Por Emilio Nazar
Kasbo
Nadie está contra el Gobierno, y
parece que el Gobierno no lo interpreta. La gente, el pueblo, no tiene interés
en que las autoridades cambien puestos o que sean sustituidos por otros rostros
del mismo sistema. El diagnóstico es simple, estamos acostumbrados a hacerlo,
es siempre el mismo nada más que cada vez está algo más degradado… y los
“oficialistas” dirán que es el argumento de una “proclama”, cuando la
sintomatología de la enfermedad democratística es sólo la determinación de sus
males, no la solución.
¿Qué es lo que reclama la gente?
Simple: el cambio de actitud y de medidas gubernamentales. En el aspecto
material, ningún plan económico dura
más de 5 años sin medidas correctivas, porque indefectiblemente el plan
comenzará a resquebrajarse y hundirá la economía. Y ello no se debe solamente a
cambios tecnológicos o problemas estacionales, sino a ciclos económicos de
mediano y largo plazo, nuevas problemáticas que surgen y que anteriormente no
existían, y una diversidad de factores tanto locales como internacionales que
vuelven imprevisible en cierta medida todo tipo de planificación. Todo el resto
es una consecuencia de considerar al Estado como un “botín de guerra” del que
gana las elecciones partidocráticas… La realidad indica que no existe plan
económico alguno, y que se actúa improvisadamente según los dictados y
tendencias del mercado. Pero eso es sólo en el plano material… del cual iremos
ascendiendo de lo inferior a lo superior.
En lo cultural, la banalización y la ridiculización de los trabajadores,
de la gente honrada “de bien”, es acompañada por la formación de los niños y
adolescentes en un clima que promueve la homosexualidad entre ellos, junto a la
precocidad sexual, a lo cual se llama “cultura”, todo ello en base a los
dictados de la Escuela de Frankfurt. Hoy se llama “cultura” a la lujuria
exacerbada. En realidad, el pueblo exige el cese de la contracultura, que se
ponga fin a la fealdad impuesta por todos los medios de comunicación, lo cual
es más que una obviedad, aunque el gobierno se complace y ufana de ello. La
cultura es un negocio del oficialismo, y de todos los que cobran haberes
desproporcionados de manos del Gobierno, sobre todo quienes difunden lo feo y
los vicios con aspectos poéticos o musicales, mientras que los grupos de
folklore tradicionales son ocultados y despreciados.
La educación queda rebajada así a los niveles instintivos de la
animalidad, sin posibilidad de elevar a la persona a la intelectualidad de la
ontología y la metafísica, reduciendo a la persona a situaciones degradantes que
eliminan todo sentido y finalidad trascendente en la vida, para sumir a cada
persona en un egoísmo individualista que aísla socialmente. Y esta es la
política educativa del Gobierno, con malos sueldos docentes que están
pésimamente formados (o más bien, excelentemente deformados), en que utiliza
computadoras abonadas por los haberes de los jubilados para repartir ideología
entre los menores de edad, en medio de establecimientos que se caen a pedazos
por no tener un presupuesto digno.
La inseguridad campea en el país, de la mano del abolicionismo, de los
delitos sin sanción, de inculpar a la sociedad de la delincuencia en las calles
y en todas las esferas. Tal inseguridad es política de Estado, y el Gobierno no
parece interesado en erradicar sus causas, porque además utiliza esta ideología
como fuente de votos: el voto del delincuente vale igual que el de una persona
honrada y sin antecedentes penales. A los docentes malpagos, siguen los
integrantes de las Fuerzas Armadas y de Seguridad malpagos, y encima sin los
más mínimos recursos materiales. La Salud y la Justicia, van por el mismo
camino.
La política se ha convertido en un maquiavelismo absoluto, una pugna
por ocupación de cargos superiores que otorguen una mayor posibilidad de
enriquecimiento ilícito con mayor impunidad. Ocupar un cargo político permite
convertir al Estado en un “botín de guerra” de donde se puede tomar lo que se
desee sin que haya consecuencias… mientras siga el mismo gobierno en el poder,
encubriendo todas y cada una de las irregularidades, desprolijidades y actos
corruptos de sus “súbditos” chupamedias, obsecuentes y lamebotas.
En el aspecto Sobernatural, la Iglesia Católica resulta vilipendiada
no sólo por los enemigos que dese el exterior buscan dañarla desde siempre,
sino desde su mismo interior, con pastores que parecen no tener Fe, que no
dicen con completa claridad las cosas que el momento exige, callando lo que
deberían gritar desde las terrazas. Mientras tanto, desde el Gobierno es
fomentada cuanta secta pueda haber pululando por el planeta, en el marco de la
imposición de un sincretismo
Ante todos estos males, y muchos
otros que quedan en el tintero, la población, el pueblo, ha comenzado a salir a
las calles. Todos los opositores conocen los riesgos existentes. Todos asumen el
riesgo, y todos comienzan a dar la cara, en un movimiento que es cada vez
mayor, con verdades inocultables.
Los cacerolazos son una
consecuencia. El pueblo pide ser escuchado, pide un giro en toda la gestión
gubernamental, y sin improtar que quede o no el Gobierno, se solicitan medidas
concretas.
Los cacerolazos nos están
llevando hacia una posible “marcha sobre Buenos Aires”. Claro, algunos vendrán
a cuestionar si se trata de una apología del fascismo, de la “marcha sobre Roma”
que protagonizara Mussolini, encolumnando tras de sí a personas de izquierda y
de derecha, con múltiples inquietudes, y que fueron unificados por “il Duce”.
No importa lo que digan, simplemente se trata de un diagnóstico y de una
evaluación de escenarios futuros.
El 6 y el 13 de diciembre de 2012 se producirán dos cacerolazos ¿servirán para algo? Sólo en la medida que los adherentes hayan facilitado sus datos.
Si el Gobierno no cambia, se
desconcen las medidas que tomará la población para hacerse oír. Muchos temen el
resurgimiento de una Guerra Civil que acabaría con la deposición del actual
gobierno. Otros dicen que no llegará a tanto. En Venezuela, mientras tanto, está
la oposición deosorientada mientras que también hubo grandes cacerolazos sin el
éxito debido. Y en el medio, el conocimiento de la Argentina profunda, que nos
señala la vuelta del “que se vayan todos”, a la espera de un gobernante serio,
capaz y humilde.
Todo lo que hagamos los
católicos, será al grito de Viva Cristo Rey. Y que lleguemos a la meta de un
país verdaderamente unificado y encolumnado reconociendo la Realeza Social de Jesucristo,
de modo que sean superados los obstáculos y que la “marcha sobre Buenos Aires”
marque un “antes” y un “después en la Historia de la Argentina. Sólo con una
Restauración Nacional será posible recuperar la Patria, con acuerdo sobre quién
será el líder de la oposición que no será ni comprado ni vendido, para producir…
“LA MARCHA SOBRE BUENOS AIRES”.