Por Sylvina Walger y Laura Di
Marco
¿Cuáles son las claves secretas
de la expropiación de YPF?
¿Por qué la presidenta de
Argentina se embarca en una aventura tan arriesgada?
¿Quiénes son los jóvenes que han
asaltado el poder con esta maniobra?
La biógrafa de Cristina Fernández de Kirchner y la
única periodista que ha conseguido adentrarse en el enigmático círculo que la
rodea nos revelan quién manda (de verdad) en la Casa Rosada.
De luto, con un collar de perlas
adornando la cicatriz en el cuello de su reciente operación de tiroides y con
una imagen de Eva Perón a sus espaldas,
amparándola.
Es una escenografía muy estudiada
para anunciar la expropiación de YPF.
Cristina Fernández de Kirchner se apropia del icono de Evita.
En sus discursos televisados
siempre aparece su retrato.
En realidad hay dos imágenes,
según sea el tono de la alocución.
Si es una noticia de la que el
pueblo debe alegrarse, aparece una Evita dulce y sonriente. Cuando ataca a
alguien o anuncia recortes, la imagen es seria y enérgica.
La Evita de la nacionalización
sonríe bondadosa.
EL SEÑUELO DE LAS MALVINAS
Su pensamiento es nacionalista.
Por ejemplo, odia a Chile.
Le gusta que la seduzcan
intelectualmente, siempre que sea con un discurso patriótico.
Cuando expropia a Repsol, habla
de «recuperación de la soberanía». Antes ya había ondeado la bandera
nacionalista con el asunto de las Malvinas.
Lanza ese señuelo porque la
economía se desploma. Intenta `malvinizar´ la Cumbre de las Américas, pero
nadie le hace caso.
«¡Te olvidaste de las Malvinas!»,
le reprocha al presidente de Colombia.
Regresa de Cartagena de Indias
antes de tiempo y con la cara transfigurada por el despecho.
ATAQUES DE IRA
Tiene mucha facilidad para
desquiciarse.
Y más desde que le operaron y le
quitaron la glándula tiroides.
Si no estás bien medicado, sufres
cambios bruscos de humor.
Tiene ataques de ira.
Les pega a las criadas.
Entonces no recibe a nadie, se
encierra.
Hacía semanas que no aparecía
ante las cámaras de televisión dando un discurso.
Suele hacerlo cada día cuando
está en forma, incluso mañana y tarde.
A veces da la impresión de ir
empastillada.
¿Litio?
Hay un debate sobre si sufre un
trastorno bipolar: pasa de la depresión a estados de euforia; llora en público.
La secretaria de Estado
norteamericana, Hillary Clinton,
pidió un informe sobre su salud mental.
Se supo por los cables de
WikiLeaks que Estados Unidos la considera «una líder visceral, que sufre de
nervios y ansiedad» y toma decisiones influida por su estado emocional.
Cristina es impredecible.
EL CÁNCER QUE NO FUE
Su operación nos enloqueció a
todos.
Primero dijeron que se trataba de
células cancerosas, luego que no lo eran.
Se especula que lo del cáncer lo
inventaron sus asesores para movilizar a su favor a la población.
Uno de esos melodramas que tanto
nos gustan a los argentinos.
Sale del hospital en vísperas de
la quita de subsidios.
Todos los servicios públicos
estaban subsidiados desde el año 2001.
Y entonces anuncia la subida del
gas, la electricidad, el agua, la telefonía... porque el Banco Central tiene las
arcas vacías.
Argentina es un país al borde de
la quiebra y con ocho millones de pobres.
Su popularidad ha caído.
Y más aún desde el terrible
accidente ferroviario en la estación de Once: 51 muertos, 700 heridos.
El 'tren de las criadas'.
La gente está furiosa.
Achacan el siniestro a la corrupción
reinante en todo el país.
Cristina Fernández teme que le va a costar caro. No se presentó en
el escenario de la tragedia ni en los hospitales.
RENCOR SOCIAL
Cristina padece una especie de
resentimiento de clase.
Se avergüenza de su padre,
conductor de autobuses, hijo de emigrantes españoles. Lo llamaban El Colorado Fernández, pero el vecindario
le decía Co-Co por su tartamudez. Cristina evita hablar de su familia.
Su madre, Ofelia, quedó
embarazada siendo novia de Fernández.
No se casaron hasta que la hija
cumplió cinco años.
Cristina se enamora a los 16 años
de un jugador de rugby.
Y empieza a codearse con un
estrato social más alto.
Termina la secundaria en un
colegio privado.
Pero en su forma de hablar sigue
teniendo la impronta del barrio humilde, a pesar de los profesores de dicción.
ENCANTADORA CON LA OLIGARQUÍA
En cambio, cuando está con la
oligarquía, es simpática.
Cuando la conocí, era una abogada
y diputada combativa.
Una mujer valiente que clamaba
contra Menem y se ganaba a los
periodistas invitándolos a su despacho, donde podían fumar.
Me pareció encantadora y moderna.
No me percaté del personaje.
Su gusto por el lujo está
relacionado con ese complejo que arrastra desde niña.
Cuando viaja a Francia, las
grandes tiendas le llevan bolsos, joyas y ropa a la habitación del hotel.
Le chiflan Louis Vuitton, Hermès
y Bulgari.
Puede llevar encima 50.000 euros
en alhajas.
«No tengo que vestirme como una
pobre para ser una buena política», se justifica.
MATRIMONIO DE NEGOCIOS
Cristina y Néstor formaban un
matrimonio de negocios.
La propia Cristina reconoce que
no les gustaban las demostraciones de afecto.
Cada cual tenía su vida amorosa
resuelta por su lado.
A ella se le atribuyen aventuras
con un gobernador, un banquero, el jefe de escoltas...
Las de Néstor eran bien
conocidas.
Pero los unía el gusto por el
poder.
No era una relación de iguales.
Él la dominaba.
Le regaló la Presidencia para que
no incordiase mientras él llevaba las riendas en la sombra.
«No le vengan con problemas a
Cristina», les decía a sus colaboradores. «Hablen conmigo».
Le dio una bofetada cuando Cristina perdió la votación en el
conflicto que tenía con el campo.
Pero tenían un pacto: seguir
siempre adelante, pase lo que pase.
LOS DOBLONES DE NÉSTOR
Néstor siempre fue un caudillo patagónico que quería hacer plata.
Era pragmático.
Cristina le ofrenda la expropiación de YPF.
La tentación de solucionar la
crisis con el yacimiento petrolífero de Vaca Muerta, que vale 250.000 millones
de dólares, es grande.
¿Pero de dónde saldrán los 25.000
millones que se necesitan para explotarlo?
Además, tanto Néstor como ella aplaudieron la
privatización.
Y también dieron a la familia Eskenazi el 25 por ciento sin poner un
solo peso.
Los Eskenazi iban pagando con lo que iban ganando.
A Néstor solo le importaban las empresas donde había plata.
Teniendo dentro un testaferro,
solo quería que entraran en sus arcas los doblones...
El patrimonio de los Kirchner creció de 1,5 a 16 millones de
dólares en siete años.
EL MITO MONTONERO
Ella tiene un sesgo ideológico muy
marcado.
Le gusta recordarse a sí misma
como una militante de izquierda muy activa durante la dictadura.
Pero no fue ninguna subversiva.
Yo fui montonera.
Y tengo que decir que hubo dos
demonios: la dictadura militar y los montoneros.
Es la guerrilla más
desprestigiada del mundo.
No hay heroicidad en matar por la
espalda.
Pero como decimos en Argentina,
la juventud «ha comprado el relato».
Ha mitificado a los montoneros.
Ser hijo de desaparecido te da
prestigio y también patente de impunidad.
Y estos jóvenes que rodean a la
presidenta han idealizado esa época.
Para ellos, el mundo empieza con
el 'default' de 2001.
No vivieron la represión.
Cuando sonó el primer tiro, Cristina le pidió a Néstor que se fueran del país.
Pero él decidió volver al sur.
Y allí hicieron fortuna, codeándose
con los militares.
LA VIUDA ETERNA
Cristina tiene un coro a su
alrededor que la adula.
Para llegar a ella tienes que ser
amigo de su hijo, Máximo.
Ni siquiera sus ministros tienen
acceso.
Los `muchachos´ de Máximo forman su guardia pretoriana, aunque
no son gente de revólver; más bien, burócratas. Niños bien.
Viven en Puerto Madero, visten de
marca...
Los kirchneristas suelen ser
menores de 40 años.
A los que vivieron de verdad los
70 no se les puede engañar.
La expropiación es una huida
hacia delante que nos lleva al ostracismo internacional.
En su primer mandato estuvo más tranquila.
Pero pierde el sentido de la
mesura a partir del funeral de Néstor.
Se convierte en la viuda de
Argentina.
Arrasa en las elecciones.
Cristina ya no se saca el luto.
Hace bien.
Le ha rendido mucho ser viuda.
Cada día estrena un vestido
negro.
El argentino tiene esa vena
compasiva.
Fuente: Finanzas.com (España)
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