En su reflexión televisiva
semanal del día 10 de noviembre de 2012, en el programa “Claves para un Mundo
Mejor” (América TV), MONS. HÉCTOR AGUER,
Arzobispo de La Plata y Presidente de la Comisión Episcopal para la Educación
Católica, recordó que en el Evangelio se propone “orar siempre, orar sin cesar”
y comentó que “esto planteó un problema a las primeras generaciones cristianas”
porque “¿cómo es posible cumplir con este precepto del Señor, con este mandato
apostólico de orar siempre? La misma vida cristiana nos exige toda una serie de
ocupaciones diversas que son las ocupaciones propias de la vida humana que el
cristiano transforma por su fe y por su amor a Dios y al prójimo”.
Destacó que San Agustín planteó
“una solución que apela a cuál es la finalidad de la vida cristiana. La
finalidad de la vida cristiana es alcanzar la felicidad eterna” y agregó que
“la oración tiene sentido porque ella se identifica con el deseo de la vida
eterna, con el deseo de la vida feliz. Entonces Agustín dice: es posible orar
siempre con el deseo continuo de la fe, la esperanza y la caridad”.
“La fe, la esperanza y la caridad
que enriquecen, por la gracia de Dios, la persona del cristiano, asumen el
deseo natural de felicidad y apuntan a la felicidad verdadera, a la verdadera
vida, a la vida eterna”.
Además manifestó que San Agustín
argumenta “eso no quiere decir que no tengamos, que pedirle a Dios cosas que
necesitamos” sino que “tenemos que pedirle a Dios esas cosas que necesitamos no
porque Dios no sepa que las necesitamos sino porque al pedirlas vamos
ejercitando nuestro deseo y así vamos como ensanchando el alma”.
Por eso “tenemos que orar en
determinados momentos del día. Por eso en determinados días, en determinados
momentos del día, nos dedicamos exclusivamente a la oración pero oramos
continuamente con el deseo continúo de la fe, la esperanza y la caridad”.
Recordó que “desde pequeños
aprendemos a rezar” y se preguntó: “¿Esos rezos que hacemos cada tanto son
realmente oración? ¿Están vinculados con ese deseo de la vida eterna, son
expresión de la fe, la esperanza y la caridad? ¿No es que a veces nos
desesperamos excesivamente por arrancarle a Dios tales o cuales beneficios que
son los que consideramos nosotros necesarios?”.
Mons. Héctor Aguer afirmó que “en
la oración siempre hay una especie de confiarse en la Providencia de Dios
sabiendo que Él sabe bien lo que necesitamos. Jesús mismo dice en el Evangelio
pidan y recibirán. Sin embargo ese otro propósito que es casi un precepto del
Señor, oren siempre, oren sin desanimarse, nos está sugiriendo que tenemos que
abrir nuestro corazón, ensanchar nuestro corazón a la búsqueda de la verdadera
felicidad”.
Y finalizó señalando que hacia
allí tendría que apuntar nuestra vida de oración y tras preguntarse si “alguna
vez se nos ha ocurrido pedirle a Dios que nos asegure el camino que nos lleva a
la vida eterna”, manifestó que es necesaria “hacer que nuestra oración sea un
ejercicio verdadero de fe, de comunión con Dios, de amor a Él” pues “es allí
donde el cristiano recarga las energías de su alma para luego dar testimonio de
Cristo en la vida de todos los días”.
Adjuntamos el texto completo de
la alocución televisiva de Mons. Héctor Aguer:
“El capítulo 18 del Evangelio de
San Lucas comienza con estas palabras: “Jesús les enseñó con una parábola que
es necesario orar siempre sin desanimarse” y sigue el relato del Juez inicuo y
la viuda insistente. En la primera carta de San Pablo a los cristianos de
Tesalónica, capítulo 5 versículo 17, el Apóstol entre otras exhortaciones les
dice a los fieles “oren sin cesar”. Y subrayo los adverbios, en todo caso, o
las expresiones adverbiales, de modo: Orar siempre, orar sin cesar”.
“Esto planteó un problema a las
primeras generaciones cristianas. ¿Cómo es posible cumplir con este precepto
del Señor, con este mandato apostólico de orar siempre? La misma vida cristiana
nos exige toda una serie de ocupaciones diversas que son las ocupaciones
propias de la vida humana que el cristiano transforma por su fe y por su amor a
Dios y al prójimo”.
“¿Cómo es posible orar siempre?”
“San Agustín, en una carta que se hizo
célebre, la carta Nº 130, dirigida a una Virgen llamada Proba, plantea una
solución que apela a cuál es la finalidad de la vida cristiana. La finalidad de
la vida cristiana es alcanzar la felicidad eterna”.
“Lo que Agustín llama la vitae
beata, la vida feliz. Pero es la vida feliz en la eternidad, el don que Dios
nos va a dar. La oración tiene sentido porque ella se identifica con el deseo
de la vida eterna, con el deseo de la vida feliz. Entonces Agustín dice: es
posible orar siempre con el deseo continuo de la fe, la esperanza y la
caridad”.
“La fe, la esperanza y la caridad
que enriquecen, por la gracia de Dios, la persona del cristiano, asumen el
deseo natural de felicidad y apuntan a la felicidad verdadera, a la verdadera
vida, a la vida eterna”.
“También San Agustín argumenta
así: eso no quiere decir que no tengamos, que pedirle a Dios cosas que
necesitamos. En realidad, dice Agustín, nosotros tenemos que pedirle a Dios
esas cosas que necesitamos no porque Dios no sepa que las necesitamos sino porque
al pedirlas vamos ejercitando nuestro deseo y así vamos como ensanchando el
alma y preparándonos para recibir los dones que Dios nos quiere dar. Está
pensando siempre en que todos los dones de Dios están orientados a ese gran don
de la felicidad eterna”.
“Entonces, dice San Agustín,
nosotros tenemos que orar en determinados momentos del día. Por eso en
determinados días, en determinados momentos del día, nos dedicamos
exclusivamente a la oración pero oramos continuamente con el deseo continúo de
la fe, la esperanza y la caridad”.
“Podríamos decir que esta pequeña
catequesis sobre la oración puede ayudarnos para plantearnos nosotros la
cuestión acerca de la oración. Todos estamos acostumbrados, desde pequeños
aprendemos a rezar, pero: ¿Esos rezos que hacemos cada tanto son realmente
oración? ¿Están vinculados con ese deseo de la vida eterna, son expresión de la
fe, la esperanza y la caridad? ¿No es que a veces nos desesperamos
excesivamente por arrancarle a Dios tales o cuales beneficios que son los que
consideramos nosotros necesarios?”.
“En la oración siempre hay una
especie de confiarse en la Providencia de Dios sabiendo que Él sabe bien lo que
necesitamos. Jesús mismo dice en el Evangelio pidan y recibirán. Sin embargo
ese otro propósito que es casi un precepto del Señor, oren siempre, oren sin
desanimarse, nos está sugiriendo que tenemos que abrir nuestro corazón,
ensanchar nuestro corazón a la búsqueda de la verdadera felicidad”.
“Quizás allí tendría que apuntar
muchas veces nuestra vida de oración. ¿Alguna vez se nos ha ocurrido pedirle a
Dios que nos asegure el camino que nos lleva a la vida eterna? ¿Y que nuestra
oración sea un ejercicio verdadero de fe, de comunión con Dios, de amor a Él?
Bueno, es allí donde el cristiano recarga las energías de su alma para luego
dar testimonio de Cristo en la vida de todos los días”.