Por Tcnl José Javier de la Cuesta
Ávila
(LMGSM 1. CNB 73)
El mundo está sorprendido por la evolución
tecnológica que asombra con sus avances y logros espectaculares. En el Siglo
XIX, la sociedad vivió un proceso similar que se conoció como la "Revolución
Industrial". Ella no tan solo modifico las formas del trabajo, sino que
creó nuevas y diferentes actividades. En ambos tiempos, aparece la educación,
como el medio de ingreso y acción en las nuevas situaciones.
La realidad de nuestro tiempo, es
la aceleración de los resultados y, con ellos, la obsolescencia de pasados
cercanos que, en ocasiones, no llegan a compartir los tiempos del hombre común.
Esta situación, requiere que la formación de la Humanidad se adelante sobre los
tiempos calendarios, para que el ser humano, que está en los momentos de formación,
adquiera los conocimientos reales aplicados a un mañana, algunas veces
incierto.
La imaginación creativa, parece
ser una solución aceptable, a la que se podría recurrir. Los escritores imaginativos,
tal como el caso de Julio Verne, trazaron en el pasado, ideas y soluciones que parecían
sueños irrealizables, pero que, la evolución ha convertido en realidad. Es
decir, la situación actual, con nuevos medios y capacidades, tiene que
encontrar bases firmes sobre las cuales actuar.
La primera son los principios
inmutables de las leyes de la Naturaleza que, a la larga, se imponen en la vida
natural. La segunda, el conocimiento científico de los desarrollos en marcha y,
por lo tanto, sus probables nuevos aportes a la civilización.
Los expertos señalan que el
tiempo de la digitalización, está acompañado por el tiempo del conocimiento.
Ello es la realidad, que se ha logrado, mediante las capacidades de
"enlace", que se brinda, no tan solo por los mejores medios de comunicación,
sino, y muy en particular, los accesos al saber que se encuentra en la documentación
en archivos digitales. Esta última posibilidad, unida a la comunicación,
permite "saber" los desarrollos y encuentra en ellos, algunos de los
medios de información requeridos para la creación imaginativa.
Los especialistas en esta
materia, basándose en las estadísticas, están proyectando el mundo del futuro.
El mañana muestra, junto con el incremento de la población, no tan solo por los
nacimientos, sino también por las mayores expectativas de vida, que la población
se agrupara, cada vez más, en las ciudades. Este fenómeno, fruto de los mejores
medios de transporte, hará que las grandes metrópolis sigan creciendo y se
transforme en reales megalópolis. El desafío, por lo tanto, será encontrar los
medios para atender estas grandes concentraciones "naturales", para
lo que deberá emplearse las nuevas posibilidades de la era digital.
La era digital se caracteriza por
sus acciones en el incremento de las capacidades del ser individual y, en
ocasiones, el grupal, y la creación de mecanismos que reemplazan las
actividades de rutina que, sustantivamente, se puede llamar "robótica".
La sociedad del mañana, puede confiar en las maquinas (robots) muchas de las
tareas o actividades, que no requieren la presencia humana para su realización.
El problema, que auguran algunos,
es la posibilidad de que las máquinas asuman acciones de decisión propias, es
decir, no programadas, con las consecuencias negativas que ello podrá acarrear.
Sin embargo, los seres humanos tienen siempre la vida, como elemento matriz, y
las máquinas requieren de la "energía", como su base de acción, por
lo tanto, siempre serán dependientes.
El ser humano, además del
alojamiento en las megaciudades, tiene que encarar dos temas importantes para
su existencia; la alimentación y la atención a la contaminación, especialmente
proveniente de los residuos. Estos últimos, podrían ser atendidos mediante el "reciclaje",
o sea la nueva utilización, Los alimentos, mediante nuevas técnicas de producción,
como la tabulación del ganado, que permitan aumentar los resultados de su producción.
Sin embargo, el ser humano como animal viviente, requiere de algo más que el
alojamiento y alimentación, los aportes
de la cultura, ya que los tiempos de labor, se irán reduciendo y, la necesidad
de llenarlos, obligará a la creación cultural, que, en forma de
entretenimientos, deportes, etc., ocupará los espacios vacíos.
Es evidente que los seres humanos
tendrán que desarrollar nuevas habilidades para seguir, acompañar y aprovechar
las ventajas y beneficios de la era digital. Ello será algo natural, tal como
fue en la era industrial, debido a que la situación general se impondrá, sobre
las voluntades de los individuos, que quedaran superados por los "usos y
costumbres", ya que los mercados ofrecerán elementos adoptados a la digitalización
a los que deberá usar y utilizar. Sería lo mismo que en la época de la industrialización,
cuando el automóvil reemplaza a la tracción hipomóvil. En el presente, en los
albores de la era de la digitalización, vemos cómo la habilidad en el uso de
los nuevos medios, es más fácil y simple, en los jóvenes, que en las personas mayores,
ya que, los primeros lo toman como un hecho común y los segundos como un cambio
que tienen que realizar. Este factor psicosocial tiene que ser tenido en cuenta
en la formación de las nuevas generaciones que, lógica y racionalmente,
aceptan, conocen y utilizan los medios digitalizados.
El mundo del futuro, por lo
tanto, en su corto plazo, estará signado por el efecto de la digitalización,
que obrara sobre las acciones de los seres humanos, hacia el cambio, al que tendrán
que adaptarse, como una forma natural de ser parte de la vida. Sin embargo, es
de esperar, que las virtudes y valores que la Humanidad ha declarado desde los tiempos
más remotos, mantengan vigencia y, de ser posible, se concilien con las
realidades de los avances. Es por ello, que la filosofía y la historia tienen
que ser parte de la educación humana, la primera para tener las razones de ser
un ser viviente lógico y racional, la segunda para que, conociendo el pasado,
con sus hechos claros y gloriosos y con sus mezquindades y crueldades, pueda
elegir su derrotero hacia la paz, el bienestar y la convivencia.
La era de la digitalización unida
a la del conocimiento está en plena evolución y sus alcances no pueden ser
mensurados por los efectos de cambio que motivarán. La Humanidad tiene que
adaptarse a las nuevas condiciones de vida, ya que en ello está la subsistencia
de la especie y su proyección hacia el mañana. No se debe desesperar por
aquellos sectores que queden rezagados por su atadura a las costumbres, pero sí
a aquellos que quieren permanecer en sus anteriores escenarios y hasta luchan
por ello. Las habilidades de los seres humanos han mostrado a lo largo de los
tiempos que ellas se ajustan a las realidades y que es posible desarrollarlas
para su mejor utilización. Por eso, se reitera, la educación tiene que ser la atención
preferente de las autoridades que, con mente ágil y actualizada, saben que el desafío
está en el saber.