Por Hugo Esteva
Así como Mitre y sus seguidores inventaron una historia y unos héroes a la medida de su proyecto político, que duraron intactos hasta que el Revisionismo demostró sus falsedades pero siguen haciendo daño; así la “cultura” reinante se apresta a lanzar definitivamente su versión. Más allá del disparate de la Presidente respecto de que estamos gozando de los mejores tiempos en 200 años de vida independiente, más allá de la interesada miopía de la “universidad” de las Madres de Plaza de Mayo, que literalmente induce a sus alumnos a hacer arrancar la historia argentina en los “años de plomo”, ya se perfila que muy pronto vamos a contar con dos nuevos próceres: uno en la “cultura”, Sábato; otro en la política, Alfonsín.
El prócer cultural
Literariamente diminuto, autor de una novela sólo pasable (“Sobre héroes y tumbas”) y una sintomática confesión pública de la propia desconfiada oscuridad (“El túnel”), Sábato se ha pasado la vida dedicado al autobombo falsamente modesto. Desde el ya legendario fraude de una carta de Graham Greene, en realidad un acuse de recibo, que –según contaba Delfín Leocadio Garasa a sus alumnos en los años 60- la mujer del escritor exhibía en la SADE como un trofeo; hasta cada una de sus entrevistas en papel de anciano bueno. Monótono, sin la chispa de Borges, de Bioy Casares ni de Mujica Láinez –para citar a aquellos con quienes la vacía “cultura” de la izquierda lo compara- Sábato no puede disimular una alta dosis de resentimiento. Pero tampoco de ambición. Y la prueba fue su papelón frente a Videla.
Seguramente nadie lo va a querer recordar cuando se erija el monumento a nuestro futuro prócer literario, pero tuvo la poca dignidad de pedirle trabajo a Videla en pleno “Proceso”; nada menos que él, adalid luego del “Nunca más”. Fue cuando Videla, en otra de las desubicadas estupideces de su tiempo, lo invitó a almorzar en la Casa Rosada junto a Borges y al padre Castellani. Este último, que pensaba no aceptar el convite, concurrió solamente porque la mujer de Haroldo Conti se lo pidió la noche anterior para que intercediese por su marido desaparecido, cosa que el padre –callado durante todo el almuerzo- cumplió sin suerte en la despedida. Borges habló de misceláneas e hizo después declaraciones anodinas a los medios, simulando que desconocía a Castellani. En cambio Sábato había ido con una propuesta que desarrolló entre plato y plato: agregar un representante de la “cultura” en todas nuestras Embajadas, seguramente para quedarse con la de París o Roma.
El prócer político
La memoria poco común y el importante archivo del Dr. Federico Scharn me han permitido tener una copia del artículo de El Heraldo de Concordia que el 6 de marzo de 1994 titulaba “Alfonsín recibió una valija con dólares” para luego desarrollar un reportaje al ex-gobernador radical de Entre Ríos, Sergio Montiel. Todo un adelantado maletero el de Chascomús, arando el terreno que hoy cosechan los Kirchner. ¡Con razón la emoción de Cristina cuando inauguró su busto de incógnito en la Rosada!
Eran tiempos del Pacto de Olivos y al radicalismo entrerriano le costaba tragarlo. “Alguna vez alguien habló de una valija llena de dólares…” sugirió Montiel, aunque rápidamente dijo que no tenía “ninguna constancia”. Pero como tampoco la “borocotización” es novedad, en el Congreso Partidario del 2000 Alfonsín y Montiel se fotografiaban nuevamente tomados de la mano (El Heraldo, 22/V/2000), mientras reclamaban “revalorizar los conceptos de nación e independencia económica”.
Toda esa hipocresía. Todo ese protagonismo en la falsa democracia, que Alfonsín empleó para hacernos más entregados, más deudores y más desarmados. Pagando, claro, el tributo a la derrota en Malvinas que lo llevó al poder.
¿Qué otra cosa podía esperarse de quien conspiraba en la Embajada de EEUU mientras se peleaba en las islas? ¿Qué de la falsedad de un político que, en plena guerra, “trabajaba” con el enemigo para voltear al gobierno y poner a Illia –notoriamente inútil y notoriamente enfermo- como Presidente de la República?
A ese hombre, que sentó las bases de nuestra inseguridad, de nuestra indefensión y de nuestra falta de Justicia, se lo va a homenajear lacrimosamente en breve. Y va a ser pavoneado como hacedor de la nueva democracia que ha vuelto al país más unitario que nunca. Si se llevó una valija por eso, es lo de menos. Lleno de palabras huecas nos ha robado el sentido de patria.
El beneficiario y su contrafigura
El minado de la cultura y la construcción de un sistema más centralista donde los partidos políticos monopolizan la representación, tienen hoy a Kirchner como principal beneficiario. Es él quien sabe moverse en la senda trazada por los nuevos ‘”próceres” y la ahonda para mal de la nación. Aquellos vientos trajeron estas tempestades. No aceptarlo implica recaer en lo mismo y jugar en terreno enemigo. Como va a hacer toda la falsa oposición que se anuncia.
Y tampoco eso es nuevo. Repite con exactitud el papel de los “próceres” de Mayo que, en su mayor parte, prepararon la tierra para que la Organización Nacional trazara el país al servicio del poder internacional del dinero que todavía sufrimos.
Un solo Movimiento, caracterizado por lo genuino de su representatividad, parece hoy capaz de torcer ese camino hacia el abismo. Ese Movimiento va encontrando al verdadero enemigo, que no hubiera sabido caracterizar unos pocos años atrás: el renovado unitarismo, asentado en el poder financiero de los Bancos y en las malas costumbres culturales. La ocupación por la acosada gente del campo de una sucursal del usurario -privatizado a manos de Ezkenazi, que es Kirchner- nuevo Banco de Entre Ríos Sociedad Anónima, es todo un signo. Pero de allí tendrá que derivar una acción política que no puede pasar por estos partidos cómplices. Es obvio ya que el sistema no da margen.
Recuérdeselo cuando tengamos que oír el panegírico de los próceres por fabricar.