Por Emilio Nazar Kasbo
La Empresa puede ser analizada desde distintas ópticas, no siempre acertadas. Y si bien existen numerosos tratados, libros y escritos que la comprenden adecuadamente, la mayoría de la bibliografía que inunda las librerías, bibliotecas y kioscos gozan de dos errores: el liberalismo y el marxismo en sus distintas vertientes.
Liberalismo
La avaricia y el egoísmo. Aunque parezca mentira, es el principio del liberalismo y del marxismo. Plantear en un sistema donde todos están llenos de ese vicio que el Corporativismo es la salida, es una utopía.
Hasta los más convencidos del corporativismo tienen su hábito individualista, donde el que comparte la misma actividad es un enemigo, y no alguien con quien se ejerce la Caridad y el principio de Solidaridad de la Doctrina Social de la Iglesia
Desde el liberalismo, la Empresa es un mecanismo para obtener ganancias, la cual no debe tener limitación alguna en su tarea, ni en su trabajo de comercialización y venta, en su elaboración o en su implicancia social. Así, el objeto de la Empresa es el lucro, y el móvil es la avaricia, por lo cual la explotación y la injusticia acaba siendo su norma. Prácticamente el Estado debe desaparecer en manos privadas, y el materialismo es su espíritu.
El "marketing de guerra", donde lo que vende "la competencia" es algo que yo no vendo, donde se descoordina para lograr el "monopolio", imponer precios sin límites y abusar de la posición dominante en el mercado, tratando al mercado como un ser independiente, es un grave defecto, y los católicos estamos acostumbrados a eso.
Cuando la seguridad se pone sobre los bienes, surge ese espíritu de avaricia. En la Alta Edad Media no era esa la debilidad precisamente. La debilidad por la ambición, por el desplazamiento de los demás resaltando el individualismo, el ideal acumulativo, fue avalado por Lutero y Calvino, generando una nueva forma de pensar donde hubo alguien más "exitoso" que se imponía por el dinero que lograba sin importar el procedimiento. Y eso se contagió a los católicos, lamentablemente.
El juicio se nubla ante el dinero, cuya naturaleza efectivamente acaba siendo algo "espiritual", el "mamonismo", la adoración al Becerro de Oro como un dios. Se nubla el juicio por quien tiene la debilidad, lógicamente. Pero no todos tenemos las mismas virtudes o defectos, y en el combate a los vicios, unos cuestan más que otros.
¿Cuál es el modelo del liberal? Es el “self-made”, el hombre “autorealizado” que no necesita de nada ni de nadie. Es la persona que alcanza una posición gracias al eferuzo propio, que empieza de la nada y alcanza el éxito y la riqueza. ¿Y Dios? No, nada que ver en sus planes. Su éxito se mide sólo en dinero y el lucro, para lograr una vida cómoda y hedonista.
El marxismo
Por el otro lado, tenemos el marxismo, socialismo, comunismo o cualquiera de sus vertientes. Desde esta orientación, la Empresa es un elemento de la “infraestructura” del sistema económico, generador de la “superestructura” que está conformada por lo “inmaterial” de la sociedad como la cultura, la Religión e incluso el Estado. Todo es determinado por la economía, y la Religión (incluso la Verdadera, la Católica) es elaborada por el sistema productivo. Aquí el lucro no es el motor del trabajo, sino la distribución del lucro, que le da un matiz “social” a la avaricia, en un sistema tan materialista como el anterior.
¿Cuál es el modelo marxista? Es el “inmanentista”, el hombre “realizado socialmente” que no tiene destino propio sino como pieza mecánica de la sociedad. Es la persona que trabaja para el Estado, y el Estado le provee de lo básico indicándole el uso de aquello que le da. La persona es sustituida por el Estado que organiza la vida de cada ciudadano, en una sociedad materialista y atea militante. ¿Y Dios? Es Alguien a quien se busca erradicar de la vida personal y social. El éxito marxista reside en la vida cómoda y hedonista.
Ambas posturas convierten a la Empresa en un mecanismo económico, que reduce su finalidad a la productividad materialista. Ambas posturas son erróneas, y no existe una “tercera posición”, ya que no se pueden contar como valederas a las equivocadas. Por eso, el Corporativismo Católico no es una alternativa, sino la única opción.
Lo Católico
Desde el Catolicismo, el sentido del trabajo está expresado en el Génesis: pasar de los dones preternaturales donde el trabajo no era un sacrificio, al trabajo como castigo del Pecado Original. Luego, el trabajo adquiere una dimensión salvífica en el Evangelio, según la Revelación de Jesucristo en el Nuevo Testamento.
La Doctrina Social de la Iglesia además, ofrece respuestas a muchos interrogantes socioeconómicos y políticos, que deben ser aplicados en la práctica adaptados a cada Nación.
El trabajo en el sentido católico combina el desprendimiento de las órdenes mendicantes, la Esperanza Sobrenatural en la Providencia de Dios con la labor de los benedictinos, el espíritu del combate cotidiano ignaciano y la oración mística de los carmelitas.
¿Cómo podían vivir los primeros cristianos en un sistema económico esclavista? Es fácil hablarlo, es fácil decirlo, pero es difícil vivirlo. El sistema corporativo no tiene nada que ver con ánimos de lucro o la avaricia, ni con vicio alguno, y por eso se impuso en la Edad Media, como la perfección en lo temporal de la procuración de los bienes materiales de los primeros cristianos.
El trabajo en el sentido católico implica la mayor eficiencia posible en el marco de la perfectibilidad humana, lógicamente la mayor productividad y eficacia, pero sin que constituya una actividad materialista, sino efectivamente liberadora del espíritu cuando se concreta la vocación que Dios ha dispuesto en el alma de cada persona.
El Corporativismo reune en la parte dirigente de una Empresa o de un Gremio, el sistema de vida de los primeros cristianos. Poner los bienes "en común", no significa para nada un principio que vaya en contra de la propiedad privada.
Lo Corporativo
La implementación de un sistema político con base Corporativa Católica, implica un orden y una jerarquía en la sociedad, a la vez que ofrece una respuesta efectiva a los cuestionamientos y problemas de la naturaleza humana.
El Corporativismo puede ser analizado desde una perspectiva histórica, donde es posible comparar sistemas que han tenido vigencia en su implementación. Mas históricamente, como se viene afirmando, el Corporativismo Católico no fue implementado hasta el momento como un sistema político mediante el cual se constituye en una forma de gobierno de una Nación.
Los periodistas pueden describir el sistema Corporativo Católico, muchas veces desde el desconocimiento de sus principios y formas de implementación, divulgando su significado. El periodismo inteligente reconocerá las virtudes del sistema, mientras que el periodismo opositor desprestigiará, calumniará y difamará su implementación, puesto que las raíces marxistas de “tesis-antítesis-síntesis” se encuentra en la base de reflexiones ilógicas, mientras que los liberales también lo atacarán en defensa de la avaricia, la ambición y el lucro desmedido.
Es función de los verdaderos políticos la elaboración del modo de concretarlo, ya que de ello depende el procurar el Bien Común temporal y facilitar el Sobrenatural de los habitantes de la Nación.
Surge por otra parte, la problemática del sindicalismo instalado. Se trata de un primer paso, pero el sindicalismo actual no tiene nada que ver con el gremio medieval en sus atribuciones y funcionamiento, y mucho menos con la base de un sistema político no implementado aun. Actualmente, los sindicatos reducen su labor a reclamos salariales, beneficios de comodidad y seguridad para los trabajadores, y de brindar algunos servicios para los adherentes, con sindicalistas desvinculados del trabajo que no gozan del prestigio de un ascenso en función al mérito y capacidades integrales.
El gremialismo corporativo católico es el ámbito natural en que el trabajador puede desarrollarse, como un sistema de defensa de la vida y derechos del Empresario y del operario, con una preocupación directa por el Bien particular de sus integrantes. El gremialista no se encuentra desvinculado del trabajo, y su prestigio surge de la capacidad de realizar los mejores trabajos y de superar las pruebas propias de la actividad, con trabajos Magistrales y una conducta acorde.
El Orden Natural
Ordenada la sociedad en Gremios, donde cada persona debe pertenecer a un gremio al que se une y que lo represente, donde cada uno vota a quienes conoce y donde se asciende por capacidad, se garantiza la propiedad privada y la prosperidad económica de la sociedad.
Las elecciones gremiales en el Corporativismo Católico son un reconocimiento de los pares a quien se considera mejor porque se lo conoce, y porque lo demuestra en su vida y su obra.
Si la Argentina tuviese un sistema corporativo, no habría pobreza ni indigencia: toda persona tiene una capacidad que puede desarrollar en el contexto de un gremio, que capacita protege y es su referencia laboral. Pero... ¿se logrará un día cambiar la Constitución liberal que tenemos por una Católica Corporativa?
Pero si no es posible a un pequeño grupo de personas ponerse de acuerdo en algo tan simple y básico como constituir una Empresa Corporativa Católica, para lo cual hay que vencer los vicios del liberalismo y del marximos, menos se podrá lograr una Restauración Católica. Porque si no se logra lo pequeño, mucho menos lo grande.
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