Por Silvio H. Coppola
No de una sociedad anónima ni de una empresa en quiebra. Aquí se trató de gran parte de los bienes, de gran parte de la riqueza acumulada por el país en toda su existencia. Habiéndose desdecido de todas las afirmaciones que hiciera durante la campaña electoral, el ya en ejercicio presidente de la nación Carlos Menem, que asumiera a fines de 1989, comienza prontamente la liquidación del país. Él fue quién dio la voz de avanzar, en un terreno previamente abonado por gran parte del periodismo político, ignorante, acomodaticio y vendepatria.
Con ejemplos que lamentablemente aún perduran. Así fue como se tramó y estructuró la privatización de las principales empresas del estado argentino. Hecho que no sólo fue aceptado en su momento por el partido político gobernante, sino por la casi totalidad del espectro partidista.
Para tal efecto no solamente hubieron presiones de todo tipo, lavado de cerebros a toda hora, sino que también hubieron coimas muy efectivas y no sólo en dólares estadounidenses, sino también en flamantes acciones de las nuevas sociedades. Todo muy lamentable, no sólo desde el punto de vista del despojo, sino además del orgullo nacional, cuando se veía que el país caía más que nunca en la sumisión y además encabezado por un partido que fuera movimiento nacional, en la peor entrega de toda nuestra historia.
A este corto introito, cabe agregar que muchos de los que activa o pasivamente estuvieron en esta defección, todavía ejercen cargos públicos y no precisamente de menor importancia. Podrían ser mencionados aquí, pero todos saben sus nombres y desde luego, vender materialmente a la patria no conlleva ningún castigo ni constituye ningún delito.
Quiero agregar un comentario que en una nota que escribí entonces, manifiesta toda mi indignación y toda mi impotencia ante todos estos hechos, sin cambiar ni agregar nada, ya que me parece que conserva interés para señalar y marcar toda una época de degradación de la patria:
“27 de junio de 1990: Se remata al país. Al mejor postor o al que de las mejores comisiones. Ayer se anunciaba la adjudicación de ENTEL. A medias a sociedades de aparente capital español y norteamericano. Por todo, parece que se reciben “cash” según el ministro Dromi, unos U$S 500 millones. Y el resto, casi todo hasta completar unos 5.000 millones, en “títulos de la deuda pública” a su valor nominal. El valor real debe de ser el 15% más o menos de este valor nominal. O sea que 4.500 millones de “inversión”, son en realidad unos 800 o menos. Y sobre el contado: lo que recauda ENTEL por bimestre, son unos 200 millones de U$S, según recuerdo se había anunciado. ¡O sea que ENTEL se vende por prácticamente lo que recauda en medio año! Como si una casa se vendiera por seis meses de alquiler. Uno no puede menos que pensar que en esta colosal estafa que se hace al país, van prendidos no sólo los Alzogaray y los periodistas corrompidos, sino también el ministro Dromi, el ministro González, el presidente Menem y quién sabe cuántos más. La semana pasada en un programa de Radio Provincia de Buenos Aires, se denunció la adjudicación directa de las facturaciones de Segba, Gas del Estado, etc., a pura pérdida. Porque parece que los adjudicatarios se van a llevar por eso –que ya lo hacen perfectamente las empresas respectivas-, como U$S50 millones por mes o más.
¿A cuánto ascienden las coimas? Y los costos, que seguramente van a ser cada vez mayores, se van a trasladar como siempre al usuario.
Y hoy los diarios anuncian la privatización del 40% de las rutas nacionales. Donde se pagará un peaje cada 100 kilómetros. No leí más detalles, porque aparece una foto de Menem muy sonriente y todo aparece como muy repugnante. El país en venta y la gilada chocha con las privatizaciones. Que van a significar no sólo el encarecimiento de todo para el usuario, sino también la intromisión de grupos de presión política y económica en el corazón del país”.
En cuanto a las coimas, hay un corolario. Serían U$S 100 millones, según el siempre bien informado New York Times de esa época. Suma asaz modesta, considerando las que se irían pagando a continuación.
Y otro más es la continuidad en la función pública, de tantos perduellis. Para estos no hay ni imprescriptibilidad ni sanción, porque sus acciones fueron sólo la venta del país y eso por lo visto no afecta ninguna clase de derechos humanos.
LA PLATA, agosto 19 de 2010.
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