Antecedentes, evolución y resultados de su actividad.
Por Tcnl. José Javier de la Cuesta Ávila (*)
Los Liceos Militares son institutos de educación secundaria dentro del Ejército Argentino, como lo son los Navales en la Armada y los aeronáuticos en la Fuerza Aérea. Los mismos, por sus excelentes resultados, fueron creados sucesivamente en diferentes ciudades respondiendo, preferentemente, a la demanda de aquellas. En el año 2006, se intento su pase para depender de los Gobiernos Provinciales, quitándoles la “formación militar”, medida suspendida por “influencias políticas”. A principios del año 2010, el Ministerio de Defensa dispuso modificaciones en la “formación militar” que, conforme a una generalizada opinión, desvirtúan la esencia de los mismos, que, dada una unánime y generalizada oposición, aparentemente, llevaría a una nueva consideración, atendiendo así a la reacción de los liceístas..
La idea de creación de este tipo de institutos, fue del general Ramón Molina quien la detallo en una conferencia en el Círculo Militar, cuando era Jefe del Estado Mayor General del Ejército. Su idea era reemplazar al Colegio Militar por un Colegio Nacional Militar donde estudiarían juntos los futuros oficiales y jóvenes que seguirían su actividad en la vida civil y podrían, voluntariamente, ascender hasta el grado de teniente coronel revistando en la reserva. Una educación de excelencia y una vida en común (seria un internado) uniría a aquellos para su desempeño en la sociedad. Es así que, en el año 1938, se crea el Colegio Nacional Militar, que se diferenciaba de la idea original, por preverse su funcionamiento en el anterior cuartel del Colegio Militar en San Martín que había sido traslado a su nuevo asiento en El Palomar. Esta diferencia es marcada por el General Molina en una llamada de un libro, que resume sus actividades, años después.
En el año 1939, se modifica la denominación, asignándole la de “Liceo Militar General San Martín”, con un nuevo objetivo, que completaba el inicial, como fue preparar “oficiales de reserva”. Juega un papel importante el nombramiento como Director del Coronel Ernesto Florit, que inspirado, posiblemente, en los similares de Europa y los Estados Unidos de América, lo organiza con la finalidad de alcanzar la excelencia que los caracterizara los últimos mas de 70 años. Florit elige, para que lo acompañen en la tarea, al profesor Valentín Mestroni y al Teniente Coronel Aníbal Suárez Girado. Mestroni, trae la enseñanza de la “Escuela Superior de Profesores Mariano Acosta” junto con una cantidad de sus profesores y egresados. Suárez Girado logra una adaptación del espíritu” del Colegio Militar que reinaba en los edificios, aulas y campos de instrucción. La nomina de oficiales instructores y profesores muestra que ellos eran destacados y el análisis de sus actividades y tareas permiten indicar su muy alta valía. Los Liceos en toda su existencia han recibido como instructores a brillantes oficiales y como profesores a verdaderos maestros de probada calidad.
Con el correr de los años, y ante los cambios e innovaciones que se producen en el país en materia educación, los Liceos Militares asumieron ellas en su totalidad y, al mismo tiempo, se adaptaron a los requerimientos del Ejercito, asignando a cada uno de ellos una arma determinada. Cuando se crearon escuelas mixtas, los Liceos abrieron sus puertas a las jóvenes mujeres, logrando su sana y correcta convivencia con los varones. Esta adaptación, todo un desafío para una escuela de internado, se logro y debió a la alta calificación de valores asumida por los estudiantes y pude ser mostrada como un ejemplo digno de señalar.
En la década del 1960, se estructuro la “carrera de oficiales de reserva”, completando la idea inicial del General Molina, a la que “voluntariamente” acudieron y acceden algunos liceístas. En el año 1978, dentro de la “Operación Soberanía” (Conflicto con Chile por el Beagle”), se convoco e incorporo una elevada cantidad de liceístas “subtenientes de reserva”, cuya preparación y actividad mereció el reconocimiento y alabanza de sus superiores. No hay dudas que esa fue una prueba de la consistencia ganada y el espíritu de servicio y cumplimento del deber de los liceístas movilizados. A ellos, aun el Estado, les adeuda el merecido y justo reconocimiento como ”veteranos de guerra”. Es de señalar, además, que algunos de los héroes caídos en el Conflicto Malvinas eran oficiales de carrera que habían cursado los Liceos Militares
El elevado porcentaje inicial de liceístas que siguieron la carrera militar disminuyo a lo largo del tiempo llegando, en el presente, a un muy corto valor porcentual. Sin embargo, aun con esta disminuida proporción, se ha logrado que se creen entre ellos los enlaces que pensará el general Molina. Los resultados logrados por sus egresados son realmente sorprendentes, por alcanzar a destacarse en los mas diversos campos y actividades de la sociedad. Bastaría citar los que llegaron a la Presidencia de la Nación, Gobernadores, Senadores y Diputados para agregar los que alcanzaron las más altas jerarquías militares como así también exitosos profesionales, empresarios, músicos, escritores, etc. Un reciente hecho sintetiza esta alta calidad y es la designación como presidente de la Academia nacional de Medicina de un liceísta de la Promoción LMGSM 10. Un factor destacable, que pone en evidencia la amplitud de la educación, es que encontramos liceístas en diversas posiciones ideológicas y religiosas, en algunos casos, hasta antagónicas.
En el presente, igual que existe una oferta de educación con “formación laica” y con “formación religiosa”, los Liceos Militares constituyen la de “formación militar”. Esta “formación militar”, lógicamente, no los hará militares, pero si los dotara de alguna de sus características salientes, como son las conductas tradicionales de los militares y ciertas aptitudes de “liderazgo” que son un requerimiento constante en la comunidad. En un tiempo cultural, donde se han perdido algunas virtudes que hacen a la persona y el ciudadano, ellas se encuentra reforzadas en los liceístas, tano en los jóvenes estudiantes como en los maduros en sus actividades dentro de la sociedad.,
La actual evaluación de las actividades de los Liceos y los resultados obtenidos en sus aulas y campos de instrucción, sin dudas, mostraran, no tan solo su efectividad y beneficios, sino la necesidad y conveniencia de que el Estado cree nuevos, en los lugares cuyas comunidades así se lo requieran, ampliando la ventaja de preparación que ellos ofrecen a una juventud que en el presente sufre los efectos de la incertidumbre y la duda y necesitan respuesta oportuna y actualizada.
Es importante destacar que, cuando las reformas proyectadas por las autoridades se difundieron y tomaron estado publico, ellas despertaron una creciente inquietud en los padres de los actuales alumnos y la masa de los liceístas egresados que, desde los mas variados lugares, funciones y actividades, se unieron en un accionar general y común. Es interesante y, hasta se diría, emocionante, escuchar el cúmulo de recuerdos, la activación de lazos de amistad y el sentimiento unánime de satisfacción y agradecimiento por lo que los Liceos Militares han dado. Este orgullo de pertenencia, que generalmente encontramos en aquellos que han estudiado en los mas renombrados institutos del Mundo, en especial Europa, han hecho cuerpo con tal consistencia que hace recordar la frase con la que el coronel Florit recibió a los primeros liceístas, cuando les indico que debían señalar con fuerza el honor que les distinguía al decir YO SOY DEL LICEO MILITAR.;
*Nota: El autor integra la Promoción LMGSM 1 – Patriarcas Liceanos (La “Fundadora”), fue quien propuso en el año 1965 la estructura de la “carrera de oficial de reserva” desde su cargo de Jefe de la División Reservas del EMGE (como lo ideo el Gral. Molina) y compartió con los liceístas la incorporación, desde la situación de retiro, en la “Operación Soberanía”.
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