese proyecto alemán al cual me he referido hacen notar
que la familia que tiene hijos hace una contribución importante al bien de la
sociedad y, en cambio, los que no tienen no la hacen. Por eso, para equilibrar
las cosas ellos han inventado esta posible aplicación de un impuesto”.
“Digo, de paso, que ciertas orientaciones de educación sexual no toman
en cuenta que la sexualidad tiene un fin primordial que es comunicar la vida.
Se intenta, en todo caso, evitar las consecuencias indeseadas de un acceso
prematuro, inconsciente, a la actividad sexual pero no se advierte que la
población joven se va insertando y arraigando una mentalidad anticonceptiva”.
“Algo que parece tan íntimo y tan reservado al
fuero de la conciencia, tiene que ver con la posibilidad de subsistir de toda
la sociedad”.