El día 15 de septiembre de 2011
el Doctor Sergio Schoklender se
presentó ante la Comisión de Asuntos Constitucionales de la Cámara de Diputados
de la Nación para explicar cómo funciona la Democracia, y cómo se desempeña la
Fundación Madres de Plaza de Mayo y su conexión con Meldordek, así como la red
de corrupción política que hay en el Gobierno democrático.
¿Es acaso Meldorek la suma de
iniciales de funcionarios y empresarios ligados al Gobierno, como podrían ser Micelli, ¿E? López, Domínguez, ¿O? Randazzo ¿E? Kirchner?
LA RED DE CORRUPCIÓN
En la ronda de preguntas
posteriores a su declaración, Schoklender
habló del elevado margen de ganancia y cómo se negociaban los precios y
condiciones entre la Fundación y las jurisdicciones (del Gobierno nacional,
provincial o municipal), y de cómo había orden de hacer ciertas obras con
ciertas condiciones, en tanto que el margen obtenido implicaba que “todo lo que
se pudiera ganar” aliviara la carga de sus egresos, en tanto que su costo era
de un tercio de las habitualmente licitadas por el Gobierno.
La diputada Giúdici señaló la existencia de un “Estado
paralelo” constituido por la Fundación Madres de Plaza de Mayo, ya que desde la
Fundación se daba órdenes al Estado, aclarando que Fatala dijo que las viviendas construidas con sistema de paneles
costaron 700 dólares, mientras que según Schoklender
el sistema de la Fundación o de Meldorek costaba 270 dólares (todo ello debiera
ser hilado con anteriores declaraciones sobre el valor percibido por la Fundación
correspondiente al tope de lo que abona el Estado por las licitaciones). Dijo
que en Club Albariños se inauguró un cuartel de bomberos porque Cristina Fernández
quería inaugurarlo, mientras que además involucró a Nilda Garré y a Schiavi, mientras que en el Parque Indoamericano expresó
que ya estaban presentes en el lugar (debe destacarse que en ambos lugares se
produjeron invasiones). También ventiló
que en Tecnópolis hubo un contrato que involucraba a las Madres con Meldorek, y
que tras el escándalo quisieron destruir el stand para ocultar todo rastro de
la Empresa y de las Madres; es decir, que hubo una sociedad entre Madres y
Meldorek.
También reconoció Schoklender la falsificación de firmas en
documentación que no implicase la confección de Escrituras Públicas, para las
cuales debían llenarse formalidades legales. Ventiló que Hebe y “la que
figuraba como tesorera” o algún miembro del Consejo de Administración de la
Fundación, tenían facultades de decisión y la firma de cheques y
convenios, en tanto que todos los demás
actuaban como apoderados. Asimismo, aseveró que la Fundación no facturaba por
el costo sino con un amplio margen de ganancias al recibir lo mismo que otras
Empresas, que según declaraciones efectuadas con anterioridad correspondían al
tope de lo abonado por el Estado para el Plan Federal de viviendas, ya que con
dicho margen “había que sostener una estructura muy grande de una sola caja”,
en la cual “además había gastos ordenados”.
A continuación las citas
textuales de lo expresado ante la Comisión, marcando con cursiva las frases centrales:
MUCHA
GANANCIA
La diputada Graciela
Camaño, presidente de la Comisión de Asuntos Constitucionales de la Cámara
Baja de la Nación, concedió la palabra a la diputada Silvana Giúdici.
Giúdici:
Varias de las cosas que tenía para preguntar ya fueron parcialmente satisfechas.
Pero, quiero volver sobre algunas cuestiones que dijo Schoklender. En primer lugar, usted señalaba que hizo tres hospitales en el Chaco y luego de
que éstos fueron entregados –exitosamente- y al tercio del valor de lo
que licita el Estado nacional usted se sentó y dijo “ni tanto ni tan poco”. Por
lo cual infiero que la Fundación fijaba el precio de lo que quería
percibir por cada jurisdicción y también por el Estado nacional.
Schoklender:
En ese caso, como fue una contratación con
fondos del gobierno provincial, lo que yo decía es que no nos paguen tan poco cuando Nación está licitando hospitales en la misma provincia el triple
el metro. O en provincia de Buenos Aires como en cualquier otro lugar del país.
Todo lo que se pudiera ganar, aliviaba la
carga general que había. Digamos,
de cosas que compartía, cosas que quería hacer y cosas que por ahí no compartía
pero había orden de hacerlas.
Giúdici:
Entonces, la Fundación tenía la capacidad de fijar el precio de acuerdo con
quién negociara, es decir, el Estado nacional o provincial. Además, la
Fundación en el medio de la obra también podía determinar -como señaló usted
hace un momento- si hacía falta seguridad, otro equipamiento social, una
guardería, etcétera. Es decir que no había pliego ni ningún otro documento, así
como tampoco licitación, que especificara el diseño del proyecto, que era lo
que se le encargaba a la Fundación.
“UN ESTADO
PARALELO”
Schoklender:
No. Al contrario.
Giúdici:
Es decir que la Fundación también estaba fijando qué era lo que quería construir
además de fijar el precio.
Schoklender:
No. Al contrario. Todo convenio empezaba por
un proyecto, que era excesivamente minucioso y exhaustivo. Además, en
general, era consensuado con los propios vecinos. No sé si usted estuvo
presente temprano cuando expliqué que
antes de empezar la obra, pedíamos a la jurisdicción un censo con una lista de
adjudicatarios. Por eso, un diputado en algún reportaje dijo: “Nosotros,
vamos a querer que las viviendas se adjudiquen antes de que se empiecen a
construir”. Era lo que hacíamos nosotros. Primero
pedíamos el censo y la composición de los grupos familiares. A partir de allí,
realizábamos la propuesta, para luego sentarnos a discutir con los propios vecinos.
Giúdici:
Usted y yo disentimos en algo central. ¿Cuál es el rol del Estado? El Estado tiene que hacer el censo; el
Estado se tiene que encargar las viviendas; el Estado tiene que decir cuál es
el precio; el Estado tiene que llamar a licitación y después usted, en el
caso de ganar la licitación, construir la vivienda. Esto no pasaba, porque la
Fundación -de hecho- funcionaba como un Estado paralelo que trataba de
llevar adelante un fin social –como usted lo señala cada vez que habla de la
gente que se queda sin trabajo-, pero en realidad funcionaba como una manera de elusión permanente de los controles y de
la legalidad que tiene que tener la distribución
de los recursos públicos y las contrataciones del Estado. El señor diputado
Tunessi le comentó correctamente que
aquí mismo Fatala dijo que las
viviendas constructivas con este sistema de paneles costaron 700 dólares
el metro cuadrado. Usted nos explicó eso. Pero el sistema de Fatala era el sistema Emme Due. Usted aclaró que el sistema de la Fundación
o de Meldorek costaba 270 dólares.
Schoklender:
Iba a costar eso.
CLUB
ALBARIÑOS Y EL INDOAMERICANO
Giúdici:
Usted dijo en un momento de su exposición, que iba a costar eso a futuro. Pero
al principio, cuando usted comenzó la exposición -porque estuve muy atenta-, dijo que todas las construcciones del Club
Albariños e incluso algunas que están en Tecnópolis tapadas por telas negras
habían sido construidas con este sistema. ¿Usted se las regaló al Estado?
¿No se las cobró? ¿No hubo un documento para entregar estas viviendas? ¿Quién
se las encargó?
Schoklender:
¿Usted recuerda la situación del Club Albariños?
Giúdici:
Perfectamente, porque soy de la Ciudad de Buenos Aires.
Schoklender:
Entonces, cuando sucede lo del Club Albariños,
alguien toma la decisión de crear en el lugar un cuartel de bomberos, cosa
que me pareció un disparate porque ahí hacía falta una comisaría y una escuela.
No hacía falta un cuartel de bomberos, porque ya había. Como estaban peleados la Ciudad y el gobierno nacional, fue un cuartel
de bomberos y listo. Entonces, me acerco allí y le digo que nosotros hasta ese momento estábamos en el
Parque Indoamericano haciendo las primeras pruebas y los primeros ensayos de la
nueva tecnología de Meldorek. Se trataba de estructuras para cálculos de fuerza,
resistencia, ni siquiera las pensábamos como para que se utilizaran. Cuando llego ahí estaba la orden y la desesperación
de Schiavi, de Nilda Garré y todo el mundo, porque Cristina en quince días quería inaugurar el cuartel de bomberos
allí. Yo les digo: “Miren, muchachos, si ustedes quieren inaugurarlo en 15 días
lo único que yo puedo hacer es darles lo que tengo ya hecho para que lo usen y
contactarlos con una de las empresas con las que yo trabajo en Rosario, que
puede llegar a hacer la estructura del galpón en tiempo récord; pero en ese
contrato yo no me meto, arréglense ustedes con la gente de Rosario, lo otro
la Fundación se los da." La
tecnología Meldorek a la Fundación se la cedía en forma gratuita; la
Fundación le daba estas muestras que estaban listas en exhibición. Les dije que
hicieran después un convenio para que lo podamos facturar y cobrar. Y así se hizo.
Giúdici:
Entonces, ¿no fue una donación? ¿No hubo un instrumento de convenio para que
eso fuera donado sino que ese dinero iba a ser recuperado con algún mecanismo administrativo?
TECNÓPOLIS,
MELDOREK Y LA FUNDACIÓN
Schoklender:
La expectativa es que en ese caso fuese recuperado.
Lo de Tecnópolis fue más complicado, porque lo
de Tecnópolis, sé que contrató a la Fundación, la Fundación empezó a hacerlo
con tecnología Meldorek; se hicieron un montón de obras. Luego estalla el
escándalo y, como ya estaba instalado el stand de Meldorek, hubo que empezar a demolerlo;
empezaron a llevar máquinas y no pudieron demolerlo, entonces lo taparon, y
está ahí tapado para que no se sepa. Se quiso sacar de Tecnópolis todo, a las Madres,
a Meldorek. Eso ni lo cobró la Fundación ni Meldorek.
Bullrich:
¿Por qué lo iba a cobrar la Fundación?
Schoklender:
Porque lo hacía la Fundación con tecnología
que le cedía Meldorek.
Bullrich:
¿El caso de Tecnópolis?
Schoklender:
El caso de Tecnópolis, sí.
Bullrich:
¿Pero no era el stand de Meldorek?
Schoklender:
No, se iba a hacer un stand conjunto, de Meldorek
y Madres trabajando en sociedad. Es decir, la tecnología era de Meldorek,
integrado dentro del proyecto de la Fundación.
Bullrich:
¿Cuándo se contrató ese stand?
Schoklender:
Tecnópolis empezó muy de apuro, pero
debe haber sido lo primero que se contrató; Tecnópolis se hizo casi en tiempo
récord. No sé si fue a principios de este año o fines del pasado en que se hizo
la contratación.
Giúdici:
Por lo tanto, en lo que me interesaba, en
el caso del Club Albariños tampoco hubo un mecanismo administrativo planteado o
puesto en papeles para que se facture, se cobre a futuro.
Schoklender:
En el momento se solucionó la urgencia.
Giúdici: ¿Y
nunca se cobró?
Schoklender:
Después se empezó a hacer la gestión para
que lo pagaran. Schiavi se hacía el
tonto; me mandaba diciendo que lo tenía que pagar Fatala. Fatala decía que no, que le correspondía a Schiavi, y así. Entonces la Fundación...
Yo no llevaba esas cuentas; habría que preguntarle
a los contadores, o revisar la documentación que tiene Oyarbide para saber si eso se cobró o no se cobró, porque
no tengo forma de saberlo.
LAS FIRMAS
Y SU FALSIFICACIÓN
Giúdici:
Entonces, evidentemente, en esta idea del
rol de la Fundación como una suerte de Estado -incluso con funcionarios
trabajando con asiento dentro de la Fundación, como usted dijo-, no me queda
muy claro el mecanismo de la firma de quienes están a cargo del área
administrativa. Usted señalaba que hasta 2007, o desde 2007 a 2008, la firma
era suya, y que usted firmaba cheques en blanco y los dejaba para el pago a
proveedores.
Schoklender:
Era la única manera. Cuando tenés que
firmar… Si están permanentemente comprando materiales, y vos bancarizás todas
las operaciones para que queden registros, o el responsable se sienta ahí o los
deja firmados a cargo del tesorero o de alguien de confianza. Cuando esto
excede cierto volumen, uno se da cuenta de que esto no alcanza; entonces se
comienza a implementar otro sistema. Pero esto no es una discusión. Dígame la
pregunta concreta.
Giúdici:
Por lo que surgió de la exposición, Pablo, su hermano, firmaba también cheques en una etapa posterior. Y por lo
que inferimos, también Hebe, como
presidenta del Consejo de Administración, cuando se tomaban decisiones podía
firmar cualquier tipo de instrumento, como cheques o convenios.
Schoklender:
En realidad, la titular era ella.
Todos los demás... Ella, y la que
figuraba como tesorera o alguna más del Consejo de Administración de la
Fundación, todos los demás actuaban como apoderados. Pero en la
inmensa mayoría de los casos no te alcanza un poder. No es que “voy a comprar
esto y voy con el poder, revoleando la cola”. No. Piden un libro de actas, un
acta previa que autoriza el acto. Entonces, ¿por qué me siento tan tranquilo?
Que me puedo haber mandado macanas, estoy
seguro. Pero en las cosas más serias, porque para cada cosa se exigía un
acta, se hacía el acta, el escribano certificaba la firma y después se hacía el
contrato. Normalmente, cada contrato era un acta previa y después un acta
posterior para la compra de grandes cosas.
Giúdici: ¿Usted
está diciendo que es muy difícil que hubiera irregularidades en la firma o
posibilidad de falsificar alguna firma?
Schoklender:
Eso es un disparate. Pudo haber habido... A ver, “falsificación”, pudo haber una firma: “Che, ¿me firmás el recibo?”,
como en una oficina común. Pero, ¿en un contrato? No, ni por casualidad. ¡Pero ni falta hacía! Lo que sí les hizo
falta fue inventar toda esta pericia misteriosa. Entonces, es una pericia
misteriosa donde no hubo cuerpo de escritura, donde las firmas indubitadas las mandaron
ellos, donde nadie sabe qué apareció en el contrato porque nadie lo pudo ver y
donde no notificaron a las partes. ¿Ustedes saben que todavía no me notificaron
a mí como imputado de esa supuesta pericia hecha de urgencia, en una causa que
lleva cinco meses de secreto de sumario? Quisieron chicanearme y se equivocaron
porque seguramente le dijeron a Hebe:
“¿Y este contrato?” Ella no se habrá acordado, entonces habrá dicho: “Eso no lo
firmé yo”. O tal vez le dijeron: “Decí que no lo firmaste”. Pero quiero
hacer una aclaración. Bien o mal, el trabajo de la Fundación se hacía y
existía. Y es un error pensar que no
puede haber un trabajo conjunto entre el Estado y una asociación u ONG, porque
de la misma manera que tenemos la noción de una sociedad mixta comercial para algún
emprendimiento comercial, nadie se asusta de una sociedad mixta de
capital privado y estatal, donde uno aporta el volumen y el
financiamiento, y el otro aporta la eficiencia, en muchas áreas de gestión
del Estado sería fantástico que pudieran gestionarse en asociación con alguna
ONG adecuada.
FUNDACIÓN…
CON FINES DE LUCRO
Giúdici:
Me queda una última pregunta. En algún momento de su exposición usted nos explicó
que gran parte de la función social que cumplía la Fundación la tomaba porque,
luego de concluida la obra o la prioridad que para ustedes eran las obras, lo
que para una empresa comercial quedaba como ganancias ustedes lo destinaban a
un fin social. El problema y lo que no entiendo –y me gustaría que me lo
explique- es que una empresa comercial
factura, cotiza una obra con un margen de ganancia. Eso es claro, porque tiene
un fin comercial. Pero cuando una fundación sin fin de lucro cotiza con un
margen de beneficio –que no lo podemos llamar ganancia pero sí se destina a
otra cosa-, entonces esa fundación deja de ser sin fin de lucro para obtener
una ganancia que luego la va a aplicar a otra cosa, por loable que sea el
fin que intenta llevar adelante con eso. Me gustaría que me explique si en
definitiva esto, como yo lo entiendo, no estaría
significando que hubo en la cotización sobreprecios, que no se cotizó al
costo que debería cotizar una fundación.
Schoklender:
No, señora. Está equivocada en cuanto al concepto de fin de lucro. El lucro no puede ser el fin principal
de una organización, porque si no, sería otra figura jurídica. Esto no
significa que no pueda y deba tener lucro para autosustentarse, porque de
alguna forma -especialmente la fundación- tiene que asegurar que tiene un
financiamiento genuino, legítimo. De
sobreprecios estaríamos hablando si a las empresas constructoras, por construir
lo mismo se les pagaba 100 y a la Fundación se le paga 150, para que por ahí 25
vayan para los amigos, y eso no sucedió nunca. Al contrario, se le debe plata a
la Fundación, y la Fundación se fue desfinanciando. Esto por varios
motivos, no por uno solo; no solo porque no se redeterminaron los precios sino también
porque había que sostener una estructura
muy grande de una sola caja. Y además había gastos ordenados. Y bueno, hay
algunos que mandan y otros que obedecen.