Teniendo
en cuenta que el habitual columnista del programa “Claves para un Mundo
Mejor” (América TV), Mons. Héctor Aguer, Arzobispo de La Plata, se encuentra en Roma participando de la Reunión de la Pontificia Comisión
para América Latina, de la que es miembro, la reflexión televisiva estuvo a
cargo de los dos Obispos Auxiliares de La Plata, Monseñor
Nicolás Baisi, Obispo
Titular de Tepelta y Auxiliar de la Arquidiócesis de La Plata, y
Monseñor Alberto Bochatey OSA, Obispo Titular de Monte di Mauritania y
Auxiliar de La Plata.
En diálogo con el conductor del programa, el
periodista Tito Garabal, ambos
prelados se refirieron a lo vivido a partir de la
situación trágica que se vivió en esa Arquidiócesis a raíz de las inundaciones
del comienzo de abril y las enseñanzas que este momento doloroso ha presentado.
Monseñor
Nicolás Baisi ponderó el “trabajo
excepcional” que “hicieron un montón de voluntarios, cientos de miles de
voluntarios que han trabajado cansándose y siguiendo, trabajando para ayudar a
otros. Un montón de gente que ha colaborado con sus cosas, que ha dado su ropa
y de lo que tenían para vivir para que otros puedan estar mejor”.
Para el prelado “se vivió una silenciosa revolución juvenil” y destacó que “los jóvenes han dado un gran ejemplo y han
mostrado que el motor de historia no es la confrontación sino que es el amor.
Es el amor de Dios que es el motor de la
historia. Y eso es muy palpable: ver a los voluntarios trabajando ha sido
motivo de felicidad”.
Por su parte Monseñor
Alberto Bochatey rescató
especialmente el trabajo de los
“sacerdotes que, en todas las parroquias, en todos los rincones de la diócesis,
estuvieron sin dormir, con una fatiga tremenda coordinando, recibiendo y además
ahora acompañando espiritualmente a nuestros hermanos”. Y explicó que ahora
es el momento “de reconstruir no solo lo material sino lo espiritual. Hacer un
acompañamiento para dar ánimo a las víctimas de la inundación, a los familiares
de los difuntos y, sobre todo, reconstruir la esperanza desde esa esperanza
maravillosa, esa revolución silenciosa del amor de los jóvenes, de la
espontaneidad, de la solidaridad, de querer servir”.
Contó que, a sólo 20 días de ser ordenado como Obispo, se encontró “el día 2 por la
tarde y luego en la noche con la gran lluvia, el gran aluvión, y en el Seminario de La Plata también nos
inundamos. Hubo hasta un metro y medio de agua en el sótano y pero pudimos
hacer una rápida acción de refugio muy grande porque justo frente al seminario estuvo una de las zonas más inundadas
de la ciudad. Esa noche durmieron como 100 personas que recogimos,
literalmente, de las aguas. Los
seminaristas con el agua hasta el pecho estuvieron ayudando a salir de los
coches, de las camionetas, de los colectivos. Recibimos a mujeres con niños
para tomar algo caliente y lo que se pudo hacer y recién a la mañana siguiente
volver a las casas”.
Sobre la reflexión que deja esta situación
trágica, Monseñor Nicolás Baisi, indicó
que “lo que tenemos que pensar ahora
mientras trabajamos en esta nueva etapa es descubrir que el Señor nos llama a
vivir la vida que es de nosotros pero es también para los otros… Creo que
una de las claves para un mundo mejor es vivir el amor, vivir la solidaridad y
vivir la ayuda al prójimo. Descubrir, en primer lugar, el amor de Dios por
supuesto que es el fundamento para poder desde allí transmitir eso a otros. Y
que creo que juntos, con muchas personas, se puede hacer un país mejor, un
mundo mejor”.
Y, luego, Monseñor Alberto Bochatey, manifestó: “Hemos caminado juntos con toda
la Iglesia. Comenzando
por el Papa Francisco que, enseguida, se hizo presente con un mensaje y
encontrando a Monseñor Aguer envió una ayuda económica muy concreta. También el
señor Nuncio Apostólico que ha estado al teléfono todos los días pidiéndonos
información y queriendo saber exactamente que se estaba necesitando y todos los
obispos de Argentina. Creo que no ha habido uno que no haya llamado, que no
haya mandando ayuda directa o indirecta. Nos llamaron hasta del exterior. Hace
unos minutos me llamaba el Obispo de Rossano Calabro, al sur de Italia, para
ver que podemos necesitar y decirnos que quieren estar en un segundo momento
para mandarnos ayuda… Todo esto ha sido vivir la comunión. Vivir la comunión en
el necesitado, la solidaridad en el amor y, sobre todo, descubrir que hay una
unión de Iglesia maravillosa, que fortifica”
Monseñor
Nicolás Baisi agregó que “como Iglesia platense fue muy importante
la confianza de toda la gente. A los pies de la Catedral se pudo trabajar
con gente de todas las extracciones, de todas las religiones, gente diversa y
todos venían a la Catedral
a ayudar ahí. Es como que sentían la
confianza de la Iglesia, el cobijo de la Iglesia de algún modo que los podía
ayudar en su tarea de hacer el bien. Y eso creo que, para la Iglesia
platense, fue una gran alegría. En las parroquias pasó lo mismo: encabezados por
los párrocos y los voluntarios más habituales se sumó un montón de gente a
trabajar por el bien de los otros. Así que no solamente la comunión de la
Iglesia sino entre las Iglesias y también la comunión de todo el pueblo en la Iglesia. Creo que eso es lo que
fue muy positivo”.
Para Monseñor
Alberto Bochatey OSA “fue una cadena de continuidad. A los tres días el
nombramiento del Santo Padre, después ya llegó la Pascua y cuando parecía que
retomábamos la vida, la lluvia nos hizo descubrir una dimensión nueva. El Papa Francisco nos habla mucho de
caminar y caminar en la fe. Bueno, esto nos ha puesto de pie para caminar
juntos, en el barro justamente, ensuciándonos los pies en una realidad de dolor
y para poder seguir construyendo. Creo que es una peregrinación hacia el
fin que es Cristo que sabemos que es nuestra salvación y que sabemos que no
puede haber, como decía el Cardenal Pironio, un evangelio sin cruz. Esto es tomar la cruz y ponerse a caminar
junto al Papa, a los obispos, a todo el pueblo y como decía Monseñor Baisi
a tanta gente que ni sabemos quienes eran pero que ayudaron, que estuvieron en
comunión con nosotros y eso es un signo para este año de la fe”.
Adjuntamos el texto completo de las afirmaciones de Mons.
Nicolás BAISI y de Mons. Alberto BOCHATEY, Obispos Auxiliares de La Plata:
Monseñor Nicolás Baisi: “En
primer lugar diría que el trabajo excepcional lo hicieron un montón de
voluntarios, cientos de miles de voluntarios que han trabajado cansándose y
siguiendo, trabajando para ayudar a otros. Un montón de gente que ha colaborado
con sus cosas, que ha dado su ropa y de lo que tenían para vivir para que otros
puedan estar mejor”.
“Insisto con lo de los
voluntarios porque como se vivió una, diríamos, silenciosa revolución juvenil. Hemos
visto muchos jóvenes trabajando, ayudando a bajar mercadería, entregar
mercadería, visitando las casas, acompañando gente que estaba desolada. La
verdad que los jóvenes han dado un gran ejemplo y han mostrado que el motor de
historia no es la confrontación sino que es el amor. Es el amor de Dios que es
el motor de la historia. Y eso es muy palpable: ver a los voluntarios
trabajando ha sido motivo de felicidad”.
“He tenido la suerte de poder
recorrer diferentes centros, ya sea parroquias,
escuelas, o acá en la
Catedral de La Plata donde vino un montón de gente
autoconvocada para colaborar. El Banco de Alimentos que ha colaborado muy bien,
otras instituciones como Techo y, en realidad, un montón de instituciones más
pero sobre todo muchas personas independientes que han colaborado y que han
ayudado a otros y que han descubierto o redescubierto, vivido o experimentado,
la felicidad de ayudar, la felicidad de dar, de ayudar al prójimo. Fue una
ayuda muy concreta que ha sido, para todos los que estuvimos ahí, un gran
ejemplo, un momento muy importante”.
Monseñor Alberto Bochatey OSA:
“El día 2 por la tarde y luego en la noche que fue la gran lluvia, el
gran aluvión, en el Seminario de La Plata también nos inundamos. Hubo hasta un
metro y medio de agua en el sótano y demás pero pudimos hacer una rápida acción
de refugio muy grande porque justo frente al seminario estuvo una de las zonas
más inundadas de la ciudad. Esa noche durmieron como 100 personas que
recogimos, literalmente, de las aguas. Los seminaristas con el agua hasta el
pecho estuvieron ayudando a salir de los coches, de las camionetas, de los
colectivos. Recibimos a mujeres con niños para tomar algo caliente y lo que se
pudo hacer y recién a la mañana siguiente volver a las casas”.
“Y eso lo viví a los 20 días
de estar ordenado Obispo y cambiar la vida sacerdotal. Me tocó conocer una
dimensión particular de La Plata, una realidad muy especial. Como decía
Monseñor Baisi, lo emocionante fue ver a un montón de trabajadores voluntarios,
espontáneos. “También debemos rescatar a los hermanos sacerdotes que, en todas
las parroquias, en todos los rincones de la diócesis, estuvieron sin dormir,
con una fatiga tremenda coordinando, recibiendo y además ahora acompañando
espiritualmente a nuestros hermanos”.
“Esta es la etapa que nos toca
en este momento: tratar de reconstruir no solo lo material sino lo espiritual.
Hacer un acompañamiento para dar ánimo a las víctimas de la inundación, a los
familiares de los difuntos y, sobre todo, reconstruir la esperanza desde esa
esperanza maravillosa, esa revolución silenciosa del amor de los jóvenes, de la
espontaneidad, de la solidaridad, de querer servir. Y, al respecto, podríamos
contar infinidad de testimonios maravillosos que hemos visto acompañando a
nuestra gente”.
Monseñor Nicolás Baisi: “Lo
que tenemos que pensar ahora mientras trabajamos en esta nueva etapa es
descubrir que el Señor nos llama a vivir la vida que es de nosotros pero es
también para los otros”.
“Creo que es posible que así,
juntos, hagamos un mundo mejor. Eso es realmente: creo que una de las claves
para un mundo mejor es vivir el amor, vivir la solidaridad y vivir la ayuda al
prójimo. Descubrir, en primer lugar, el amor de Dios por supuesto que es el
fundamento para poder desde allí transmitir eso a otros. Y que creo que juntos,
con muchas personas, se puede hacer un país mejor, un mundo mejor”.
Monseñor Alberto Bochatey OSA:
“Hemos caminado juntos con toda la Iglesia. Comenzando
por el Papa Francisco que, enseguida, se hizo presente con un mensaje y
encontrando a Monseñor Aguer envió una ayuda económica muy concreta. También el
señor Nuncio Apostólico que ha estado al teléfono todos los días pidiéndonos
información y queriendo saber exactamente que se estaba necesitando y todos los
obispos de Argentina. Creo que no ha habido uno que no haya llamado, que no
haya mandando ayuda directa o indirecta de materiales”.
“Nos llamaron hasta del
exterior. Hace unos minutos me llamaba el Obispo de Rossano Calabro, al sur de
Italia, para ver que podemos necesitar y decirnos que quieren estar en un
segundo momento para mandarnos ayuda. Todo esto ha sido vivir la comunión.
Vivir la comunión en el necesitado, la solidaridad en el amor y, sobre todo,
descubrir que hay una unión de Iglesia maravillosa, que fortifica. Y también,
como nuevo Obispo, haber vivido esta comunión es una fiesta, una fiesta en el
dolor como es la Pascua.
Los clavos de la cruz de Cristo y la gloria de la
resurrección”.
Monseñor Nicolás Baisi: “Me
gustaría agregar que este hecho, como Iglesia platense fue muy importante por
la confianza de toda la gente. A los pies de la Catedral se pudo trabajar
con gente de todas las extracciones, de todas las religiones, gente diversa y
todos venían a la Catedral
a ayudar ahí”.
“Es como que sentían la
confianza de la Iglesia, el cobijo de la Iglesia de algún modo que los podía
ayudar en su tarea de hacer el bien. Y eso creo que, para la Iglesia platense,
fue una gran alegría. En las parroquias pasó lo mismo: encabezados por los
párrocos y los voluntarios más habituales se sumó un montón de gente a trabajar
por el bien de los otros. Así que no solamente la comunión de la Iglesia sino
entre las Iglesias y también la comunión de todo el pueblo en la Iglesia. Creo que
eso es lo que fue muy positivo”.
“La verdad que ha sido una
suma de cosas que han ayudado mucho. La asunción de Francisco, por supuesto,
luego la Semana Santa
como hecho donde todo es un tiempo de gracia siempre y después, para nuestra
Iglesia platense, la cruz y la resurrección. Tocar las yagas de Jesús siempre
ayuda a descubrir el amor de Jesús a nosotros y también el dolor de Jesús al
cual podemos, nosotros, de algún modo, acompañar y es lo que nos ayuda a crecer
en definitiva”.
Monseñor Alberto Bochatey OSA: “Fue una cadena de
continuidad. A los tres días el nombramiento del Santo Padre, después ya llegó
la Pascua y cuando parecía que retomábamos la vida, la lluvia nos hizo
descubrir una dimensión nueva como dice Monseñor Baisi”.
“Y es lindo el recuerdo de la Peregrinación
Juvenil que, generacionalmente vos, Tito y yo estábamos más
cerca, Monseñor Baisi era mucho más joven y hay que decirlo. El Papa Francisco
nos habla mucho de caminar y caminar en la fe. Bueno, esto nos ha puesto de pie
para caminar juntos, en el barro justamente, ensuciándonos los pies en una
realidad de dolor y para poder seguir construyendo”.
“Creo que es una peregrinación
hacia el fin que es Cristo que sabemos que es nuestra salvación y que sabemos
que no puede haber, como decía el Cardenal Pironio, un evangelio sin cruz. Esto
es tomar la cruz y ponerse a caminar junto al Papa, a los obispos, a todo el pueblo
y como decía Monseñor Baisi a tanta gente que ni sabemos quienes eran pero que
ayudaron, que estuvieron en comunión con nosotros y eso es un signo para este
año de la fe”.