martes, 9 de diciembre de 2014

ACERCA DEL DESPRECIO ACTUAL POR LA FILOSOFÍA



Por Emilio Nazar Kasbo

Nada nuevo hay bajo el sol, afirma el Antiguo Testamento. La Historia del Pensamiento humano, no es idéntica a la Historia de la Filosofía, y desde esta distinción, desgranaremos las causas actuales del colapso de la Ciencia Filosófica, y su consecuente desprecio contemporáneo por quienes ignoran la diferencia. El desprecio por la Teología, lleva implícito además el desprecio por la Filosofía.
El Pensamiento Humano ofrece avances de distinto tenor, los cuales involucran un cambio social. El ser humano, por naturaleza, posee un cuerpo y un alma espiritual, y una de las facultades de su alma es la inteligencia. Por ello, la mera existencia de un ser humano involucra el Pensamiento. Para quienes creemos en el Génesis, aparecido el hombre en estado de Gracia y provisto de Dones Preternaturales por Dios, perdió los mismos tras el Pecado Original, quedando librado a su propia naturaleza y esfuerzo, diluyéndose el contacto con Dios en el transcurso de las generaciones. Ese Pensamiento humano, tras el Pecado Original, inició con lo básico de las necesidades humanas: la provisión de indumentaria, como la vestimenta realizada en base a los vegetales, y un lugar donde vivir tras la expulsión del Paraíso, involucrando también el abastecimiento de alimentos que ahora, como castigo el varón debía procurar: “ganarás el pan con el sudor de tu frente”. Esta es la explicación que los católicos tenemos a la caída del ser humano y de la necesidad de su esfuerzo para avanzar en conocimientos y tecnología, abarcando también una mayor limitación para el razonamiento sobre los Misterios de la Fe, y que superan a la capacidad cognoscitiva meramente humana.
Así, las cuestiones prácticas han sido las primeras en surgir históricamente, junto con la autoreflexión sobre la caída humana tras el Pecado Original y sus consecuencias, el destino del ser humano y el sentido de su vida, junto con la explicación de la muerte como hecho que se impone a la reflexión de toda persona, y que involucra tanto a un hecho de la naturaleza, un hecho propio del alma espiritual humana, y una dimensión teológica a las cuales se dio respuesta mediante la Revelación Natural que Dios mismo insufló a la descendencia de Adán y Eva.
El conocimiento en el tiempo fue organizándose, con lo que podemos llamar “inventiva humana”, de lo cual carecen el resto de los seres de la naturaleza. Descubrir la liana y hacer sogas o hilos, descubrir normas para la construcción de viviendas provisorias para los nómadas o definitivas en las sociedades agrícolas, descubrir la rueda y sus utilidades, descubrir el fuego y el modo de encenderlo con pedernales, descubrir el modo en que podían tallarse las piedras para diversos usos, elaboración de utensilios con barro y cerámicas, descubrir el uso de metales y realizar aleaciones, descubrir subrpoductos vegetales para comer y para elaboración de hilos y tejidos, descubrimiento de los astros y las constelaciones identificando sus movimientos, establecimiento de normas entre clanes familiares y la regulación jurídica para la convivencia social, toda una serie de diferencias cualitativas del resto de los seres vivientes del mundo que solamente el ser humano pudo desarrollar en virtud de la naturaleza espiritual de su alma, y que jamás puede provenir de un alma sensitiva, descalificándose así toda hipótesis indemostrada y falsa teoría “evolucionista”, ya que no se trata de una mera cuestión de articulación de la materia que da origen al alma humana, sino el alma espiritual infundida por Dios mismo como Causa Primera del Orden Espiritual de la Creación, ya sea de los Ángeles y los seres humanos, puesto que esta afirmación no es exclusivamente teológica, como muchos podrían suponer, sino que además responde a un orden racional que el ser humano puede alcanzar con humanas explicaciones.
Así, el progreso de los conocimientos, dejaba en manos de los líderes religiosos, ya sea paganos o dentro del Pueblo de Israel como elegido por Dios para Su Revelación, mezclándose la explicación que intelectualmente se distingue como Filosófica de la Teológica, pero en una armonía entre ambas. Es decir, la explicación que el ser humano podía lograr mediante su esfuerzo aunque con posibilidad de errar en mayor o menor medida, no se podía distinguir de la Revelación Natural entre los paganos o de la Revelación de Dios al Pueblo elegido por Él en cuanto a sus alcances teológicos en tanto que los Misterios sólo pueden ser reflexionados desde su comunicación por Dios mismo al ser humano.
Resumiendo, podemos afirmar que existieron conocimientos prácticos propios de la vida del ser humano, e indisolublemente ligados a su propia naturaleza racional, así como conocimientos en el área de lo eminentemente intelectual fruto de la capacidad de abstracción de la mente respecto de los objetos concretos que se presentan a sus sentidos. Los conocimientos prácticos han dado lugar a las diversas ciencias y especulaciones en el área de la medicina, de la cocina, del tejido, de la ingeniería, etc. La Historia del Pensamiento marcó la reflexión con el estudio de la física, del mundo natural. Asimismo, la especulación sobre la esencia, origen y destino del hombre estuvo mezclada en el marco de la Revelación Natural, sin distinguir pensamiento filosófico y reflexión teológica, dado que ambas en su operación y ofrecen una cosmovisión. Sócrates, Platón y Aristóteles han sido el paradigma de la Revelación Natural reflexionada por el ser humano, fuera del marco de la Revelación hecha por Dios al Pueblo de Israel preparándolo para la llegada del Mesías Jesucristo.
Según la Revelación dada por Dios a los creyentes, en todo el devenir humano, hubo en un tiempo un avance cuya dimensión desconocemos, cuando el ser humano en su cosmovisión habrá llegado a criterios que omitían a Dios, criterios inmanentistas, cuando compraban, vendían y se casaban para sí mismos como si tal fuese el sentido de la vida. Tales tiempos son los antediluvianos, y precisamente el Diluvio Universal acabó con esa generación de la cual nada podía esperarse siquiera de toda su descendencia.
El Pensamiento Humano, dirigido a las cuestiones del mundo, es un pensamiento científico sobre la naturaleza. El Pensamiento Humano dirigido a las cuestiones de cosmovisión Filosófica en el mundo desde la potencia del alma humana intelectiva es la Antropología Filosófica, involucrando como presupuesto la existencia de la Sabiduría para su búsqueda. El Pensamiento Humano aplicado a la belleza, da lugar a las diversas artes, en particular la literatura y la poesía. El Pensamiento Humano dirigido a las cuestiones de la Causa Primera reflexionando sobre la Revelación hecha por Dios mismo, es la Teología.
La Filosofía, por tanto, puede ser distinguida de la Teología, en cuanto que ofrece una cosmovisión pero que explica el mundo desde la razón humana sin contradicción con la Revelación Sobrenatural, ofreciendo herramientas a ésta para su expresión. Pero también puede ser distinguida de otros Pensamientos Humanos, en cuanto que requiere de la Sabiduría, para ser su amigo, su buscador, dado que sin Sabiduría no existe Filosofía. Todo presunto pensamiento filosófico que no esté basado en la Sabiduría, o que pretenda fundarse fuera del sentido común o de la sindéresis, jamás podrá calificarse de Sabio, y por ende de filosófico.
El mundo de hoy, para insistir en la contradicción del sentido común y en la oposición a aquello que la sindéresis indica, requiere del desprecio de la Filosofía, para lo cual calificará como filosófico a otros tipos de pensamiento humano que sólo pueden llevar al extravío y la angustia. Efectivamente, la angustia sólo puede hallarse apartándose del Ser, de Dios, en quien se encuentra la Felicidad y la Verdad como Paz y reposo que corresponde a la tranquilidad en el orden.
De más está decir que la “teoría de la doble verdad”, mediante la cual la Teología puede enseñar una cosa que pueda tener proposiciones o conclusiones contrarias en el marco de una ciencia, no resiste el menor cuestionamiento, porque no puede arribarse a otra conclusión conforme el principio metafísico de no contradicción, de que o la Teología es errada, o la ciencia se equivocó, pero nunca ambas a la vez.

Reivindicar el Pensamiento Filosófico es colaborar a la restauración del orden y la tranquilidad consecuente, es un hecho contrarevolucionario. Hoy se pretende calificar como “moderno”, “progresista” o “pragmático” el hecho de hacer retroceder el pensamiento humano en sus avances hacia el error y la ambigüedad, de modo que cuestiones filosóficas que ya han sido resueltas en el mundo pagano o por la reflexión cristiana sintetizada en San Agustín de Hipona y Santo Tomás de Aquino no deben ser vueltas a plantear como si fuesen novedosas. Replantear lo resuelto no puede ser calificado de sabio, y por tanto de filosófico. Pretender volver a descubrir la rueda y el fuego, partiendo desde un postulado como que nunca hubiesen sido inventados y pretendiendo que eso es “sabiduría” o que “conduce a la sabiduría”, no puede llamar más que a risa, por la ridiculez de la propuesta, porque su mera propuesta descalifica a quien la afirme.