Por
Emilio Nazar Kasbo
El
mediático sacerdote mendocino Vicente
Reale dijo: "Creo que a Benedicto XVI le faltan fuerzas corporales,
pero también apoyo", sosteniendo así la división de la Iglesia Católica y
la pública muestra de rechazo a la Tradición y al Papa en la proclamada
rebelión convocada por el herético pseudoteólogo Hans Küng.
EL RATZINGER
PROGRESISTA
“Cuando
Dios haya desaparecido totalmente
para los seres humanos”, aseguró el joven sacerdote y teólogo reformista Joseph Ratzinger hace cuarenta años, en
1968 “experimentarán su absoluta y
horrible pobreza. Y entonces descubrirán la pequeña comunidad de los creyentes
como algo totalmente nuevo”.
En
una conferencia radiofónica que llevaba por título “¿Bajo qué aspecto se
presentará la Iglesia en el año 2000?”, el entonces profesor de teología de la
universidad de Tubina, afirmaba con contundencia que la Iglesia del futuro
tendría que olvidarse de los aspectos políticos para centrarse en lo espiritual.
El texto, editado en alemán en 1970 y en castellano en 1971, como parte de la
recopilación Fe y Futuro, tras la abdicación de Benedicto XVI cobra especial
relevancia.
Para
el teólogo alemán no cabía duda de que la crisis que vivió la Iglesia tras el
Concilio Vaticano II, azuzada por los intentos reformistas de los teólogos más
críticos (entre los que figuraba, antes de enfrentarse abiertamente a ellos, el
propio Ratzinger) acabaría llevando
a la institución a sus orígenes: “La
Iglesia se hará pequeña, tendrá que empezar todo desde el principio. Ya no
podrá llenar muchos de los edificios construidos en una coyuntura más
favorable. Perderá adeptos, y con ellos muchos de sus privilegios en la
sociedad. Se presentará, de un modo mucho más intenso que hasta ahora, como la
comunidad de la libre voluntad, a la que sólo se puede acceder a través de una
decisión”. Esto no es más que expresión del “deconstruccionismo” en una de
sus formas. Disolver y reconstruir es un principio propio de la Masonería. Una
ruptura semejante en la Tradición de la Iglesia Católica, que implicara “empezar todo desde el principio”, no
sería otra cosa más que la destrucción total de la Tradición, que impediría la
transmisión a las futuras generaciones de la exacta Revelación de Jesucristo,
reconstruido todo desde bases humanas, desde un “restaurador” que omitiría la
Tradición anterior, para luego rescatarla admitiendo una “ruptura” en la
continuidad. Si la Iglesia Católica "corta" la Tradición que viene de Jesucristo y "reconstruye" una nueva... ¿desde dónde la reconstruirá? ¿desde el judaísmo? ¿desde el paganismo? ¿desde el protestantismo? ¿desde la suma de todas las religiones? El deconstruccionismo eclesial debe ser rechazado como una dañina aberración teológica y filosófica que atenta directamente contra Dios, el sostenimiento de una desviación teológica desagradable a Dios.
DECONSTRUCCIONISMO
ECLESIAL
Es
más, como sacerdote profetizaba las consecuencias del Concilio Vaticano II:
escape de feligreses, vaciamiento de las iglesias, y la falta de evangelización
social y de la política para tener una “coyuntura desfavorable” no se
construirían más iglesias y Catedrales, pronosticando que los católicos
pertenecerían a una “comunidad de la
libre voluntad a la que sólo se puede acceder a través de una decisión”,
siendo esto último la expresión de un pelagianismo o semipelagianismo que
excluye explícita o al menos implícitamente que Dios nos amó primero, que
excluye la Gracia de Dios previa.
Además,
con el tiempo han aparecido los “ministros extraordinarios de la Comunión”
(para una Iglesia Católica que ha perdido la mayor parte de su clero y de sus
feligreses), así como monaguillas, hasta llegar a abusos litúrgicos. Ratzinger
apostaba en 1968, incluso, por una Iglesia con “nuevas formas ministeriales”,
que “ordenará sacerdotes a cristianos
probados que sigan ejerciendo su profesión”, algo que según él iba a ser
habitual en las comunidades pequeñas y los grupos sociales homogéneos. Una
Iglesia centrada en lo espiritual, “que
no suspira por su mandato político y no flirtea con la izquierda ni con la
derecha”. Aparentemente, estaba haciendo referencia a los “curas obreros” o
los “curas en las fábricas”, o alguna idea semejante.
Para
Ratzinger como teólogo progresista,
la Iglesia tenía que aprender de su evolución tras la Ilustración y la
Revolución Francesa, que habían cambiado por completo el panorama. La Iglesia
que surgió tras las revoluciones a finales del siglo XVIII, contaba Ratzinger, se había hecho más pequeña y
había perdido esplendor social, “pero al
mismo tiempo se había hecho más fecunda por la nueva fuerza de su interioridad
que, a través de los grandes movimientos de laicos y en las numerosas y nuevas
fundaciones de órdenes, que tuvieron lugar desde mediados del siglo XIX,
produjo nuevas fuerzas para la formación y la realidad social, hasta tal punto
que no es posible imaginar nuestra historia más reciente sin ellas”. La
Constitución de Europa que omite al Catolicismo en particular y al cristianismo
en general como base, origen, raíz y esencia de su identidad, es una
realización de lo que el mismo Ratzinger predicó en aquellos tiempos.
Hoy
están señalando que ese movimiento pronosticado por Ratzinger como progresista
reformista, tras la “desaparición” total de Dios en la sociedad, tras una
ruptura completa en la Tradición, es concretado ahora en una “nueva
restauración” de lo anterior pero de un “modo nuevo” (tal como enseña el “deconstruccionismo”),
teniéndolo a él como artífice e iniciador de la “restauración” de lo “antiguo”
en “lo nuevo” (y no como continuidad de la Tradición de forma inalterada y
uniforme, transmitiendo siempre lo mismo por reflejar una Verdad Eterna).
ALEGRÍA DE REALE
Reale afirmó en una entrevista a Radio
Nihuil que se encontraba “gratamente sorprendido porque hacía mucho, cinco
Siglos, cuatro Siglos que no se producían renuncias de los Papas. Esta
renuncia, que viene precedida también de algo que antes no había, que es la
renuncia de los Obispos y sacerdotes a los 75 años, que eso fue impulsado
después del Vaticano II, nos habla que todos nosotros somos seres humanos tanto
como cualquier otro que pisa la tierra. Y se puede renunciar porque uno no
puede más, por razones de enfermedad, o porque también puede llegar el caso de
decir ‘miren, yo no doy más y punto, se acabó’, como hace el Papa en este
momento”
Señaló
Reale: "La fuerza humana, la
salud y la suma de problemas que puede haber en un entorno que ya no se puede
ocultar, hace que una persona no pueda llevar tanta carga", y sostuvo que
el Papa no es un semidiós, sino un ser humano con una responsabilidad muy
difícil. Agregó que a pesar de la falta de fuerzas, a Ratzinger le faltó apoyo
en el Vaticano. Es decir, hay quienes pretenden la disolución del Papado
instituido por Jesucristo, y que la Iglesia Católica directamente se convierta
en protestante. En vez de retirarse de la Iglesia y hacerse protestantes,
pretenden que la Iglesia se protestantice (para seguir el destino actual de los
protestantes en la infidelidad incluso a los textos de la misma Biblia). Por
otra parte, el sacerdote y menos aún el Obispo, no son personas como
cualesquiera otros, así como Jesucristo tampoco lo fue. Existen suficientes
razones teológicas para desmentir los dichos de Reale, que sólo pueden tener
validez en el protestantismo o en el marco de la des-sacralización de la
Iglesia, en su consideración con mirada inmanentista.
“Creo
que le faltan fuerzas corporales, pero también le falta apoyo. Hay internas
dentro del Vaticano –algunas conocidas- otras que están en la oscuridad para
nosotros. Lo que significa que una persona con buena voluntad de hacer las
cosas bien encontrándose con esta muralla llega un momento le faltan fuerzas
físicas, psicológicas y hasta espirituales. Ni el Papa ni el obispo ni
cualquier católico somos semidioses, somos personas como cualquiera”, señaló
Reale. Así, la misma Iglesia Católica es vista como centro de una “lucha de
clases”, donde hay sectores en pugna por el poder. ¿Acaso es eso lo que dejó
instituido Jesucristo?
IGUALDAD
ANTIJERÁRQUICA
Manifestó
además Reale que al Papa se lo considera aún hoy como un semidios, “y no es un
semidios, es un ser humano. Para mí es un hecho auspicioso porque es ponernos a
todos como quiere Jesús en un plan de igualdad entre los seres humanos porque
todos somos hermanos”. Esto es falso, porque Jesucristo no es un “semidios”,
sino que es Dios, y el Papa es su vicario, su representante, su voz actual en
el mundo. Jesús no dijo que “somos todos iguales”, sino que tenemos igual
dignidad ante Dios, que es algo muy distinto. La “igualdad” matemática
proclamada por Reale, no es la predicada por Jesucristo. Él nos juzgará a todos
por la misma vara, que es la vara de Dios, en donde se halla la verdadera
igualdad que predica la Tradición.
Finalmente,
la visión inmanentista de la Iglesia es explícita en Reale, cuando dice: “se
abre una puerta de sinceramiento dentro de la Iglesia, para decir que no hay
semidioses. Aquí nadie tiene atado al
Espíritu Santo, cuando uno cree que ya no puede, ya no puede”. Esto
significa que la Iglesia Católica y el Papa no son asistidos por el Espíritu
Santo, y siguiendo este razonamiento, cualquier feligrés tiene la “iluminación”
del Espíritu Santo para predicar cualquier cosa que le sea “inspirada”. La otra
interpretación, igualmente nociva, es que la Iglesia Católica es un mero
símbolo material y abstracto, sin una realidad profunda que religa con
Jesucristo.
RETROCESO CON
BENEDICTO XVI
Horacio Fábregas y Esteban Mariani, ex sacerdotes y autores del escandaloso libro blasfemo
"Cinco Curas", aseguraron que durante el período de Ratzinger la Iglesia
Católica sostuvo una línea dura, cerrada y conservadora.
Para
el ex sacerdote Horacio Fábregas es
esperable que el sucesor de Benedicto
XVI sea "más de derecha y más conservador que el actual", según
declaró a una radio cordobesa. "El Pontificado de Benedicto XVI ha sido un paso atrás para la Iglesia. Si bien fue
preparado por su antecesor, Juan Pablo
II, no hay que olvidarse que Ratzinge
fue su mano derecha, creo que se ha replegado más, sosteniendo una línea más
dura, más cerrada hacia el mundo, más recalcitrante y conservadora",
añadió.
A
su turno, el ex cura Guillermo Mariani,
otro de los autores del citado libro, aseguró que la dimisión de Ratzinger fue sorpresiva, pero al mismo
tiempo preparada. "Esto viene preparándose para que no terminara el
Pontificado sin haber arreglado su sucesión", dijo a Radio Universidad.
"Esto
viene preparado desde hace tiempo por los cardenales elegidos por Benedicto, junto a los obispos. En
muchos lugares del mundo han reemplazado a los que tenían una visión
posconciliar por elementos conservadores muy afines a la actitud conservadora
del Opus (Dei), que tiene una
cantidad de cargos ocupados en el Vaticano", señaló.
Consultado
sobre Ángelo Scola, que suena como
el candidato con más chances de convertirse en Papa, Mariani evocó que la costumbre en el Vaticano es nombrar gente
conservadora. "Su candidatura no trae ninguna novedad. Seguirá el
restauracionismo. Las fuerzas de Benedicto
XVI resisten el embate de algún progresismo que desde fuera del Vaticano se
está agrandando, por parte de teólogos, obispos, etc", sostuvo.
LA VISIÓN
MODERNISTA HOY
En
un artículo publicado en la herética web “Sin tapujos” el día 12 de febrero de
2013, Raul a. Perez Verzini se
expidió sobre la visión modernista actual bajo el título “Renunció”.
Mostró
inicialmente su alegría, y su
frustración por una presunción: “Si no
fuera porque en la iglesia nada es casualidad sería una noticia para alegrarse.”
Definió
así al Papa y la situación actual “Uno de
los papas más retrógrados de los últimos tiempos. El más cruel en su forma de
castigar al que piensa distinto. El que ocultó los cientos (miles?) de casos de
pedofilia que le llegaban a su despacho como gran inquisidor. El que se ocupó
personalmente por marginar a los grupos progresistas y acercar a los
ultraconservadores. El que contribuyó a alejar cada vez más a la iglesia del
mensaje liberador de Jesús de Nazaret imponiendo un rígido catecismo medieval.
Ratzinger ha renunciado”. ¿Acaso hubo alguna condena, o algún
“apercibimiento” a algún teólogo o sacerdote? ¿Cuál fue la forma “de castigar”
tan “cruel” que utilizó contra el “que piensa distinto”? Acerca del problema de
la pedofilia, en que se le achacan a la Iglesia Católica casos desde 1950 a la
actualidad, mientras que la web del Vaticano en su portada tiene un espacio
directo para las denuncias que pudieran existir, para su investigación.
Finalmente, el “mensaje liberador” que pretende el autor, es el de Carlos Marx, no el de Jesucristo, no el
de la liberación espiritual. Y finalmente: ¿hay diferencia entre la Fe de los
medievales y la actual? ¿Qué diferencia entre un Catecismo Medieval o uno
actual hay? Porque si hay diferencias, hay una Fe distinta, y por tanto el
mensaje de Jesucristo ha sido interrumpido en su fidedigna transmisión.
¿QUIÉN COMO DIOS?
Además,
Verzini considera que en este mundo
hay alguna autoridad superior al Vicario de Jesucristo, o que hay autoridades
que se le asimilan. Así, expresa en su visión materialista e inmanentista: “Los pruritos del lenguaje aclaran que un
papa no dimite. El poder absolutista y totalitario no permite que alguien
acepte la renuncia porque nadie hay más importante ni digno que el emperador. Y
por algo ellos copiaron casi literalmente el modelo del imperio romano”. No
es lo sublime de la función ejercida por el Papa, sino que en la visión del
autor debe ser instaurado el “cambalache eclesiológico”, el “sincretismo
teológico” y la indiferencia moral entre la virtud y el vicio, único modo que
existe para que haya alguien igual o superior a Jesucristo o su Vicario.
“La renuncia de Ratzinger, más allá de la
enfermedad que le impide ejercer su rol, es una jugada maestra de un estratega
cuidadoso. Planeó cada detalle de su elección como papa y cuando se descubre
“sin fuerzas” renuncia para seguir controlando la elección de su sucesor.
Habría que analizar si es sólo sin fuerzas físicas o también sin fuerzas para
liderar la corrupta maquinaria vaticana que no tuvo la decisión política de
desmantelar”, afirma el autor. Atribuye un manejo en que designará en vida
a su sucesor, cuando el Cónclave para designar al próximo Pontífice es una
jornada de oración para que el Espíritu Santo ilumine a los Cardenales. Sin pruebas,
además, habla de una “corrupta maquinaria
vaticana”, lo cual es un modo de difamación contra la misma Iglesia
Católica.
Continúa
afirmando: “Ratzinger es consciente de
que por más papa que sea tiene más poder como vivo que como muerto y de esta
forma asegura continuidad al proceso que él mismo impulsó junto a JPII de
abandono sistemático de las renovaciones más importantes iniciadas durante el Concilio
Vaticano II”. Las “renovaciones” del Concilio Vaticano II a que hace
alusión el autor, son precisamente herejías, condenadas ya por el Magisterio
Infalible de los Papas “preconciliares” (como si el Concilio marcara dos
“tiempos” en la Iglesia Católica).
CAMBALACHE
ECLESIOLÓGICO
Insinúa
además una maniobra: “Estando vivo puede
presionar a los cardenales que él mismo nombró y que le deben el cargo, para
que elijan otro de su misma línea. Al hacer pública su renuncia ya goza de
dedicación full time para organizar su estrategia de elección. Logrado el
objetivo le harán creer a las multitudes que el Espíritu Santo lo eligió. La
mayoría, sin formación cristiana de verdad, se lo creerá.” Así, pretende
que la Iglesia no es guiada por el Espíritu Santo, como si se tratara de una
cuestión pueril para “tontos”, “le harán
creer a las multitudes que el Espíritu Santo lo eligió”, porque en su
visión inmanentista todo es un juego de poder materialista, a ver quién se
sienta en un Trono en el Vaticano para mandarse la parte como dueño del
catolicismo mundial. ¿Quiénes creerán que fue elegido por el Espíritu Santo
según Verzini? Creerán que fue
elegido por el Espíritu Santo “la
mayoría, sin formación cristiana de verdad”. O sea, hay una “formación
cristiana equivocada” (la de los Apóstoles, de los Padres de la Iglesia, de los
Santos de todos los tiempos), y una “formación cristiana verdadera” (la
herética inmanentista y materialista, modernista). El autor, y todos los que
piensan como él no son católicos.
¿Qué
es lo que busca destruir Verzini? El
mismo lo dice: “La Iglesia se ha ido
convirtiendo con bastante éxito en un gueto y es hoy una de las sectas más
grandes con muy poco futuro, salvo para lo sacramental y cúltico, que sigue
fascinando a muchos por más que no compartan un ápice las enseñanzas
anacrónicas de una institución muy poco evangélica. Hoy la Iglesia Católica es
más un show místico completamente alejado de las enseñanzas de Jesús de Nazaret
y por lo tanto inofensivo para los poderes de este mundo, que una voz profética
y modelo de nueva humanidad como quería el mismo Jesús”. La Iglesia
Católica, el tronco común de donde se han desprendido los cismáticos y herejes,
es tratada como una secta en la nota. Una especial referencia hace el autor a “lo sacramental y cúltico, que sigue
fascinando a muchos por más que no compartan un ápice las enseñanzas
anacrónicas de una institución muy poco evangélica”. Destruida la Iglesia
Católica ¿cuál es la institución “evangélica” que quedaría, si no es la fundada
por Jesucristo, precisamente la Iglesia Católica? La Liturgia católica es
calificada como “un show místico”,
que sólo puede ser considerada “completamente
alejado de las enseñanzas de Jesús de Nazaret” desde la herejía gnóstica.
¿Qué pretende Verzini? Que la
Iglesia Católica ejerza poder e influencia material sobre los poderes
temporales (es decir, un “lobby”), y no que tal acción sea de tipo espiritual,
que es su verdadera misión. Es que el “modelo de nueva humanidad” que predica
el autor es el de Carlos Marx, el de
Antonio Gramsci y el de la Escuela
de Frankfurt, no el de Jesucristo rechazando la tentación del Diablo en el
desierto cuando le prometía sumisión de los poderes de la Tierra.
Asimismo,
Verzini quiere exterminar el
Vaticano: “Sería hermoso soñar ahora con
una primavera para la Iglesia. Sería hermoso que el próximo papa desarticule
una de las organizaciones de poder mas temibles: la curia romana. Sería hermoso
que se inicie un proceso de renovación cuya fuente sea un retornar a las
escrituras. Sería hermoso que el nuevo papa decida dejar los palacios vaticanos
y ejercer su ministerio (Servicio) desde alguna favela de Rio o una villa
miseria de Buenos Aires o de algún otro lugar del tercer mundo. Sería
fantástico que el poder se ejerza de manera colegiada integrando a los que
históricamente han sido marginados de la conducción eclesial, los laicos en
general y las mujeres en particular. Nada de esto sucederá”. La Curia
Romana es vista como algo malo, como parte de una de las “organizaciones de
poder más temibles”, y pretende además que un Papa abandone el patrimonio que
la Cristiandad ha ofrecido a Dios, y que viva en una favela de Río o en una
villa miseria de Buenos Aires, como señal de… ¿protesta social? ¿Es ese el
sentido de la misión del Vicario de Jesucristo? Esté donde esté el Papa, no
deja de serlo, en una favela o en un gran Palacio. Pero como la Cristiandad ha
buscado ofrecer a Dios y al Vicario de Jesucristo lo mejor, sometiendo lo
temporal a lo Sobrenatural (que el incrédulo Verzini vilipendia), es una señal
del sacrificio de Abel, mientras que rebajar el mensaje de Jesucristo y de su
Vicario a lo mundano no es otra cosa que el sacrificio de Caín. Jesucristo dijo
a Pedro “sobre esta piedra edificaré mi
Iglesia”, lo dijo a un solo Apóstol, no a los doce, y por eso mal puede
afirmar el autor de la nota que “el poder (de la Iglesia) se ejerza de manera colegiada”
INMANENTISMO
GNÓSTICO
Según
Verzini, “El futuro del cristianismo no pasa por el vaticano. El futuro del
cristianismo es el que viven día a día aquellos que trabajan por la justicia y
la paz, aquellos que se esfuerzan por crear más fraternidad e igualdad aunque
ni siquiera se autodenominen cristianos. El futuro del cristianismo es de
aquellos que intentan vivir los valores fundamentales de la humanidad en
solidaridad con los que han sido desplazados. Esto fue lo que quiso Jesús de
Nazaret al impulsar un nuevo tipo de sociedad a la que llamó, con lenguaje
críptico para nosotros, reinado de Dios”. La “justicia y la paz” que
predica el autor, no es la de Jesucristo, sino “la de este mundo”, condenado
por las mismas palabras de Jesús. Una solidaridad materialista, económica, un
“paraíso en esta tierra” en un mesianismo político que el Magisterio eclesial siempre
ha condenado, a lo cual llama el herético Verzini “reinado de Dios”. Verzini
quiere un mundo donde no haya pobres, cuando Jesucristo mismo dijo que siempre
existirán, y por tanto el autor de la nota aguarda un mesianismo temporal. Esa
no es la Iglesia Católica. Eso no es cristianismo.
Finalmente,
concluye Verzini: “El vaticano es la puesta en escena de un
espectáculo teatral que cada vez interesa a menos personas en el mundo. Por
suerte”. El odio marxista antijerárquico y contrario a toda virtud, es lo
que guía a Verzini. La realidad lo desmiente al autor, afortunadamente.
Por
último, el artículo de Verzini exhibe la pretensión modernista de que existen “dos
Iglesias”, una “progresista” (la que afirman ser verdadera, sin Liturgia, sin
Dogmas, sin Moral), y otra “tradicional” o “conservadora” (a la que afirman
“farisaica” y “legalista”). Esta “división”, ha sido condenada explícitamente
por San Pío X en la Encíclica Pascendi. Sostener que hay “dos Iglesias” es una
herejía, y quien sostiene esto, o quien adhiere a la “progresista” (contra la
Tradición), se encuentra fuera de la Iglesia Católica. Y los católicos, no
somos herejes.
EL MODERNISMO DE
KÜNG
"Existe el riesgo de que Benedicto XVI se convierta en un papa en la sombra que, pese a
haber renunciado, siga teniendo influencia indirecta", señaló el
hereje Hans Küng a la nueva edición
del semanario "Der Spiegel". Así, considera que el Papa lleva a cabo
un gobierno “humano”, centrado en cuestiones temporales y no en las
espirituales.
Küng resaltó que Joseph Ratzinger vivirá en Vaticano tras dejar su cargo el 28 de
febrero y que conservará a su secretario, Georg
Gänswein, a la vez prefecto del nuevo Papa. "A fin de cuentas, a ningún párroco le gusta que su antecesor siga junto
a la parroquia vigilando todo lo que hace", ilustró. La consideración
resulta exagerada y ridícula en sí misma, y carece de la menor relevancia, pero
hace presuponer que electo el nuevo Papa, habrá otro “Papa” vigilándolo,
actuando sobre él. Es dable considerar que aunque así fuese, aunque Benedicto XVI influyera en alguna
consideración sobre quien sea designado para sucederlo, quien será el Vicario
de Cristo no es Benedicto XVI, sino
precisamente su sucesor. Es cierto que existe una parte “humana” en la Iglesia
Católica, pero ésta está subordinada, sujeta y sometida a la parte espiritual,
como la entre el cuerpo y el alma, entre la materia y la forma, pero de ningún
modo es el cuerpo o la materia el que guía y ordena al alma o a la forma, sino
a la inversa.
Consultado
por cómo debería ser el nuevo Papa, Küng
pidió que "no viva espiritualmente
en la Edad Media" y que esté abierto a "las necesidades de reforma y a la modernidad". Si hay algo que
repudian los modernistas, es la Edad Media, fundándose en la leyenda negra a la
cual dan crédito sin mayor análisis, en la mayor ignorancia, para el mayor daño
a la Fe. Lo que piden, es protestantizar la Fe, inmanentizar la Iglesia
Católica, mundanizarla haciéndole perder todo contenido trascendente, toda
misión encargada por Jesucristo a los Apóstoles y sus sucesores.
Küng conoce a Ratzinger desde los
días en que ambos eran estudiantes. La Iglesia retiró al suizo la licencia para
enseñar en 1979 debido a sus continuas críticas, pero al momento nunca fue
excomulgado.
LA “DESASTROSA
POLÍTICA”
Asimismo,
Küng dijo que “La renuncia del Papa Benedicto XVI es legítima y entendible por varios
motivos. Ésta merece nuestro más grande respeto. Se debe esperar, sin embargo,
que Ratzinger no trate de intervenir en la elección de su sucesor. Entre los
muy conservadores cardenales, nombrados la mayor parte bajo la desastrosa
política personal practicada por Benedicto y su predecesor, será bastante
difícil encontrar a un candidato que sea verdaderamente capaz de liderar a la
Iglesia en las diversas crisis en las que se encuentra inmersa actualmente.”
Benedicto XVI no estará presente en la
elección del próximo Papa, y por tanto no existe modo de que en ese momento
existan “presiones”, “intervenciones” o “influencias”. Cabe destacar que desde
hace tiempo que no se designan Cardenales que sean afines siquiera al Motu
Proprio o que tengan rasgos de conservar algo que pueda considerarse “Tradición
Preconciliar”, sino que muchos han sido descartados precisamente por tal
motivo.
Así,
Küng hace referencia a la “división”
intraeclesial entre “muy conservadores”
y “progresistas” o “reformistas” (sin nombrar a estos últimos). Es decir, el
“reformismo” es la línea atenuada del marxismo no violento, coincidente en el
vocablo con el movimiento iniciado por Martín Lutero.
Küng califica de “desastrosa política personal practicada por
Benedicto y su predecesor”. No hay la menor referencia a actividad
espiritual alguna. “Política personal”
hace alusión a actividades de índole material y económica, a “cuestiones de
Estado” que no son espirituales, y ha sido criticado por no prestar atención a
las mismas. Hablan de una “nueva Iglesia” para sumirla en la mundanización,
hablan de “liberación del hombre” para contemplarlo sólo como el “homo oeconomicus”
del liberalismo y del marxismo unidos en una síntesis gramsciana e inspirado
por la Escuela de Frankfurt. Estos “progresistas” aun no excomulgados, llaman
“liberación” a la peor esclavitud de la persona: la esclavitud diabólica de los
vicios.
CONSERVADORES
“FARISEOS”
"Los conservadores tendrán cuidado de no
elegir un papa que se convierta en una especie de Gorbachov católico",
dijo el herético pseudoteólogo suizo. "Él
conoce personalmente a todos los cardenales, tiene contactos, tiene todas las
posibilidades para influir en la elección. Espero que no lo haga",
señaló Küng. Lo que se insinúa aquí
es que el próximo Papa pudiera desarrollar una “Eclesiotroika”, similar a la
“perestroika” soviética. De producirse un hecho semejante, sería el triunfo de
las ideas gramscianas en la Iglesia Católica.
Asimismo
comentó que, aunque hay reformas que en principio son ineludibles, es de temer
que los conservadores sigan oponiéndose a ellas y sostuvo que con los dos
últimos pontificados ha habido incluso un retroceso respecto al ecumenismo.
Tales ideas pretenden la introducción de “cambios” en materia de “Teología
Moral”, introduciendo el condenado principio del “mal menor”, el casuismo y
toda otra deformación que permita la derogación de todo principio moral, que se
reflejará indudablemente en materia política y social. Así, la aceptación o
rechazo de la anticoncepción o de la eutanasia, tiene consecuencias no solo
teológicas sino también, en segundo lugar, en la vida social.
"En el Concilio Vaticano II sentamos las
bases para un concepto más amplio de Iglesia y un diálogo con las otras
religiones. Pero en los últimos ocho años hemos tenido un papa que ni siquiera
estuvo dispuesto a reconocer a las iglesias protestantes", agregó. El
“concepto más amplio de la Iglesia” pretende convertirla en la “suma de todas
las religiones”, en una “construcción desde abajo” en que todas las religiones
pueden convivir sin aceptar el Catolicismo en su integridad, en el relativismo
y sincretismo absoluto, sin límites.
¿PUBLICANOS
CATÓLICOS?
¿Estamos
entonces hoy en la “Iglesia del futuro” que el padre Joseph Ratzinger había predicho como teólogo progresista en 1968?
En
las entrevistas a Hans Küng, se
denotan reclamos de algo que la Iglesia Católica ya hizo: la “reforma” que
lleva décadas desde el Concilio Vaticano II
¿Qué
más reformas quieren introducir, si ya hasta la Tradición ha quedado
desdibujada, diluida, introducida en una “zona gris” en medio de tantas
herejías y errores que ya casi son imposibles de enumerar y refutar, por ser
una gran mezcla de ideas confusas? ¿Hasta dónde quieren llevar la “reforma”,
hasta el protestantismo? ¡Ya fue inventado el protestantismo! Si tal “reforma” es
la que buscan tales herejes, ya las hizo el monje agustino Martín Lutero, ¡que lo sigan en su cisma y herejías!
La
prédica del ejemplo del “publicano”, de llevar a Dios “en el corazón”, ha
llevado al sentimentalismo en los feligreses, en desmedro del ascetismo, de la
piedad, de la oración, de la Liturgia, del saber dar razones de la Fe, del
conocimiento del Magisterio y la Tradición, siendo todo esto considerado como
algo malo, nocivo, una “intelectualidad sin sentimientos”. La división entre
fariseos y publicanos era propia de los judíos, mientras que en la Iglesia
Católica no puede haber más que una unidad, sin divisiones. Puede haber
diversos carismas, pero no dos “modos” ni dos “Iglesias” a la vez.
Jesucristo
no señaló al publicano como ejemplo perfecto a seguir, sino que marcó el camino
de la identidad en la excelencia: vivir con los ritos y formas del fariseo,
pero con el espíritu de libertad y de humildad del publicano, ambas cosas a la
vez, lo mejor de ambos, formando así al feligrés católico. La exagerada
ponderación del publicano, acaba en un ideal apto para la introducción del
modernismo y del gnosticismo en la Iglesia Católica, algo que Jesucristo
rechazaba, junto a todos sus Vicarios al presente.
FUENTES: