Los países "desarrollados" imponen a los "arrollados" el librecambio. En cambio, ellos mismos adoptan medidas proteccionistas a sus productos, incluyendo subvenciones.
Mientras en Argentina las retenciones y los impedimentos alientan la corrupción y los subsidios a planes de no-trabajar, en Europa hay una conciencia de subvencionar al agro.
El presupuesto agrario y la ayuda al desarrollo para el campo en Europa se conforman con 55 mil millones de euros anuales, casi la mitad del presupuesto total de la Unión Europea. Y el dinero de los contribuyentes es destinado a tal acción (mientras que en Argentina se efectúan descuentos a la producción para reasignarlos como "subsidios" a los mismos productores, es decir, un círculo vicioso).
En Europa, las subvenciones asociadas a la producción agrícola generaban un excedente de alimentos, como la leche y la manteca, que no tenían cabida en el mercado, logrando el autoabastecimiento, y exportando tales excedentes. Sin embargo, se obligaba a los productores europeos a respetar límites de producción, y quien superaba los cupos era objeto de destrucción de los alimentos. Sin embargo, durante el año 2008 hubo escasez de leche por conflictos por el precio de la leche.
Actualmente se entregan 300 euros por hectárea en el oeste de la Unión Europea, se cultive o no se cultive en esos campos.
Debido a que las subvenciones se ven supeditadas a la cantidad de superficie, las más beneficiadas son las grandes empresas, fomentando la industrialización de la actividad agropecuaria.
La Unión Europea también impulsa económicamente la exportación de productos alimenticios fuera de Europa y, gracias a ello, muchas manufacturas pueden competir en el mercado externo. Como consecuencia, los campesinos de los países "en desarrollo" (los arrollados), que gozan de ventajas naturales en cuanto a precios, se ven así desplazados del mercado.
Los agricultores de los nuevos países del Este miembros de la Unión Europea reciben aproximadamente un tercio menos de subvenciones por hectárea que los del Oeste europeo, lo cual es calificado como "discriminatorio".
Los mayores destinatarios de subvenciones agrarias son en la actualidad Francia, España y Alemania.
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