Por Carlos Alberto Falchi
Corría el año 1963, en aquel entonces cursaba el último tramo de mi carrera de Abogado en la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad del Salvador, integraba, además la Asociación de Estudiantes de Derecho de dicha casa. Dicha asociación conjuntamente con las que nucleaban los alumnos de otras facultades organizaron las primeras jornadas universitarias que consistían en una muestra, conferencias, mesas redondas y debates acerca de la misión de la universidad.
Recuerdo que me toco presentar una mesa redonda, acerca del tema, en la misma participaban alumnos de la Universidad Católica Argentina y de La universidad del Salvador.
Citando conceptos de Ortega y Gasett, que trascribo a continuación, luego de una breve intervención di por iniciada la mesa:
“¿En qué consiste esa enseñanza superior ofrecida en la Universidad a la legión inmensa de los jóvenes?
En dos cosas: A) La enseñanza de las profesiones intelectuales. B) La investigación científica y la preparación de futuros investigadores. La Universidad enseña a ser médico, farmacéutico, abogado, juez, notario, economista, administrador público, profesor de ciencias y de letras en la segunda enseñanza, etc. Además, en la Universidad se cultiva la ciencia misma, se investiga y reenseña a ello.-“
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“Con esto tenemos que la enseñanza universitaria nos aparece integrada por estas tres funciones: I.-Transmisión de la cultura. II.- Enseñanza de las profesiones. III.-Investigación científica y educación de nuevos hombres de ciencia.”
La delegación de la UCA, integrada, también, por quien en los’70 tuvo destacada actuación en la lucha armada comenzó a “marcar la cancha” insistiendo que había omitido el objetivo fundamental de las universidades católicas que, según ellos, era la formación de Intelectuales Católicos por encima de los objetivos de formación profesional.
Respondí que no siendo requisito de ingreso profesar la religión católica, sin perjuicio de que debía ilustrar al alumno en disciplinas como la Teología y transmitir el pensamiento católico, como parte del objetivo de “transmisión de la Cultura”, no se debía considerar que el objetivo fundamental era la formación religiosa.
Los “fundamentalistas” provocaron una batahola de tal magnitud que provoco la intervención del decano de nuestra Facultad (R. P. Dr. Vicente Alonso S. J.) que reafirmo los objetivos fundamentales de la Universidad en un todo de acuerdo con lo planteado por el pensador español.
Posteriormente, no es mi deseo profundizar el tema, simplemente lo señalo, las universidades Argentinas tanto las Nacionales como las privadas se convirtieron en transmisoras de ideologías y delirios, dejando de lado la transmisión de la cultura, la formación profesional y la investigación.
Así las cátedras se convirtieron en tribunas, desde las que los “militantes” pronunciaban encendidos discursos, otras pasaron a ser “pulpitos” desde donde devotos “tercermundistas” predicaban.
Todo ese delirio termino mal, pero los “comisarios” de turno cambiaron la orientación, la mayoría de las cátedras continuaron siendo tribunas simplemente cambiaron de color.
Luego vino un periodo de caos que continua, se incorporaron materias, se inventaron carreras.
Objetivo fundamental la “fabricación de Títulos”, habilitando ignorante, y la masiva producción de “INTELECTUALES TRANSGENICOS”, todos igualitos, todos entonando la misma letanía, no hay margen para el disenso.
Así tenemos magistrados y funcionarios, egresados con distinciones, ignorantes de Derecho romano, del Código Civil, de los tratados internacionales vigentes.
Profesores de derecho Penal abolicionistas, trasnochados “nacional socialistas” que proclaman superioridades raciales.
Magistrados que considerar el haber Jurado acatamiento a un estatuto, fundamento de la usurpación del estado, un detalle sin importancia.
Sorprende sobre manera que además ignoren el articulo 16 de la declaración Universal de los Derechos Humanos de las Naciones Unidad, verdadero “catecismo laico” de los “derecho humanistas” que nos han regalado las Universidades: “Art. 16: 1. Los hombres y las mujeres, a partir de la edad núbil, tienen derecho, sin restricción alguna por motivos de raza, nacionalidad o religión, a casarse y fundar una familia, y disfrutarán de iguales derechos en cuanto al matrimonio, durante el matrimonio y en caso de disolución del matrimonio. 2. Sólo mediante libre y pleno consentimiento de los futuros esposos podrá contraerse el matrimonio. 3. La familia es el elemento natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a la protección de la sociedad y del Estado.”
No será discriminatoria, la declaración?
Quizas debamos solicitar el dictamen de la Rectora de la Universidad de las madres y ponerlo en conocimiento de las NACIONES UNIDAS.
“Que vachache? Hoy ya murió el criterio, vale Jesús lo mismo que el ladrón”
CARLOS ALBERTO FALCHI.
Buenos Aires 18 de noviembre de 2009.
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