Por Lucio Catano (h)
Despues de leer, digamos varios miles de correos, durante estos breves pero muy indigestos ultimos años, debo concluir con una semblanza que tiene una conexion muy estrecha con el tiíulo de esta nota.
He caido en la cuenta que este ligamento rural indesatable no se transformó en tal al azar.
Veamos porque:
Lo que analistas internacionales no pueden entender, entre otras misceláneas, es la circunstancia de haber capacitado a los uruguayos y brasileños, con nuestras técnicas de labranza (cero o directa) que los transformó en verdaderas potencias exportadoras de cereales; habernos desprendido de las principales usinas de producción, llámense frigoríficos, usinas lácteas, molinos harineros y enormes extensiones de campos en nuestra Pampa Húmeda, como asimismo y pese a que nos duela: la especulación que muchos propietarios de enormes estancias, hacen al no explotar con el criterio de un siglo XXI, muy competitivo, sus valiosas e improductivas propiedades, me indica un breve prólogo.
Nuestro sector, el agropecuario, carece de destino y de dirigencia, porque al bregar por la eliminación de estas verdaderas toxinas impositivas, quienes peticionamos por esas libertades conculcadas, lo hacemos en iguales términos, a favor de individuos, que carecen de lo que se conoce como una vocación campesina.
En tres cuartas partes del territorio de La Pampa, de Corrientes, de Chaco, de Formosa, un cuarto de Buenos Aires y casi la mitad de Santa Fe, enormes extensiones de campo, no se explotan o más bien, se lo hace con una cultura similar a la que se dispensaba a mediados del siglo XIX.
Sus propietarios, no invierten un centavo.
Dichas superficies se conocen como los campos de cría (sin comparativos actuales en el mundo occidental).
Quienes son titulares de esos vastos territorios, mantienen su patrimonio y ahora con el aumento de la carne vacuna, duplicaron sus capitales pecuarios sin ningún esfuerzo.
En cambio, el gringo chacarero es el que apuesta lo que tiene, en una sola siembra, lucha denodadamente contra las inclemencias climáticas y lo arriesga todo en una jugada.
A ese es a quien persigue este carroñero gobierno, con retenciones sovietizadas, fotos satelitales y constantes amenazas.
Al tambero, que invierte en genética constantemente, porque en muchos casos, debe optimizar su producción, frente al impedimento de correr el alambrado, se lo castiga con precios máximos de la leche fluida.
Algo similar ocurre con los productores frutihortícolas, que reciben por ejemplo $ 0,45 por un cajón de duraznos, cuando en la góndola se comercializa a $10 el kilogramo.
Esta sinrazón de asimetrías entre precios de origen y el que abona el público consumidor, perjudica a los mas débiles.
A los productores, porque con sus menguados ingresos, son castigados con impuestos confiscatorios.
Y a la ciudadanía en general, porque debe soportar las consecuencias de una cadena parasitaria de intermediación especulatoria de los supermercados fomentada por estos K.
Si como la frutillita del postre le adicionamos a todos estos entuertos, que no se conocen en ninguna forma académica de economía clásica o no, la personalidad individual y colectiva de nuestros referentes del sector, la ecuación me lleva a compararla en el plano cinematográfico a ese filme La Tormenta Perfecta.
Algo va tomando cuerpo de una manera lineal e inalterable para que culmine en un absoluto desastre.
Contamos hoy con menos de cincuenta millones de cabezas de ganado vacuno (ocho menos que en 2007).
Podríamos tener, mediante un simple diagrama, ciento cincuenta millones o más en cinco años.
Se requiere de algunos meros ajustes.
Ya que el impuesto es la única forma que un Estado tiene a disposición para financiarse y ejercitar el asistencialismo a los más necesitados y proveernos del servicio de justicia, de seguridad, de salud y de educación, pues que se grave severamente la tierra improductiva libre de mejoras.
Por si algún lector poco avisado, es de la creencia que una propuesta como esta, tiene ribetes socializantes y atentatorios contra la propiedad privada, debo apresurarme en señalarle, que este tipo de gravamen es un diseño intelectual que Raúl Prebisch les hizo a los Conservadores en la década del treinta -esa que estos palurdos historiadores progres la denominaron como infame-.
Ello tendria un triple propósito:
a) Forzar a quienes tienen un campo para jugar al Estanciero para que adviertan que deben invertir, en la misma proporción que los agricultores, que confían su suerte al Altísimo.
c) Motorizar una economía ociosa que triplicará cuanto menos, nuestra producción agrícola como ganadera, con los beneficios que todo ello implica en las cadenas de valor, y
c) Expandir las carteras crediticias de la Banca, incluso con la refundación de un Banco de Desarrollo Rural, destinado exclusivamente a financiar proyectos expansivos a la agroindustria y a la producción primaria.
Con el fisico monetario que se recircularía en el mercado, estas retenciones expoliatorias se tornarían abstractas, porque impediríamos que este gobierno de acaratas exhumara argumentos como esos de redistribuir la riqueza.
Los dejaríamos sin ese libreto populista y emergeríamos como la Potencia Productiva que hoy tenemos en estado larvatorio.
Cumplamos ese viejo adagio de que el campo es para el que lo trabaja.
Vemos así, que todas estas rondas de charlas flatulentas de nuestros dirigentes con una administración que se mofa de ellos y por ende, de nosotros aun más, estan destinadas al fracaso y prohijan la lucha de clases que estos montos de jet pretenden instalar en la sociedad, cuando hablan de la renta agropecuaria.
Esta propuesta tiene como objetivo, modificar una mentalidad.
El campo no es para cualquiera.
Es para quien decide sacrificarse, apostar y estar preparado para las inclemencias climáticas.
Eso de pasturas naturales, concepto tan pretérito y absurdo que mantiene como una categoría de productores a Los Criadores, esos que son incapaces de implantar una pradera consociada y estabular sus rodeos, debe desaparecer.
Porque es económicamente improductiva.
No tiene sustento en un mundo, donde lo que predomina es la agricultura de precisión.
El problema consiste en una ausencia de actitud.
Ningún estanciero que tiene digamos dos mil hectáreas en el norte de Corrientes, Chaco, Formosa y Santa Fe o en el centro sur de La Pampa y aun en la Cuenca del Salado Bonaerense, puede seguir con esa arcaica regla de 0,5 ug por ha.
Eso era compatible cuando no existía el pavimento, la electrificación rural o la tecnología.
Hoy es a todas luces inadmisible.
Para colmo de males, esos establecimientos por ser bajos tributan mucho menos que los productivos.
Esta más que demostrado que cuando la fiebre sojera comenzó, muchos de esos predios se modificaron de categoría.
Se sembró hasta en las cañadas.
Ergo, es agrícolamente posible
Por ello se debe invertir la pirámide contributiva.
Que quienes menos inviertan paguen más y no menos.
De esa forma, la cultura del desarrollo será obligatoria y no voluntari,a como en nuestros días.
Espero que con estos desinteresados aportes pueda desanudarse
EL NUDO GORDIANO DEL CAMPO.
Cordialmente Lucio Catano (h).-
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