sábado, 7 de julio de 2012
CORRIENTES CAPITAL: CONVOCAN A PLAZEADA PATRIÓTICA EL 9 DE JULIO A LAS 16 HS EN LA PLAZA GIACHINO
VATICANO II B
UN MILLONARIO MUSULMÁN SE CONVIRTIÓ AL CATOLICISMO TRAS VER LA PIETÁ Y LEER A ORÍGENES
ANTE LA CRISIS CONTEMPORANEA, CONVOCATORIA A LAS FAMILIAS POR EL BIEN COMUN
ES INENTENDIBLE, TANTA BONDAD
MONS. AGUER: DENUNCIÓ HISTORIADORES QUE SOSLAYAN EL “FERMENTO CATÓLICO EN EL ORIGEN DE LA NACIONALIDAD” Y SILENCIAN “LA PRESENCIA DE LA IGLESIA”
En su reflexión semanal en el programa “Claves para un Mundo Mejor” (América TV), Mons. Héctor Aguer, Arzobispo de La Plata explicó que “no se puede soslayar la presencia católica en el origen de nuestra nacionalidad” y afirmó que “es bueno recordarlo cada vez que celebramos algunas de estas grandes conmemoraciones patrias del año” y tenemos “que enorgullecernos de ser argentinos y de haber conservado en el curso de estos dos siglos de Historia aquella referencia a las raíces”.
Dijo que observa que en “los comentarios y celebraciones del Bicentenario “se ha soslayado en general el papel del fermento católico en el origen de la nacionalidad y por cierto también se ha intentado silenciar la presencia de la Iglesia”.
“Hay que trabajar para que eso no se pierda y eso depende siempre de cada uno de nosotros. No solamente de los pastores de la Iglesia sino fundamentalmente de las familias cristianas, de aquellos que se han dado cuenta de que los valores fundamentales del humanismo que heredamos de nuestras generaciones antecesoras se sostienen precisamente cuando se apoyan sobre el fundamento firme de la fe”, agregó.
Recordó que en mayo de 1810, en el Cabildo Abierto, “había una gran cantidad de clérigos y había un sacerdote, Manuel Alberti, como miembro de la Primera Junta” y que en el Congreso de Tucumán, de 1816, “el 38 % de los representantes de las provincias eran clérigos”. Quiso subrayar estos datos pues considera que “hay historiadores que se proponen expresamente releer la historia para poner entre paréntesis la presencia católica. Lo mismo ocurrió en el panorama representado en el Cabildo de Buenos Aires”.
Sostuvo que esa presencia católica “no se limita a la participación protagónica que hayan tenido clérigos o laicos de relieve, sino al sujeto nacional, al pueblo de la Nación”. Especialmente, dijo, “si uno mira más allá del puerto de Buenos Aires, a la Argentina profunda, donde se nota todavía mucho de aquel sustrato de la cultura católica que se transmitió de generación en generación en los años iniciales”.
Y finalmente, Mons. Héctor Aguer añadió que, luego de 1810, “la Iglesia en la Argentina entró en un período de dificultades; si bien nuestros patriotas han tratado de ayudar a la causa católica desde el comienzo, las relaciones con la Santa Sede se vieron interrumpidas y el número de sacerdotes era muy escaso” y se preguntó: ¿cómo se trasmitió la fe? Se transmitió en la familia, en los hogares, han sido las madres y las abuelas aquellas que transmitían de una generación a otra las verdades fundamentales de la fe unidas al sentimiento patrio”.
Adjuntamos el texto completo de la alocución televisiva de Mons. Héctor Aguer:
“Recordamos el Día de nuestra Independencia, pero es importante que nos demos cuenta de que se trata de todo un período. Lo comenzado en el Cabildo de Buenos Aires, el 25 de Mayo de 1810, llegó a su culminación el 9 de Julio de 1816, en Tucumán”.
“Por eso de ese período de seis años, podríamos decir, que es el tiempo fundacional de la Argentina. A propósito, he observado en todos los comentarios y celebraciones del Bicentenario que se ha soslayado en general el papel del fermento católico en el origen de la nacionalidad y por cierto también se ha intentado silenciar la presencia de la Iglesia”.
“Recordemos que si se trata de mayo de 1810, en el Cabildo Abierto, había una gran cantidad de clérigos y había un sacerdote, Manuel Alberti, como miembro de la Primera Junta. Y si nos fijamos en el Congreso de Tucumán, de 1816, allí el 38 % de los representantes de las provincias eran clérigos”.
“Ya eso nos está indicando que la Iglesia tenía un papel preponderante en la sociedad de entonces y esos sacerdotes, que participaban de estos acontecimientos, estaban identificados con la causa patriota. Pero si después seguimos pensando en la proyección futura de la independencia argentina y en la vida de la Nación en su conjunto no se puede soslayar la presencia de la Iglesia”.
“Subrayo esto porque incluso hay historiadores que se proponen expresamente releer la historia para poner entre paréntesis la presencia católica. Lo mismo ocurrió en el panorama representado en el Cabildo de Buenos Aires”.
“Esa presencia católica, por supuesto, no se limita a la participación protagónica que hayan tenido clérigos o laicos de relieve, sino al sujeto nacional, al pueblo de la Nación. Y , especialmente, si uno mira más allá del puerto de Buenos Aires, a la Argentina profunda, donde se nota todavía mucho de aquel sustrato de la cultura católica que se transmitió de generación en generación en los años iniciales”.
“Después de 1810, la Iglesia en la Argentina entró en un período de dificultades; si bien nuestros patriotas han tratado de ayudar a la causa católica desde el comienzo, las relaciones con la Santa Sede se vieron interrumpidas y el número de sacerdotes era muy escaso”.
“Entonces: ¿cómo se trasmitió la fe? Se transmitió en la familia, en los hogares, han sido las madres y las abuelas aquellas que transmitían de una generación a otra las verdades fundamentales de la fe unidas al sentimiento patrio”.
“Por eso no se puede soslayar la presencia católica en el origen de nuestra nacionalidad y es bueno recordarlo cada vez que celebramos algunas de estas grandes conmemoraciones patrias del año”.
“Sí, no tenemos nosotros más que enorgullecernos de ser argentinos y de haber conservado en el curso de estos dos siglos de Historia aquella referencia a las raíces”.
“Hay que trabajar para que eso no se pierda y eso depende siempre de cada uno de nosotros. No solamente de los pastores de la Iglesia sino fundamentalmente de las familias cristianas, de aquellos que se han dado cuenta de que los valores fundamentales del humanismo que heredamos de nuestras generaciones antecesoras se sostienen precisamente cuando se apoyan sobre el fundamento firme de la fe”.