En el siglo de lo virtual, se ha perdido la capacidad
de analizar la historia como maestra de los hombres, perdido el hábito de la
reflexión de los hechos pasados. Hoy el paralelismo es palpable.
El continuo machacar de una idea repetida con
insistencia durante varias generaciones, termina por no ser analizada, se la
acepta como una verdad revelada. El Estado, es posterior al individuo, por
tanto un servidor público. La propiedad privada es la base fundamental del
progreso y la libertad, la familia es el fruto de la libre iniciativa y la
cultura del trabajo, el ahorro y la economía particular. Estos principios
elementales son los que hicieron Grande a esta Nación, si omitimos su
explicación, desarrollo y transmisión, no serán defendidos con convicción por
los que tienen la obligación de hacerlo y la sociedad quedara a la merced de
las ideologías dominantes.
En los terroríficos años del reinado de la
guillotina, cuenta la historia de la que fuera la dulce Francia, que la idea de
igualdad había llegado a penetrar tan profundamente en la nobleza, que muchos
olvidando su verdadera función en la sociedad, se presentaban voluntariamente
para ser juzgados por los tribunales de Maximilien
de Robespierre.
En sus alegatos manifestaban el remordimiento de
haber nacido nobles y haber tenido educación, sentían que ellos no podían ser
el ejemplo de una sociedad llamada a liderar las naciones, ¿Cuál fue la causa
de esta fenómeno?, Aquellos nobles que
se suicidaron de esa forma tan peculiar, por no reaccionar ni defenderse, son
un ejemplo de lo que le pasa a un cierto número
de productores rurales y sus dirigentes, tienen vergüenza.
Louis
Philippe II Duque de Orléans queriendo congraciarse con la Revolución, colaboró
con ella porque tenía vergüenza de su estado; en su alegato final se quejó amargado – (colaboré con la revolución, la financié, negué mi condición de
noble y me condenan; después de haber dialogado, consensuado y cedido todo lo
que me fue pedido, me condenan).
“Felipe Igualdad” fue decapitado por su condición de
noble sin importar los “servicios prestados”.
¿Acaso los productores rurales debemos tener
vergüenza De haber heredado?
¿De haber desarrollado y defendido una iniciativa
fundamentada en la libertad?
¿De haber defendido las empresas familiares del agro?
¿Acaso por miedo de perderlo todo debemos ceder de a
poco, como un salme al que se le saca feta por feta hasta que no quede nada?
¿Qué espera el campo para reaccionar y manifestar ya
no solo su disconformidad, si no que país quiere? ¿O no estamos seguros de que país queremos?
Nosotros sí sabemos
Queremos un país donde se respeten las instituciones,
donde la ley natural sea respetada y protegida contra toda deformación
artificial, porque es la ley con que Dios gobierna su creación y que dio origen
a la civilización cristiana.
Queremos un país con armonía entre las clases
sociales donde se respeten los mandamientos de la ley de Dios. Un país serio
ponderado por todas las naciones, donde la palabra empeñada sea un documento de
identidad.
Queremos ser hijos agradecidos a Nuestra Señora de
Lujan a quien encomendamos nuestro futuro y el de la Patria.
Por la Paz del Campo
26/8/2012
Francisco Jose Balbiani
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