Por Cosme Beccar Varela *
La Plata, 8 de Enero del año 2010 - 951
José Manuel Estrada era el lider indiscutido de la resistencia contra el régimen corrupto que imperaba en el país, en especial desde que, en 1880, Julio A. Roca se apoderó de la presidencia mediante diversas maniobras para dejársela después a su cuñado Juarez Celman en 1886.
Estrada fue despojado de su cátedra en 1884 por oponerse a la política laicista y corrupta de Roca pero no cejó en su valiente empeño. Fundó el diario "la Unión" de extraordinario éxito. Recorrió el país visitando a los dirigentes católicos de las Provincias y finalmente convocó a un Congreso Católico en Buenos Aires (agosto de 1884) al cual asistieron 140 delegados de asociaciones católicas de todo el país, decididos a terminar con la corrupción polìtica e ideológica del régimen. En ese Congreso se resolvió constituir un partido católico y se instó a todos los creyentes a actuar en política, empezando por la obligación de registrarse como votantes. De esas decisiones surgió la "Unión Católica" que intervino activamente en la política nacional, influyendo poderosamente hasta el punto de que su candidato presidencial fue electo en 1892, Luis Saenz Peña.
La masonerìa, que era el verdadero vínculo que unía a Roca, a los integrantes de la Liga de Gobernadores, a sus ministros, a los grandes personajes como Mitre, a los periodistas y a otros polìticos de la oposiciòn, se alarmó. La reacción del catolicismo tenía finalmente un lider inteligente, heroico e ilustre en un momento particularmente oportuno para denunciar todo el tinglado de corrupciòn y monopolio del poder organizado por aquella y eso le hizo temer, con razón, que en la Argentina podría surgir un gran movimiento verdaderamente conservador de las tradiciones cristianas del paìs que hasta ese momento no había podido jamás organizarse.
Para impedir ese acontecimiento que hubiera significado la salvaciòn de nuestra Patria de las garras del liberalismo tiránico que la dominaba -salvo durante el inerregno igualmente tiránico pero no liberal, aunque sí masónico, de Rosas- la Viuda inventó un lider, el joven Francisco Barroetaveña que fue lanzado al estrellato por "La Naciòn" y otros diarios, quien fundó la Unión Cívica de la Juventud (después abrevió su nombre para llamarse "Unión Cívica"). Era evidente la semejanza con el nombre de la "Unión Católica" fundada por José Manuel Estrada 5 años antes. Y la crítica de sus fundadores a la corrupción política del momento, coincidía en gran medida con la del gran líder católico. La diferencia estaba en la total carencia de fundamentos cristianos y en el masivo apoyo que le prestaba la gran prensa contraria al juarismo, encabezada por "La Nación", del Gral. Mitre (quien poco después se asoció con su mentor, el Gral. Roca, sin rubor alguo).
El comitè fundador de la Uniòn Cìvica de la Juventud convocó a un acto el 1ro. de Septiembre de 1889 en el "Jardín Florida" que tenía un gran salón de actos. Se invitó a decir discursos a todos los personajes opositores a Juarez Celman y al Gral. Roca y en primer lugar a Mitre, ex-presidente de la República, Leandro Alem, Aristóbulo del Valle y al mismo José Manuel Estrada que aunque no dudo que percibió la maniobra, no podía negarse a comparecer junto a los otros capitostes masónicos de la falsa oposición porque sus propios seguidores habían sido confundidos por la aparente inocencia de los jóvenes organizadores del acto, recién recibidos o todavía estudiantes universitarios. Su misma juventud los eximía de sospechas por parte de los católicos que acompañaban a Estrada.
De ese acto multitudinario surgió la "Unión Cìvica" de la cual fue nombrado presidente Leandro N. Alem. Pero había también una larga lista de "presidentes honorarios" que incluían al permanente Bartolomé Mitre, Vicente Fidel Lopez, Bernardo de Irigoyen y a José Manuel Estrada, mezclado en esa tropa heterogénea cuyo poder dominante estaba en manos de los enemigos del catolicismo.
Éstos finalmente prevalecieron resultando de esa aparente resurrección de la moralidad en la polìtica, la Unión Cívica Radical, de Alem y la Unión Cìvica Nacional, de Mitre. Estrada y sus amigos fueron eclipsados con pérfida habilidad. A eso contribuyeron algunos miembros del alto clero que movían una sorda campaña de aislamiento contra Estrada. Entre otras cosas, editaron un periódico ampliamente promovido por todo el clero que se denominó "La Voz de la Iglesia" que hizo compentencia ruinosa al brillante diario "La Unión" de Estrada y sus amigos.
De aquel acto del 1ro de Septiembre y de la fundación de la "Unión Cívica" surgió una nueva convocatoria a otro acto todavía mayor que se realizó el 13 de Abril de 1890 en el Frontón Buenos Aires, calle Córdoba 1130. En ese acto hablaron Mitre, Alem, el joven Barroetaveña, Aristóbulo del Valle -todos ellos laicistas y ajenos al catolicismo- y José Manuel Estrada ya misteriosamente enfermo y vencido por anticipado mediante la indigna maniobra. Sin embargo, su discurso fue, ¡de lejos!, el más importante, el mejor fundado y el que atacaba más a fondo la politica masónico-liberal que imperaba en el país. De su discurso cito las frases siguientes porque la situación oprobiosa que describen se parece extraordinariamente a la que actualmente sufrimos.
Dijo Estrada:
"La República Argentina, en su tormentosa existencia, ha pasado por muchas horas duras y sombrìas. Ciegos arrebatamientos de las muchedumbres la han desorientado, y despotismos sanguinarios han clavado la garra en sus entrañas. Espíritus torvos, arrastrados por insano apetito de prepotencia la han dilacerado y hecho jirones su bandera y hubo día en que no quedara un palmo de su suelo sin surcos de sangre, ni una madre que no gimiera, pero, ni tampoco, señores, un brazo inerte, ni un espíritu indeciso, ni un corazón afeminado. Por el bien o por el mal, convencidos o fanatizados, los hombres delirantes de entusiasmo o de furor, luchaban, desalentados a veces, pero varoniles, y de esa actividad indomable y tumultuosa vivía la República, capaz de moderarse y corregirse.
"Más no veo en la época afrentosa a que llegamos, no veo ni en los que usurpan una ambición de poder que los haga dignos de cotejo con Quiroga, ni en los desposeídos del derecho energía para resistir que los haga dignos del nombre y de la gloria de sus padres. No. Veo bandas rapaces, movidas de codicia, la más vil de todas las pasiones, enseñorearse del país, dilapidar sus finanzas, pervertir su administración, chupar su substancia, pavonearse insolentemente en las más cínicas ostentaciones del fausto, comprarlo y venderlo todo, hasta comprarse y venderse unos a otros a la luz del día. Veo más. Veo un pueblo indolente y dormido que abdica sus derechos, olvida sus tradiciones, sus deberes y su porvenir o lo que debe a la honra de sus progenitores y al bien de su posteridad, a su estirpe, a su familia, a sí mismo y a Dios, y se atropella en las Bolsas, pulula en los teatros, bulle en los paseos, en los regocijos y en los juegos, pero ha olvidado la senda del fin y va a todas aprtes menos donde van los pueblos animosos cuyas instituciones amenazan desmoronarse carcomidas por la corrupción y los vicios. ¡Eso es las decadencia! ¡Eso es la muerte!
"¡Bendita la adversidad que desacredita oligarquías corrompidas y corruptoras y disipa los sueños enervantes de los pueblos! Y los esplendores de la riqueza, ya que la ruda experiencia ha descubierto el fango bajo los esplendores de la riqueza y el corazón del argentino bajo el pecho del especulador visionario. Al bendecir la adversidad, aprovechemos sus enseñanzas para limpiar y redimir la República" (citado en "La Revolución del 90", por O. del Pino Montes de Oca, pags. 56 y 57).
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Para quienes consideran que "La botella al mar" es excesivamente crítica del momento actual y que lo son, sobre todo, mis ataques a la supuesta "oposición", creo que estas palabras de José Manuel Estrada son suficientes para convencerlos de lo contrario. Si en aquellos tiempos en que la corrupción era grande, los grandes personajes políticos, deshonestos y enemigos del catolicismo tenían todavía cierto interés en el progreso del país e hicieron algunas cosas útiles de tal manera que nuestra buena fama atrajo en algunos años una oleada de inmigrantes europeos, Estrada dijo con toda razón lo que dijo en aquel discurso de 1890, imagínese, estimado lector, lo que diría hoy viendo la lepra infecta que cubre toda la Nación. Le bastaría saber el escandaloso enriquecimiento de los Kirchner, la aún más escandalosa sentencia de Oyarbide sobreseyéndolos, el sumiso servilismo de los fiscales que la consintieron y ver la foto de los dos grandes bonetes del oficialismo, A. Fernandez y Diaz Bancalari, en paños menores y exhibiendo sus adiposas carnes en la pag. 7 de "La Naciòn" del 4/1/10 para increpar con la máxima violencia a este régimen "corrompido y corruptor" en un grado mayor que al de su tiempo.
Y si pudiera ver la indiferencia cómplice de los argentinos ante semejante escarnio nacional, su abandono de todo intento de remover esta lacra que cubre el país con sus pústulas, su apoyo a falsos opositores muy inferiores en calidad y mucho peores en perversidad que los de su tiempo, la indignación del gran Estrada sería apoteósica, tan grande cuanto su asombro ante el espectáculo de tanta imbecilidad y de tanta traición a la Patria como el que ofrecemos quienes habitamos este territorio de lo que fué la Argentina.
A eso debe agregarse ahora la existencia de una poderosa "intelligentzia" de izquierda, con apoyo internacional, armada y dispuesta a todo, dueña de la calle y de la prensa que dirige la tiranía desde las bambalinas de acuerdo a un plan maquiavélico de aniquilación progresiva de las Instituciones, de la Justicia, de las FFAA y de toda posibilidad de surgimiento y triunfo electoral de una verdadera oposición. Por la violencia, el fraude y el soborno, esta tiranía ha alcanzado un poder al lado del cual el sistema corrupto de Roca es casi menospreciable.
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Tres meses después de ese discurso estalló la revolución del Parque, el 26 de Julio de 1890. Una gran parte del ejército se plegó al Gral. Manuel J. Campos que la encabezaba y una inmensa cantidad de voluntarios civiles respondió al llamado de la Junta Revolucionaria presidida por Leandro N. Alem.
José Manuel Estrada no pertenecìa a esa Junta pero no hay duda de que fue su prédica de diez años contra la tiranía de Roca y sus aliados la que inspiraba el movimiento y Alem la tomó, movido por una sana aspiración de moralización de la polìtica.
Los revolucionarios debieron desistir de su intento por falta de armas y de munición para tantos voluntarios. Triunfó el mayor poder económico del gobierno corrupto, pero Juarez Celman debió renunciar y en el Congreso un diputado pronunció aquella famosa frase: "La Revolución ha sido vencida pero el gobierno está muerto". Desgraciadamente no era verdad sino en lo que se refería a Juarez Celman, pero el sistema del Gral Roca, remozado, siguió dominando el país por varios años más, para ser substituido por otros sistemas peores poco después de iniciado el siglo XX.
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Aristóbulo del Valle en su relato de los preparativos y de la acción revolucionarios cuenta que se entrevistó con José Manuel Estrada el 11 de Abril del 90 para pedirle su participación en el acto del Jardín Florida. "Me interrogó sobre lo que nos proponíamos y el plan político que pensabamos desenvolver -dice del Valle-. Bajo la garantía de su honorabilidad y de su patriotismo le declaré que no veíamos otro camino que el de la revolución y que llegaríamos a ella si la opinión del país nos acompañaba" (op.cit. pag. 69).
El gran tribuno católico accedió junto con sus amigos a participar del acto del Jardín Florida pero, obviamente, no confiaba en los dirigentes políticos que lo organizaban. Sus ideas eran muy distintas y sólo coincidían en combatir la intolerable corrupción del gobierno. Tan es así que no se sumó al comité revolucionario.
Lo cierto es que la revoluciòn del 90 frustró el proyecto político de Estrada. Ese proyecto empezaba con la formación del gran partido que debió ser la "Unión Católica", por la calidad de su lider, por la grandeza de sus principios y por la profundidad auténtica de su ruptura con los planes del liberalismo masónico.
Dios quiera que esta desastrosa situación se modifique y mejore las posibilidades del bien para lo cual será necessario que todos los verdaderos patriotas, especialmente los católicos, se unan, se organicen y retomen el plan del gran José Manuel Estrada, a pesar de que hoy es inmensamente más difícil llevarlo a cabo. Al menos que nos sirva de advertencia la maniobra que acabó con la obra y con vida del gran argentino.
NOTA: Terminado este artículo, veo que la prensa se agita por la renuncia de Redrado (el del flequillo), presidente del Banco Central. Algunos incautos incurables, lo apoyan. Pero Redrado es un integrante más de la "dirigencia" corrupta e inepta que se beneficia de los oropeles y dineros del poder desde hace muchos años, incluyendo varios al servicio de la tiranía de Kirchner cuyos atropellos cohonestó sin decir ni "mu". Su actual minúsculo gesto es parte de la escenificación destinada a crear otro "Cobos". O sea, NADA. Sólo merece este comentario. CBV
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