Por Emilio Nazar Kasbo
En primer lugar, la Iglesia Católica con suma Caridad espera la conversión a la Fe con coherencia de vida de todos los pecadores, independientemente de su condición. Jesucristo llamó a muchos, y pocos son quienes se deciden a seguirlo de verdad. Por otra parte, todos los seres humanos hemos sido afectados por el Pecado Original, exceptuando a Jesucristo y a la Virgen María, y por tanto todos tenemos necesidad de conversión.
LA CASTIDAD
La Iglesia Católica promueve la virginidad hasta el matrimonio en caso de seguir esta vocación, y la castidad para todos. Es decir, que la moral de la Iglesia no es contra los homosexuales, sino que busca promover una vida con principios morales que acercan a la Felicidad desde lo Sobrenatural y mediante el dominio de sí para poder darse a Dios y a los demás.
La vida de la Iglesia se basa en el Amor a Dios y al Prójimo, pero no se trata de cualquier clase de “amor” como tanto se ha vulgarizado esta palabra. Se trata del Amor Sobrenatural que implica la presencia del Espíritu Santo en la relación con Dios y con las demás personas. Allí está el “secreto” que tanto admiró siempre a los no creyentes al ver el trato de santidad entre católicos: “¡miren cómo se aman!” ha sido su permanente exclamación.
Pero elevar este amor humano al nivel Sobrenatural, es elevar al hombre hacia Dios. Efectivamente, implica la búsqueda de la Santidad según el modelo que Jesús nos ha indicado.
LA HOMOSEXUALIDAD
Por lo dicho, la Iglesia Católica no está contra los homosexuales, sino que espera su conversión y que puedan salvar su alma, al igual que el resto de las personas.
La Iglesia está sí en contra del pecado, y por tanto en contra de la homosexualidad, pero ello porque la homosexualidad se presenta como un obstáculo a la salvación del alma.
La autoridad de Dios, que ha inspirado la Biblia, así como el testimonio de Jesucristo y de los Apóstoles son claros en el sentido de que la práctica de la homosexualidad es un acto aberrante que no eleva el alma hacia Dios sino que la hunde en el pecado, y por tanto aleja a la persona de la Felicidad y la Santidad.
CLASES DE AMOR
Hay un estrato que es el del amor humano, que no es el Sobrenatural, y que sólo contempla el aspecto natural, el aspecto de vivir conforme a la naturaleza en lo cual el alma halla la paz y el reposo en este mundo. Esta clase de amor humano puede darse entre personas no creyentes, o entre creyentes que carecen de suficiente formación, pero no es la esencia del Amor Sobrenatural.
El Amor Sobrenatural, en cambio, contempla la salvación del alma, contempla la Gracia que Dios brinda para llevar adelante la vida en familia y la vida social, y busca el Reinado Social de Jesucristo, convirtiendo al hogar en la Iglesia Doméstica. La esencia del Amor Sobrenatural está en Dios mismo, y se caracteriza por dos Sacramentos particulares: el Matrimonio y el Orden Sagrado. En este último caso, la Gracia de Dios auxilia para llevar el voto de castidad y a cumplir también el Plan de Dios en la propia vida, evangelizando.
Pero hay otro tipo de relaciones que atentan contra el amor humano y contra el Amor Sobrenatural, que son las prácticas aberrantes en materia sexual (que van por ejemplo desde el intercambio de parejas hasta las prácticas invertidas, el bestialismo y otras prácticas semejantes), y no constituyen más que desviaciones del instinto sexual. Consisten en un hecho biológico confundido con un sentimiento, confunden un placer físico momentáneo con el amor devaluado.
VIOLENCIA
La virulencia de las prácticas aberrantes, en alusión a cualquiera de ellas, jamás traen paz al alma, sino que producen daño a quien la practica en conjunto con la otra u otras personas que se prestan a tal práctica.
Hay una violencia en este tipo de relaciones que se traduce en la inestabilidad de la persona, en su ataque social, y también por lo general en una gran aversión a Dios, por la insistencia en no querer seguir el camino que Jesucristo ha señalado para acercarnos a El.
Las prácticas homosexuales, incluyen una carga de violencia que deslegitima jurídicamente cualquier aprobación jurídica, por su atentado contra el Orden Natural, y porque conducen a la persona hacia la aporía del egoísmo y el resentimiento. Y quien practica esto siente la impotencia de no poder salir.
¿LEY PARA HOMOSEXUALES?
Los homosexuales no necesitan una “ley de matrimonio” ni una “ley de unión civil”. Esto no los conduciría de ninguna manera a la “felicidad”, sino que agravaría su situación. De tenerla, se darán cuenta que en realidad lo que en realidad habrán conseguido: nada para sí y algo más que eso, un daño a la sociedad por extender su propia violencia e inseguridad a los demás.
Los homosexuales, necesitan una Ley adecuada a su caso, lo cual surge de su descripción fenomenológica: forman parte de grupos de riesgo, tanto en lo que hace a la drogadicción como del SIDA, y necesitan de asistencia psicológica (lo cual es una realidad, ya que la inmensa mayoría de los homosexuales acude a terapia).
Desde el Estado se les debe brindar ayuda en su situación personal, pero no promover a que otras personas sean incluidas dentro de este grupo en daño a su persona. Las enfermedades y la drogadicción deben ser prevenidas, no provocadas, y la homosexualidad también.
La mejor prevención para el SIDA, es la castidad, que reduciría en un gran porcentaje esta enfermedad. Evitar la promiscuidad sexual en el mismo marco, también debe ser una prioridad del Estado. Asimismo, establecer centros de rehabilitación para los homosexuales que desean abandonar su condición y que puedan vivir conforme el Orden Natural, y que los ayude a alcanzar la felicidad.
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