Por
Tcnl José Javier de la Cuesta Ávila
(LMGSM 1 /CMN 73)
El anuncio de un senador bonaerense de su
propuesta de activación del "Servicio Militar Obligatorio" (SMO)
motivó la opinión sobre el mismo en los diversos medios de difusión. El
objetivo de la propuesta está vinculado al tema social y no al de defensa o
seguridad, ya que busca encontrar una solución a los jóvenes "ni-ni"
(no trabajan y no estudian) a los que se supone origen o, a lo menos, motivo,
por su inacción o responsabilidad, de algunos de los problemas actuales de
violencia y, hasta, criminalidad.
El SMO responde a un mandato constitucional
y es legislado, como una metodología de preparación de los ciudadanos para
integrar las Fuerzas Armadas en caso de Guerra, ya que, al finalizar el mismo,
pasan a integrar las "reservas instruidas" que se convocarán como
"complementos" a los "núcleos" militares. Este sistema fue
evolucionando, conforme se producían cambios en los Ejércitos, motivados por la
evolución de la Guerra, armamentos, tácticas, alcances, etc. Pero, quizás, lo
poco comentado, es y ha sido, los efectos de la actividad en nuestro país como
resultante de su aplicación en los tiempos de paz.
Lo
primero que en general se recoge en las opiniones, es la instalación de la
palabra "colimba" (Corre, limpia y barre), una real humorada que se
observa con alguna simpatía, pero, en paralelo, la crítica al trato que recibió
el "conscripto", que ya no es lo anterior, sino que es una
deformación maligna del tema. La "vida militar" no es fácil, simple o
cómoda y el "entrenamiento" puede llegar a ser cruel, vejatorio y
hasta indignante. Ello se produce por la necesidad de lograr un nivel físico,
pero también una calidad intelectual y espiritual, que permita
"vencer" el sacrificio que contiene el combate. Este entrenamiento es
común en todos los países y, los que lo duden, pueden verlo en las películas norteamericanas
sobre el tema. En ellas, un "sargento maldito" se posesiona de sus
"soldados" y les impone tareas, actividades y desafíos en los que, en
la película, hay quien no lo resiste, por lo que sufre, se desgasta y padece
hasta lo indecible o impensable. Siempre, como no podía dejar de ser, el final
es un reencuentro cálido que llega con afecto de camaradas.
El SMO existe en algunos países en la
actualidad, otros los han reemplazado por "voluntarios" y, hasta
algunos, lo tienen como un "trabajo", al que pueden acceder, no tan
solo nacionales, sino también extranjeros. Ello se debe, no tan solo a
criterios o tendencias ciudadanas, sino a la complejidad o capacidad de los
armamentos, cada vez más poderosos y sofisticados. Esta cuestión, en los
últimos tiempos, ha adquirido características específicas provenientes de la
evolución y hasta el impacto de la Cibernética o los diferentes nuevos
instrumentos de presión, que ya no son solo las armas.
Pero,
pese a los cambios, los cuarteles siguen siendo el alojamiento de los militares,
y nunca serán reformatorios o internados de señoritas.
Puede
confundir el "empleo" de los militares en "tiempo de paz",
ya que sus unidades poseen capacidades que pueden atender con éxito desastres,
suplir ante desbordes incontrolables o concurrir organizadamente para
restablecer situaciones, pero siempre respondiendo a la conducción superior del
gobierno, pero nunca como instituciones de cambio de conductas sociales cuya
modificación está en la sociedad misma y, en especial, la educación.
El SMO en Argentina en tiempo de paz fue un
accionar que contribuía a la sociedad en aspectos algunas veces olvidados. Uno
de ellos fue el "registro" de la ciudadanía otorgando la
documentación hasta que fuera reemplazado por el Registro Nacional de las
Personas, otro la "Revisación médica de la clase" en el cual cada
persona, no tan solo era evaluada, sino que se detectaban insuficiencias o
enfermedades que eran derivados a la
atención correspondiente. No se puede dejar de citar las "escuelas
primarias" de los cuarteles, donde se aprendía no tan solo a "leer y
escribir" y se cubría el "analfabetismo", sin dejar de recordar
los "oficios" de mecánicos, carpinteros, cocineros, etc. en que se
preparaban. El tema de los estudiantes era considerado en especial con los
entrenamientos específicos, que no les restaba tiempo en sus cursos. De más
está señalar las diversas condiciones de "excepción" que contemplaba
las situaciones familiares o religiosas, para que el servicio no vulnere
necesidades o principios. No se puede descartar que puede haber habido
situaciones personales que no fueran contempladas o imposiciones de actividades
que no correspondían, pero, es de señalar, siempre existían medios
reglamentarios para atenderlas o corregirlas.
La propuesta del senador bonaerense activó
el tema, pero es de recordar que tiempo atrás, un gobernador de provincia citó
la posibilidad de una especie de variable, pero ambas tienen un sentido de
"contención social", lo que las desvirtúa del objetivo que tienen que
tener las organizaciones militares que se deben contar para la defensa en las
que se está depositando la Soberanía de la Patria.