martes, 27 de octubre de 2009

JORDÁN BRUNO GENTA A 35 AÑOS DE SU MARTIRIO



1974 - 27 de octubre - 2009


- I -


Se llamaba Jordán Bruno Genta, aunque algunos todavía no sepan escribir ni pronunciar su nombre. Y otros —recién llegados curiosamente a su tributo— lo hayan ignorado o rechazado por extremoso; mientras nosotros, nacionalistas y católicos, lo homenajeábamos año tras año, a veces en la soledad de una catacumba eclesial amiga, a veces en algún fogón provinciano siempre hospitalario, y cada día desde la clase, el libro o la conferencia.

Éramos jóvenes cuando lo mataron y cuando despedimos sus restos con nuestro inconfundible estilo. La memoria registra ojivas caudalosas de brazos en alto mientras su féretro avanzaba hacia la tierra postrimera, los gritos multiplicados de ¡Presente! ante su nombre coreado con bravura, y la consigna legionaria lanzada al viento como un desafío: ¡Viva la muerte!

Fuimos envejeciendo, pero por la gracia de Dios, aquellos ideales juveniles no resultaron abandonados ni torcidos.

Jordán, palabra aguda de resonancias graves y luminosas, como el río en el que recibió el bautismo Nuestro Señor Jesucristo. Bruno, fuerte como coraza o armadura, en antigua semántica germana.

Dios se las ingenió para que se cumpliera el poema: mira que al dar un nombre se recibe un destino.


- II -


Enseñó la Verdad Católica, Apostólica y Romana, en plena y continua comunión con la Cátedra de Pedro. Mas no ignoraba la presencia de los lobos revestidos con las apariencias de corderos. Sufría con el Vicario de Cristo el humo de Satán enseñoreado en el lugar sagrado.

No aprobó jamás los procedimientos castrenses irregulares y clandestinos para combatir al marxismo. Clamaba por la guerra justa, limpia, frontal y varonilmente librada: la guerra contrarrevolucionaria, de la que fue su más esclarecido doctrinario.

Distinguía entre el testigo y el verdugo, el partisano y el guerrero, el soldado patrio y el guerrillero apátrida. Nunca se le hubiera ocurrido homologarlos en un sincretismo contrario a la justicia. La unidad de las derechas y las izquierdas no aparecía en sus discursos. O se honraba a los gauchos de Obligado, o se aplaudía —como los unitarios— la usurpación extranjera. Pero gauchos y usurpadores no resultaban materia de forzadas reconciliaciones mediáticas.

Será prudente aclararlo. Guerra fratricida y dolorosa fue la de nuestra Independencia, porque al fin de cuentas eran los contendientes todos hijos de España. Guerra fratricida y tensa, si se quiere, la de nuestra pugna entre los ponchos celestes y las vinchas punzó. Pero la invasión planificada del Marxismo Internacional contra La Argentina, con la anuencia de una clase nativa al servicio del Aparato Subversivo Mundial, no es contienda de hermanos. Es el programa endemoniado que entonces supo lanzar la Unión Soviética y sus satélites contra las naciones cristianas.

Bien está que pidamos para que la clemencia de Dios alcance a Caín, a Ismael y a Esaú. Pero sólo Abel, Isaac y Jacob son figuras de Cristo.

Bien está que la muerte nos llegue a todos y en las cenizas nos iguale, instándonos por eso a la caridad y deponiendo rencores torvos. Pero uno es el “polvo enamorado”, y otro el destino de los que tendrán que abandonar toda esperanza cuando les llegue su Juicio. De unos seguirán cantado los versos de Foxá: “para la muerte, hermano, te vestirás de fiesta”. De los caínes se apiade el Señor de la Misericordia y nosotros no le dejemos de rezar.

“Allegados son iguales”, decía Jorge Manrique respecto de los muertos que se homologaban unánimemente al tener que comparecer ante el Tribunal del Altisimo. Pero también distinguía entre quien se presentaban con villanía y bajeza, y el varón singular que podía ser rotulado como “maestro de esforzados y valientes”.


- III -


Genta sostuvo una enemistad firmísima con el comunismo, pero también —y simétricamente— con el liberalismo en todas sus variantes. El liberalismo sigue siendo un pecado, y lo sabía.

No fue democrático. Admiraba a los grandes monarcas santos, a los varones jerárquicos instauradores de gobiernos fuertes, a los jefes aristocráticos, a los Caudillos de la Patria y de Occidente; y hasta respetaba cristianamente a los grandes conductores nacionales a quienes aplastó la conjura aliada en 1945.

La Realeza Social de Jesucristo era su opción política. El Omnia Instaurare in Christo, su lema y su norte. Su divisa flameante e izada bien al tope.

Jamás fundó un partido ni aconsejó formarlo o integrarlo. Jamás creyó en la unidad de los opuestos, ni en la coyunda con liberales y populistas, ni en la acción conjunta con quienes no existe previamente la unidad en el Ser, ni en la concordia entendida como irenismo o rendición. Repetía con Santa Teresa: “es preferible la Verdad en soledad al error en compañía”. Y con Aristóteles: “en toda juntura entre lo malo y lo bueno, sufre lo bueno”. No mixturaba los contrarios, así como evitaba mezclar el agua con el vino.

Se atrevió a decir lo que otros callaban y aún callan: que hay una culpabilidad judeomasónica tras el drama de la Argentina y tras la derrota de la Civilización Cristiana. Ni el pulso ni la voz tremaron en su cuerpo cada vez que fue necesario opugnar con la Sinagoga de Satanás. Pero tampoco faltó la caridad siempre que un prójimo, fuere quien fuese, se aquerenciaba hasta su puerta.

Denunciaba con bizarría al Imperialismo Internacional del Dinero, y con mirada sobrenatural alertaba contra la acción del Anticristo.


- IV -


Señaló la naturaleza crapulosa del peronismo, y una por una marcó a fuego las canalladas múltiples de Perón, artífice de la subversión , cohonestador de sus primeros crímenes, y propugnador hasta el final del mundialismo masónico, previo paso por el continentalismo y el socialismo nacional, como repitió hasta el hartazgo. El mito de la expulsión de la Plaza de Mayo de los montoneros no pasó por su magín. Perón murió carteándose cortésmente con Mao, Castro, Dorticós y Allende. Y los jefes montoneros hicieron la “v” de la victoria ante su féretro. Extraño caso de unos “echados” que rinden honores al “echador” y le prometen proseguir la lucha.

Las tónicas del pasado no son las medias verdades sino la metafísica, la teología y la honesta historiografía.

Expresamente repudió la falsa línea ideológica “San Martín - Rosas - Perón”. Sus arquetipos no eran los incendiarios de iglesias sino los herederos de la estirpe del Cid. Una memoria completa no basta para saberlo. Es necesario una historia veraz.

La teoría de los dos demonios, y la posición de quienes se sienten discriminados porque sólo se ataca a uno de ellos, le hubiera causado repulsión y desprecio. En la patria, no se enfrentaron ni se enfrentan dos demonios sino las dos ciudades agustinianas. Él batalló por la Civitas Dei y cayó en su defensa, heroicamente. No fue la víctima accidental de una refriega terrorista. Fue un combatiente valeroso abatido a mansalva por el enemigo. Su condición de víctima sólo puede señalársele en el más profundo sentido teológico de la palabra. Pero escapa completamente al alcance habitualmente otorgado al término, como sinónimo del que muere por causa eventual o efecto secundario.

No estaba por azar cuando ocurrió el atentado marxista, el 27 de octubre de 1974. Ni recibió una bala casualmente, ni resultó el damnificado de una explosión que buscaba otro destinatario. La substancia antes que los accidentes explican su caída. Lo habían ido a matar a la puerta de su casa. Un domingo, cuando rumbeaba para la Santa Misa, en la tradicional festividad de Cristo Rey, como después escribieron sádicamante sus verdugos.

Tuercen los hechos quienes dicen que lo mataron por pensar diferente. Lo mataron por pensar verdadero y obrar y vivir en consecuencia.

Cayó con muerte previsible, anunciada, esperada. Con la muerte bella y merecida del mártir. Dio su sangre ofrecida en oblación por la Cruz y la Bandera, por la Fe y por la Verdad Crucificada.

Para inteligir lo sucedido el 27 de octubre de 1974, no hay que acudir a “las sórdidas noticias policiales”, sino al misterio de la Comunión de los Santos.

Que lo hayan matado los mismos que antes y después mataron a tantos otros —¡ay!, tantos hombres de bien!— no quiere decir que lo hayan matado por lo mismo. No lo mataron por lo mismo que buscaban segar las cabezas de mercaderes yanquis, de empleados del Club de Roma, de dirigentes radicales, de empresarios usureros o de gremialistas pseudonacionalistas, defensores de Salvador Allende. Su muerte no fue un ajuste de cuentas entre internas peronistas. Los guerrilleros distinguieron en su momento lo que hoy no saben ni quieren distinguir otros.

Y que haya muerto en democracia, bajo un gobierno constitucional, no aumenta las culpas de la guerrilla, por no respetar la voluntad popular. Prueba hasta el cansancio lo que el mismo Genta enseñaba recordando el maquiavelismo marxista-leninista: “la democracia es la vía de acceso más directa al Comunismo”.

Lo mataron por ser católico y nacionalista. Lo mató el odio rojo por luchar por el Amor de los Amores.


- V -


En vida, quisimos ser sus discípulos y seguidores.

Desde que lo asesinaron, no hemos dejado de honrarlo, recordarlo, difundirlo, y darlo a conocer entre quienes no habían tenido la gracia de conocerlo. Lo hicimos sin medios y sin los medios. En soledad, con la conspiración de silencio como sombra amenazante y artera. Lo hicimos —corriendo modestos pero concretos riesgos— sin que se enteraran ni nos acompañaran los que hoy, en buena hora, se han percatado de su existencia y se suman a la partida. Bienvenidos si vienen por la victoria pendiente, antes que por la paz gandhiana. Por el perdón tendido al que se arrepienta y enmiende con sinceridad, y la resistencia empecinada contra los herederos sanguinarios del bolchevismo, enseñoreados hoy sobre la nación. Perdonar a los criminales sin arrepentimientos ni compensaciones de sus desmanes no es virtud; es vicio y se llama lenidad. Tender la mano al homicida insolente y amenazante, no es un gesto cristiano sino absurdo.

¿Que importancia tiene que una pseudojusticia mundana —en manos de sodomitas y aborteras— declare alguna vez que el crimen de Genta o el de sus pares en el martirio fue de lesa humanidad? ¿Son acaso las categorías de Nüremberg las que glorificarán a nuestros muertos ilustres? ¿Son acaso los criterios del enemigo los que han de blanquear sus memorias insignes? No fue un crimen de lesa humanidad contra los derechos del Salvador el que se perpetró en el Gólgota. Fue el deicidio. Los deicidas siguen matando a los testigos del Gólgota. Y no hay leguleyería internacionalista que alcance para calificar a los victimarios.

Tampoco estamos pidiendo que un tribunal oportunista y mendaz investigue a los autores del homicidio, ni nos quejamos porque los pastores cobardes de este suelo hayan rechazado la sola posibilidad de introducir su beatificación. Ya dispondrá Dios, en tiempo y forma, príncipes dignísimos de la Iglesia como aquellos que beatificaron a Anacleto González Flores.

Ningún secreto encierra la causalidad formal de su asesinato. Los que lo abatieron gobiernan. Sus nombres y sus rostros, son los nombres y los rostros execrables del Régimen. Caras con muecas sicarias y rictus infames que no logran disimular los avances cosméticos.


- VI -


Dios permita que mañana, por obra de un Caudillo victorioso, se pueda consumar en la Argentina la bella magnanimidad del Valle de los Caídos. El ilustre monumento es una glorificaciòn de la Cruzada, y es a la par el gesto magnificente del vencedor que sabe perdonar y abatir los odios. ¡Qué más quisiéramos que una montaña criolla, burilando en la piedra el fin de las discordias, tras un parte de batalla que diera cuenta de que el ejército rojo está “cautivo y desarmado”. Dichosos quienes conservan este sueño. Generosidad ejemplar los impulsa y sostiene.

Pero aquí y ahora, entre nosotros, con los enemigos ultrajando a Dios y a la Patria, activa y ferozmente, no es el tiempo del Valle de los Caídos sino la hora del Valle de Elah. Aquel donde cuentan las Escrituras que David supo tumbar al maléfico Goliath.

Siempre será honesto y legítimo predicar la concordia y bregar por ella. Cuánto más si el objetivo es la libertad de los cautivos, cuyo confinamiento supera el límite de todo oprobio. Pero sépase que la concordia no ha de pedírsele a Luzbel, ni ofrecerla como garantía de conciliaciones a cualquier precio, ni exhibirla como prueba de debilidad. La primavera no volverá a reír porque le roguemos a los tiranos que escuchen nuestras buenas intenciones. Antes habrá que alistarse en una resistencia valiente para que la tiranía no termine por arrasarlo todo.

Jordán Bruno Genta está a la derecha del Padre, gozando del merecido cielo que alcanzó por asalto, al haber caído como mártir de la Fe en el más estricto y cabal sentido de la palabra. Los mártires de los últimos tiempos no serán reconocidos como tales, escribía San Agustín. No serán reconocidos por los heresiarcas. Pero el Dios de los Ejércitos pasa revista en cada alba, y un ángel arcabucero señala su presencia con un centelleo vertical de luces altas.

De eso se trata este homenaje. De decir la verdad entera.

Jordán Bruno Genta: mártir de Cristo Rey. Jordán Bruno Genta: maestro de la Verdad. Jordán Bruno Genta: católico y nacionalista.

Jordán Bruno Genta: ¡Presente!


¡VIVA CRISTO REY!
¡VIVA LA PATRIA!



Antonio Caponnetto

NO HAY PAZ SIN JUSTICIA, NI JUSTICIA SIN VERDAD


Alocución televisiva de monseñor Héctor Aguer, arzobispo de La Plata en el programa “Claves para un mundo mejor”


“En un día como hoy no puedo comenzar sin enviar un saludo cordial a todas las madres y, de un modo particular, a todas aquellas que me siguen sábado a sábado en “Claves para un Mundo Mejor” porque nos encontramos a través de la cámara y de la pantalla del televisor. Hoy entonces un afectuoso saludo para todas”.

“Pero la figura de la madre, yo y todos, la asociamos espontáneamente con la paz. ¿Qué figura más bella de la paz que una madre con su hijito en brazos? Por ejemplo, la imagen de la Santísima Virgen con el Niño Jesús”.

“El problema de la paz es más profundo de lo que se piensa porque la paz no es la mera ausencia de guerra, la mera ausencia de conflicto, de violencia”.

“Creo que en la sociedad argentina de hoy se percibe claramente que no hay una paz consolidada. Las tensiones subterráneas que a veces afloran a la superficie, una violencia apenas contenida, brotes de exasperación, todo eso indica que no hay paz, que falta una auténtica paz en la sociedad argentina”.

“Espontáneamente, cuando se habla de paz, auténtica si no hay plena justicia. Las relaciones de justicia son muy complejas en una sociedad como la moderna. No basta la mera relación entre personas sino que también influye la relación de cada uno con el todo social y la relación de la comunidad con cada uno de sus miembros, especialmente con los más necesitados. La paz social depende de la plena vigencia de ese conjunto de relaciones de justicia”.

“Muchas veces, esta exasperación que se nota en la sociedad argentina está vinculada a un hecho constatable: mucha gente piensa que no le hacen justicia”, que no le reconocen sus derechos”.

“La fórmula tradicional de la justicia es: a cada uno lo suyo. Si cada uno no puede ser quien es y no lo reconocen como lo que es y no le dan su derecho, entonces no se siente tratado con justicia y lógicamente tiende a reclamar lo que le corresponde”.

“Cuando estas relaciones injustas se multiplican entonces se crea un clima de falta de paz. Ahora bien: ¿cómo se asegura la justicia en una sociedad? Es una tarea muy compleja, que corresponde en primer lugar a los que tienen la conducción de la sociedad política, pero que de algún modo también corresponde a todos los ciudadanos, a todos los habitantes de un pueblo determinado”.

“Creo que el problema de la justicia, de dar a cada uno de los suyo, de hacer y facilitar que cada uno sea quien es tiene que ver con la verdad, con el reconocimiento de la verdad. La verdad es la realidad, es la naturaleza de las cosas”.

“En la Argentina de hoy, me parece, que estamos camuflando la verdad, no queremos reconocer la verdad, estamos viviendo un mundo de ficciones, cuando no de escamoteos conscientes, o sea de mentiras, que ponen entre paréntesis la realidad”.

“Por eso es necesario convertirse a la verdad para poder vivir en la justicia, para poder tener un sentido correcto de lo que es justo y poder hacer lo justo; entonces sí se podrá disfrutar la paz”.

“El hombre está hecho para la verdad, para la justicia, pero la justicia sola no basta; hace falta un poco más, hace falta el amor, la solidaridad, la caridad, la amistad social. Entonces sí empezaríamos a disfrutar de la paz”.

“La sinceridad en el reconocimiento de la verdad, el empeño en practicar la justicia, la inclinación a procurar la concordia, todo esto es necesario –aunque difícil- para asegurar la paz”.

Mons. Héctor Aguer, arzobispo de La Plata

NOS QUITAN LA CIUDADANÍA Y SEREMOS UN PUEBLO DE APÁTRIDAS

Por Cosme Beccar Varela *
26 de Octubre del año 2009 - 934


A paso cadenciado, continuidad y unidad invariable de objetivo, prosigue el plan de la "intelligentzia " marxista que gobierna bajo la máscara de los Kirchner desde atrás de las bambalinas. Como he dicho cien veces en estas páginas, es imposible que una política que está acabando con nuestra religión, nuestra cultura, nuestras libertades y nuestro futuro sea obra de ese infradotado que es Néstor Kirchner y menos aún de esa frívola de mala fama que es la Sra. de Kirchner.

A los tres días de usurpar el poder con el 17,8% de los votos del padrón y la traición de Menem y de Lopez Murphy que renunciaron al "ballotage" en el 2003, las FFAA fueron descabezadas: todos los generales, almirantes y brigadieres con mando en las tres FFAA fueron mandados a retiro y reemplazados por oficiales adictos al régimen que se inauguraba. Poco tiempo después, fue nombrada Ministro de Defensa una ex-montonera fría y descarada, amiga del tirano Chavez, que continuó la obra demoledora de las FFAA. Mientras tanto, eran secuestrados "sine die", sin juicio, sin jueces, sin pruebas, sin las más mínimas formas legales, centenas de oficiales acusados de haber combatido a los terroristas de la década del 70 y amenazando a muchos otros de correr la misma suerte.

Esa podría haberse llamado la "operación reaseguro", o sea, la eliminación de toda posibilidad de que las FFAA pudieran exigir el cumplimiento de la Constitución Nacional, como los obliga a hacerlo su juramento de fidelidad a la Patria y como lo acaban de hacer los valiente militares de Honduras.

Aunque anteriormente hubo graves violaciones a la Constitución que hubieran sido motivo suficiente para que las FFAA intervinieran y exigieran su cumplimiento, no hay duda que cuando Kirchner se quedó en el poder el 25/5/2007, usurpando el cargo presidencial a pesar de haber vencido su período improrrogable de 4 años (art. 78 de la Constitución y 91 de la versión 1994), las FFAA pudieron haber exigido su retiro inmediato y el llamado a elecciones garantizando la libre expresión de la ciudadanía sin presiones ni sobornos del Estado.

Semejante intervención militar hubiera sido perfectamente legítima porque las FFAA son una Institución constitucional para preservar la integridad de la Nación y pueden considerarse como la "ultima ratio regni", el último argumento de la legalidad, cuando todos los demás resortes constitucionales fallan. Por el "principio de subsidiariedad", visto que el Congreso no era más que un apéndice inerte del PE y que la Corte Suprema era una hechura ilegal del propio Kirchner, no quedaba otra salida que la fuerza legal de la espada.

La "operación reaseguro" garantizó por anticipado que eso no fuera posible.

* * *

No quiero alargar este artículo recordando cómo la tiranía fue demoliendo los otros poderes. Sólo quiero mencionar que destituyó a los jueces de la Corte Suprema mediante una burda parodia de juicio político y nombró como "buque insignia" de su nueva Corte al más que dudoso Zaffaroni y después a otros de similar calaña (ver nro. 519, del 16 de Octubre del año 2003 titulado "La corte Suprema ya no existe"). Eso dejó al Estado sin otro poder que el Ejecutivo y éste en manos de la secta demoledora que nos tiraniza.

Ahora inicia otra maniobra que podría llamarse "operación convidados de piedra" que consiste básicamente en crear una clase privilegiada, la de la "dirigencia", corrupta e inepta, encaramada sobre una masa inerte de ciudadanos totalmente imposibilitados de exonerarlos y reemplazarlos. Son ciudadanos sólo de nombre, sin ninguno de los derechos de tales, salvo el de votar a alguno de los delincuentes de la "dirigencia" una vez cada tanto o sea, "convidados de piedra" que no pueden hablar ni actuar de manera alguna en defensa del bien común.

Según informan los diarios de hoy, la pseudo-Presidente intenta presentar pasado mañana un proyecto de ley política que hará imposible toda y cualquier forma de recuperar la integridad moral de la Patria y la vigencia de la Constitución por medio de una acción política.

Es notable el perfeccionismo de la secta marxista que gobierna entre bambalinas. El actual sistema político ha asegurado a la "dirigencia" corrupta e inepta la totalidad del poder. Pero no les basta, porque podría ser que algún partido chico, de repente, en una circunstancia dramática inesperada pudiera capitalizar los votos del pueblo indignado y arrebatarles el poder. Hipótesis tan remota que cualquier persona razonable hubiera descartado como imposible. Entre otras razones porque a la tiranía siempre le queda el fraude como último recurso.

* * *

Pero para terminar de aniquilar todos los derechos políticos de las personas de bien, la tiranía planea firmar con el radicalismo un nuevo "pacto de Olivos" para que sólo existan dos partidos, el peronista y el radical y aunque no lo digan, una izquierda unificada que actuaría como el fiel de la balanza. El mecanismo para conseguirlo -según lo revela Carlos Pagni en un artículo publicado hoy en "La Nación" (26/10/2009, pag. 1)- consistiría en lo siguiente:

a) Eliminar todos los partidos que "no posean un número de afiliados equivalente al 4%o del padrón nacional (hoy serían 111.157afiliados)". Eso dejaría subsistentes sólo al peronismo, al radicalismo y posiblemente a una izquierda unificada.

b) No podrán presentarse candidatos que no hayan sido elegidos en votaciones internas abiertas de los partidos en las que podrán participar todos los ciudadanos, sean o no afiliados, lo cual implica que el peronismo o la izquierda unificada y disciplinada, movilizando a sus bases, podrá imponer candidatos de su gusto en el radicalismo y en un eventual partido independiente "de centro", si existiera, cosa que dudo. Todos los candidatos, por este sistema, serán de izquierda.

c) En toda y cualquier interna tendrá una enorme ventaja quienquiera que maneje el Estado y sus inmensos recursos monetarios. Ahora bien, el Estado está en manos de la tiranía. Luego, los candidatos elegidos no sólo serán de izquierda sino que serán aquellos que acepten cumplir el papel que les indique el gobierno.

d) Las verdaderos patriotas quedan totalmente excluidos de la política porque si formaron un partido serán eliminados al no lograr los 111.157 afiliados exigidos y jamás podrán crear uno nuevo si no lo tienen. La única alternativa que les quedaría (y es inaceptable) sería hacerse peronistas o radicales y competir con los "caciques" corruptos de esos partidos para ser candidatos. Si cometieran la bajeza de hacerlo, habrán dejado de ser "buenos patriotas" y en cualquier caso, jamás conseguirían ser candidatos a la Presidencia de la Nación motivo por el cual, si la traición fuera "táctica" sería inútil. En esta profundidad de nuestra caída sólo los poderes presidenciales pueden rescatar la Nación. Ser "diputado" o intendente de una ciudad, como está archiprobado por la penosa actuación de individuos como Pinedo y Macri (si es que pudieramos considerarlos "buenos patriotas", cosa que niego enfáticamente).

* * *

El Pacto de San José de Costa Rica, de rango constitucional desde 1994 por el art. 75, inciso 22, establece que "todos los ciudadanos deben gozar" del derecho "a ser elegidos" sin que pueda restringirse ese derecho sino "por razones de edad, nacionalidad, residencia, idioma, instrucción, capacidad civil o mental o condena por juez competente en proceso penal" (art. 23).

La actual ley de partidos 23.298, obra del peronismo y del radicalismo en los tiempos de Alfonsín, impone restricciones mayores que esas y exige que el ciudadano sea presentado por un partido reconocido por la Justicia electoral y son tales las condiciones para formarlo y hacerlo valer, que es cosa imposible de lograr para un ciudadano común, como lo he comprobado personalmente.

Pero siempre existe la remota posibilidad de que un grupo de ciudadanos patriotas suficientemente activo lo haga. Para evitarlo totalmente la tiranía ha pergeñado este proyecto de reforma política que no es otra cosa que la creación de un partido único bifronte, al mejor estilo comunista o nazi, de tal manera que no sea posible arrebatarle el poder de ninguna otra manera que por la fuerza. Y como la "operación reaseguro" ha suprimido las FFAA y paralelamente se han creado grupos armados de "irregulares" al servicio de la tiranía (como lo ha hecho ahora Chavez en Venezuela abiertamente), la fuerza la tiene también la tiranía en exclusividad o sea que es inamovible.

Si esta reforma política es aprobada se habrá dado un enorme paso hacia la consolidación de la tiranía, ante la pasividad suicida de los "buenos patriotas".

* * *

La reforma política que debe hacerse es la que he propuesto muchas veces en "La botella al mar" y es la que daría libertad de candidaturas y poder destituyente a las abstenciones, los votos en blanco y los nulos o anulados. De hecho, en las últimas elecciones casi el 50% del electorado se ha abstenido, ha votado en blanco o anulado su voto. Eso revela el rechazo de toda la "dirigencia". Pero la ley no le reconoce a esa indudable protesta valor alguno.

El Uruguay nos acaba de mostrar cómo es importante esta reforma. Allí, el 50% de votos exigido para que un candidato gane en la primera vuelta electoral se calcula tomando en cuenta TODO EL PADRÓN y no sólo los votos válidos emitidos (ver "La Nación" 26/10/2009, pag. 3). Si la ley uruguaya fuera como la de este desgraciado país, el tupamaro Mujica ya sería el presidente electo de la Banda Oriental. Ahora, en cambio, es probable que sea derrotado en la segunda vuelta.

Estamos peor, inclusive, que la Honduras de Zelaya ya que ese aventurero chavista pudo ser destituido legalmente porque el Tribunal Supremo y el Congreso hondureños todavía funcionaban como poderes independientes de la prepotencia presidencial y todos los Obispos de ese país dieron prestamente su apoyo a la salvadora decisión que depuso al usurpador Zelaya.

Aquí todo es sumisión servil, venalidad generalizada y dominación de la izquierda. Y de los Obispos argentinos no puede esperarse nada más que un bla-bla-bla engañoso en sintonía con los planes de la tiranía.

Sólo con mucho coraje y un gran milagro de la Virgen de Luján, Patrona de la Argentina, podremos salvarnos de la tiranía marxista y corrupta que se consolida cada día más. Si termina de consolidarse nos convertiríamos en un pueblo de apátridas. Por mi parte, ya me siento así en una gran medida. Esta argentina no es mi Patria.

*e-mail:
correo@labotellaalmar.com

"LA SUBVERSIÓN EN ARGENTINA" POR GUILLERMO ROJAS, EN LA PLATA

INVITACION A CONFERENCIA EN LA PLATA,
VIERNES 30 OCTUBRE DE 2009

El Centro Manuel Belgrano
invita a Usted a la conferencia
(con posterior debate) titulada


"La Subversión en la Argentina",
que estará a cargo de GUILLERMO ROJAS
(Columnista permanente del mensuario Patria Argentina
y autor de los libros “Años de Terror y Pólvora,
(El proyecto cubano en Argentina 1959-1970)”,
“30.000 desaparecidos realidad mito y dogma”; y
“De Patagones a Cromagnon, Progresismo y sub cultura Rock”)


El encuentro tendrá lugar el próximo
viernes 30 de octubre
, a partir de las
19:30 horas
, en la sede del
Centro Manuel Belgrano, ubicada en
Calle 44, No. 828, entre 11 y 12,
Ciudad de La Plata,
Pcia. de Buenos Aires.

Al finalizar, abriremos un espacio de preguntas y debate.
Esperamos contar con su presencia.
La Entrada es gratuita