¡Jesús Misericordioso!
Mis pecados son más que las gotas de sangre que derramaste por mí.
No merezco pertenecer al ejército que defiende los derechos de tu Iglesia y que lucha por ti. Quisiera nunca haber pecado para que mi vida fuera una ofrenda agradable a tus ojos.
Lávame de mis iniquidades y límpiame de mis pecados.
Por tu santa Cruz, por mi Madre Santísima de Guadalupe, perdóname, no he sabido hacer penitencia de mis pecados; por eso quiero recibir la muerte como un castigo merecido por ellos. No quiero pelear, ni vivir, ni morir, sino por ti y por tu Iglesia.
¡Madre Santa de Guadalupe!, acompaña en su agonía a este pobre pecador.
Concédeme que mi último grito en la tierra y mi primer cántico en el cielo sea
¡Viva Cristo Rey!
Amén.
No merezco pertenecer al ejército que defiende los derechos de tu Iglesia y que lucha por ti. Quisiera nunca haber pecado para que mi vida fuera una ofrenda agradable a tus ojos.
Lávame de mis iniquidades y límpiame de mis pecados.
Por tu santa Cruz, por mi Madre Santísima de Guadalupe, perdóname, no he sabido hacer penitencia de mis pecados; por eso quiero recibir la muerte como un castigo merecido por ellos. No quiero pelear, ni vivir, ni morir, sino por ti y por tu Iglesia.
¡Madre Santa de Guadalupe!, acompaña en su agonía a este pobre pecador.
Concédeme que mi último grito en la tierra y mi primer cántico en el cielo sea
¡Viva Cristo Rey!
Amén.
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