Por Eduardo Jorge Rodrigo
La fecha que signó nuestra existencia como Nación fue el 1º de Abril del Año del Señor de 1542 día en que se celebró por vez primera el Santo Sacrificio de la Misa en territorio de lo que hoy es la Nación Argentina.
25 de Mayo de 1810 fue una decisión confusa por las circunstancias y componentes humanos, pero fue. Y fue aquello lo que en evolución es nuestro hoy, nuestra realidad. Confusión, día de fervor y de agrajón
1810. Pujaban entonces opuestos intereses. Uno, el de quienes eran fieles a la Hispanidad surgida en el siglo XV, el de aquella España bandera, estandarte de la Cristiandad que por entrega borbona cayó ante los intereses del crimen organizado encarnado en las potencias que la resistían en Europa: Inglaterra, Francia, Holanda y más tarde Portugal. Está muy claro contra qué intereses se enfrentaban los verdaderos patriotas de 1810, tan claro como doloroso saber que esos foráneos intereses estaban muy bien representado en la Primera Junta de Gobierno.
No cuesta entender nuestra realidad como nación, ni porqué existen diferencias cada vez más pronunciadas en el ceno de nuestra sociedad. Diferencias mucho más profundas que las económicas. Si aceptáramos que venimos desde el ayer y entendiéramos que en nuestro vivar la Patria hay un grito más que desgarrado, contrariado. Si entendiéramos donde está nuestra contradicción y que sencillo sería salir de ella. Ay si cada quien se preguntara por qué el padre de la Patria, José Francisco de San Martín, todo un Príncipe Cristiano a quien por justa decisión descansan sus restos en la Catedral Metropolitana y añadiera a esta elemental pregunta, por qué entonces los destinos de la Nación Argentina son regidos desde el sillón que lleva el nombre de su principal principal enemigo...
Solo cuando los Argentinos revisemos nuestra Historia para saber de qué Patria estamos hablando, habremos de parir generaciones con un conocimiento más acabado del pasado, ávida por aprovechar su tiempo en presentes que auguren un porvenir más seguro acá en la tierra por alcanzar aquel cielo.
En estos términos, entonces: ¡¡ VIVA LA PATRIA !!
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