PALABRAS DEL MAYOR HÉCTOR ADRIÁN
ROMERO MUNDANI EN EL 23 ANIVERSARIO DEL PRONUNCIAMIENTO MILITAR DEL 3 DE
DICIEMBRE DE 1990.- (03 de diciembre de 2012)
Señor Coronel D Mohamed Alí
Seineldín. Como cada año, una vez más aquí están tus hombres, aquellos que
tuvimos el honor de elegirte para que nos condujeras por el camino del honor y
la dignidad, aquellos que tuvimos la gracia de acompañarte en el intento de
restaurar la Patria en sus Esencias y de estar a tu lado a la hora de la prueba
y el escarnio, espalda contra espalda, procurando el triunfo, pero dispuestos
al testimonio y hasta la muerte si fuera necesario.
Y lo hacemos hoy, en el aniversario de la Gesta, porque al pasar del
tiempo cada vez más valoramos tu increíble capacidad intuitiva de predecir el
futuro y confirmamos la absoluta necesidad de haber intentado lo que intentamos
para procurar evitar este presente inicuo de la Patria.
Predecir el futuro, sí, porque era aún una realidad la Guerra Fría y la Unión
Soviética mantenía su status de potencia, cuando nos explicabas la futura
síntesis de ambas concepciones ideológicas, diferentes formas de un mismo mal,
el materialismo, que deshumaniza al hombre desnaturalizándolo, al decir de Chesterton,
quitándole hasta lo natural por no reconocerle lo Sobrenatural.
Recuerdo ahora que hace algunos días, mi Párroco, en su habitual homilía
dominical, hizo una clásica pregunta: “¿Se puede construir un mundo sin Dios?”…
y la sorpresiva respuesta que dio a continuación, no fue la esperada en un creyente: “Sí, se puede”, expresó… y,
luego de una expectante pausa, agregó: “es el que tenemos… y sus
consecuencias están a la vista”
Luego continuó aclarando que, obviamente, esto no era porque Dios no
existiera, sino porque los hombres hemos expulsado a Dios de nuestras vidas y
hemos decidido vivir como si Él no existiera. Y, así, Dios ha sido excluido de
la sociedad, de las instituciones y hasta de las Familias y Él, siempre
respetuoso de la libertad de sus creaturas, se ha quedado afuera.
Y es así como la sociedad está desintegrada, las instituciones ya no
existen (o mantienen una existencia meramente formal), las Familias han sido
desnaturalizadas y, como consecuencia, el hombre ha quedado solo, en una
soledad que lo aliena y angustia… esa es la “felicidad” que nos ofrece un mundo
sin Dios.
Indudablemente estos conceptos, a la luz de la realidad que hoy vivimos,
nos ayudan a comprender aquel tradicional lema de los comandos argentinos que
el coronel Seineldin generalizara entre sus seguidores: “¡Dios y Patria… o
muerte!”; ya que pese al escándalo que produce una expresión tan políticamente
incorrecta, no se trata de amenazar con la muerte a quien no tiene Fe, sino
explicitar que donde no reina Cristo… reina la muerte… esa es nuestra sociedad
actual.
Y es que la Revolución Mundial, siempre recreándose, llega a nuestros
días de la mano de Toni Negri como “Guerra Social”, una nueva etapa de la
Guerra Revolucionaria que mantiene sus objetivos funcionales al Imperialismo
Internacional del Dinero, disfrazado siempre de progresismo que, siguiendo
cabalmente las directivas gramscianas, procura cambiar las pautas culturales
atacando sus bases: la Familia y la Iglesia.
Y si de progresismo hablamos, hoy tan de moda, encontramos que el Santo
Padre Francisco, comentando la lectura del Libro de los Macabeos, nos decía al
respecto hace unos días: “que el Señor nos salve del espíritu mundano que
negocia todo, no solo los valores, sino también la Fe” y continuaba diciendo
que los líderes del pueblo, atraídos por la mundanidad, ya no quieren ser distintos
y abandonan sus propias Tradiciones para ir a negociar con el extranjero.
“Van a negociar, y se sienten entusiastas por esto. Es como si dijeran,
vamos con el progreso, donde va toda la gente”, y advirtió que se trata del “espíritu
del progresismo adolescente” que “cree que ir adelante en cualquier elección,
es mejor que permanecer en las costumbres de la fidelidad”.
“No es la bella Globalización de la unidad de todas las Naciones, cada
una con sus propias usanzas; es la Globalizacion de la unidad hegemónica, es,
precisamente, el pensamiento único”.
Y se pregunta luego “pero Padre, ¿esto también sucede hoy?” Y se
responde “Sí, porque el espíritu de mundanidad también existe hoy, también hoy
nos lleva con este deseo de ser progresista siguiendo el pensamiento único”…
“esta gente, movida por el espíritu del mundo, ha negociado la propia
identidad, ha negociado la pertenencia a su pueblo”
Y, finalmente, advirtió que “hoy se piensa que debemos ser como todos,
debemos ser normales, como hacen todos, con este progresismo
adolescente.”. Hasta aquí, he seguido
las reflexiones del Santo Padre.
Y así, hemos llegado al aquelarre de la dictadura de las minorías, donde
el derecho (o seudo derecho) de los pocos, está por encima del derecho de las
mayorías y el Bien Común; donde está prohibido tener pensamientos propios;
donde las mayorías nos vemos silenciadas por la prepotencia del poder; el
ataque a la Familia ya es desembozado, la falta de pudor, la carencia de
honestidad, la corrupción como habitualidad, la ausencia del Estado con sus
consecuencias de inseguridad, el libertinaje que corrompe a nuestros niños
desde el mismo estado (de derecha y de izquierda)… ya no hay límites, todo está
permitido.
Asumimos y declamamos que la sociedad está en crisis y, para solucionar
el problema, profundizamos “el modelo”: peor educación, menos seguridad, más
impunidad… todo está permitido, porque todo es relativo. Si no hay
trascendencia, ¿qué es la verdad?, ¿qué es el bien? ¿Qué es la belleza?... Lo
que yo quiero… lo que a mí me gusta. Y, así, hemos entrado en un círculo
vicioso que en lugar de sacarnos de la crisis, la profundiza y, lo peor, es que
ese es el objetivo: centrifugar la sociedad hasta que el hombre quede sólo e
indefenso y, para sobrevivir, acepte cualquier cosa.
La sensación de que “el mundo va para allá”, la vergüenza a ser o pensar
distinto porque de inmediato se recibe la condena social que repite el “relato”
que le han inventado, ya se trate de la Historia, de la Moral o lo que fuere.
Todo ha sido reescrito y nadie puede pensar distinto.
Hace 23 años, 1000 hombres, siguiendo a Seineldín intentamos evitar la
desnaturalización de las FFAA. Sabíamos que destruir las instituciones
custodias de “los más altos intereses de la Nación” era el primer paso, luego
seguirían una a una cada una de las instituciones que naturalmente a lo largo
de los años se había dado la sociedad.
En reiteradas ocasiones, comenzando en el juicio que afrontamos por
haber intentado evitar la destrucción, he demostrado que nuestra intención no
fue la de efectuar un Golpe de Estado, lo cual quedó confirmado por la
justicia. La mejor prueba de ello, es que el formidable poder de combate
reunido en Boulogne, al llegar a la Panamericana, pudiendo ir hacia la Casa de
Gobierno y quedarnos con todo, decidimos doblar hacia la Provincia para ser
fieles a nuestros objetivos y limitaciones autoimpuestas: no era un Golpe de Estado.
En los últimos tiempos, a la vista de las consecuencias de nuestra
derrota, que fue la derrota de la continuidad histórica de la Nación ya no
estoy tan seguro de no habernos equivocado. Es este un pensamiento
exclusivamente personal, pero cuando veo los despojos de la Patria, la
inmundicia y la falta de pudor, el ataque a la Familia, los niños y los
jóvenes, la mentira instaurada en el poder ya no estoy tan tranquilo con mi
conciencia como cuando tuvimos que decidir. Jamás pensamos que pudiera llegarse
a tanto.
Quizá una persona con la inteligencia y sensibilidad fuera de lo común,
como la del Coronel D Jorge Alberto
Romero Mundani, mi querido jefe y hermano, pudo ver más allá y,
vislumbrando las consecuencias de la derrota, quiso dar un grito desesperado
alertando sobre la disolución Nacional. Quizá el noble y valiente corazón de mi
Coronel Seineldín, no pudo soportar la incomprensión de lo que él veía tan
claramente y estalló ante el profundo dolor de la Patria.
Hace 4 años, en este mismo lugar, expresé que después de la Gesta de Malvinas,
la Patria quedó inexorablemente dividida en dos: los del 14 de junio
(quebrados, entregados y sometidos), los que creen que hay que seguir la
corriente porque es inevitable, y los del 2 de Abril, los que creemos que la Patria
es posible, que tenemos el derecho a ser lo que DEBEMOS y queremos ser.
En estos últimos está nuestra Esperanza; en los Argentinos del 2 de
abril está la Esperanza de la Restauración de la Patria para felicidad de su
pueblo. La tarea no es fácil, luchamos contra el relato oficial… y el de la
oposición (ambas caras de una misma moneda). Habrá que comenzar como en los
inicios, cuando todo un pueblo decidió que había llegado la hora de la libertad
y, sin medir consecuencias, tuvo la locura de alzarse contra la potencia de la
época… y fue libre.
Fue libre en las puebladas como las de Cuyo, formando el Ejército de los
Andes, o el Éxodo Jujeño y tantas otros… pero fue libre también, de la mano de
hombres como Saavedra, Belgrano o San Martín que ponían el triunfo de las armas
de la Patria en las manos de Dios Nuestro Señor y su Santa Madre.
Las épocas han cambiado, la Guerra es otra y sus técnicas también. A la
Guerra Social se la gana desde una sociedad esclarecida, donde en el boca a
boca cada uno que en su fuero íntimo, en el fondo de su corazón, siente que
este no es el camino de la Felicidad, pueda saber que no está solo, que cientos,
que miles, que millones de Argentinos quieren volver a sentirse orgullosos de
ser honestos, de ser padre de sus hijos, maestro de sus alumnos, autoridad
velando por el Bien Común de sus conciudadanos
Solo hay que atreverse a hablar con el vecino, con los amigos, con la Familia
y, como en aquel clásico cuento, veremos que sólo hace falta que alguien se
atreva a gritar que ¡el Rey está desnudo! Y, así, muchos volverán a ver la
realidad.
El tiempo sigue pasando y la tarea apenas comienza y, aunque he buscado
otras formas, no he podido evitar terminar con las mismas palabras que hace 4
años: el Coronel Seineldín nos devolvió la Esperanza… victorias o derrotas son
dos impostores que no están en nuestras manos, solo la lucha nos pertenece y a
ella nos debemos. No es hora de descanso, es hora de vigilia, es hora de
trabajo, la Patria necesita ser restaurada en sus Esencias, la tarea aún no ha
terminado.
Dios y su Santa Madre
protejan a la Nación Argentina. ¡VIVA LA PATRIA!