ALGO SOBRE EL MARTÍN FIERRO, SOBRE MENÉNDEZ Y PELAYO, SOBRE UNAMUNO, SOBRE GÁLVEZ Y SOBRE MARECHAL
En la foto: El Martín Fierro dibujado por Fontanarrosa
Por SILVIO H. COPPOLA
Como todos sabemos, José Hernández (1834-1886), fue el inmortal autor de lo que la crítica ha definido como nuestro “poema nacional”. Con “El gaucho Martín Fierro” (1872) y con “La vuelta de Martín Fierro” (1879), compuso toda una sinfonía sobre la azarosa vida del gaucho y sus vivencias diarias, sus luchas, sus pasiones y su afán de libertad. Cuando aparece el trabajo de Hernández, fue despreciado por la crítica, pero asimilado inmediatamente por el pueblo, quien reconocía en el protagonista, algo que le era propio. Lo que dio origen a la segunda parte del poema años después.
Aquél desprecio fue cambiando poco a poco y en su obra “Antología de poetas americanos”, de fines del S.XIX, Marcelino Menéndez y Pelayo (1856-1912) desde España, señalaba la importancia del poema, en lo que coincidía con Miguel de Unamuno (1864-1936), quien lo consideraba como “la poesía de sus pampas”, “el canto del luchador”, épico y lírico, “hondamente español”. Estas opiniones, hicieron mucho en cambiar la de nuestros críticos, que fueron dejando poco a poco sus valoraciones extranjerizantes en lo que respecta a lo propio y asumiendo los valores del Martín Fierro. Comparado ya con el Poema de Mío Cid. Así Manuel Gálvez (1887-1955) afirmaba en 1913 que “Martín Fierro representa a mi entender, el más alto momento de las letras castellanas”.
Un párrafo aparte, merece Leopoldo Marechal (1900-1970), quien hizo una “Interpretación social, histórica y literaria del Martín Fierro”, verdaderamente magnífica, conferencia que fuera pronunciada primeramente en 1955 en la entonces Radio del Estado, en épocas del gobierno peronista. La misma fue repetida años después, en el diario “La Opinión” del 25 de junio de 1972. Actualmente se la puede encontrar en diferentes ediciones del poema y en particular en el libro “Mi vida con Leopoldo Marechal”, de Elbia Rosbaco Marechal, Edit.Paidos, Buenos Aires, 1973, pág.110 y stes. Dada su importancia resumiré a continuación sus conceptos más importantes, los que indican palmariamente el amor del autor, no sólo sobre el tema tratado, sino sobre nuestra patria, a la que ve en todo momento con un canto de orgullo y de esperanza.
El Martín Fierro constituye el arte de ser argentinos y americanos.
Nace como un gran poema, desechando copias extrañas o complejos de inferioridad respecto a lo nuestro.
Tiene un mensaje lanzado al futuro. Una profecía sobre la patria. Hernández le da al poema un sentido simbólico.
Es un llamado dirigido a la conciencia nacional. Para restaurar en la segunda mitad del S XIX, los valores nacionales, materiales, espirituales y morales que se enajenaban.
Es un mensaje para todos los argentinos. Pero ¿quién lo escucha? Cuando aparece, no lo reciben ni los dirigentes ni los intelectuales (1872). Ellos estaban influidos por lo extranjero. El PUEBLO sí recibe ese mensaje, para venerar al “ser nacional”. Para recuperarlo de la enajenación y del olvido.
Los etnógrafos despreciaron al gaucho como mezcla de razas, para el sociólogo es un inadaptado a la civilización, contrario al Progreso, el que nunca se detendrá. Sin embargo, en el poema el gaucho defiende el orden y la familia que le hicieron perder. Y a la religión. Y elogia al trabajo de campo que hacía el gaucho.
El gaucho vivía tranquilo y en familia, pero de pronto (liberalismo) se ataca el propio “ser nacional” y el gaucho por su lealtad a este, se hace rebelde y entonces se lo persigue. Hernández, tal vez sin proponérselo, da a su poema un sentido simbólico.
El Martín Fierro es un canto de gesta, una epopeya. ¿Quién es el héroe? En sentido literal el gaucho, pero en sentido simbólico es el “ser nacional” en un momento crítico de la historia. Es cuando el pueblo argentino, emerge de las luchas por la independencia y civiles que ha protagonizado. Entonces se ve atacado por un nuevo orden de cosas (después de la caída de Rosas en 1852), que va contra el auténtico “ser nacional”. Este es representado por los infortunios del gaucho Martín Fierro. Es derrotado y tiene que refugiarse en el desierto. Allí se purifica. Se abraza a la tierra y al ver a la Cautiva, a la que salva, siente el drama de la nación entera, que se encuentra cautiva del extranjero, abandonando al “ser nacional”. El gaucho, al rescatar a la mujer cautiva, rescata a la Patria y con ella vuelve de la frontera.
Al regresar encuentra a sus dos hijos y cuando escucha el relato de estos, ve que en su ausencia, se ha enajenado aún más al “ser nacional”. Así los “consejos” del viejo Vizcacha, representan el estilo contrario al ser nacional, ya que se adaptan a la forma invasora y materialista y se hace su cómplice.
El momento fundamental del poema, es la despedida de Martín Fierro, cuando se va a separar de sus dos hijos y del hijo de Cruz, ya que les transmite a modo de consejo, la ética del “ser nacional” y su filosofía de vivir, para que basen en ellas su acción futura. Y ellos se alejan por los cuatro puntos de la Patria. Con una promesa, secreta, que no puede ser otra que el rescate del “ser nacional”, el carácter propio de los argentinos. Por el pueblo, como único protagonista de su destino, haciendo resaltar sus valores, desechando así lo extranjerizante y antiargentino.
LA PLATA, enero 30 de 2009.
Como todos sabemos, José Hernández (1834-1886), fue el inmortal autor de lo que la crítica ha definido como nuestro “poema nacional”. Con “El gaucho Martín Fierro” (1872) y con “La vuelta de Martín Fierro” (1879), compuso toda una sinfonía sobre la azarosa vida del gaucho y sus vivencias diarias, sus luchas, sus pasiones y su afán de libertad. Cuando aparece el trabajo de Hernández, fue despreciado por la crítica, pero asimilado inmediatamente por el pueblo, quien reconocía en el protagonista, algo que le era propio. Lo que dio origen a la segunda parte del poema años después.
Aquél desprecio fue cambiando poco a poco y en su obra “Antología de poetas americanos”, de fines del S.XIX, Marcelino Menéndez y Pelayo (1856-1912) desde España, señalaba la importancia del poema, en lo que coincidía con Miguel de Unamuno (1864-1936), quien lo consideraba como “la poesía de sus pampas”, “el canto del luchador”, épico y lírico, “hondamente español”. Estas opiniones, hicieron mucho en cambiar la de nuestros críticos, que fueron dejando poco a poco sus valoraciones extranjerizantes en lo que respecta a lo propio y asumiendo los valores del Martín Fierro. Comparado ya con el Poema de Mío Cid. Así Manuel Gálvez (1887-1955) afirmaba en 1913 que “Martín Fierro representa a mi entender, el más alto momento de las letras castellanas”.
Un párrafo aparte, merece Leopoldo Marechal (1900-1970), quien hizo una “Interpretación social, histórica y literaria del Martín Fierro”, verdaderamente magnífica, conferencia que fuera pronunciada primeramente en 1955 en la entonces Radio del Estado, en épocas del gobierno peronista. La misma fue repetida años después, en el diario “La Opinión” del 25 de junio de 1972. Actualmente se la puede encontrar en diferentes ediciones del poema y en particular en el libro “Mi vida con Leopoldo Marechal”, de Elbia Rosbaco Marechal, Edit.Paidos, Buenos Aires, 1973, pág.110 y stes. Dada su importancia resumiré a continuación sus conceptos más importantes, los que indican palmariamente el amor del autor, no sólo sobre el tema tratado, sino sobre nuestra patria, a la que ve en todo momento con un canto de orgullo y de esperanza.
El Martín Fierro constituye el arte de ser argentinos y americanos.
Nace como un gran poema, desechando copias extrañas o complejos de inferioridad respecto a lo nuestro.
Tiene un mensaje lanzado al futuro. Una profecía sobre la patria. Hernández le da al poema un sentido simbólico.
Es un llamado dirigido a la conciencia nacional. Para restaurar en la segunda mitad del S XIX, los valores nacionales, materiales, espirituales y morales que se enajenaban.
Es un mensaje para todos los argentinos. Pero ¿quién lo escucha? Cuando aparece, no lo reciben ni los dirigentes ni los intelectuales (1872). Ellos estaban influidos por lo extranjero. El PUEBLO sí recibe ese mensaje, para venerar al “ser nacional”. Para recuperarlo de la enajenación y del olvido.
Los etnógrafos despreciaron al gaucho como mezcla de razas, para el sociólogo es un inadaptado a la civilización, contrario al Progreso, el que nunca se detendrá. Sin embargo, en el poema el gaucho defiende el orden y la familia que le hicieron perder. Y a la religión. Y elogia al trabajo de campo que hacía el gaucho.
El gaucho vivía tranquilo y en familia, pero de pronto (liberalismo) se ataca el propio “ser nacional” y el gaucho por su lealtad a este, se hace rebelde y entonces se lo persigue. Hernández, tal vez sin proponérselo, da a su poema un sentido simbólico.
El Martín Fierro es un canto de gesta, una epopeya. ¿Quién es el héroe? En sentido literal el gaucho, pero en sentido simbólico es el “ser nacional” en un momento crítico de la historia. Es cuando el pueblo argentino, emerge de las luchas por la independencia y civiles que ha protagonizado. Entonces se ve atacado por un nuevo orden de cosas (después de la caída de Rosas en 1852), que va contra el auténtico “ser nacional”. Este es representado por los infortunios del gaucho Martín Fierro. Es derrotado y tiene que refugiarse en el desierto. Allí se purifica. Se abraza a la tierra y al ver a la Cautiva, a la que salva, siente el drama de la nación entera, que se encuentra cautiva del extranjero, abandonando al “ser nacional”. El gaucho, al rescatar a la mujer cautiva, rescata a la Patria y con ella vuelve de la frontera.
Al regresar encuentra a sus dos hijos y cuando escucha el relato de estos, ve que en su ausencia, se ha enajenado aún más al “ser nacional”. Así los “consejos” del viejo Vizcacha, representan el estilo contrario al ser nacional, ya que se adaptan a la forma invasora y materialista y se hace su cómplice.
El momento fundamental del poema, es la despedida de Martín Fierro, cuando se va a separar de sus dos hijos y del hijo de Cruz, ya que les transmite a modo de consejo, la ética del “ser nacional” y su filosofía de vivir, para que basen en ellas su acción futura. Y ellos se alejan por los cuatro puntos de la Patria. Con una promesa, secreta, que no puede ser otra que el rescate del “ser nacional”, el carácter propio de los argentinos. Por el pueblo, como único protagonista de su destino, haciendo resaltar sus valores, desechando así lo extranjerizante y antiargentino.
LA PLATA, enero 30 de 2009.
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