En su reflexión semanal en el programa “Claves para un Mundo Mejor” (América TV), Mons. Héctor Aguer, Arzobispo de La Plata, se refirió a la autorización de personas homosexuales a contraer matrimonio a partir de la decisión de “una jueza de la Ciudad de Buenos Aires” que declaró “inconstitucionales dos artículos del Código Civil que definen al matrimonio como corresponde, es decir, como la unión de un hombre y una mujer” y que califico como “Un Extraño Caso de Ilegalidad”.
Señaló que “la discusión que se ha suscitado sobre esa decisión y la argumentación de la misma jueza llaman mucho la atención, porque se ha presentado esa solución jurídica deforme como un triunfo sobre la discriminación” y “se dice que las personas homosexuales serían discriminadas si no se les permite contraer legalmente la unión que corresponde a la institución matrimonial” pero “ocurre que este no es un problema que pueda resolverse por una decisión del derecho positivo, porque se trata de una institución natural”.
“Aquí no hay una cuestión de discriminación. Nadie discrimina a nadie. Aquí lo que hay que salvaguardar es la realidad natural e institucional del matrimonio como fuente de la familia, sin la cual no puede haber una sociedad digna del hombre”.
A su vez, cuestionó en coincidencia con el Cardenal Jorge Bergoglio a Mauricio Macri, Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, a raíz de su decisión de no apelar el fallo.
El prelado platense afirmó que en este caso “hay una cuestión política de primer orden” y calificó la declaración del Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires como un “desubicado pronunciamiento”, afirmando que “muy bien ha dicho el Cardenal Arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio, que esta definición del Jefe de Gobierno de Buenos Aires peca de una ligereza extraordinaria”.
Recordó que el Ing. Mauricio Macri dijo que “es importante que aceptemos y convivamos con esta nueva realidad, que es la dirección en la que va el mundo en cuanto a salvaguardar el derecho de cada persona a elegir libremente con quién formar pareja y ser feliz”, y a partir de esas palabras reflexionó Mons. Aguer: “¿quién le impide a nadie elegir a quien se le ocurra para formar pareja y ser feliz con ella? Pero que a eso se llame matrimonio es otra cosa”.
Mons. Héctor Aguer manifestó que “lo que está en juego aquí es la realidad natural del matrimonio, la institución del matrimonio y, por tanto, también la familia, que es una pieza clave en la organización de la sociedad. Se ve claro que la unión civil que ya se había aprobado en la Ciudad de Buenos Aires para personas del mismo sexo era sólo un primer escalón en este avance con el que se quiere llegar a la completa adulteración del orden familiar”.
“Digámoslo abiertamente: lo que se está buscando es la destrucción de la familia. ¿Qué llegará a ser una sociedad en esos términos?... Aquí existe la voluntad de cambiar una institución de derecho público y que se funda en la naturaleza humana. Se pretende alterar la realidad del matrimonio y la familia en función de una ideología”.
“La petición de los pretendidos esposos y la concesión de la jueza porteña va contra la naturaleza de las cosas. Va también contra la razón y contra el sentido común”, sostuvo el prelado.
Explicó que “sobre esta cuestión es necesario manifestarse con toda claridad” y se debe formar “una recta opinión acerca del asunto, y difundirla también para que no prevalezca el coro de diputados ideologizados y grupos de presión que intentan alterar el orden jurídico con medidas ilegales que se oponen a la Constitución Nacional y al orden natural de la sociedad”, concluyó
Señaló que “la discusión que se ha suscitado sobre esa decisión y la argumentación de la misma jueza llaman mucho la atención, porque se ha presentado esa solución jurídica deforme como un triunfo sobre la discriminación” y “se dice que las personas homosexuales serían discriminadas si no se les permite contraer legalmente la unión que corresponde a la institución matrimonial” pero “ocurre que este no es un problema que pueda resolverse por una decisión del derecho positivo, porque se trata de una institución natural”.
“Aquí no hay una cuestión de discriminación. Nadie discrimina a nadie. Aquí lo que hay que salvaguardar es la realidad natural e institucional del matrimonio como fuente de la familia, sin la cual no puede haber una sociedad digna del hombre”.
A su vez, cuestionó en coincidencia con el Cardenal Jorge Bergoglio a Mauricio Macri, Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, a raíz de su decisión de no apelar el fallo.
El prelado platense afirmó que en este caso “hay una cuestión política de primer orden” y calificó la declaración del Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires como un “desubicado pronunciamiento”, afirmando que “muy bien ha dicho el Cardenal Arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio, que esta definición del Jefe de Gobierno de Buenos Aires peca de una ligereza extraordinaria”.
Recordó que el Ing. Mauricio Macri dijo que “es importante que aceptemos y convivamos con esta nueva realidad, que es la dirección en la que va el mundo en cuanto a salvaguardar el derecho de cada persona a elegir libremente con quién formar pareja y ser feliz”, y a partir de esas palabras reflexionó Mons. Aguer: “¿quién le impide a nadie elegir a quien se le ocurra para formar pareja y ser feliz con ella? Pero que a eso se llame matrimonio es otra cosa”.
Mons. Héctor Aguer manifestó que “lo que está en juego aquí es la realidad natural del matrimonio, la institución del matrimonio y, por tanto, también la familia, que es una pieza clave en la organización de la sociedad. Se ve claro que la unión civil que ya se había aprobado en la Ciudad de Buenos Aires para personas del mismo sexo era sólo un primer escalón en este avance con el que se quiere llegar a la completa adulteración del orden familiar”.
“Digámoslo abiertamente: lo que se está buscando es la destrucción de la familia. ¿Qué llegará a ser una sociedad en esos términos?... Aquí existe la voluntad de cambiar una institución de derecho público y que se funda en la naturaleza humana. Se pretende alterar la realidad del matrimonio y la familia en función de una ideología”.
“La petición de los pretendidos esposos y la concesión de la jueza porteña va contra la naturaleza de las cosas. Va también contra la razón y contra el sentido común”, sostuvo el prelado.
Explicó que “sobre esta cuestión es necesario manifestarse con toda claridad” y se debe formar “una recta opinión acerca del asunto, y difundirla también para que no prevalezca el coro de diputados ideologizados y grupos de presión que intentan alterar el orden jurídico con medidas ilegales que se oponen a la Constitución Nacional y al orden natural de la sociedad”, concluyó
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