Por Cosme Beccar Varela
Buenos Aires, 23 de marzo del año
2012 - 1095
No me interesa ser un
comentarista político. El tema me parece demasiado falso, los personajes
demasiado despreciables y los eventuales lectores demasiado impermeables a
cualquier argumento lógico como para que esa sea una tarea atractiva. Y no
porque no estén ocurriendo cosas de una extrema peligrosidad para nuestro
futuro personal y colectivo, sino porque
cualquier cosa que se diga, para que valga a pena decirla, tiene que
apuntar al largo o mediano plazo y eso es intolerable para la miopía general. Y
tratar de lo cotidiano al menudeo exige referirse a personas y a hechos que no
tienen en sí mismos y al corto plazo, ni la más mínima importancia. Todos los
personajes que aparecen en la escena cotidiana son unos delincuentes comunes y
unos pigmeos mentales, además de ser moralmente deformes.
Mire, por ejemplo, el caso Boudou. Ese mutante inferior ha tenido
más prensa últimamente que la propia usurpadora, a pesar de que ésta no deja pasar un día sin
decir maldades en forma de pavadas, con gestos de "madama" y mohines
de muchachita que no se ha dado cuenta de que ya tiene muchos años, muchas
papadas y muchas arrugas.
Toda persona que tenga dos dedos
de frente (¿cuántas habrá?) se da cuenta que el acusar a Boudou todos los días de una estafa de poca monta (digo "poca
monta" porque se habla apenas de algunas decenas de millones de dólares
cuando el "standard" de los robos de otros altos funcionarios se mide
por centenas de millones de esa moneda) no tiene ninguna consecuencia y ninguna
importancia. Es casi un chisme banal en este mundo de catástrofes morales en
que vive la ex-Argentina.
Pero como lo que hacen los
directores de este teatro (o sea, la secta marxista que nos tiene agarrados del
cogote) siempre tiene un objetivo perverso y grave en todo lo que hace o manda
hacer, no podemos suponer que todo esto sea eso y nada más.
Luego, habría que tratar de
descubrir, por ejemplo, cual es ese objetivo en el "caso Boudou". Sin embargo no tengo la
intención de ensayar hipótesis alguna. Sólo digo que no creo que todo este
"show" se deba al celo por la moral pública de "La Nación"
y "Clarín". Eso no lo puedo creer aunque me lo juren sus directores
sobre los huesos de las víctimas de sus mentiras (no digo de sus
"abuelos" porque no me consta que los tengan).
Otro tema que está empezando a
hacer carrera es el caso YPF, cuya estrella principal es el mequetrefe marxista
que responde al nombre de Axel Kicillof,
surgido de la nada de un día para otro, pero con una cara de
"maffioso" precoz que anuncia una exitosa carrera política. No sería
nada raro que hasta fuera candidato a presidente en un futuro no muy lejano. Semejante
hampón ideológico está hecho a la medida de la secta directriz y a la medida
del castigo que nos merecemos los descastados
habitantes de este país descuartizado.
Según las noticias de estos días,
primero hubo unos discursos inconexos de la usurpadora contra YPF, después
algunas provincias "revocaron" las concesiones de explotación que
tenía YPF y ahora Kicillof, que
forma parte del Directorio de YPF como delegado del Estado, se opuso a que se
dejaran de pagar dividendos y se reinvirtieran las ganancias, rechazando esa
lógica idea de los españoles dueños de la mayoría de las acciones de la
petrolera que pensaban así satisfacer la exigencia de hacer inversiones en la
exploración y explotación del petróleo.
Todo esto es un disparate. En
primer lugar, desde la ley 14.773, propiciada por Frondizi en 1958 y leyes posteriores, "los yacimientos de
hidrocarburos líquidos y gaseosos situados en el territorio de la República
Argentina y en su plataforma continental, pertenecen al patrimonio inalienable
e imprescriptible del Estado Nacional". Es decir, las Provincias no pueden
ni conceder ni cancelar concesiones petroleras. Sólo tienen una regalía sobre
el producto obtenido en sus respectivos territorios. Luego es mentira que las
Provincias hayan cancelado tales concesiones, una mentira burda que cualquiera
puede descubrir consultando cualquier colección de leyes.
Que los españoles hayan resuelto
no pagar dividendos y usar la plata para invertir en el país es lo que la
usurpadora exigía. Pero ahora resulta que eso está mal. Entonces, ¿qué quieren?
¿Que paguen los dividendos y traigan otra plata o la misma para invertir? ¿Qué
es ese disparate?
Que Kicillof sea Director (sin corbata) de YPF, con aires de matón
desagradable y el portavoz de todo este cuento de humor negro es a su vez una
burla siniestra. Es evidente la intención es insuflarlo como estrella naciente
en el elenco de esta tragedia.
Entretanto, Moyano, el estanciero secretario de la CGT, finge tener ciertas
diferencias con la usurpadora pero como peronistas que son ambos, la unidad
entre ellos es indestructible Moyano se prepara para cortar rutas,
calles y puertas de fábricas y el gobierno para dejarlo hacer lo que se le dé
la gana, en perjuicio de toda la población.
Por su lado, Macri, que aceptó quedarse con los subterráneos hace unos meses,
hace unas semanas los devolvió y ahora el Club de Políticos Inútiles, mal
llamado Congreso, aprobó pasárselos nuevamente por ley. ¿Qué clase de ley es
esa? Conozco las leyes de "expropiación" o sea, quitarle algo a
alguien por causa de utilidad pública. Pero leyes de "entrega
forzosa" no conozco. Macri, que
no sabe nada de nada ni hace nada de nada, no parece interesado en reclamar
contra el engendro jurídico y la ronda-catonga entre él y la usurpadora sigue
su curso, para vergüenza de nuestra vergonzosa historia política.
¿A Ud. le parece que valía la
pena ocuparse de estas estupideces y de estos inservibles publicando un
comentario que será rechazado o ignorado por la casi totalidad de los lectores?
Hubiera valido la pena, si pudiera, elaborar una hipótesis sobre el verdadero
significado de todas estas payasadas, pero eso me parece que sería lo mismo que
hablarle a la pared. Nadie me creería y mi fama de agorero y de aburrido
aguafiestas, crecería aún más.
* * *
Sin embargo, no quiero terminar
sin recordarle que por detrás de ese tinglado político despreciable se ven el
bisturí y las pinzas ensangrentadas de los abortistas que ahora tienen
abiertamente licencia para matar inocentes, cuyos pequeños cuerpos despedazados
son arrojados a la basura por las manos criminales de sus madres. Estas son
peores que la degenerada asesina de su propio hijito al que despertó bien
temprano para asesinarlo ahogándolo en una pileta. A ese pobrecito, la
diabólica madre por lo menos no lo abortó sino que lo dejó vivir seis años
(“Clarín”, 23/3/2012).
¿Qué reacción ha habido por estos
horrores? Prácticamente ninguna, porque la única reacción digna de llamarse tal
sería un rugido nacional y un levantamiento popular contra la
"dirigencia" política que los fomenta. No siendo eso, ninguna
reacción es digna de tenerse en cuenta. Esta pasividad ante el horror demuestra
que los argentinos somos cada día más canallas. Tengo miedo de lo que Dios nos
prepara.
Cosme Beccar Varela
e-mail: correo@labotellaalmar.com