Por Hialmar Edmundo Gammalsson
“El 10 de diciembre de 1961, hace más de una cuarto de siglo, en “Cartas a La Prensa” con el título “Los colores nacionales” escribí un comentario por motivos parecidos. Decía:
“En algunas notas periodísticas se ha aseverado últimamente que las cintas repartidas en mayo de 1810 eran rojas y blancas, como la tradición lo señala. Sin entrar a polemizar en el tema y al solo efecto de evitar la confusión de los lectores que podrían suponer que los colores celeste y blanco no tuvieron significación política en aquel tiempo, resulta oportuno destacar que con anterioridad a 1810 estos colores fueron usados por los argentinos.
“El hecho se remonta a 1806. Pocas semanas después de la ocupación de Buenos Aires por las tropas de Beresford, don Juan Martín de Pueyrredón, sus hermanos Juan Andrés y José Cipriano y un calificado grupo de criollos, puestos de acuerdo con Liniers en el plan de la Reconquista, reclutaron voluntarios de caballería en la ciudad y la campaña, concentrándolos en la Villa de Luján.
“Actualmente los devotos de la Virgen adquieren allí medallas, estampas y pequeñas imágenes para conservarlas en recuerdo de su peregrinaje. En aquella época no existían o no estaban al alcance de todos tales emblemas pero si las llamadas medidas de la Virgen, todavía hoy en uso, que cumplían el mismo objeto. Consistían en dos cintas, una celeste y la otra blanca, como el manto y la túnica, y de un largo, igual a la altura de la imagen. De allí su nombre.
“Los voluntarios, durante su permanencia en el lugar, se encomendaron a la Virgen y obtuvieron del cura párroco Vicente Montes Carballo las cintas que prendieron en sus pechos, a manera de protección espiritual. El 31 de julio, ante el inminente arribo de Liniers desde Montevideo, marcharon a los Caseríos de Perdriel, donde con la misma mira, el ingeniero Sentenach había concentrado otro grupo de voluntarios. A todos ellos se les unieron tropas regulares provenientes de la frontera del Salto. Como las huestes de Pueyrredón carecían de uniforme, las cintas celestes y blancas vinieron para servirles de distintivo de los demás voluntarios.
“El 1º de julio de 1806, Beresford, enterado por sus espías de ese agrupamiento, los atacó por sorpresa antes de que se organizaran. Este fue el primer combate en que actuó la caballería argentina, a cuyo mando se hallaba Juan Martín de Pueyrredón. Después de la dispersión volvieron a reunirse en San Isidro, incorporándose a las fuerzas de Liniers y actuando en todas las acciones hasta la rendición de los ingleses.
“Con estos voluntarios Pueyrredón formó inmediatamente el primer regimiento argentino, los húsares del rey, conocido con el nombre de húsares de Pueyrredón, manteniendo en el nuevo uniforme las cintas celestes y blancas. Conviene puntualizar que los integrantes de ese cuerpo eran todos criollos y se hallaban imbuídos en las ideas de libertad e independencia sustentadas por sus jefes. Baste señalar su actuación en 1809 para corroborar el aserto. Después de la prisión y de la fuga de Pueyrredón, tomó el mando don Martín Rodriguez. Su voto en el Cabildo Abierto, siguiendo la orientación de Saavedra y apoyado por los criollos, señaló el triunfo de mayo.
“Con posterioridad a esa publicación, el autor encontró un artículo en la “Gaceta Mercantil” Nº 840 de agosto de 1816, firmado por “Un agradecido a los reconquistadores de 1806” que decía así:
“El día 14 de agosto del año seis salieron los reconquistadores con un distintivo en la cadena del reloj para conocerse y era la cinta celeste y blanca; bajo el mismo pretexto pasaron el distintivo el día siguiente diez y seis a un ojal del chaleco y formaron la reunión de lo más lúcido de este pueblo en casa de don Juan Martín de Pueyrredón, de donde salió el plantel de la independencia, quiero decir el cuerpo de oficiales del primer escuadrón de húsares que después se han repartido en todos que la han consumado. El 26 del mismo mes y año se presentó en la plaza de la Victoria este primer escuadrón, con don Juan Martín de Pueyrredón a la cabeza como su comandante, sin insignias militares españolas, colocadas en su lugar las republicanas que hasta hoy cargan nuestros sargentos y cabos, entonces dicinvirosy quintiviros, que lo mismo que decir a todas las provincias y nacionales que lo veían: los reconquistadores del año seis marchaban de frente a sus republicanos. ¿Y aún se trepidará en conocerlos amigo mío? ¿Y cree usted que es imposible clasificar los promotores de la independencia de América? Pregunto a Ud: ¿Se dan conocer de buena fe para clasificarlos? Yo estoy creído que no, amigo, y ésta será quizá la razón por que no hayan querido dar la cara los dos promotores de la reconquista de 1806”
Este artículos polémico fija con precisión los colores que usaron losindependicistas, no fue desmentido y en 1826 había libertad de prensa y vivía gran número de actores pués sólo distaban veinte años. Pero ser Directorial era una blasfemia para unitarios y federales y lo sigue siendo hasta ahora, como parece.
Conviene recordar que el 14 de agosto de 1806 se realizó en el Cabildo un Congreso General para tratar de evitar la entrada en Buenos Aires del virrey Sobremonte por temor a que fuera inmolado por el pueblo exacerbado, y a efectos de crear nuevos regimientos para defender el país. Los independicistas concentrados en la plaza de la Victoria, hoy de Mayo, proferían canciones y gritos con blasfemiasirreproducibles contra el virrey. Rompieron el débil cerco de guardia e irrumpieron en el recinto de sesiones. Pueyrredón, que asistía a las deliberaciones, pidió, en nombre de los intrusos, que no se dejara arribar al virrey y se nombrara a Liniers gobernador de la ciudad, logrando sus propósitos. El 26 de agosto fue creado el primer regimiento argentino, el de Húsares.
Basta leer con atención las memorias del benemérito ciudadano don Manuel Belgrano para advertir su sincera religiosidad y el encono que le causaban las instituciones anacrónicas hispanas contra sus dominios en América. Resulta por lo tanto inadmisible que para los colores de la bandera argentina los eligiera de los de un regimiento o de una orden militar española. Todo ello y lo que antecede, persuaden al autor que Belgrano, también precursor de la independencia, escogió los colores de los revolucionarios. Durante su gobierno, el general Juan Manuel de Rosas mandó usar los colores azul y blanco”.
Página de editoriales del Diario “La Prensa” de Buenos Aires.
23 de mayo de 1986
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