Por Cosme Beccar
Varela
Buenos
Aires, 15 de Abril del año 2013 - 1153
Hay
una máquina de engañar a la opinión pública que, al igual que el demonio, hace
creer que no existe a fin de actuar con mayor eficiencia. Algunos hasta se
burlan de quienes la denuncian, presentándolos como una especie de loquitos que
creen en las "teorías conspirativas de la Historia". Por ejemplo,
Mariano Grondona, el gran corruptor intelectual, siempre ha batido ese parche,
acompañando el dicho con una sonrisita burlona y despectiva.
Sin
embargo, todos los días, los diarios, la TV, los "politicólogos", las
agencias de noticias, los "rumores", los "referentes",
crean mitos en torno a los hechos y a los personajes, falseando la realidad
mediante diversas técnicas: 1) Silenciando a los que digan la verdad o
difamándolos hasta hacerlos odiosos, si no los pueden silenciar; 2)
tergiversando las noticias; 3) entremezclando verdades con mentiras para formar
cuadros falsos de los hechos; 4) poniendo énfasis sobre lo que interesa gravar
en la memoria colectiva; 5) haciendo comentarios tendenciosos; 6) destacando lo
irrelevante y ocultando lo importante; 7) presentando una imagen artificial y
laudatoria de quienes se quiere promover; 8) martillando en las mentes los
postulados del "Pensamiento Único" hasta convertirlos en una creencia
indiscutible; 9) desprestigiando el catolicismo, la filosofía escolástica y la
lógica; 10) falsificando la Historia y usando otros medios sutiles de
"lavado cerebral".
Si
no fuera por esta máquina, que funciona a pleno todos los días, la Revolución
que padecen los países occidentales y cristianos no hubiera podido corromperlos
e idiotizarlos como lo ha hecho.
En
la argentina, el éxito de esta operación es completo. Los pocos que todavía
resisten están aislados e incomunicados. Ni siquiera se entiende lo que dicen
porque siguen hablando castellano, siguen llamando pan al pan y vino al vino, y
porque siguen usando la lógica, mientras que el resto de la sociedad o no
piensa en absoluto o sólo repite las frases hechas que le provee la “máquina de
engañar”.
Ahora
bien, como en las democracias (y supuestamente aquí nos regimos por el sistema
democrático) es necesario reunir una mayoría de personas que estén de acuerdo
con alguien para que ese tal tenga los votos necesarios para llegar el poder,
por obra de ese aparato falsificador sólo pueden reunir esos votos aquellos a
quienes la “máquina de engañar” promueva. Los veraces y los honestos ni
siquiera pueden darse a entender. Y si por un milagro inesperado consiguieran
explicarse y encontraran alguna repercusión favorable en las almas rectas que
todavía quedan en la sociedad, la máquina de engañar se ocuparía inmediatamente
de difamarlos hasta convertirlos en monstruos repudiables.
Para
eso tiene algunos "motores" siempre en marcha cuya función es
desprestigiar y anular. Esos motores se encargan de enlodar a la víctima
tachándolade "fundamentalista", "reaccionaria",
"obscurantista", "fascista", "antisemita",
"oligarca", "discriminadora", "hipócrita",
“pesimista” y otras calificaciones por estilo, todas ellas dotadas de una
capacidad de provocar un odio colectivo irrefrenable.
Contra
el barro maloliente que salpican esos "motores" no hay defensa
posible. La persona de bien que se atreva a desafiar la máquina aparece toda
cubierta por ese miasma y el público se aparta del "apestado" por
miedo a caer bajo la acción de los mismo motores.
Aún
así, son tales las canalladas y latrocinios que cometen los favoritos de la
"maquina" que ésta no siempre consigue empujar los votos necesarios
para darles el poder. No importa. Para eso tienen otra máquina, la del fraude,
especialmente el electrónico, mediante el cual pueden convertir una derrota en
una victoria. Eso ya es común y corriente en todos los países en los que la
izquierda domina, léase la Argentina, Venezuela, Ecuador, Bolivia, Brasil,
Uruguay, Nicaragua y Honduras.
Todo
esto viene a cuento porque los diarios de hoy (el "opositor" "La
Nación" entre ellos) contienen varios casos que demuestran la actuación de
la "máquina de engañar". Sería largo desmontar el sistema usado en
cada uno de ellos, por lo que me limito a mencionar algunos para que Ud.
estimado lector, se ejercite en la autodefensa de su inteligencia haciéndolo
Ud. mismo.
Los
casos son: a) la elección en Venezuela, b) las críticas del CELS y de la
"oposición" a la "reforma judicial"; c) las denuncias de
Lanata contra N. Kirchner y sus millonarios envíos de dinero al exterior; d) la
falta de obras de desagüe indispensables programadas desde hace 10 años para
evitar tragedias como la de La Plata.
Esto
es mucho más importante y vital que las palabras cruzadas o los jueguitos de la
computadora. El problema a resolver analizando esas noticias es el siguiente:
¿qué quiere la "máquina de engañar" y como lo consigue mediante la
aplicación de las técnicas mencionadas más arriba en cada uno de los casos?
Si
no consigue resolverlo, lamento decirle que no tiene más remedio que preguntar
a alguien que sepa cómo se hace pero me temo que no preguntará y si lo hace, me
temo, más aún, que no aceptará la explicación que se le dé descartándola como
elucubraciones de un obseso de la "teoría conspirativa de la
Historia". Mariano Grondona ha hecho "escuela".
Cosme Beccar Varela
e-mail:
correo@labotellaalmar.com
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