El pensamiento de Mons. Richard Williamson
Obispo de la Fraternidad
Sacerdotal San Pío X
Número CCXXXI (231) - 17 de
diciembre 2011
Casi al mismo tiempo que Monseñor
Fellay dejaba saber que la FSSPX
pedirá esclarecimientos sobre el
Preámbulo Doctrinal, la reacción de Roma a las discusiones doctrinales que
tuvieron lugar desde 2009 hasta la primavera de este año, uno de los cuatro
teólogos que tomaron parte en estas discusiones, Monseñor Fernando Ocariz, publicó un estudio “Acerca de la adhesión al
Concilio Vaticano II”. El momento que eligió muestra que todavía no hemos
salido del túnel, ¡al contrario! Pero
veamos sus argumentos, que al menos son claros.
En su introducción declara que el
Concilio “pastoral” fue sin embargo doctrinal.
Lo pastoral se basa en la doctrina. Lo pastoral busca salvar las almas,
lo que implica doctrina. Los documentos del Concilio contienen mucha doctrina. ¡Bien! El Monseñor al menos no va a esquivar las
acusaciones doctrinales presentadas contra el Concilio pretendiendo que no era
doctrinal, como lo han hecho muchos defensores del Concilio.
Luego, acerca del Magisterio de
la Iglesia en general, dice que el Concilio Vaticano II estaba compuesto de los
obispos Católicos que tienen “el carisma de la verdad, la autoridad de Cristo y
la luz del Espíritu Santo”. Negarlo, dice, es negar algo que pertenece a la
esencia misma de la Iglesia. Pero, Monseñor, ¿qué me dice del conjunto de los
obispos Católicos que siguieron la herejía Arriana bajo el Papa Liberio? Excepcionalmente,
aún la casi unanimidad de los obispos puede desviarse doctrinalmente. Si esto
ha ocurrido una vez, puede ocurrir nuevamente. Ocurrió en el Concilio Vaticano
II, como lo demuestran sus documentos.
Continúa declarando que las
enseñanzas no dogmáticas y no definidas del Concilio requieren, sin embargo,
por parte de los Católicos, su asentimiento, llamado “sumisión religiosa de la
voluntad y del intelecto”, lo cual es “un acto de obediencia bien enraizado en
la confianza en la asistencia divina dada al Magisterio”. Monseñor, tanto a los
obispos Arrianos como a los Conciliares, no existe duda de que Dios les ofreció
toda la asistencia que ellos necesitaban, pero que la rehusaron, como está
demostrado en el caso de Vaticano II por la oposición a la Tradición en sus
documentos.
Finalmente Monseñor Ocariz
supone aquello que debe probar cuando arguye que el Magisterio Católico
es continuo y que el Concilio Vaticano II es el Magisterio, luego sus
enseñanzas no pueden estar más que en continuidad con el pasado. Y si aparecen
como una ruptura con el pasado, entonces la actitud Católica ha de ser
interpretarlos de tal manera que tal ruptura no exista, como lo hace por
ejemplo la “hermenéutica de la continuidad” de Benedicto XVI. Pero Monseñor, estos argumentos pueden revertirse.
De hecho hay una ruptura doctrinal, como resulta claro al examinar los
documentos Conciliares en sí mismos. (Por ejemplo, ¿hay -Vaticano II- o no hay –Tradición-,
un derecho humano que permita propagar el error?). Por consiguiente, el
Vaticano II no fue el verdadero Magisterio de la Iglesia y la actitud Católica
es mostrar que existe realmente esta ruptura con la Tradición, como lo hizo el
Arzobispo Lefebvre, y no pretender
que tal ruptura no existe.
Las últimas palabras de Monseñor
son para afirmar que sólo el Magisterio puede interpretar el Magisterio. Lo que
nos hace volver justo al punto de partida.
Estimados lectores, Roma de
ninguna manera ha salido del túnel. Que el Cielo nos ayude.
Kyrie eleison.