Las entidades deben unirse como lo hicieron en Brasil en 1964. El resultado es un aporte mucho más consistente al debate parlamentario, lo que se traduce en leyes actualizadas y eficaces.
Por Arturo Navarro*
A más de dos años de la creación de la Comisión de Enlace y a dos meses del inicio de las sesiones ordinarias en el Congreso, el tema agropecuario está ausente del debate parlamentario. Sin duda, la actividad deliberativa referida al campo fue mayor en 2009, cuando funcionaba la Mesa de Consenso Agropecuario, formada por diputados y senadores de diferentes partidos, que trabajaron conjuntamente con las dirigencias agropecuarias.
Lamentablemente, este tipo de acción no existe hoy, a pesar de la cantidad de nuevos diputados que provienen del sector. Su actuación está centrada hoy en la presentación de proyectos específicos –muy respetables, por cierto–, pero que no solucionan ni los problemas de coyuntura, ni, mucho menos, los problemas generales que tienen los productores, ya que estas propuestas específicas no son parte de un proyecto agropecuario integral de desarrollo nacional planteado a mediano y largo plazo, propuesta que podría haber sido presentada por la Comisión de Enlace, si estuviera institucionalizada y actuando por mayoría.
Personalmente, he promovido la unión de las entidades mucho antes de la formación de la Comisión de Enlace. Esta unión no significaría la pérdida de identidad de las entidades actuales frente a sus asociados. Sin embargo, será decisiva para llevar a cabo un nuevo tipo de acción gremial, más profesionalizada, que van a necesitar los productores, en tiempos de grandes cambios estructurales, desarrollo de las nuevas tecnologías e innovaciones que ya vivimos hoy.
Las entidades deben unirse como lo hicieron en Brasil a partir de 1964 en la Confederación Nacional de Entidades Agropecuarias. Hoy tienen sus dirigentes un gran protagonismo en todo el trabajo parlamentario. Sin ir más lejos, su actual presidenta es al mismo tiempo senadora nacional. No quiero extenderme en describir el funcionamiento de la actividad parlamentaria brasileña, pero sí decir que la bancada agropecuaria y la dirigencia del sector se reúnen dos o tres veces por semana a discutir y consensuar los proyectos. Creo que es la única forma de trabajar para lograr consensos mayoritarios y mantener las leyes actualizadas y eficaces.
Hasta ahora la Comisión de Enlace no ha presentado formalmente en mesa de entrada del Congreso un proyecto consensuado por las cuatro entidades. No tiene una estrategia gremial planificada con metas a cumplir en determinado tiempo. No puede salir de los temas de coyuntura impuestos por el Gobierno y termina reclamando en asambleas junto con los productores, en vez de privilegiar el trabajo parlamentario con propuestas concretas para el corto, el mediano y el largo plazo. La necesidad de definir los temas por unanimidad ha paralizado su gestión frente al poder de veto que tiene cualquiera de las cuatro entidades. Tienen que asumir que si no tienen la capacidad de acordar un proyecto por mayoría, los productores no van a poder contar con las políticas de estado que necesita el sector.
La Comisión de Enlace debe pasar del reclamo a la propuesta de políticas nacionales y sectoriales para volver al federalismo fiscal, sin el cual no hay independencia política de gobernadores e intendentes. Hay que dejar de lado la vieja política que se implementó en contra del sector y del interior, con el argumento falaz de la defensa de los más pobres y de los productores más chicos. Porque lo único que han logrado es acrecentar la cantidad de pobres y marginados, promoviendo que muchos pequeños productores engrosaran las villas miseria de los grandes centros urbanos. Hay que asumir que esto no es solo responsabilidad del gobierno. Mucha culpa tiene nuestra dirigencia por seguir encerrada en sus fronteras y no querer ver cómo funciona el mundo.
Para revertir esta situación es estratégico que el sector agropecuario y agroindustrial actúen en un plano de igualdad con los otros sectores de la economía, para motorizar un desarrollo nacional planificado y sostenido. Para concretar dicho proyecto es fundamental que esté consensuado por la mayoría de los productores, especialmente hay que tener en cuenta las opiniones de los productores más eficientes y emprendedores, asociados en AACREA y Aapresid.
El próximo paso de la Comisión de Enlace debería ser salir del autismo en que se encuentra y abrir una rueda de consultas con expertos, para analizar cómo institucionalizarla, quiénes deberían formar parte y cómo debería funcionar.
La institucionalización de la Comisión de Enlace es el seguro para darle estabilidad permanente, como ocurrió en Brasil, para que trascienda la gestión de los actuales dirigentes y del actual gobierno, para poder concretar propuestas por mayoría de los productores y para terminar con todos los descreídos que dicen que es imposible trabajar unidos sin perder la identidad de cada una de las entidades, cuando lo que está en juego es el aumento de la producción de alimentos y el bienestar futuro de los ciudadanos.
De esa forma también se cumpliría con el reclamo permanente de los productores de trabajar unidos, lo que no significa unanimidad de pensamiento, sino trabajar con decisiones tomadas por mayoría.
Y el mensaje para toda la sociedad será claro: que hemos sabido transformar algo creado circunstancialmente, por un reclamo en marzo del 2008, en algo institucional y permanente para proponer y defender las políticas de estado que necesitan el productor y el país.
(*) Consultor
www.arturonavarro.com.ar
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