Por Jorge P. Mones Ruiz
No son pocos los analistas y politólogos argentinos que, lejos de las cámaras de TV y micrófonos de las radios, no descartan que el rumbo político tomado por el gobierno esté suspicazmente direccionado hacia un “posible” o “probable” autogolpe, llevado a cabo por el régimen “K” ante el vertiginoso y dramático avance hacia el caos o colapso del estado.
Claro está, que el destino seguro para esta clase de gobernantes corruptos, de no mediar la perpetuación del poder,“son las rejas”. Y, ante esta alta probabilidad de ocurrencia, el autogolpe se perfila con cierto grado de posibilidad y alternativa conveniente para “zafar”.
Reconozco que no es políticamente correcto denunciar o comentar públicamente este tipo de escenarios fatales. Es preferible y más elegante el pálido divague sobre una realidad percibida interesada y parcialmente, con devaneos sobre las próximas elecciones y analizando las características de los candidatos, opositores y oficialistas, muchos cómplices del kirchnerato, pero todos funcionales al mismo.
Puertas adentro y en apasionadas tertulias, personalidades con un alto conocimiento de la economía, la política, las relaciones internacionales, la sociología, etc., coinciden en una común percepción: no ven a Kristina entregando la banda presidencial … y mucho menos su banda personal, salvo quizás, Boudou.
Son percepciones, no informaciones que nos permiten inferir un quiebre institucional. Pero es preocupante que muchos perciban lo mismo.
Sin embargo, y a título de información, hace pocos días Carlos Kunkel, ex terrorista y hoy diputado, sugirió cínica y sarcásticamente cerrar el Congreso Nacional. Arriesgó esta “fujimorización” en el contexto de la re-reelección de Kristina sugerida camufladamente por su hijo Máximo en su lanzamiento político público ante La Cámpora. Hoy esta ocurrencia juvenil es impensable por anticonstitucional. Pero este obstáculo, ¿en qué medida lo es para un régimen que no se ha destacado por el respeto a la Constitución y sus leyes? Y, por favor, que Holanda tenga a Máxima, no necesariamente significa que la Argentina deba tener a Máximo.
Recuerde, estimado lector, que Kunkel fue el primer premonitor que sugirió años atrás a la actual presidente (entonces senadora) como sucesora de Néstor, y cuando nadie consideraba esta candidatura como posible. Y el “terro-profeta Kunkel” acertó, para regocijo de otra “profetisa”, la stalinista Diana Conti.
La presidente denuncia estallidos sociales y “matineé” de los mismos, conjuras y conspiracionesinternacionales y nacionales, “buitres” de todo plumaje (hasta radios), etc. ¿Será una subconsciente (o no tanto) búsqueda de una profecía autocumplida, deseada y auspiciada por la arquitecta egipcia y exitosa abogada patagónica-platense?
Llama también la atención que el gobierno cambie los juegos criollos del “truco” y la “taba” (siempre caemos de “culo”) por los “palitos chinos”. ¿Acaso especulan con otro tipo de “palitos” orientales? ¿Creerán ahora que “el que apuesta al yuan, gana” ¿Estará en el apoyo “amarillo” el soporte económico-financiero para tratar de aventar la crisis una vez consolidados en el poder? ¿Tiene algo que ver la concesión a China de una amplia zona para la instalación de una plataforma satelital en nuestro territorio, afectando nuestra soberanía e integridad territorial y otros intereses regionales o continentales?
Hace un tiempo muchos no creían verse reflejados en Venezuela, algunos al menos veían borrosa la imagen de la Argentina en ese "espejo". Hoy no son pocos los que , preocupados, ven más nítida nuestra imagen en el mismo. Los divagues públicos de Maduro son perfectamente emulados por Kristina, ambos inspirados por un "pajarico" y por "él". Dios nos guarde.
En fin, lector, lo que acabo de señalar puede parecer disparatado, pero no sería el único disparate que hemos y estamos soportando como sociedad. Al menos alertar sobre situaciones no deseadas, quizás poco probables pero no imposibles, puede servir para desalentarlas y evitar que las runflas se perpetúen en el poder, y que las alternativas políticas que se ofrecen asuman sus roles responsable y patrióticamente, construyendo genuinos y sólidos liderazgos, y eviten, finalmente, que la Argentina persista en su actual rumbo, que conduce inexorablemente hacia el “Estado Fallido”.