Por Emilio Nazar Kasbo
Hay quienes ven correcto que se
hable de esencia de hombre o de mujer… cuando de perfumes se trata. Pero el
aspecto filosófico de la esencia abarca mucho más que ese dato técnico y cultural,
porque la esencia es metafísica.
MODERNISMO Y DECONSTRUCCIÓN
Abordaremos la cuestión que
plantea el pensamiento deconstructivo actual, que se constituye en una
antimetafísica para ser aplicada por el Catolicismo a los efectos de su propia
deformación. Pero el debate ha de elevarse a la metafísica, a adentrarnos en la
esencia y sus implicancias, especialmente en lo que hace al hombre, a la mujer
y a la familia. Proyectaremos además las consecuencias de la deconstrucción de
la familia en el futuro. Finalmente, analizaremos cómo se puede deconstruir la
Liturgia y cómo se desnaturaliza un ente.
La deconstrucción y el postdeconstruccionismo es el nombre que actualmente recibe la corriente modernista que fue condenada por San Pío X en la Encíclica Pascendi. Se trata de "la suma de todas las herejías".
La deconstrucción y el postdeconstruccionismo pretenden constituirse en la base metafísica (o mejor dicho, antimetafísica) para ser utilizada por el Catolicismo como una "vía alternativa de conocimiento" para la Evangelización. ¿Es esto posible, sin renunciar a la Tradición? Precisamente, el deconstruccionismo busca el reconocimiento íntegro de la Tradición para su completo rechazo. Toda una contradicción al sentido común, que sin embargo muchos no advierten. En realidad, se trata de la misma "libre interpretación" del sacerdote católico apóstata Martín Lutero, que ha sido condenada por el Magisterio de la Iglesia como herejía, pero que esta vez pretende implantarse desde el interior del Catolicismo para su "autodeconstrucción" o "autodeclosión".
DECONSTRUIR
El movimiento de pensadores
llamados “deconstruccionistas”, tiene en claro, por otras vías, que la esencia
no puede ser destruida. Pero ha descubierto el poder de la desnaturalización.
Deconstruir es un vocablo que
podríamos describir como el acto de desfigurar el ser de algo, desnaturalizar. Aplicado
a la Fe Católica, implicaría que el mismo Catolicismo atente contra la Tradición
recibida de Jesucristo, apostatando conscientemente de la Fe y de la Redención.
Deconstruir el Catolicismo, es pretender elaborar una “iglesia de Judas Iscariote”, una Iglesia que
traiciona a Jesucristo con un beso.
Una frase de Jean-Luc Nancy en su libro “La declosión (Deconstrucción del
cristianismo, 1)”, sintetiza toda esa línea de pensamiento (que no podemos
calificar como filosófica porque parte de principios que atentan contra el
sentido común, desarrolla sus ideas de modo contrario a la lógica, y acaba en
conclusiones que contradicen y dañan a la Teología, motivo por el cual jamás
puede alcanzar la Sabiduría filosófica): “Querría
más bien que la Iglesia aboliera lo que ha conservado” (Ed. La Cebra, Lanús,
Buenos Aires, 2008, p. 20).
Efectivamente, no buscan estos
pensadores la elaboración de una “teología atea”, de la elaboración de una “ateología”,
sino de que la Teología apostate, de quitar toda base humana a la Iglesia para
mundanizarla, de desviar todo el mensaje espiritual de Jesucristo para cometer
con Él lo mismo que cuando estuvo presente en este mundo: burlarse, castigarlo,
escupirlo, golpearlo, arrancarle los pelos de la barba, rifar su manto y
crucificarlo buscando de ese modo su completa desaparición.
LA ESENCIA
Definía Jordán Bruno Genta a la esencia como la “cifra de eternidad que
Dios ha puesto en las cosas”. Precisamente, es lo que hace que una cosa sea eso
y no otra cosa, a la vez que participa en todo lo bueno que posee de la misma
Bondad Absoluta de Dios que la ha creado.
Veamos entonces el caso práctico,
cómo es la esencia en el caso del hombre y de la mujer.
La esencia de la persona humana
es ser un animal racional (en el sentido de poseer una biología corpórea a la
vez que un alma espiritual). Tanto el varón como la mujer, son esa unión
sustancial de cuerpo y alma espiritual. Tanto el varón como la mujer participan
de esa misma esencia; sin embargo, el varón tiene una esencia propia que lo
distingue de la mujer, y viceversa.
ESENCIA DE HOMBRE O DE MUJER
Ahora bien ¿qué significa esto?
Que esencialmente un varón siempre será un varón, dado que siempre será una
biología espiritual (para que quede más clara la esencia lo expreso de este
modo). El varón tendrá una biología y una psicología viril, así como una
espiritualidad acorde.
¿Y la mujer? Aun compartiendo la
misma esencia, de donde proviene la igual dignidad entre ambos, tendrá una
biología y una psicología femenina, así como una espiritualidad acorde.
Ambos, varones y mujeres,
compartimos la misma esencia, pero somos distintos. A esa distinción, llamamos
naturaleza, que es la esencia operando concretamente. La igual dignidad de
ambos proviene de la igualdad en la esencia, pero en la naturaleza hay
diferencias: no es lo mismo la naturaleza del varón que la de mujer (que
esencialmente son "hombre" en el sentido de la inicial definición).
LA DESNATURALIZACIÓN
Ahora bien, podemos definir al
varón y la mujer, en concordancia con sus dos esencias diversas, con dos
naturalezas también diversas que corresponden a la respectiva esencia.
El varón es ser humano de sexo
masculino, siendo esta su esencia. Mujer es la persona de sexo femenino. No
existen alternativas en ello, ya que la diferencia en este aspecto es esencial.
Por otra parte, antropológicamente existe una armonía entre el dato biológico
con el psicológico, con el sociológico y con el espiritual.
Y ahora viene el supuesto de una
hipótesis sobre temas de actualidad que a Aristóteles jamás pudieron habérsele
cruzado por la mente como realidades, ya que lo máximo a lo que podía aspirar él
en su momento era a una literatura de "ciencia ficción" de su época
(como la fantasía de los ovnis modernos, por ejemplo), a lo cual llamaban
"mitos". Veamos el ejemplo: un varón lo es ya desde su concepción y
nace varón, con biología, psicología y espiritualidad de varón, pero alguien
puede realizarle una operación para que aparezca como una mujer, colocarle
hormonas femeninas para que aparente el desarrollo de una mujer, educarlo como
una mujer, darle modales de una mujer, e incluso que se arregle, pinte y vista
como mujer ¿Acaso habrá cambiado su esencia de varón, tras haberse realizado
todo eso? La respuesta es negativa.
El alma viril, así como el alma
femenina en su caso, siempre estará determinada por su psicología, y el cuerpo
siempre responderá a movimientos viriles (o femeninos en el caso de las
mujeres) debido a su biología. Pero no acaba todo allí: la espiritualidad de la
persona será dañada porque un varón jamás podrá asumir una espiritualidad
femenina por carecer de semejante espíritu, lo mismo que una mujer jamás podrá
asumir una espiritualidad masculina. Por ello, a la homosexualidad se la llama
"contra natura", porque atenta contra la naturaleza. Si atentara
contra la esencia, directamente habría desaparecido, se habría extinguido. Es
decir, un ser que tiene una esencia, puede ser desnaturalizado, y tal
desnaturalización obra exclusivamente en la órbita de la naturaleza del ser
concreto, pero no de su esencia.
DECONSTRUCCIÓN DE LA FAMILIA
El ejemplo que daremos ahora,
proviene de la biología. La ciencia indica que existen modificaciones dentro de
las especies, pero no una "evolución" de las mismas, lo cual tiene
una explicación filosófica.
Supongamos hipotéticamente que
alguien dijera que se produjo un salto del ratón al murciélago: entonces el
hijo de un ratón dejó de ser ratón (no le cabe la definición de ratón) porque
ese hijo “alado” del ratón en realidad es un murciélago (que no comparte la
esencia del ratón), y por tanto tiene una esencia distinta del ratón. Dado que
ese ser murciélago es un murciélago y no un ratón, se trata no de una
"evolución", sino de dos esencias diversas que señalan dos seres
diversos. La naturaleza del ratón no es la naturaleza del murciélago, ya que
ambas difieren en el ser y en su esencia.
¿Cómo es la esencia de la
autoridad en una familia? En el caso del matrimonio, el cual tiene su esencia:
"unión de un hombre y una mujer, consorcio de toda la vida, comunicación
del Derecho Divino y humano". En esta definición entran el matrimonio de
Adán y Eva, el matrimonio de Job, la Sagrada Familia, el matrimonio Quattrocchi
(Luigi y María Corsini Beltrame Quattrocchi), así como también "la
familia Ingalls", "los locos Adams" o "la familia
Simpson"... Ahora bien: en este caso, cuando lo esencial difiere, ya no se
está hablando de Matrimonio, sino de otra cosa (es decir, hablar de
"matrimonio homosexual" implica referirse a una esencia inexistente).
Pero aun así (descartada la unión antinatural), los Adams o los Simpson son
imaginarias desfiguraciones de la naturaleza que pretenden una ulterior
encarnación en la realidad, son desvíos de la naturaleza que responden a un
desorden que indica la autodemolición del ser.
CAMBIOS EN LA FAMILIA
Hay costumbres que no favorecen
la santidad del matrimonio, porque responden a una desnaturalización del mismo.
A mayor grado de desnaturalización, mayores dificultades se hallarán para
lograr la santidad. Y precisamente de eso se trata. La Felicidad sólo puede hallarse
en la santidad, pero la santidad no puede contradecir a la naturaleza, que expresa
la inmutable e indestructible esencia dada directamente por Dios.
La mujer que procura el sustento
cotidiano fuera del hogar mientras el varón pretende suplir a la mujer en la
casa y el cuidado de los hijos, o un matrimonio donde ambos viven fuera del
hogar, enviando a los hijos a colegios durante toda la jornada para verse
exclusivamente por la noche cuando están agotados, por la mañana cuando están
dormidos, y durante el fin de semana cuando los hijos además son considerados
una molesta carga, es desnaturalizar la familia porque la educación y formación
de los hijos queda en manos de personas ajenas.
La familia ha sido objeto de una “deconstrucción”.
Existen muchos testimonios de la importancia de la familia en el medioevo,
sobre todo de los santos, del hombre que trabajaba y de la mujer ama de casa
como primera educadora en el hogar, que además en numerosos casos llegaba a
desarrollar una importante cultura, negada por la “leyenda negra” sobre la “oscura”
Edad Media. El cristianismo era el centro vital cotidiano de la familia y de
cada persona, y la vida era iluminada por la alabanza a Dios y el ofrecimiento
de los humanos padeceres que jamás han faltado.
CAMBIOS EN LA MUJER
La eliminación de los gremios
medievales implicó el abandono de la familia a su propia suerte. El trabajo fue
sujetado a la “ley de la oferta y la demanda”, como si fuese una mercancía más,
y así surgió la Revolución Industrial. Las familias, sujetas al hambre y la
miseria, debieron emplearse en alguna labor, y así surgió la explotación del
trabajador, de la mujer y de los niños. Para conseguir el sustento cotidiano,
hubo un principio de destrucción de la familia.
Luego siguió la “revolución
marxista”, que analizó a la Edad Media con criterios materialistas que jamás
fueron tenidos en cuenta en aquellos gloriosos tiempos, pretendiendo que la
Historia entre los cristianos donde impera la Caridad es en realidad una lucha
de intrigas por alcanzar el poder. La misma familia fue objeto de crítica, y
las revoluciones políticas de tinte marxista incluso pretendieron su disolución.
Por otro lado, los países no
comunistas sujetaron a la mujer no trabajadora a la moda, llevándola a extremos
exhibicionistas, así como le fue inserto el germen de la actitud como mujer “contestataria”
que pretende imponerse en la sociedad con sus propias contradicciones. Por su “libre
albedrío”, la mujer dejó de querer serlo, esperando hallar la Felicidad en la
misma conducta que al hombre hace Feliz. Así surgió la “moda unisex”.
ACTUALIDAD Y FUTURO DE LA FAMILIA
Pero como no es posible a la
mujer hallar su Felicidad fuera de su propia naturaleza, la mujer se convierte
en una infeliz. Así fue imponiéndose socialmente, en una actitud que contradice
las enseñanzas de San Pablo para el Matrimonio. La mujer se sometió de ese modo
a las bajas pasiones de la lujuria del varón, y al pretender su “independencia”
sin Dios ni varón, ni familia ni obligaciones, acabó cayendo en la “generación
hippie”, donde la mujer no se “libera”, sino que acaba como objeto del varón
que la usa.
Harta la mujer de ello, y siempre
acompañada por el bombardeo de medios de comunicación cada vez más difundidos,
surgió la reivindicación del feminismo en su orientación lésbico-abortista,
elevando como modelo de mujer a lo más antinatural. Efectivamente, ha sido más
fácil “deconstruir” a la mujer que al varón, que en general en tanto respete el
Orden Natural puede no caer más que en el amaneramiento de haber sido criado en
un ambiente femenino y sin padre, pero que guarda en su interior todas las
características del varón en lo biológico, lo psicológico, lo social y lo
espiritual.
En medio de esta revolución, se
perfila el futuro de engendrar hijos de modo artificial, asimilando la sociedad
humana a una colmena o a un hormiguero, en que la mujer reniega de la
maternidad, o pretende la maternidad a toda costa, aun de lo artificial. De allí
por lógica surge la familia artificial, en que los hijos no son fruto del amor
entre los cónyuges, sino de un capricho humano unido al uso de recursos tecnológicos.
La familia artificial, compuesta por integrantes artificiales, cuya felicidad artificial
está dada en el cumplimiento de sus propios caprichos en la búsqueda del
confort sin complicaciones, sin más sentido en la vida que el propio hedonismo
individualista. Interiormente, la angustia es la esencia del criterio
inmanentista de vida.
Mientras esto que es artificial
es descripto como una realidad comprobable, no deja tampoco de ser una realidad
la familia católica, fundada sobre la Roca que es Jesucristo, en la cual se
siguen las enseñanzas de San Pablo, con la Autoridad del varón que rige a la
familia como Jesucristo, apacentando sus ovejas con vara de hierro, y con la
mujer que se somete a la Caridad del varón en el matrimonio, fundando una
comunidad de Amor con el natural nacimiento de los hijos. Personas que tienen
una Historia familiar y tradiciones propias, que son transmitidas de padres a
hijos, de una generación a otra, transmitiendo principalmente el espíritu católico.
Allí se encuentra la Felicidad de la mujer siendo mujer, y la Felicidad del varón
siendo lo que es.
Resulta imposible ir contra la
esencia de un ser. Lo que efectivamente es posible, es atentar contra su
naturaleza, desnaturalizarlo.
¿DESNATURALIZAR LA LITURGIA?
Veamos los principios comentados,
aplicados a la Liturgia. La Misa tiene una esencia, que opera en diversos Ritos
que la Iglesia Católica ha aprobado en la Tradición.
Que haya un Ofertorio, que se realice
la Liturgia de la Palabra, y que se pronuncien las palabras para que haya
Transubstanciación del pan ácimo y el vino, y la posterior Comunión (no soy
liturgista, aclaro, pero trato de describir las partes más básicas de la Misa),
el hecho de que todo ello se realice, responderá a la esencia de la Misa. Pero
eso no significa que no pueda ser desnaturalizada. ¿Cómo es posible
desnaturalizar una Misa?
La respuesta es muy simple: igual
que el ejemplo anterior en que el Ente (esencia y Ser) en su operación, en su
acto de ser, obra de modo opuesto en orden a la aniquilación de su mismo ser. Tomar
los elementos esenciales de la Misa, y transmutarlos introduciéndolos en marcos
“deconstruccionistas” como puede ser un carnaval, un recital de rock o una
parodia teatral, es desnaturalizar la Misa. Inventar un marco para la Misa que
guardando lo esencial la descontextualice, la deforme, la pervierta, es “deconstruirla”.
Esto implicará cuando menos un abuso litúrgico, pero en su grado máximo se
convierte en un evidente sacrilegio, una blasfemia, una gravísima ofensa a
Cristo de la cual sus autores y cómplices algún día deberán responder ante
Dios.
Afirmar que por ejemplo la Santa Misa es una "fiesta", o que la "Misa" es el Jueves Santo (antes de la Pasión de Jesucristo y de su Resurrección Pascual), es desnaturalizar la Misa como Sacrificio. Convertir la Misa en una "fiesta", para "alegría" del asistente, es como estar bailando y festejando mientras Jesús vive el Vía Crucis. Todo un contrasentido. Por otra parte, considerar que la Misa es la celebración de la Última Cena es judaizar la Liturgia despojándola del Sacrificio de Cristo que la eleva a Sacramento. A estos ejemplos, se les puede sumar numerosos casos de abusos litúrgicos, tan apreciados por algunos movimientos católicos altamente difundidos, que deben indudablemente revisar su pensamiento y juicio propio en esta materia.
Si conservando lo esencial de la
Liturgia se daña lo recibido por Tradición, si se lo despoja de todo lo
considerado como accesorio, o si a lo esencial se le agregan elementos que
descontextualizan la Liturgia, nos hallaremos ante la deconstrucción del culto
a Dios.
CÓMO SE DESNATURALIZA
Existe una vinculación entre la
desnaturalización y la causa final del ente. Un sillón Luis XVI es propio y
adecuado para un monarca, para su autoridad, para su jerarquía, para su función.
Pero si a un sillón Luis XVI se lo despoja de sus características, hasta dejar
el esqueleto de una silla, diremos que no ha cambiado ni su esencia ni su
naturaleza como silla. Pero ya no es un sillón Luis XVI: ESA ES LA
DESNATURALIZACIÓN EN EL SER concreto.
Si a ese sillón Luis XVI se le
quita todo lo que tiene de característico, se alisa lo trabajado de la madera,
se cambia todo lo artesanal de su confección, se cambian sus tejidos por una
cuerina barata... en tanto que antes era un sillón que sería propio de un
monarca, acaba teniendo el mismo destino de un cajón de manzanas utilizado como
asiento.
Hacer sentar a un monarca sobre
un cajón de manzanas no desmerece al monarca... desmerece a quien se lo ofrece
pudiendo dar algo mejor
Decir que la esencia de la silla
se conserva tanto en el cajón de manzanas como en el sillón Luis XVI, es
olvidar que Luis XVI y su esposa María Antonieta fueron Reyes.
Lo mismo en la Misa, por ejemplo:
Se puede despojar a la Misa de todo "lo accesorio". Seguirá habiendo
Misa, Ofertorio, Liturgia de la Palabra y Transubstanciación, pero... como dice
el tango: "una cosa es una cosa, y otra cosa es otra cosa".
Indudablemente, se estará ofendiendo a Dios con semejantes actitudes, ya que se
constituirían en una burla a la Majestuosidad que merece su culto, su Liturgia.
Efectivamente, la
desnaturalización implica una afectación de la causa final: lo que es para
Dios, se tergiversa y se convierte en algo humano; lo que es para un monarca,
se tergiversa y se convierte en un elemento indigno a la condición del mismo.
Sucede lo mismo con la Teología
Católica, cuando la misma es “deconstruida” para convertir al hombre en su
centro, para inmanentizarla, para buscar elementos que le hagan renegar de la
Tradición recibida de Jesucristo mismo, cuando desde una conclusión buscada de
antemano que contradice la Tradición se pretende hallar antecedentes en la
Biblia o el Magisterio que avalen su propia contradicción, denigrando lo Sublime,
dando a Dios la ofrenda de Caín.
Con solo imaginar el caso del
sillón Luis XVI, es suficiente…