Por Tcnl. José Javier de la Cuesta Ávila (LMGSM 1 / CMN 73).
Cuando en las normas y reglamentos de los ejércitos la palabra DERECHO comienza a completar o reemplazar a DEBER, empieza un proceso crear para una figura y un perfil del militar diferente al tradicional clásico.
Este proceso comenzó a fines de la II Guerra Mundial, cuando a los países vencidos, se les impuso no tener fuerzas armadas, como una forma de salvaguardia de la paz. Sin embargo, pronto los vencedores, ante el impulso económico en aquellos, que resulto del no financiamiento militar, comprendieron el error y, encubiertamente, volvieron a organizarse, bajo otros nombres o denominaciones, los ejércitos. Más tarde, la paz pareció haber sido lograda con efecto permanente, lo que no justificaba contar con instrumentos de protección, y la evolución de los sistemas, ofreció medios cada vez más poderosos, que, con su potencial, reemplazaban a los seres humanos. El militar guerrero, paso a ser el militar profesional, para luego culminar en el militar especialista. La “obligación” de armarse en defensa de la Patria, dejo de ser una posibilidad masificada, ya que, la complejidad de las armas imponían (imponen) cada vez más elevados conocimientos. El lancero, que se había hecho tanquista, dio (da) lugar al operador, ya que las armas, cada vez más, se convierten en sistemas. El combatiente del presente, y aun mas del futuro, es (será) harto diferente al de los tiempos pasados.
Este fenómeno de la evolución, trajo aparejada una nueva cuestión, vinculada con el militar, ya no como parte de la maquinaria de los ejércitos, sino, como ser humano en una sociedad que, culturalmente, esta rescatando su valor como medio fundamental de la misma. El accionar, adquiere diversas modalidades para su contemplación, que están relacionadas con el tipo de comunidad y su participación en las organizaciones internacionales a nivel regional o mundial. Por lo tanto, lo que sucede en un país, no puede ser aplicado en otro directamente, sino que requiere ser interpretado, considerando los múltiples factores concurrentes al mismo.
En Europa, dada su característica multinacional y dentro del proceso de formación de su unidad social, el tema de los militares tiene vigencia destacable. En el caso de España, país con el que Argentina guarda lazos históricos, el tema tiene una “aceleración” que impone conocerlo para, lógicamente, extraer enseñanzas. En el diario “El País” – 0812-2011 – Jesús Cuadrado escribe “Militares con derechos” (WWW.elpais.com.es) describiendo temas y aspectos, señalando sus pasos a partir del año 2001 y citando una proyectada “Ley de Derechos y Deberes”, que incluirá a los “derechos” como una nueva variable de relación. Como síntesis se indica que: “No son posible en el ejercito los sindicatos o la acción sindical, es decir, el ejercicio del derecho de huelga, la negociación colectiva o la adopción de medidas de conflicto colectivo, pero si tiene derecho a defender sus aspiraciones profesionales, organizando asociaciones a tal fin”. El articulo termina diciendo que: “El bien público que producen los Ejércitos y la Armada, el de la seguridad, no es una cuestión menor. Los militares lo saben y los españoles también”.
En nuestro país, el tema, de alguna manera, comienza a despertar inquietudes pero, aparentemente, ellas tienen más una lógica política que castrense, lo que impone tratar que el mismo se capte y desarrolle preferentemente en el ambiente militar y, parafraseando al Sr Cuadrado diríamos que no es una cuestión menor, que los militares lo saben y que los “argentinos” también lo deben saber.
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