Los días próximos a las vacaciones de la llamada Semana Santa son una buena oportunidad para darnos tiempo de pensar sobre algunos temas importantes. A veces conviene interrogarnos sobre lo que realmente pensamos de ellos.
1) ¿Dios existe? R= Con respecto a este punto, y desde la Filosofía (Aristóteles, etc), hace ya mucho que se contesta por la afirmativa. Todas las teorías sobre el comienzo del mundo y del hombre, aún las más disparatadas, deben reconocer un creador, "primer motor inmóvil", o como se lo quiera llamar.
2) ¿Jesucristo existió? R= Históricamente las pruebas d su existencia son masivas, desde que vivimos en su era,hasta documentación que ni de lejos poseen los que sostienen la existencia de otros personajes universalmente aceptados.
3) ¿Jesucristo es quién dijo ser, o sea Dios? R= Acá la alternativa es: a) que ES DIOS, cosa probada ampliamente por sus milagros, su santidad de vida, su cumplimiento de profesías antiquísimas, la santidad de su doctrina invariable en la Iglesia por Él fundada, los miles de frutos de santidad y martirio en la historia humana,etc..., ó b) que no sería Dios. En este caso no se trataría de una persona virtuosísima y excepcional ser humano como algunos quieren presentarlo; se trataría de un psicópata mitómano y malvado, que se proclamó como divinidad, engañó con sus poderes, exigió que le siguieran hasta la muerte si fuera preciso abandonando a los seres más queridos y desprendiéndose de los bienes legítimamente conseguidos....
4) ¿Se puede seguir a Cristo afuera de la Iglesia?: Se puede tratar de hacerlo por ignorancia pero sería precisamente "no seguir" lo que Él nos indicó, ya que la Iglesia fué fundada por Cristo dándole el gobierno de la misma a Pedro y a sus sucesores ("Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia"). A esta misma Iglesia le ordenó en el momento de su ascención "Id y predicad a todas las gentes, enseñando lo que os he enseñado, y bautizándolas en el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo", y prometiéndole su asistencia: "Yo estaré con vosotros, hasta el fin de los siglos".
5)¿y para qué sirve la Iglesia?: La Iglesia guarda el depósito de la Fe, y nos aclara infaliblemente (prerrogativa del Papa) lo correcto en la Fe y en las costumbres (entendido ésto con inteligencia). La Iglesia nos dá los Sacramentos instituidos por Jesús para darnos su gracia necesaria para salvarnos.
La Reconciliación (o Confesión), es el Sacramento del Perdón de los pecados por parte del mismo Dios, usando como instrumento al sacerdote: a poco de su resurrección Jesús dijo a sus apóstoles "Recibid el Espíritu Santo: a aquellos que les perdonéis sus pecados, les serán perdonados, y a los que se los retengáis, les serán retenidos". Ésto es ASÍ, antes que nada porque así lo dispuso el Señor, y conviene valorar el inmenso regalo que supone el tener la absoluta certeza de ser perdonados por Dios cuando nos confesamos arepentidos, quedando totalmente limpios, "0 Km". "El que dice no tener pecado es un mentiroso" nos recuerda el apóstol Juan, que obviamente se incluía entre los pecadores. Por éso siempre será necesaria la confesión. Reconocemos ante Dios (en persona del sacerdote) el haber pecado, el haberle ofendido, y le pedimos perdón. Debemos procurar pensar y en lo posible sentir que el dolor es por la ofensa a Dios, aunque también nos duelan los efectos sobre nuestra persona, el prójimo, etc. Si nos "confesáramos nosotros mismos a Dios en nuestro interior", todo quedaría confinado a nuestra subjetividad sin juez que juzgue la realidad y gravedad del pecado, el arrepentimiento, el propósito de enmienda, y que nos confirme explícitamente que en efecto hemos sido perdonados. Pensemos lo extraño que sería que después de haber ofendido a una persona, le pidiéramos disculpas sólo en nuestro interior...y ¡ya está!..
La Eucaristía es el mismo Dios que se nos dá como veradero alimento para fortalecernos en nuestra debilidad, renovando la entrega que hizo por nosotros en su pasión y muerte; en la Sagrada Comunión está Cristo con su Cuerpo, Sangre, Alma, y Divinidad. El Señor ha prometido "El que coma mi carne y beba mi sangre tendrá vida eterna..."
6) Conocemos mucho miembros de la Iglesia que son grandes pecadores, y encima hipócritas y falsos que juzgan permanentemente a los demás, y se creen mejores. Hasta podríamos mencionar gravísimas faltas en algunos ministros de la Iglesia..., ¿tiene sentido que yo deba recibir sacramentos, -confesarme por ejemplo con semejantes basuras?
Más allá de las miserias personales, el sacerdote aunque fuese un canalla, tiene el poder de administrar validamente los sacramentos. Ya Tata Dios le ajustará luego las clavijas a él; en el juicio personal nos preguntará el Señor sobre nuestros pecados, y no sobre los del cura, del vecino, del jefe, o de la suegra. Por otro lado buscaremos un sacerdote bueno, como cuando debemos ver al médico, buscamos uno bueno, y si caemos en uno malo, buscaremos mejor; lo que razonablemente no haremos es renunciar definitivamente a ver más médicos.
Además, ojo con los chismes y con juzgar a nadie..., lo que vale para los curas y para cualquiera. En todo caso y si fuera necesario, un principio elemental es el derecho a la defensa, la obligación de escuchar las dos campanas.
Un buen hijo de la Iglesia procurará dar parte a las autoridades eclesiásticas correspondientes de las faltas graves que le consten personalmente, haciéndolo con las autoridades civiles cuando constituyan delito. En caso de no tener constancia personal, se podrá acercar la sospecha o rumor consignándolos como tales y con la prudencia del caso alas autoridades que correspondan.
7)¿Es posible salvarse? ¿No se salvarán todos al final, y el infierno fué un recurso de "motivación negativa"?
Dios "Quiere que todos los hombres se salven", por que nos ama uno a uno y con locura tal que explica su Encarnación, Pasión, y Muerte en la Cruz. Es infinitamente misericordioso, y nos perdonará todas las veces que sea necesario, como el mejor de los padres que efectivamente es. Lo que no es es un abuelito estúpido a quién se engaña pidiendo perdón, con toda la intención de seguir jorobándolo.....
Dios nos indicó claramente el camino en el decálogo (Las diez máximas para ser felices). Nuestro creador nos regaló las "instrucciones de uso" para nuestras personas, cuando no las seguimos no funcionamos correctamente y nos estropeamos. La Iglesia completa la indicación correcta a lo largo de la vida del mundo y de nuestras circunstancias personales.
Así que tenemos claramente señalado el camino, la fuerza para recorrerlo (por la gracia de Dios cuya vertiente privilegiada son los sacramentos), y la inmediata reparación (entrar a "boxes") con el sacramento de la reconciliación.
Pero Dios respeta nuestra libertad, y podemos elegir "hacer la nuestra", y rechazarlo, la privación de Dios eternamente, sin esperanza, es el infierno. En él se sufre muchísimo y para toda la eternidad. Si las almas del infierno se arrepintieran y amaran a Dios, se salvarían, pero no "les sale", pues se han pasado la vida rechazando a Dios permanentemente, y su voluntad se ha fijado en ese rechazo, que es odio, por la eternidad. Con la muerte, "como cae el árbol así queda orientado... "
Así que el que va al infierno, se manda solito. Jesús lo menciona bastante más de diez veces en los Evangelios.
Seguramente muchos de ustedes podrán aportar otros interrogantes y sus respuestas. El tema es muy vasto, por no decir infinito. Creo que el cristiano tiene el privilegio de saber perfectamente de dónde sale, lo que tiene que hacer, y a dónde se encamina. Todo ésto creo que brinda una serenidad de fondo, a lo que se agrega la felicidad de sabernos amados incondicionalmente por Dios (con todas las miserias y defectos que presentamos, reconocidos o no), que nos quiere infinitamente más de lo que nos queremos a nosotros mismos. El problema es que a veces no queremos enterarnos. Estos días de descanso pueden ser una buena oportunidad para hacerlo (yo también).
Efraín Páez de la Torre
DNI 11263140
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