Por Carlos Manuel Acuña
Estaba escrito: la economía ya es
el gran enemigo declarado del oficialismo y se convertirá en el centro de todos
los ataques políticos, la víctima propiciatoria para achacarle las
responsabilidades del fracaso y de las medidas antipáticas que deberán adoptarse
en el futuro cercano. La economía, así a secas, será la causante de todo lo que
ocurra, de todo lo que nos sucederá a los argentinos y por cierto quedarán
lejos los momentos sonrientes, las frases altisonantes con que se impulsó el
consumismo preelectoral, el gran buscador de votos para cumplir lo que siempre
vaticinamos: el kirchnerismo no abandonará el poder aunque las circunstancias
se muestren adversas e insuperables. Cabe entonces, observar el escenario que
se dibuja lentamente en el campo social y esperar para sopesar lo que sucederá
cuando la inestabilidad se acentúe, cuando llegue el momento de vencer a este
nuevo oponente inexorable, poderoso y extendido más allá de las fronteras. La
economía, siempre invencible y ajustada a reglas precisas que cuando se las
ignora, permanecen a la espera de volver al escenario; ahora se prepara para
reinar en la Argentina
bajo nuevas instancias y concretamente, librar una carrera contra el reloj
electoral del cristinismo.
En otras geografías, ya mostró
los dientes cuando los errores diplomáticos determinaron que se muevan algunos
resortes para negarle al país un pequeño crédito internacional. Cuando Cristina lo supo antes de su viaje a
los Estados Unidos, se tiró de los pelos, gritó en la soledad de su despacho
mientras se cerraban puertas para evitar que se escuchen los alaridos de
protesta; fue entonces que Amado Boudu
sufrió un derrape en las duras palabras de la Presidente, pero de eso
se enteró más tarde: en sus inquietudes, primero estaba su nueva guitarra para
la gran música que lo espera a partir del 23 de octubre. La sombra de una
segunda vuelta ni siquiera lo alcanzaba en sus pensamientos y muy lejos en sus
elucubraciones, la posibilidad de la despedida de De Vido en el futuro gobierno apenas si era una señal leve de
inquietud. Tampoco lo alcanzaba - ni le alcanza - por el momento, la
inestabilidad del ministro sin cartera Horacio
Verbitsky o las peleas internas de Randazzo
que pueden modificar la tranquilidad de la victoria electoral que da por descontada.
Tampoco le preocupa quien ocupará su sillón en el ministerio de Economía que
cambiará por el de la presidencia del Senado de la Nación. ¿Cual será su
verdadero derrotero político...? Por el momento sólo le interesa avanzar en las
conversaciones con los organismos internacionales de crédito donde las sonrisas
tienden a apagarse, a volverse cada vez más heladas en tanto no sabe cómo
contestar las preguntas difíciles de funcionarios extranjeros a los que nada
les interesa el rock, esa gran pasión juvenil que tanto le ha servido. Sólo
sabe que su gestión en el nivel dirigente del que no quiere bajarse, estará
acompañado por otros jóvenes de La
Cámpora que serán los nuevos funcionarios. ¡Ellos sí que
entienden de música!.
Mientras Cristina dejaba de gritar y Amado
elegía guitarras, en el Banco Central de la Argentina cada vez más
rápido sacan cuentas de la catarata de dólares que buscaron nuevos destinos en
otras latitudes. Setenta mil millones desde el 2007 cuando la era kirchnerista
pasaba por su mejor momento. Ayer, después que la semana pasada celosos
funcionarios de la AFYP
fueron sacados con "cajas destempladas" de las sucursales de los
principales bancos ubicados en las ciudades más importantes del interior donde
se negaron a señalarles aquellos clientes que compraban o vendían dólares, la
institución rectora del sistema monetario nacional autorizó un nuevo drenaje de
reservas. Millones y millones de dólares salen rumbo a los Estados Unidos de la
mano de algunos financistas simpáticos a la Casa Rosada. Aquí, la
divisa es comprada a algo más de 4,20 pesos y revendida en Nueva York a casi
4,70 pesos. Allí se compran "papeles argentinos" que son recomprados
por el Central y así se organiza y funciona una interesante cadena que drena
cada vez más rápido las reservas que convierten a nuestros pesos en "papel
pintado". ¿Será por eso que quieren suprimir la figura de Julio Argentino
Roca de los billetes de cien pesos?. Todo un homenaje al padre de nuestra
soberanía territorial a quien en un programa radial se propuso reemplazar por Charlie García o Armando Maradona, es decir, toda una expresión de la Argentina que vivimos.
Luego se tranzó por Hipólito Irigoyen
para contentar a los radicales pero no nos apartemos del tema central ¿Qué es
lo que determina que el Banco Central de la República autorice
operaciones como la que dejamos descripta más arriba? Sería bueno tener una
respuesta.
También para otros interrogantes
como los que se formulan los analistas más sensatos. Por ejemplo, que es lo que
sucederá cuando se acaben los subsidios y miles y miles de personas - jóvenes,
no tan jóvenes, viejos, mujeres, madres y padres de familia o sus hijos también
beneficiados - dejen de percibir los apreciados pesos que les regalan
mensualmente. Algunos se imaginan el inicio de un caos más avanzado y
manifiesto. Otros esperan violencia y se preguntan cómo será ese escenario
lleno de piqueteros, en las calles y en las rutas, cargados de necesidades, de
una incomodidad en la que no creyeron cuando se les avisó. Están los que todavía
creen que una buena cosecha de soja volverá a poner al campo en condiciones de
ser exprimido como siempre sucedió en esta clase de crisis. Los más realistas
recuerdan las viejas amenazas que nunca se cumplieron como, por ejemplo, las
incautaciones a las cajas de seguridad, la nacionalización de las exportaciones
o la estatización financiera que ya dejaron su experiencia. Entonces, están los
que ven a los compradores de dólares en pequeñas cantidades pero que sumados
convierten a la catarata que vacía al Central en una cifra cada vez más
importante. Los imaginan a la espera de una suba del valor del billete que ya
es estimada en más de seis pesos y otros se animan a elevarla a diez. Estos
compradores - o especuladores hormiga - son los mismos que repiten el sonsonete
de "Cristina ya ganó" y hasta arriesgan una simpatía en favor de ese
voto aunque reconozcan en voz baja que existe un fraude preelectoral que se
complementará con el cibernético en la noche del 24.
En fin, la Argentina es así. Se
sabe del fraude, del incendio de las urnas con las pruebas, de las voluntades
compradas, de la incertidumbre permanente, de los políticos que cambian de
partido para volver a cambiar otra vez o bien a prepararse para pasarse a otros
bloques, de la guitarra de Boudou,
de los gritos de Cristina, de la
explosión misteriosa de Esteban Echeverría, de futuros jovencitos que serán
ascendidos a ministros, secretarios o directores ¿Algunos embajadores tal vez?
También se conoce el drama de la inseguridad, del narcotráfico, del casi doble
millar de pistas clandestinas, de las amenazas cotidianas, de la indefensión,
de la juventud financiada pero sucumbida por el delito, de la corrupción a gran
escala, de la gigantesca estafa de las Madres de la Plaza de Mayo, del
comportamiento de los parricidas Schoklender,
de los papelones de Timerman, de las
graves acusaciones contra Jaime -
por citar ese ejemplo como al pasar - de los escándalos de Zaffaroni y Oyarbide, de
otros jueces prevaricadores, del intento por reformar la Constitución Nacional
para confirmar nuestro anticipo de que el kirchnerismo no abandonará el poder
aunque pierda las elecciones. Pero nada importa. Ahora se instalará en la
escena al gran enemigo y sus constructores, a la gran culpable llamada Economía
que será acusada en medio de la ignorancia de que ella, bien o mal, siempre
gana.