Por Eduardo Sebastián Gutiérrez
gutierrezes@hotmail.com
Dos cuestiones plantean un
interrogante, motivo del título.
Por un lado, es de público
conocimiento, y por sus propias declaraciones, que la actual etapa en la
escalada de violencia en Medio Oriente, comenzada encubiertamente con la
promovida necesidad de la “primavera árabe”, ha tenido y mantiene actualmente
como sus principales gestores, ideológicos y operativos, a los EE.UU.,
Inglaterra, Israel, Francia, Arabia Saudita, Turquía y Qatar.
Por otro, la república de Irán,
que con aproximadamente 7.000 años de historia, y formando parte de una región
que se ha calificado como una de las bisagras de la Historia, tiene
establecidas relaciones múltiples, diplomáticas, culturales, comerciales, con
Argentina, con aproximadamente 200 años de historia como Patria, desde tiempo
antes de ser Estado Independiente. El inicio oficial de dichas relaciones data
del año 1.902.
A pesar de los vaivenes por
tensiones, producidos en medio de tantos años, escasos y más que nada por malos
comportamientos de nuestra parte debidos a los incumplimientos de contratos en
las exportaciones, el comercio con Irán ha ido creciendo año tras año, llegando
a colocarse incluso entre los principales de las exportaciones argentinas,
puesto que estarían rondando actualmente los 2.000 millones de dólares anuales,
y que según expresiones de sus representantes diplomáticos, aspiran a superar
incluso los 5.000 millones de dólares por igual período de tiempo.
Y todo este escenario promisorio,
agregándose aparte de los rubros tradicionales de nuestra producción
agropecuaria, otros productos industriales, incluso medicamentos, instalación
de plantas productoras de golosinas y chocolates, etc., creciendo en medio de
resonantes acusaciones por la supuesta directa participación del gobierno de
Irán en los “sucesos de la Embajada de Israel y en la A.M.I.A”.
Cabe aclarar, que la mayor parte
de ese comercio entre Irán y Argentina, en donde el primero es claro comprador,
vale decir, que la balanza nos es ampliamente favorable, un porcentaje más que
importante del mismo, es realizado a través de empresas que tienen relación
directa con “empresas de capital judío”, incluso las redes bancarias empleadas
responden a este mismo origen y dirección.
Todo esto es de pública
comprobación, y ante cualquier duda, simplemente vale relacionarse con quienes
desempeñan funciones en este ámbito y demostrar
hasta donde son ciertas estas afirmaciones. Vale decir, que en medio de
las campañas permanentes contra Irán por ser el principal acusado por los
“sucesos de la Embajada de Israel y de la AMIA”, los acusadores, mantienen relaciones con los supuestos
agresores.
Esto no debiera ahora llamarnos a
sorpresa, después de que Hillary Clinton, con absoluto desparpajo mencionara
estas relaciones como el paso previo necesario al derrocamiento y asesinato de
Muamar Gadafi.
Tenemos entonces dos momentos de
análisis en los 110 años de relaciones con Irán: el primero, con 90 años de
normalidad y cordialidad ininterrumpidas con saldos comerciales holgados a
favor nuestro, el segundo, los últimos 20 años, donde comienza a actuar e
incidir un factor completamente extraño, pues se importa un conflicto distante,
ni siquiera del mismo continente, y ajeno por completo a nuestras costumbres y
cultura, a nuestras realidades, como el de la confrontación Israelí vs. Árabes,
Sionistas vs. Musulmanes.
Es por todos conocido, a pesar de
que los medios de comunicación argentinos nada informan al respecto, que la
invasión de supuestos rebeldes o disconformes que reclaman cambios al gobierno
de Siria, ha sido plantada en seco y no
ha podido progresar en el terreno, a pesar de los inmensos apoyos de todo tipo
que reciben, por parte de los países mencionados al inicio. Y esta situación se
ve deteriorada día a día, a pesar de las voces en contrario afirmando que la
invasión a Siria está preparada para soportar largo tiempo, que algunos
sostienen podría durar alrededor de 2 años.
Lo concreto es que la
desesperación gana los estados de ánimos de quienes llevan adelante la
agresión, y ante los continuos vetos impuestos por Rusia y China a las
propuestas de intervención armada directa de las fuerzas armadas de los
miembros de la OTAN, comienzan a barajarse diferentes alternativas que sirvan
de justificación, de lo injustificable.
Y es justamente en este punto
donde irrumpe en medio de la escena, la repentina decisión del gobierno
argentino, de querer mejorar el diálogo con Irán, nada menos que en estos
momentos, argumentando la necesidad de dar un paso adelante en las relaciones,
que por otra parte nunca estuvieron suspendidas ni siquiera observadas, y las
exportaciones crecientes sirven de ejemplo concreto. Y se sabe que no pocos de
los punteros acreditados del actual gobierno, léase “representantes oficiosos”,
han concurrido asiduamente a la sede de la Embajada de Irán, y desde el primer
gobierno del matrimonio Kirchner, ¿hace falta acaso dar algunos de los nombres
mas conocidos?
Si el gobierno argentino, y los
intereses mandantes en nuestro país, responden al poder sionista, como es de
conocimiento público, y si tal situación se reitera en los EE. UU., que es
igualmente de conocimiento público, y ambos países mantienen una relación
directa con el gobierno de Israel, conformando una sociedad harto reconocida,
¿se puede acaso creer que semejante paso dado por el socio menor, el gobierno
argentino, habría de darse sin el previo consentimiento de los otros socios
mayoritarios? Más aún, la sospecha es que por decisión de estos, los socios
mayoritarios, el gobierno argentino ha dado el paso que se le indicó.
A la luz de estas elementales
consideraciones, sí llama entonces más
que nunca la atención este paso dado por todo lo que puede representar, puesto
que estimamos no únicamente es para acrecentar la participación de los iraníes
en la compra de productos argentinos ante el estancamiento de otros mercados
internacionales por la crisis que se está viviendo. Sospechamos no sin razón,
que todo este movimiento encubre un “algo mas” que salir a tomar dólares o
euros de tan lejos para apuntalar “el edificio”, el nuestro, que se resquebraja
por todos lados.
En expresión común, esto huele
necesariamente a que hay “algo podrido en el medio”.
Y este “olor” se podría medir,
dentro del análisis de hipótesis, en dos sentidos: Primero, que es un
movimiento para comprometer de manera decisiva a Irán, por medio de un auto
atentado tipo magnicidio o similar, que justifique ante la opinión pública
mundial, y se fuerce a los mandos militares norteamericanos que se resisten, a
atacar directamente en Medio Oriente;
Segundo, siguiendo con la hipótesis del auto atentado, les serviría al mismo
tiempo para establecer un estado de excepción tan extraordinario en Argentina,
la justificación buscada, como para implantar por medio de las Cámaras
Legislativas Nacionales, un estado de sitio con facultades amplísimas para toda
la organización que ya tienen montada, y concretar definitivamente la
separación de nuestro Territorio Nacional, y llegado el caso y ante las
dificultades en concretarlo, solicitar la urgente ayuda militar extranjera,
bajo el paraguas de la ONU, es decir la OTAN, como ya lo han demostrado en
Afganistán, Irak, Libia, Siria.
Una única operación montada, pero
de múltiples aplicaciones, tal cual es su costumbre.
Esperemos que estas breves
consideraciones e hipótesis no se transformen en las realidades en el futuro
inmediato, y nos hagamos desolados, boquiabiertos, la pregunta del título:
¿Quién lo hubiera podido imaginar?
En la foto:
Cristina Fernández Wilhelm reunida con el presidente de Israel,
Shimon Peres, en Roma
En la foto: Cristina Fernández Wilhelm reunida con David Rockefeller, uno de los "dueños del mundo"
En la foto: Cristina Fernández Wilhelm reunida con Muammar Ghaddafi, quien fuera asesinado en medio de la revolución de Libia en el marco de la denominada "primavera árabe", mediante agentes extranjeros infiltrados en Libia.