Por Tcnl. José
Javier de la Cuesta Ávila (LMGSM 1 y CMN 73)
El Mundo crece a velocidades
indescriptibles y, en apariencias, se integra para el momento en el que solo
sea solo un planeta más que comparta con otros en el universo
cósmico. Este fenómeno de transformación, que hace de las partes humanas un
todo físico y espiritual, está lleno de promesas de paz, éxito y bienestar, que
hacen se olvida la experiencia de la historia, que, junto a los maravillosos
mañanas, se generan "lacras", cuyo sentido encierra el mal, la
destrucción y la violencia. Saber de ello, será inteligente, pero evaluar sus
desarrollos y pensar en medidas para su
anulación o disminución de efectos, es lo prudente.
Mientras existan diferencias en los
alcances del bienestar y cuando las promesas de esperanzas y oportunidades se
agotan, habrá desesperanzados y "aprovechados”, reales marginados
sociales, que buscaran sus soluciones por el camino del delito.
Hasta no hace no hace mucho tiempo atrás, los gobiernos
se ocupaban y preocupaban por la defensa territorial, como la esencia de
la protección de la soberanía, el bienestar y el desarrollo
"sustentable" de su país. La evolución de la civilización,
particularmente por la integración económica de los pueblos, hizo que las
fronteras, en lugar de ser vallas, se conviertan en el medio de unión y
contacto. En la actualidad hay muy pocas disputa por territorios (1) que
oscilan, en su vigencia, más por razones de política interna, que por reales
intereses internacionales. La sociedad del Siglo XXI, en una claro y arrollador
proceso de globalización, con el impulso de la realidad de la pujanza de las empresas multinacionales,
cada vez más poderosas, que se instalan en los más remotos e impensados
lugares, sabe que la universalización es un futuro en marcha al que,
indudablemente, en algún momento se llegara. Pero, en esta relacionar socioeconómico,
posiblemente por el mayor contacto que implica mayor conocimiento mutuo, está
resurgiendo con fuerza las identidades culturales cada vez más definidas. El
gran proyecto de "Europa unidad”,
no logra mostrar alcanzar su plenitud
general, sino que surgen que se mantienen claramente las identidades de los
alemanes franceses, italianos, ingleses,
etc. con toda la definición de sus perfiles tradicionales. Ello está motivando
que cese la idea de "defensa territorial", pero que crezca la de "protección de la soberanía", bajo
el principio de "identidad nacional" y, sorprendentemente, las
características de valores, éticas y conductas clásicas de cada pueblo. Estas
diferencias marcadas de vivir y convivir, tienen un elemento de distorsión
preocupante que se resume en una nueva modalidad de violencia contenida en la
delincuencia. Los países, antes amenazados por los ejércitos como medio
de violencia, se encuentran hoy ante los nuevos
problemas de riesgo en
delincuentes y criminalidad que se originan desde el "crimen
organizado", el "terrorismo" y la "corrupción". El
real gran problema es que estas variables que ayer parecían actuar
independientemente, en el presente y más aún en el mañana, se integraran y
complementaran cada vez más estrechamente.
Estas nuevas amenazas, crean diferentes riesgos, pero, tienen en común
que, para ser operativos, requieren del
financiamiento. El dinero "negro", que proviene y/o necesitan los
grupos que actúan en estos escenarios, giran entre ellos, se vincula en sus
elementos y forman un frente común que horadada a la Humanidad. Cuando se
conoce que, en organizaciones que hacen gala de su honestidad, ya que ella es
el baluarte que les da vigencia, se infiltra el virus y operan bajo su
cobertura, una criminalidad cruel, sanguinaria y de alta efectividad y
eficiencia delictividad, se comienza a
tener una clara noción de este gravísimo problema. Esta situación hace que lo
que antes se fraccionaba como acciones separadas de "seguridad"
(interior) y "defensa" (exterior) se confundan y formen un mismo
cuerpo de acción ante las amenazas Esta cuestión se agrava en los países que,
por razones políticas o ideológicas, se
inclinan por una forma de accionar dividida, que, lógicamente, resta acción y,
normalmente, pierde efectividad. Los gobernantes del presente deben tener
instrumentos de conducción que les permita la "evaluación de los
riesgos" y, consecuentemente, sus
posibles cursos de acción (La
"hipótesis de conflicto" clásicamente militar). Para lograr ello, es
fundamental, la prevención, que actuara desde la inteligencia hasta la
programación de atención a los daños.
Esta última (la programación) tiene que prepararse para atender situaciones
evidentemente similares, sean originadas por un cataclismo de la
naturaleza, una acción terrorista o un accidente local. El daño físico,
cualquiera sea el origen del mismo, será muy similar, por lo que los elementos
para su atención podrán ser únicos para concurrir a las variadas posibles
emergencias.
A toda esta problemática
se unen factores que la agravan. Por un lado el crecimiento poblacional (se
estima, para el año 2050, que habrá 9.000 millones de habitantes) y por otro,
la urbanización (se estima que para el año 2050 el 80% de la población será
urbana). A ello debe sumarse, pese a que hagan esfuerzos para detenerlo, el
"deterioro ambiental" del planeta que crece, pese a las declaraciones
de dirigentes, que dicen actuar para evitarlo, pero, que en realidad, parece
ser un curso innominable. Estas acciones, tendrán una directa e inmediata
repercusión social y, consecuentemente, delictiva, debido a que la quiebra
hacia los "postergados" (pobreza, hambre, etc.) es muy difícil
encuentre su solución y, como es ahora, resulte terreno apto y fértil para ser
abonado como sector propicio por la criminalidad. Además, la lógica de la
evolución, convertirá a las ciudades en "megaciudades" donde
residirán decenas de millones de personas. Estos conglomerados, con los temas urbanísticos (edificios, servicios,
etc.) crearán situaciones de posibles acciones delictivas, basadas en las
actualmente existentes, pero con una metodología diferente, no definida
claramente aun para ellos mismos.
El tema, por su extensión global, escapa de
las capacidades de los países y requiere sea estudiado, analizado y evaluado
por las organizaciones internacionales actuales y, lógicamente, las que en el futuro se determinen. Hasta el presente, las acciones ante los
riesgos van detrás de ellos y tratan de detenerlos cuando ya están en
actividad, por lo que para el mañana, debería poderse actuar preventivamente,
de manera tal de conocer sus posibles causas originales, actuando sobre ellas
para corregirlas o anularlas. Debe considerarse que cada avance positivo, pese
a los beneficios y ventajas generales que ofrezcan siempre motivara algún punto
o tipo regresivo que, generalmente, no permanecerá pasivo y reaccionara. En este proceso de reacción, habrá grupos que
adquirirán destreza (una especie de profesionalidad) que podrán usar para sí o
poner a deposición encubierta de interesados específicos. De esta misma manera
debe organizarse específicamente las instituciones globales que tendrán la
responsabilidad de contraponerse con efectividad y oportunidad ante las
acciones delictiva. (2) Es en este punto donde se pueden confundir, integrar o
actuar en colaboración los delitos criminales con las acciones terroristas y,
lograr la complicidad (por acción u omisión) de las estructuras oficiales
corrompidas. Existe en la historia una serie de ejemplos en los cuales
aparentemente "virtuosos" políticos, empresarios. etc. se apoyan en
medios criminales en operaciones delictivas cuyos efectos "aclarados"
son de utilidad a sus fines.
Estudiar el mañana, significa, no tan
solo tratar de conocer qué tendremos en el futuro, sino tratar de avanzar sobre
las acciones que una diferente modalidad de vida impongan. Será ingenuo dibujar
una sociedad cristalina y pura ya que su propia diafanidad será motivo para
aprovecharse de ella. Los gobernantes que no tienen en cuenta su
responsabilidad de preservar a sus pueblos no merecen el respeto de la
sociedad, ya que, de alguna manera, por acción u omisión, ponen en riesgo a
quienes tienen obligación de proteger.
Notas:
(1) Los problema de Malvias y Gibraltar,
en los cuales Inglaterra es una de las responsables, se mantienen latentes, se
activan, etc. en una rutina de enfrentamiento colonial propia del Siglo XIX.
(2) La organización de la
seguridad y la defensa global tiene que tener en cuenta que es la única manera
de contrarrestar el delito global-