Leonardo Boff es el prototipo de los progresistas modernistas apóstatas que se desvían de la Tradición para acabar fuera de la Iglesia.
Boff: el apóstata
Tras haber sido sancionado por la Congregación para la Doctrina de la Fe en varias oportunidades y de insistir en posturas heréticas, abandonó sus hábitos franciscanos para continuar impulsando la mal llamada “teología de la liberación” condenada por su sustrato materialista y marxista.
La Congregación para la Doctrina de la Fe le retiró los permisos para ejercer la enseñanza en nombre de la Iglesia, y este sacerdote, cual nuevo Martín Lutero, se unió con Marcia María Monteiro, y tiene actualmente seis hijos “por afinidad”, como los denomina.
Desde allí, hoy es el “teólogo de la Carta de la Tierra” y de la “Nueva Era”, que pretende suplir los Diez Mandamientos dados por Dios a Moisés por un conjunto de principios pelagianos, sincretistas naturalistas y ecologistas. Es más, Boff habla de la “Tierra” con rasgos casi antropomórficos en la actualidad.
Con o contra la Tradición
Según manifiesta ahora este sacerdote apóstata, tras la declaración de nulidad de excomuniones a los Obispos de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, de seguir por este camino, “Benedicto XVI podría provocar un cisma”.
Desde su postura herética, seguida por algunos desprevenidos o mal intencionados, afirma que "la concesión del perdón a los lefebvrianos es sorprendente y, para muchos sectores de la Iglesia, incluso escandalosa. Parece claro que es una decisión que forma parte de la lógica del Papa Benedicto XVI, que pretende aglutinar a la Iglesia conservadora y tradicionalista, la que se distancia del Concilio Vaticano II. En este proyecto, los lefebvrianos son aliados naturales para él", explica.
"Esta decisión del Papa me parece despreciable, entre otras cosas porque tengo fundadas sospechas de que los lefebvrianos no se van a contentar con esta victoria, sino que pronto pasarán al ataque y exigirán más, hasta llegar a una revisión del Concilio Vaticano II... Si llegan a conseguir eso, podría incluso producirse un cisma dentro de la Iglesia. Porque el Vaticano II es universal y una ruptura con sus conquistas sería una ruptura en el cuerpo de la Iglesia", especula.
Contra el modernismo
De hecho, el modernismo ha sido condenado por el Papa San Pío X, y toda interpretación modernista del Concilio Vaticano II que sea fuera de la Tradición, o que pretenda suplir lo enseñado por Jesucristo, también es condenado.
No existe una “nueva Iglesia” tras el Concilio Vaticano II, porque implicaría la transmisión de contenidos no enseñados por Jesucristo y los Apóstoles. No es necesario que el Papa reitere condenas a herejías que han sido declaradas tales antes del Concilio Vaticano II.
Quienes asumen posiciones modernistas o que han sido condenadas por el Magisterio, se encuentran de por sí fuera de la Iglesia, tal como quedó el sacerdote católico Martín Lutero, el rey católico Enrique VIII, o Leonardo Boff en la actualidad.
Lo mismo que, por ejemplo, ser carismático o pertenecer al Movimiento Neocatecumenal no habilita a afirmar que el Espíritu Santo inspira cosas contrarias a los Diez Mandamientos, al abuso litúrgico, contenidos contrarios al Dogma Católico o a la Tradición. El Espíritu Santo jamás inspira herejías.
Si no se acepta la Tradición, el Magisterio de la Iglesia, y el Concilio Vaticano I que esclarece la autoridad del Papa, se está fuera de la Iglesia Católica.
Si no se acepta la Tradición, el Magisterio de la Iglesia, y el Concilio Vaticano I que esclarece la autoridad del Papa, se está fuera de la Iglesia Católica.
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