Por Emilio Nazar Kasbo
Nada nuevo hay bajo el
sol, afirma el Antiguo Testamento. La Historia del Pensamiento humano, no es
idéntica a la Historia de la Filosofía, y desde esta distinción, desgranaremos
las causas actuales del colapso de la Ciencia Filosófica, y su consecuente
desprecio contemporáneo por quienes ignoran la diferencia. El desprecio por la
Teología, lleva implícito además el desprecio por la Filosofía.
El Pensamiento Humano
ofrece avances de distinto tenor, los cuales involucran un cambio social. El
ser humano, por naturaleza, posee un cuerpo y un alma espiritual, y una de las
facultades de su alma es la inteligencia. Por ello, la mera existencia de un
ser humano involucra el Pensamiento. Para quienes creemos en el Génesis,
aparecido el hombre en estado de Gracia y provisto de Dones Preternaturales por
Dios, perdió los mismos tras el Pecado Original, quedando librado a su propia
naturaleza y esfuerzo, diluyéndose el contacto con Dios en el transcurso de las
generaciones. Ese Pensamiento humano, tras el Pecado Original, inició con lo
básico de las necesidades humanas: la provisión de indumentaria, como la
vestimenta realizada en base a los vegetales, y un lugar donde vivir tras la
expulsión del Paraíso, involucrando también el abastecimiento de alimentos que
ahora, como castigo el varón debía procurar: “ganarás el pan con el sudor de tu
frente”. Esta es la explicación que los católicos tenemos a la caída del ser
humano y de la necesidad de su esfuerzo para avanzar en conocimientos y
tecnología, abarcando también una mayor limitación para el razonamiento sobre
los Misterios de la Fe, y que superan a la capacidad cognoscitiva meramente
humana.
Así, las cuestiones
prácticas han sido las primeras en surgir históricamente, junto con la
autoreflexión sobre la caída humana tras el Pecado Original y sus
consecuencias, el destino del ser humano y el sentido de su vida, junto con la
explicación de la muerte como hecho que se impone a la reflexión de toda
persona, y que involucra tanto a un hecho de la naturaleza, un hecho propio del
alma espiritual humana, y una dimensión teológica a las cuales se dio respuesta
mediante la Revelación Natural que Dios mismo insufló a la descendencia de Adán
y Eva.
El conocimiento en el
tiempo fue organizándose, con lo que podemos llamar “inventiva humana”, de lo
cual carecen el resto de los seres de la naturaleza. Descubrir la liana y hacer
sogas o hilos, descubrir normas para la construcción de viviendas provisorias
para los nómadas o definitivas en las sociedades agrícolas, descubrir la rueda
y sus utilidades, descubrir el fuego y el modo de encenderlo con pedernales, descubrir
el modo en que podían tallarse las piedras para diversos usos, elaboración de
utensilios con barro y cerámicas, descubrir el uso de metales y realizar
aleaciones, descubrir subrpoductos vegetales para comer y para elaboración de
hilos y tejidos, descubrimiento de los astros y las constelaciones
identificando sus movimientos, establecimiento de normas entre clanes
familiares y la regulación jurídica para la convivencia social, toda una serie
de diferencias cualitativas del resto de los seres vivientes del mundo que
solamente el ser humano pudo desarrollar en virtud de la naturaleza espiritual
de su alma, y que jamás puede provenir de un alma sensitiva, descalificándose
así toda hipótesis indemostrada y falsa teoría “evolucionista”, ya que no se
trata de una mera cuestión de articulación de la materia que da origen al alma
humana, sino el alma espiritual infundida por Dios mismo como Causa Primera del
Orden Espiritual de la Creación, ya sea de los Ángeles y los seres humanos,
puesto que esta afirmación no es exclusivamente teológica, como muchos podrían
suponer, sino que además responde a un orden racional que el ser humano puede
alcanzar con humanas explicaciones.
Así, el progreso de los
conocimientos, dejaba en manos de los líderes religiosos, ya sea paganos o
dentro del Pueblo de Israel como elegido por Dios para Su Revelación,
mezclándose la explicación que intelectualmente se distingue como Filosófica de
la Teológica, pero en una armonía entre ambas. Es decir, la explicación que el
ser humano podía lograr mediante su esfuerzo aunque con posibilidad de errar en
mayor o menor medida, no se podía distinguir de la Revelación Natural entre los
paganos o de la Revelación de Dios al Pueblo elegido por Él en cuanto a sus
alcances teológicos en tanto que los Misterios sólo pueden ser reflexionados
desde su comunicación por Dios mismo al ser humano.
Resumiendo, podemos
afirmar que existieron conocimientos prácticos propios de la vida del ser
humano, e indisolublemente ligados a su propia naturaleza racional, así como
conocimientos en el área de lo eminentemente intelectual fruto de la capacidad
de abstracción de la mente respecto de los objetos concretos que se presentan a
sus sentidos. Los conocimientos prácticos han dado lugar a las diversas
ciencias y especulaciones en el área de la medicina, de la cocina, del tejido,
de la ingeniería, etc. La Historia del Pensamiento marcó la reflexión con el
estudio de la física, del mundo natural. Asimismo, la especulación sobre la
esencia, origen y destino del hombre estuvo mezclada en el marco de la
Revelación Natural, sin distinguir pensamiento filosófico y reflexión
teológica, dado que ambas en su operación y ofrecen una cosmovisión. Sócrates,
Platón y Aristóteles han sido el paradigma de la Revelación Natural reflexionada
por el ser humano, fuera del marco de la Revelación hecha por Dios al Pueblo de
Israel preparándolo para la llegada del Mesías Jesucristo.
Según la Revelación dada
por Dios a los creyentes, en todo el devenir humano, hubo en un tiempo un
avance cuya dimensión desconocemos, cuando el ser humano en su cosmovisión
habrá llegado a criterios que omitían a Dios, criterios inmanentistas, cuando
compraban, vendían y se casaban para sí mismos como si tal fuese el sentido de
la vida. Tales tiempos son los antediluvianos, y precisamente el Diluvio
Universal acabó con esa generación de la cual nada podía esperarse siquiera de
toda su descendencia.
El Pensamiento Humano,
dirigido a las cuestiones del mundo, es un pensamiento científico sobre la
naturaleza. El Pensamiento Humano dirigido a las cuestiones de cosmovisión Filosófica
en el mundo desde la potencia del alma humana intelectiva es la Antropología
Filosófica, involucrando como presupuesto la existencia de la Sabiduría para su
búsqueda. El Pensamiento Humano aplicado a la belleza, da lugar a las diversas
artes, en particular la literatura y la poesía. El Pensamiento Humano dirigido
a las cuestiones de la Causa Primera reflexionando sobre la Revelación hecha
por Dios mismo, es la Teología.
La Filosofía, por tanto,
puede ser distinguida de la Teología, en cuanto que ofrece una cosmovisión pero
que explica el mundo desde la razón humana sin contradicción con la Revelación
Sobrenatural, ofreciendo herramientas a ésta para su expresión. Pero también
puede ser distinguida de otros Pensamientos Humanos, en cuanto que requiere de
la Sabiduría, para ser su amigo, su buscador, dado que sin Sabiduría no existe
Filosofía. Todo presunto pensamiento filosófico que no esté basado en la
Sabiduría, o que pretenda fundarse fuera del sentido común o de la sindéresis,
jamás podrá calificarse de Sabio, y por ende de filosófico.
El mundo de hoy, para
insistir en la contradicción del sentido común y en la oposición a aquello que
la sindéresis indica, requiere del desprecio de la Filosofía, para lo cual
calificará como filosófico a otros tipos de pensamiento humano que sólo pueden
llevar al extravío y la angustia. Efectivamente, la angustia sólo puede
hallarse apartándose del Ser, de Dios, en quien se encuentra la Felicidad y la
Verdad como Paz y reposo que corresponde a la tranquilidad en el orden.
De más está decir que la
“teoría de la doble verdad”, mediante la cual la Teología puede enseñar una
cosa que pueda tener proposiciones o conclusiones contrarias en el marco de una
ciencia, no resiste el menor cuestionamiento, porque no puede arribarse a otra
conclusión conforme el principio metafísico de no contradicción, de que o la
Teología es errada, o la ciencia se equivocó, pero nunca ambas a la vez.
Reivindicar el
Pensamiento Filosófico es colaborar a la restauración del orden y la
tranquilidad consecuente, es un hecho contrarevolucionario. Hoy se pretende
calificar como “moderno”, “progresista” o “pragmático” el hecho de hacer
retroceder el pensamiento humano en sus avances hacia el error y la ambigüedad,
de modo que cuestiones filosóficas que ya han sido resueltas en el mundo pagano
o por la reflexión cristiana sintetizada en San Agustín de Hipona y Santo Tomás
de Aquino no deben ser vueltas a plantear como si fuesen novedosas. Replantear
lo resuelto no puede ser calificado de sabio, y por tanto de filosófico.
Pretender volver a descubrir la rueda y el fuego, partiendo desde un postulado
como que nunca hubiesen sido inventados y pretendiendo que eso es “sabiduría” o
que “conduce a la sabiduría”, no puede llamar más que a risa, por la ridiculez
de la propuesta, porque su mera propuesta descalifica a quien la afirme.