Un emérito Gran Maestro modernista de espíritu
masónico, deconstruccionista postmodernista católico, quien enseñaba en el
Seminario sus ideas “filosóficas” para “iluminar” a los futuros sacerdotes para
que vean, estudien y vivan la Fe desde su mirada intelectual, como era de
esperarse, un día falleció.
Un Presbítero, simple docente sin más título que haber sido ordenado en el Seminario como Sacerdote, que transmitía
solo aquello que había aprendido en Verdad y Sabiduría, era arrinconado y
denostado en esa Casa de-formación de los futuros diáconos y sacerdotes.
El motivo de semejante desprecio y
desautorización, era su particular insistencia en no compartir con aquella “eminencia
internacional” los desvaríos del intelecto, negándole su condición de “filósofo”
mundialmente reconocida.
Es que el humilde Presbítero, consideraba Sofista
a todo aquél que contradecía al sentido común y a los principios ontológicos en
la base del pensamiento. Pero además, también consideraba como sofista a todo
aquél que contradice la lógica en el trayecto intelectual.
La cuestión no acababa allí, sino que lo más
grave para los “escandalizados” por sus afirmaciones contra aquella eminencia,
era su consideración como sofista-hereje y falso teólogo a todo aquél que osara
arribar a consecuencias intelectuales de un razonamiento errado que en sus
conclusiones acaba contradiciendo la Teología.
Este Presbítero sólo calificaba como Filósofo a
quien arribaba a conclusiones verdaderamente Sabias (en sentido humano y
espiritual), partiendo de principios ontológicos que son fundamento del sentido
común, en un encadenamiento lógico de las ideas, que jamás contradicen a la
Teología.
El simple lema de este Presbítero era: “La
Filosofía es la Ciencia con la cual, o sin la cual, el mundo sigue tal cual”.
Al fallecer aquél emérito Gran Maestro, el
encargado de confeccionar su lápida fue este humilde Presbítero, que asumió
como sucesor en el cargo como Rector, el cual pertenecía al catolicismo
tradicional, inspirado en la corriente Filosófica realista aristotélico-tomista
agustiniana y neotomista asumida con espíritu franciscano-ignaciano.
El siguiente fue el texto de la lápida, para la
sepultura del eminente modernista de espíritu masónico, desconstruccionista
postmodernista:
“Aquí yace el Gran Maestro
Profesor, Director, Rector,
Especialista, Licenciado, Doctor,
Master, y Post-Doctor
Quien fuera un eminente gran orador,
Señor Don Presbítero Fulanito de Tal.
Quien terminó en el Cementerio igual”.
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