Por Cosme Beccar Varela
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Buenos Aires, 12 de Julio del año 2010 - 981
Hay nueve observaciones de nuestra situación política que quisiera exponer a su consideración, estimado lector y, detrás de ellas, un enigma que parece insoluble pero que debemos resolver porque nos va en ello la vida como Nación civilizada y como personas decentes:
1) La fuerza pública y la fuerza bruta está en manos de una tiranía absolutamente decidida a destruir lo que resta de civilización cristiana en nuestro país, cambiar las normas morales anulando las que se basan en el cristianismo y hacer imposible la supervivencia de las personas de bien dejándolas sin libertad, sin respeto, sin posibilidades de progreso y sin patrimonio. Esa tiranía no tiene ni la menor intención de cejar en su diabólico proyecto y no hay violencia ni fraude que no esté dispuesta a cometer para llevarlo a cabo.
2) Si queremos salvar lo que nos resta de civilización cristiana, defender la moral tradicional y la inocencia de los niños, impedir la destrucción de las jerarquías naturales y la sistemática imposición de los peores en el poder, rechazar el aborto y la difusión legalizada del homosexualismo, acabar con el robo sistemático desde el Estado y el crimen en las calles, asegurar la vigencia plena de la Justicia, el reconocimiento del mérito, el castigo del crimen y la preservación de lo que cada uno haya legítimamente adquirido, debemos acabar con esa tiranía para lo cual hay que derrotarla poniendo en el empeño toda la fuerza de que dispongamos. Nada de eso se conseguirá mientras esta tiranía no sea vencida.
3) Mientras la tiranía tenga toda la fuerza pública y la irregular (y una inmensa cantidad de plata robada o por robar) a su disposición y nosotros sólo la fuerza de la razón que apenas conoce una minoría y la fuerza de una mayoría razonablemente buena pero desorganizada y engañada, es casi imposible derrotarla.
4) Sin embargo hay que derrotarla, de lo contrario, estamos perdidos. Por lo tanto, hay que aplicar todo el pensamiento a encontrar cuales son los medios que pueden convertir ese "casi imposible", en un "tal vez sea posible" y finalmente en un "es muy probablemente posible".
5) Si esa minoría que conoce las razones por las cuales la tiranía no debe continuar adopta una actitud ambigua y contemporizadora, renunciando al objetivo de acabar con ella y se limita a protestar con expresa o implícita aceptación de su continuidad, aferrándose a la esperanza cien veces probada como falsa, de que la actual "oposición" rechazará todos y cada uno de sus nefastos objetivos, entonces se puede decir que la tiranía jamás será derrotada y que todos sus proyectos perversos se llevarán a cabo. No habrá seguridad jurídica de ninguna clase y los buenos serán aplastados en todos los ámbitos de la Nación.
6) El primer paso hacia la victoria, por lo tanto, sería conseguir que esa minoría, aún sabiendo que sus fuerzas son escasas, se resolviera a adoptar una actitud seriamente combativa.
¿Qué se entiende aquí por la palabra "seriamente"? Es un concepto casi perdido en asuntos políticos pero para darle una idea de lo que significa, piense cómo se comportaría un integrante de esa minoría al que se le propusiera un trabajo en el que seguramente podría ganarse diez millones de dólares, siempre y cuando se dedicara "seriamente" a realizarlo.
Observe a ese ciudadano y verá que desde ese momento su conducta al respecto será de una seriedad casi filosófica. No habrá piedra que deje de remover, ni obstáculo que no se dedique encarnizadamente a superar. Sus conversaciones sobre el asunto se remontarán a las causas, analizará sesudamente los medios a emplear y sopesará con una meticulosidad científica los "pro" y los "contra", midiendo las consecuencias y las circunstancias con la máxima agudeza. No admitirá que se tome el asunto a la ligera y rechazará cualquier broma, por bien intencionada que fuera, que arrojase la más pálida sombra de frivolidad sobre la absoluta importancia del asunto. Todas sus demás actividades pasarán a segundo o tercer plano. Aquel negocio absorberá el 100% de su capacidad intelectual y no habrá audacia que no acometa, sin llegar jamás al disparate de correr riesgos inútiles. O sea, será un hombre "serio". ¿Está claro?
7) Una vez que esa minoría adopte seriamente la decisión de combatir la tiranía, deberá dedicarse a usar inteligentemente las pocas fuerzas con que cuente, atacando todos los flancos débiles que la tiranía ofrezca, deduciendo de toda injusticia que se cometa (y todas son graves) la conclusión única de que debe ser castigada severamente y cuando las injusticias son reiteradas y gravísimas, como ya es el caso, que debe ser depuesta por las vías legales y no meramente criticada por la prensa y menos aún resignarse a convertirla en el eterno tema de inocuas filípicas por "internet".
8) Si esa minoría resolviera actuar en serio, deberá organizarse, elegir a los mejores como jefes, apelar al pueblo, defender a los débiles, convocar, clamar, exigir, manifestarse, en una palabra actuar sin descanso y sin miedo hasta conseguir la deposición legal de la tiranía.
9) Si estos pasos se dieran, creo firmemente que seremos cada vez más fuertes, podemos salvar nuestra Patria de esta situación infame en que nos encontramos e impedir males mayores, sin apartarnos de la ley.
Todo lo que no sea esto, en mi modesta opinión, es puro bla, bla y todo seguirá igual, pero cada vez peor.
Creo que no necesito dar ejemplos de la actitud errónea que critico. Estoy seguro de que Ud., al igual que yo, recibe todos los días cientos de mensajes con protestas y denuncias que no llegan a ninguna conclusión práctica. Es como el viejo “cuento de la buena pipa”. Muchos de esos mensajes son útiles porque proveen buena artillería argumental a la resistencia. Pero si no pasan de ahí, nunca llegaremos a nada.
Tal vez Ud. tal vez pesará lo mismo de este artículo. Pero le pido que advierta una diferencia. Yo estoy proponiendo algo muy concreto que puede empezar por cada uno y por uno solo, a condición de que lo diga y lo haga “en serio”. Si me lo dice y cumple, seremos dos. Y así sucesivamente. Esa es la gran diferencia. Estoy indicando al menos el principio de un principio de algo que se propone la solución total y no apenas la eternización de la queja sin objeto.
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