Por Alberto Buela
Parodiando la inscripción de la espada de César Borgia hemos titulado este breve artículo: O Perón o nada, a propósito de las próximas elecciones de octubre, porque consideramos que la coyuntura es favorable para que una vez por todas el peronismo pueda elegir candidatos verdaderamente peronistas y no extra partidarios como viene sucediendo desde siempre.
Recordemos que ya desde la época del General, la democracia cristiana, el conservadorismo popular, el desarrollismo y tantos otros han colado candidatos dentro de las listas peronistas, que una vez electos siempre han traicionado a quien les permitió el acceso a los cargos. El último engendro fue el frente para la victoria creado por el kirchnerismo que terminó con la emblemática traición del vicepresidente Cleto Cobo.
¿Y por qué es favorable la ocasión? Porque el kirchnerismo, como los viejos gauchos que se fueron al tranco para que vean los gringos que no tenían miedo, está lentamente en retirada. Desde la derrota innecesaria con el desmanejo en el enfrentamiento estéril con el campo se ha quedado en la práctica sin “oficialistas”, no lo son ni algunos de los propios ministros del gabinete nacional, y sus primeras espadas abandonaron el discurso progresista de la transformación social para defender la formalidad democrática y terminar conformándose con ello (ver últimas declaraciones del diputado Kunkel).
Y por el lado de la oposición se viene constituyendo un frente triple con el liberal Macri, el voluble Solá y el ignoto de Narváez. Del gobernador de la ciudad de Buenos Aires, lo mejor que se puede decir es que es un liberal avant la lettre con todos los vicios de esta forma de ser en el mundo: desmedido e ilimitado afán de lucro, individualismo o “menefreguismo”: yo me llamo Juan Palomo, yo me lo gano y yo me lo como, ceguera ante la necesidad de los demás sobre todo los más pobres y dependencia de los poderes indirectos o lobbies (uno de los cuales está al servicio de los intereses de su inescrupuloso padre). Del primer diputado por Buenos Aires y ex gobernador de la provincia podemos decir que fue hacienda propiedad de Cafiero, de Menem, de Duhalde y de Kirchner, es un ternero al que ya no le alcanza el cuero para ponerle las marcas. Quien traiciona una vez puede traicionar siempre. Y del colombiano, que es un parvenu al peronismo, llegó hace dos o tres años, viene del mundo liberal y que no condice con la presencia típica del peronista un candidato que venga con un grabado chino en el cogote.
Si fuera acertada nuestra descripción, estas dos vertientes dentro del amplio espectro del peronismo y su interna política nos está brindado la posibilidad a los auténticos peronistas para poder exigir que para la elecciones de octubre próximo seamos nosotros los candidatos del peronismo, los que quedamos afuera de esta falsa disyuntiva.
La verdadera disyuntiva, la que tenemos desde las bases que exigir a las autoridades partidarias de las diferentes provincias, a los presidentes del partido, al Consejo Nacional, a los “fragoteros” que están detrás del armado de las listas es Aut Perón aut nihil = O Perón o nada, que los verdaderos y auténticos peronistas, aquellos que están convencidos del valor y vigencia de las veinte verdades sean finalmente los candidatos.
Sé que pedirle a los oligarcas del partido enquistados en el poder es como pedirle peras el olmo, pues entonces lo que hay que hacer es exigir, condicionar, determinar con acciones directas e indirectas de disconformidad sobre las cosas como están para que las conducciones respectivas del partido en los niveles nacionales, provinciales y municipales “abran el partido peronista” a sus miembros más genuinos y convencidos, para que sean éstos finalmente los que lleven adelante el ideario peronista aun no realizado.
Aquellos candidatos que se puedan llegar a presentar bajo el lema: O Perón o nada son los únicos que podrán decir que llegan a las instancias de poder para llevar a cabo la revolución inconclusa, la revolución pendiente que el peronismo le debe aún a Argentina y a América.
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