Por el Dr. Jorge B. Lobo Aragón
El 20 de julio se conmemora el día del amigo. Lo recordábamos en una reunión de varios, mientras tomábamos mate. Uno se acordó de Atahualpa, que había definido: el amigo es uno mismo en el cuero de otro. Se agregó que ese concepto no es original de Atahualpa, sino que nos viene de Aristóteles; lo que de ningún modo es un reproche a don Ata sino un elogio, porque hace muy bien el poeta al transmitirnos conceptos de la tradición griega, tradición conservada por la cristiandad y que es legítima herencia del pueblo criollo.
Una señora hizo el elogio del festejo desde el punto de vista de que no es un invento del comercio con el palmario propósito de aumentar sus ventas, NO: el día del amigo tiene fecha fija, el 20 de julio, y no está dependiendo de los sueldos recién cobrados ni de fomentar la salida de los productos que se van quedando viejos sin salir de las estanterías (o de las góndolas) ni especula con las vacaciones escolares; o la falta de nafta, lo han instaurado los norteamericanos en recuerdo del primer viaje a la Luna, la constante y fiel amiga de la Tierra; amiga consecuente, invariable, perseverante; excelente ejemplo de amistad.
Otro de la rueda se entusiasmó con este concepto; no sabía que la inspiradora del festejo era la amistad de la Tierra con su compañera Luna; agregó que entonces lo que debiera conmemorar el día no era al amigo, sino más bien al amor, pues la Luna es la eterna enamorada de la Tierra, como lo muestra manteniéndose siempre en su entorno y mostrándole invariablemente la misma cara, como si estuviera embobada en su contemplación, deleitándose de su perpetua compañía.
Entonces la viejita que nos cebaba mate intervino para sujetar esa expansión del entusiasmo.
No – dijo – La Luna no es el amor sino sólo la amistad. Una característica inseparable del amor es la de ser productivo, la de fructificar. ¿Cómo va a ser amor una compañía que nunca se multiplica en hijos? El amor, verdadero amor, da frutos. Las otras relaciones pueden ser muy placenteras, muy gustosas, muy deleitables, pero no son amor, lo que se dice amor, verdadero amor.
Todos los presentes asentimos. No se había incorporado a la rueda ninguno de los que llaman amor a cualquier relación pecaminosa.
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