domingo, 2 de diciembre de 2012

¿TRADICIÓN O CONSERVADURISMO?




Por Eduardo Sebastián Gutiérrez 
En los años que les llevó a los Cardenales y Obispos que resistieron los embates del modernismo, antes, durante y posteriormente al Concilio Vaticano II, se preveía que a la oposición dialéctica que se empañaron en implantar con inusual énfasis, modernismo vs. Tradición, le debía necesariamente seguir una etapa como síntesis, lo que no pocos  consideran como tal la actual, en que ambas posiciones en sus conversaciones, y no tanto, se vayan acercado a un punto de cuasi encuentro.
Pero lo que para unos se trataría de una vuelta de Roma en el sentido de la Tradición Bimilenaria, la Iglesia misma, otros ven que es la persistencia y validación en la línea del modernismo, y del progresismo, por que intentan justificar lo injustificable, es decir, igualar sin ningún tipo de dificultad, lo que representa la Santa Misa Tradicional, y el Novus Ordo Missae, como si hubiera una lógica continuidad, un coherente devenir.
A la apretada aceptación que no pocos fieles deben hacer frente a la validez o no de las Misas a las cuales asisten, las actuales autoridades romanas intentan ofrecerles una garantía en la Tradición, según palabras  del propio Santo Padre, por la inevitable caída en pendiente casi vertical en todos los aspectos que atañen, conciernen, corresponden, a la Religión, y en todos.
Pero esta aspiración de Santo Padre, se encuentra obstaculizada, impedida de avanzar, con mayor frecuencia de lo que se puede uno imaginar, por todos estos casi 100 años de infestaciones de doctrinas heréticas, cuyo punto cúlmine ha sido sin duda alguna el Concilio Vaticano II, momento en el cual se dieron todas las condiciones requeridas para implantar un sistema, bajo la máscara y pretexto de la renovación necesaria, sin decir el por qué lo anterior era menester modificar, aduciendo simplemente porque era ya demasiado viejo, pero en el fondo siguiendo el objetivo siniestro y oculto de implantar una nueva religión, cuyo paradigma es sin duda la modificación sistemática de aspectos que afectan directamente la validez de la relación entre la criatura y su Creador, el hombre y Dios.
Así, no es extraño ver modificar el Padre Nuestro, el Santo Rosario, La Santa Misa, las Fiestas y Conmemoraciones, el Catecismo de la Doctrina Católica, los Sacramentos, el Limbo, la Salvación de las Almas, y sigue un largo y doloroso etcétera.
Es como si se tratara de imponer una nueva cosmovisión, en competencia con cerca de dos mil años de Tradiciones, comenzadas propiamente por el Hijo de Dios mismo, Nuestro Señor Jesucristo, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, el Único Dios Verdadero.
Y esta doble cara, esta actitud dual permanente, que a muchos ya no sorprende, máxime si tomamos en consideración al poco feliz Episcopado argentino, sumatoria de voluntades en contra del propio Santo Padre, nos hace prever una larga espera, o una espera más dolorosa aún, en el reencuentro definitivo de Roma con la Santa Iglesia Católica, fundada por Nuestro Señor Jesucristo.
El diálogo que sigue, nos permite mostrar hasta qué punto las doctrinas del modernismo han arraigado, han penetrado, de profundo en el actual Colegio cardenalicio, y fue con motivo de la presencia del Cardenal Raymond Burke en la Peregrinación Tradicionalista Toscana, en Livorno, Italia, el 22 de Septiembre próximo pasado, quien ante la requisitoria periodística dijo entre otras cosas:
Periodista¿Por qué celebrar la Misa en el Rito Romano Antiguo?
Cardendel BurkePara que podamos entender más fácilmente la unidad orgánica de la tradición litúrgica; de modo que veamos más claramente que la Misa en el Modo Ordinario proviene de la forma Extraordinaria, vigente por muchos siglos. 
                Este tipo de lenguaje que se emplea no es una causalidad, se trata del pensamiento más aquilatado, dentro de lo que dicen algunos se trataría de la verdadera Tradición, en el seno de la Iglesia.
Es este en definitiva el pensamiento profundo de quienes dándose cuenta del completo fracaso del Concilio Vaticano II, persisten en sostener parte de sus “iniciativas pastorales”, a manera de “puente” entre la situación actual y el pretendido retorno “gradual” de toda la Iglesia, a las costumbres tradicionales, clásicas, para finalmente desembocar en la Tradición bimilenaria.
Pero esta es también la posición de no pocos que ven con buenos ojos los pasos dados entre el Santo Padre y la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, pero sin dejar de pertenecer a esa especie de posición mas bien “conservadora”, que en el fondo no es el respeto a la Tradición sino del “statu quo”, pues pone por encima de esta, de la Tradición, los principios de obediencia ciega, a lo que en y desde el Concilio Vaticano II se implantara como “nuevo”, sin un objetivo y serio análisis de sus errores, en no poco graves.
Y como al modernismo religioso le sigue el progresismo en la política, son hijos del mismo padre de la mentira, en contraposición dialéctica aparece el sedevacantismo, como refugio del irracional negacionismo como efecto lógico de la ignorancia y del espíritu de contienda, por orgullo y amor propio, ante semejante Prueba que debemos sortear con valentía, inteligencia, y por sobre todo, humildad y mansedumbre, fundamentos de la Concordia, que es la expresión del Amor entre los Hijos de Cristo.
La única esperanza es Cristo, nuestra Esperanza, quien junto a Su Santísima Madre, la Virgen María, velan por nosotros.
Pidámosles a Ellos sus Bendiciones y Cuidados, muy especialmente por la Santa Iglesia, el Santo Padre, nuestra Querida Patria, nuestras Familias, y nosotros.
Un Fuerte Abrazo.

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