Por Emilio Nazar Kasbo
Vivimos en una novela
distópica casi hecha realidad. Francis Fukuyama presagió en un best seller “El
fin de la Historia y el último hombre” (1992), precisamente, la aniquilación
del mundo moral tal como existió desde los tiempos postdiluvianos de Noé, con
el fin de las ideologías, el triunfo de una democracia liberal que resultara
victoriosa tras la “Guerra Fría”. Pero “el sistema” que manejan los Amos del
Mundo, adelanta sus proyecciones e indica hacia dónde pretende dirigirse por
diversos medios, particularmente mediante la cultura. Intentaremos descifrar
hechos políticos recientes que pasarán dentro de 50 años a formar parte de la
Historia.
ARDE
LA GUERRA FRÍA
La denominada Guerra Fría
entre Estados Unidos y la Unión Soviética, finalizó en 1989 con la caída del
Muro de Berlín, y en 1990 con la Glásnost (que en ruso significa “apertura” o “transparencia”,
aplicada a lo político) y la Perestroka (reestructuración económica), llevadas
a cabo por el gobernante soviético Mijail Gorbachov entre 1985 y 1991.
La llamada “Iniciativa de
Defensa Estratégica” estadounidense, conocida como “Guerra de las Galaxias” (en
base a una popular película de ciencia ficción de su momento), había dado
inicio en 1983 como desarrollo de un sistema basado en tierra y espacio para
defender a Estados Unidos contra un ataque nuclear con misiles balísticos
intercontinentales por parte de enemigos, y en particular de la Unión
Soviética, iniciativa que fuera impulsada por el presidente Ronald Reagan. Este
presidente estadounidense dio un discurso llamado “del Imperio del Mal” (que
recordara al Imperio de la saga “La Guerra de las Galaxias”), que tensó las
relaciones militares con la Unión Soviética, y el posterior discurso del 23 de
marzo de 1983 (llamado “discurso de la Guerra de las Galaxias”) en el cual
pidió que los científicos le proporcionaran “los medios de hacer de esas armas
nucleares algo impotente y obsoleto”.
Los discursos generaron
un pánico mundial, mediando la difusión informativa de que el cúmulo de
armamentos podía producir una hecatombe nuclear mundial, casi apocalíptica, o
directamente apocalíptica. En realidad, se trató de un incremento del
presupuesto militar en Estados Unidos que la Unión Soviética no tenía capacidad
de igualar sin descalabrar su economía en el sentido de agravar la situación
social vivida bajo tal régimen marxista. La guerra psicológica fue mayor que la
situación real, produciendo que el “público informado” de los diarios y
noticieros sacudieran sus vidas personales con preocupaciones internacionales.
LA
HISTORIA NO TERMINÓ
Francis Fukuyama
interpretó los sucesos como la llegada del “fin de la historia” en la última
síntesis marxista que señalaba el fin de los Estados que daría paso a una
sociedad sin clases y feliz, en el mesianismo temporal utópico e irrealizable de Carlos
Marx. Así, los hombres satisfarían sus necesidades mediante la actividad
económica sin que haya más guerras.
El triunfo político-económico
estaría dado por una economía de libre mercado, la democracia como sistema de
gobierno mundial, y el sostenimiento de ciertos derechos jurídicos que serían
impartidos por los Organismos Internacionales. A su vez, y en concordancia con
la Escuela de Frankfurt, señalaba que las humanidades, la cultura y la ciencia
se convertirían en la base de una moral que desplazaría la religión y todo
dogma moral o ético, en lo cual la visión marxista materialista sería la
triunfante. Según Fukuyama, la tecnología llevará a procesos de urbanización y
racionalización de organización social, en un mundo en que no habrá incentivo
para la virtud moral y la preferencia del bien por sobre el mal, donde rige un “vale
todo”. El ser humano dejará de serlo, según Fukuyama, porque abandonará el
thimos, que debemos interpretar en su sentido histórico como el alma sensitiva animal
a la cual aludía Pitágoras, quedando estancado moralmente y sin inquietudes de
progreso. Desaparecerán “los amos”, aquellos “que lucharon y no temieron morir
en la batalla”, mientras que los esclavos, “aquellos que se dejaron dominar por el miedo biológico a la muerte, y
que antes que morir prefirieron someterse a una vida de servidumbre”, serán
los pobladores del mundo. Un mundo sin convicciones, un mundo sin nada por lo
cual valga la pena dar la vida, un mundo sin sentido…
Según Fukuyama, se
produce un cambio en el sentido de la nobleza y de la aristocracia, ya que “las
sociedades aristocráticas del pasado eran conducidas por un tipo de personas cuya
ética, por decirlo así, se centraba en la disposición a exponer la vida en el
combate. La solución moderna, en cambio, consiste en canalizar o sublimar ese
impulso en una actividad esencialmente comercial o productiva”, lo cual
significa el cambio de virtudes espirituales por intereses comerciales como
criterio de la élite, es decir, la sustitución de las virtudes por una
timocracia. La guerra y la inteligencia, el desarrollo tecnológico e incluso el
espionaje, tendrán una aplicación económica, y la nueva “aristocracia” estará
constituida por personajes como “Ross Perot o Ted Turner o, en épocas
anteriores, los Venderbilt y los Rockefeller”.
ATOMIZACIÓN SOCIAL
También sostuvo Fukuyama,
mientras promovía la globalización, que “Una
parte importante de la población norteamericana siente que la principal crisis
que afecta hoy a los Estados Unidos es el colapso de la vida comunitaria, que
se extiende desde el núcleo familiar al lugar de trabajo, el vecindario y la
corporación, hasta llegar, hacia arriba, a la comunidad más amplia que es la
nación. Se percibe una atomización de la
sociedad. Pero esto no puede resolverse con medidas políticas. Lo que está
envuelto aquí son cuestiones morales,
virtudes que provienen de la religión y la tradición, por ejemplo”.
Está queriendo decir que las medidas culturales tienden a anular tales “cuestiones
morales” que provienen de la religión y la tradición, que por tanto buscarán
ser sustituidas por una nueva religiosidad y una “tradición” surgida de ella.
Además, reconoce que “Existe, en efecto,
el problema del "último hombre", que ya mencioné, así como hay
aspectos de la democracia liberal que de ningún modo resultan satisfactorios
para todos. Estas son las semillas, ciertamente,
de futuras inestabilidades e insatisfacciones respecto de la democracia liberal,
y ello implica, a la vez, que la historia puede de alguna manera volver a
comenzar”.
También afirma este autor
que “hay
fuertes movimientos nacionalistas
en Europa del este y al interior de la ex Unión Soviética; sin embargo, la mayor parte de esos nacionalismos no
representan insatisfacción con el fin de la historia, pues tienen lugar en
sociedades que no han llegado aún al fin de la historia. Es más, existen buenas
razones para asociar el nacionalismo, especialmente aquel de tipo virulento y
agresivo, con las primeras etapas del proceso de industrialización… Y ello ha
ocurrido, en efecto, con especial vigor en los lugares menos desarrollados del
mundo comunista: en Asia Central, en la Transcaucasia, en la parte sur de
Europa del este, y en forma mucho más leve en los países más avanzados como
Polonia, Hungría, e incluso Rusia y Ucrania. … puede
que la población de un país
que ha alcanzado ya una etapa de estabilidad y de paz no se encuentre satisfecha ni con la política democrática ni con
dedicarse a ganar más y más dinero, y de ahí que desee intervenir en un gran
proyecto. … Y
en Europa ha tenido lugar, en general,
un aburguesamiento de la sociedad. … además
del nacionalismo político, creo que existe también lo que podríamos llamar un
"nacionalismo filosófico".” (1) En resumen, para
Fukuyama el nacionalismo es un obstáculo a la globalización, y es asociado a un
primitivismo fundado en un “nacionalismo filosófico”, hecho en el cual no
profundiza porque todo lo observa desde una óptica economicista de contenido
liberal democrático en lo político y de imposición marxista inmanentista en lo cultural.
CONTRADICCIONES
MARXISTAS
Todos los sistemas derivados
del marxismo en sus diversas vertientes socialistas, comunistas, soviéticas,
maoístas, trotzkystas, gramscianas, etc, han sido responsables de la esclavitud
de millones y millones de personas desde su aplicación política en el Siglo XX,
con todas sus derivaciones. Efectivamente, los derechos del trabajador para
recibir una remuneración acorde a su labor fueron violados: bajo estos
sistemas, imperativamente, el trabajador carecía de derechos laborales, aunque
se le garantiza un mínimo de base para su supervivencia provisto por el Estado.
Lo mismo sucede a su vez en el liberalismo, que para maximizar ganancias no
trepida en eliminar los derechos del trabajador. Ambos sistemas explotan al ser
humano de diverso modo, provocando en ambos casos la injusticia social.
Los regímenes liberales
violaron y violan el derecho a la propiedad, el derecho a una justa
remuneración que en muchos casos resulta infravalorada, el derecho a un justo
precio por los productos, y los derechos sociales del trabajador puesto que
además se pulveriza el derecho de asociación gremial atomizando los reclamos
para que carezcan de efecto. Y este es el sistema que pareció triunfar tras el
derrumbe soviético.
Los regímenes marxistas,
violaron y violan el derecho a la libre iniciativa del trabajador, el derecho a
la propiedad, el derecho a una justa remuneración y la libertad humana. Esto se
desmoronó juntamente con las versiones tercermundistas de semejantes regímenes
intrínsecamente perversos. Así, se tildó a toda reivindicación de derechos
sociales de los trabajadores como una derivación marxista, incluyendo medidas
proteccionistas, el dirigismo, la actividad del sector público y la burocracia,
junto con el denominado “distribucionismo”.
En Argentina, esta
corriente se vio favorecida durante el gobierno de Carlos Saúl Menem que diera
inicio en el año 1989, manteniendo vigencia durante los subsiguientes gobiernos,
hasta el colapso económico del año 2001 que derribó el gobierno de Fernando de
la Rúa. Posteriormente, se instauró desde el 2003 el régimen “kirchnerista”, iniciado
por Néstor Carlos Kirchner y continuado por su viuda Cristina Fernández Wilhelm,
el cual goza de un falso nacionalismo de propaganda basada en mentiras históricas
y un falso patriotismo que a la vez negocia con intereses contrarios a la
Nación, llevando al país a su absoluta indefensión a la vez que se toleran y
alientan falsas nacionalidades como identidades originarias que buscan
independizarse para conformar un Estado aliado a los intereses imperialistas
del Reino Unido. Responde a los dictados de Fukuyama en cuanto a “resurgimiento
de un nacionalismo”, pero subordinado a los poderes económicos imperialistas,
al Poder Internacional del Dinero, que por tanto no es un auténtico
nacionalismo. Lo mismo sucede con el régimen "chavista" venezolano, que diera inicio en 1999 con la asunción de Hugo Chávez Frías como Presidente, teniendo por continuador a Nicolás Maduro en el cargo.
INSEGURIDAD
NACIONAL
Junto con la condena al
socialismo, al comunismo y al régimen soviético caído, de la mano del Papa Juan
Pablo II se realizó la condena de los modelos llamados de “seguridad nacional”. Así como en el Documento de Puebla de 1978, Juan
Pablo II afirmó que esos modelos “tratan de controlar capilarmente toda la
sociedad para imposibilitar la infiltración marxista. Se proponen preservar del
comunismo a sus pueblos exaltando e incrementando el poder del Estado, pero con
esto corren el grave riesgo de destruir la libertad y los valores de las
personas, en nombre de los cuales hay que oponerse al comunismo”.
Si la Seguridad Nacional
fue condenada, sólo queda la inseguridad nacional a la que fueron sometidas las
naciones en las cuales el comunismo buscó implantarse por vías violentas o
pacíficas. Las defensas fueron vulneradas, y en lugar de la condena de los
excesos de los regímenes, fueron condenados los regímenes que combatían al
comunismo, avalados por los Estados Unidos incluso en sus excesos reprobables, país
al cual se sometieron además, como parte de una condena que no se produjo.
La Iglesia Católica se
opuso en plena vigencia de regímenes de facto en Latinoamérica no sólo a los
excesos, como decimos, sino a los mismos regímenes en lo que pudieran tener de
buenos y positivos, a la vez que no condenó la subordinación a los intereses
imperialistas estadounidenses de esos mismos regímenes. Puede asimilarse esta
situación al pedido del Papa Benedicto XV hecho a los Cristeros pidiéndoles que
se desarmaran ante el régimen comunista que los perseguía, situación que acabó
en el genocidio y martirio de los Cristeros. Casos como los de Jordán Bruno
Genta o de Carlos Sacheri han sido paradigmáticos en cuanto al accionar del violento
marxismo terrorista en la Argentina. La Teología de la Liberación ayer condenada, hoy es reivindicada por el Papa Francisco...
ÚNICA
POTENCIA MILITAR
Después de la caída de la
Unión Soviética, no ha quedado nación alguna invulnerable al poderío militar
estadounidense. No ha quedado Nación alguna que pueda hacerle frente, ya que ni
siquiera la Europa Unida goza del modo expeditivo de Estados Unidos para juntar
recursos económicos, declarar una guerra y emprender acciones militares de
inmediato, en virtud de la multiplicidad de naciones, de posturas entre las
mismas y disparidad de criterios que restan toda celeridad a una decisión que
debe ser veloz.
La capacidad militar de
Estados Unidos ha quedado con un liderazgo indiscutible tras la “Guerra de las
Galaxias”, pero el Imperio triunfante son ellos mismos a la vez. Estados Unidos
tiene capacidad además en los ámbitos diplomáticos, económicos y políticos para
participar e intervenir o incluso generar cualquier conflicto en cualquier
parte del planeta. Lo muestran la guerra de Irak con la llamada “Operación
Tormenta del Desierto” que duró entre el 2 de agosto de 1990 y el 28 de febrero
de 1991, la guerra de Afganistán que abarcó la invasión y ocupación de ese
Estado con la “Operación Libertad Duradera” del 7 de octubre de 2001, o la
invasión de Irak del año 2003, más allá de los atentados del 11 de septiembre
de 2001 en Estados Unidos contra las Torres Gemelas y el Misil que impactó en
el Pentágono que muchos atribuyen a un atentado “de falsa bandera” como excusa
justificativa del accionar estadounidense, impulsando además una política de “guerra
preventiva”, es decir, sin acciones previas que justifiquen un ataque.
Efectivamente: la capacidad diplomática, política y económica de Estados Unidos
está basada en sus armas, en su fuerza.
Hubo además una “revolución
tecnológica” que no ha estado al servicio de la virtud, sino del pragmatismo
utilitarista. La tecnología fomentó la globalización y sus repercusiones
culturales y comerciales, con la aparición de Internet, la difusión de nuevos
modos de comunicación llegando a los celulares de última tecnología que más
parecen propios de instrumentos usados por agentes secretos de la década de
1960 que herramientas habituales de uso cotidiano, incluyendo la proyección en
3D al alcance hogareño… claro que tal tecnología de punta abarca el espionaje y
control de todas las personas que acceden a ellas, tanto a escala nacional como
en mayor medida a escala internacional con la Red Echelon que muy pocas
personas conocen. La Red Echelón comenzó a operar con su total capacidad en
1977 sobre los desarrollos tecnológicos satelitales, y es llamada “La Gran
Oreja”, que acompaña al “Gran Hermano”.
REGIONALIZACIÓN
IMPERIALISTA
Previo a un control
unificado y absoluto del mundo, la globalización aparece con su aspecto “democrático”
y “pluralista”, aunque también con una incipiente censura que tiene por norma
el “pensamiento único” que se busca imponer internacionalmente. La
simplificación de parámetros comunes entre las Naciones y de las diferencias de
un grupo de Naciones con otro, lleva a la regionalización, facilitadora de
tratamiento uniforme a realidades parecidas.
Bajo el Imperialismo de
Estados Unidos, monopólico en el mundo, coexiste una aparente multipolaridad
protagonizada por diversos bloques: Europa unificada, África, Medio Oriente con
sus conflictos ancestrales, el Extremo Oriente, el Common Wealth, los países e
islas independientes de Oceanía, los países islámicos, los países
hispanoparlantes, etc. La progresiva regionalización con imposición de
autoridades supranacionales que ejercerán un poder parcial a la espera del
surgimiento de un poder omnímodo planetario al cual se subordinarán, son pasos
planeados por los amos del mundo, conforme ellos mismos lo anuncian en
escritos, publicaciones, notas periodísticas, así como en novelas, películas,
por todos los medios de comunicación que ellos mismos controlan.
El aparente fracaso de la
Iniciativa de las Américas y del Tratado de Libre Comercio que abarcara desde
Alaska hasta Tierra del Fuego y la Antártida, es posible que no sea tal. El
surgimiento del BRIC al cual se pretende sumar a la Argentina, que está en 2015
recibiendo aportes de la India, no es más que una estrategia que muestra como
enemigos a quienes son en el fondo socios: Estados Unidos con Rusia y China. En
efecto, tal sociedad puede percibirse a través de la desintegración del Banco
de Boston, el cual hacía alarde de haber sobrevivido a todas las crisis
económicas del Siglo XX, incluyendo la crisis de 1929: se dividió en dos
partes, la primera en manos del Banco Itaú, arrastrando en ello a Uruguay y
Brasil, y la segunda en manos del Banco de China, posición en la cual fue ubicada
la Argentina. El Banco de Boston mostró así cómo opera la entidad crediticia
estadounidense que busca superar la próxima crisis que se avecina, además de
una estrategia regional de reabsorción y fusión con otros Bancos. El BRIC y el
MERCOSUR, entre otros organismos regionales, acabarán en el mediano o largo
plazo en la concreción del Tratado de Libre Comercio por el cual Estados Unidos
ha bregado, pero ampliándose de América a Rusia, China e India, jaqueando a la Europa
unificada que está a punto de caer en manos de los islámicos, y a Japón que aún
se mantiene intacto y cerrado en muchos aspectos, principalmente el cultural.
Los tratados regionales que están en vigor y que no declaran su fracaso, lo
hacen porque tienen aval directo o indirecto de Estados Unidos.
FUGA
EN EL SIGLO XXI
El diagnóstico de Fukuyama
fue realizado en 1992, incluyendo la "atomización social" representada en las ciudades del filme y de la serie futurista "Fuga en el Siglo XXIII". En el marco descripto, la actualidad ha ido concretando
las proyecciones de la Escuela de Frankfurt y sus derivaciones efectuadas a lo
largo de la mayor parte del Siglo XX. Hoy se promueve la fecundación de
laboratorio por sobre la reproducción natural, se promueve el aborto, la
eutanasia, el hedonismo en todos sus aspectos como sentido de la vida, la
despenalización de la pedofilia y del bestialismo, y la prostitución de todo
tipo, de hombres y mujeres, es vista como una “opción personal”, todo ello
desde los medios de comunicación que buscan taladrar el sentido común de las
personas. Y lo que antes parecía impensable, imposible, objeto de meras bromas
y cuentos de un futuro que jamás podría concretarse, hoy es una triste
realidad. Sólo falta el implante del chip a cada persona, su universalización
como “avance tecnológico” en el cual inicialmente ingresarán los adinerados “por
novedad” y “por moda”, y al que luego se popularizará para ser insertado a toda
la población mundial para su control… Un mundo donde “el Santuario” será un
refugio material, y en que la Cruz de Jesucristo será sustituida por un “Ankh”
egipcio pagano… Bebés que no pertenecen a sus padres, frutos de acciones de
laboratorio en una incubadora (sin que ello menoscabe su dignidad como personas
una vez concebidos, siendo de ello responsables los padres y el Estado que lo
promueve), manteniendo un “equilibrio” matemático y de automatismo en vistas de
una sociedad “científica”… seres humanos nacidos con desconocimiento de la
identidad biológica propia y de sus padres, cuya muerte es programada por su
edad.
¿Quién osará salir del
esquema de “pensamiento único”? ¿Quién reflexionará acerca del destino del alma
humana después de la muerte? ¿Quién será capaz de pensar acerca del origen del
Universo? ¿Quién creerá en la Revelación de Nuestro Señor Jesucristo, y dónde
estarán los Sacerdotes? ¿Quién osará quitar a sus hijos de un “criadero comunitario
de degenerados”, mal llamados “guarderías”, “jardines de infantes” y “escuelas”?
¿Quién osará cuestionar el contenido de las vacunas y quién denunciará sus efectos
nocivos a una sociedad muda, sorda y ciega? ¿Dónde quedarán los héroes en la
sociedad que pretendió anunciar Fukuyama, cuando el conformismo sobre la
miseria en que se vive acaba siendo reivindicado como forma de vida? ¿O acaso
en la Argentina de hoy no se reivindica y alaba la miseria de las villas y su
incultura como “forma de vida” y “cultura” de la cual deben sentirse orgullosos
quienes obligadamente viven en ella? ¿Quién osará emprender el camino de la
Contrarevolución en soledad, sin que haya un solo ser humano que quiera
acompañarlo? ¿Quién se animará a quedar aislado con su familia en medio de toda
una sociedad que los despreciará, así como fue despreciado Noé por su
generación y Abrahám por los habitantes de Sodoma y Gomorra? ¿Quién podrá resistir
semejantes embates?
En la introducción del
filme cuyo título en castellano es “La Fuga en el Siglo XXIII” (basada en el
libro “La Fuga de Logan”), se afirma que: “En algún tiempo del Siglo XXIII… los sobrevivientes de la guerra, la
superpoblación y la contaminación están
viviendo en una gran ciudad
abovedada, clausurada, lejos del olvidado mundo exterior. Aquí, en un
mundo avanzado ecológicamente, la
humanidad vive sólo para el placer,
liberada por los servicios
mecánicos que todo lo proveen. Sólo
hay un inconveniente: La vida
debe terminar a los treinta
a menos que se renazca en el satánico ritual de fuego del carrusel.” Sí, en esa sociedad el hedonismo es el sentido
de la vida, la reproducción es artificial clonada y no natural, los niños son
educados en los “jardines de infancia”, preparados para aceptar la vida que esa
sociedad les ha preparado: sin Dios, sin esfuerzos, sin cuestionamientos, sin
compromisos, sin matrimonio ni amor, sin fidelidades, sin moral, sin gloria y
sin sentido, aguardando la muerte por eutanasia a los 30 años. Pero fuera de
esa “ciudad”, existe otro mundo, existen otras ciudades, cada una con sus
propias reglas y normas, cada una con su propio modo de vivir, pero esas
ciudades no se encuentran comunicadas entre sí. Eso que fue incluido en una
película de ciencia ficción del año 1976, hoy parece que se ha impuesto como
una realidad a la que casi nadie tiene el menor deseo de hacer frente. Casi
nadie… porque el “casi” puede ser el instrumento de Dios para que por su
Providencia se extiendan los tiempos apocalípticos preanunciados. Estamos en el
Siglo XXI, es hora de bajarse de este tren que descarrilará, y buscar nuestro
propio destino. Mañana puede ser tarde, y el futuro inexistente si la
Providencia así lo señalara. Frente a las utopías y planificaciones humanas del Poder Internacional del Dinero, pueden alzarse situaciones inesperadas, debidas a la Providencia, que no sean ilusiones para la perdición de las almas como aquellas, sino realidades para su salvación...
La verdadera "fuga" del "sistema", está en volver a la Fe de nuestros abuelos, a los principios que insuflaron la espiritualidad nacional en la Batalla de Malvinas, en fortalecer nuestra identidad nacional, a pesar de todos los obstáculos que se opongan: Nuestra, Fe, nuestra Esperanza y nuestra Caridad, están en el Nombre del Señor... y en Él está nuestro triunfo.
La verdadera "fuga" del "sistema", está en volver a la Fe de nuestros abuelos, a los principios que insuflaron la espiritualidad nacional en la Batalla de Malvinas, en fortalecer nuestra identidad nacional, a pesar de todos los obstáculos que se opongan: Nuestra, Fe, nuestra Esperanza y nuestra Caridad, están en el Nombre del Señor... y en Él está nuestro triunfo.
NOTAS:
1) “El Futuro después del Fin de la Historia”,
Mesa Redonda en que Francis Fukuyama ofreció en el Centro de Estudios Públicos de
Chile, el 13 de noviembre de 1992.
Muy bueno.
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