Por Emilio Nazar Kasbo
Es necesario descartar de plano cualquier intento de “cambio” de la Doctrina, porque implicaría que hay una Fe distinta.
El término Iglesia Católica, en ese caso, indicaría dos realidades diversas, por la cual la Iglesia que fundó Jesucristo con un contenido a transmitir, ya no es transmitido. Pero en la Iglesia Católica no puede haber “cambio” alguno en las cuestiones fundamentales.
Es posible que haya frases del Magisterio o de los Concilios que sean malinterpretadas o que necesiten esclarecimiento, y esto debe ser corregido para que el lenguaje sea claro e inequívoco, tanto para la Jerarquía como para los feligreses.
1968 AÑOS ¿AL TACHO?
El problema de la Doctrina es el problema de la Fe: o se vive la misma Fe desde hace dos mil años, o se pretende inventar una “fe nueva” que nada tiene que ver con la Tradición (y en este último caso, el Papa mismo sería responsable de una herejía). El Magisterio no se puede contradecir, eso es claro, porque Dios no se contradice, no es contradictorio.
Surgirá a muchos el interrogante de si el Papa está permitiendo la deformación de la Fe cuando su misión es precisamente conservarla, preservarla y transmitirla. Es más, el mismo Concilio Vaticano II reafirma en su texto toda la Tradición de la Iglesia para transmitirla al futuro, por lo cual el Papa no debiera tener ningún inconveniente en esclarecer este punto para quienes aun pretendan tener dudas. Implicaría la reafirmación del Magisterio anterior, simplemente una redundancia.
Con esta cuestión sentada, cada frase del Concilio y de los documentos de los Papas han de ser analizados y estudiados a la luz de la Tradición, y no sacados de contexto para hacerles decir lo que no afirman. Decir como Benedicto XVI en “Caritas in Veritate” que la ONU necesita una reforma, sin explicar en qué consiste explícitamente esa reforma (dando por conocido todo lo que han dicho los Papas anteriores al respecto), se presta a una gran confusión, sobre todo sabiendo que los medios de comunicación deformarán el mensaje. Por ese motivo, los Papas hoy deben ser mucho más claros aun que en el pasado, y no debieran dar por supuestas cosas que tal vez no lo sean para el mundo mediático
CUESTIÓN DE ACTITUD
La cuestión doctrinal es esencial, porque debe despejar dudas de cualquier apartamiento doctrinal de la Tradición en el Magisterio por los Papas y la Iglesia Católica. Toda duda debe despejarse, lo cual de efectivizarse tendrá indudablemente una incidencia para todos los católicos, quienes con un lenguaje claro podrán comprender los contenidos de la Fe (en vez de expresar frases vacías de contenido y que más pueden confundir que esclarecer).
Los expertos en “modernismo”, saben que se llevan más de 100 años de esa peste injertada artificialmente dentro de la Iglesia Católica. El “modernismo” no es el desvío de la Doctrina en sí, sino una actitud. Y escudados en esa actitud, los modernistas afirman estar dentro de la Iglesia para permitirse la expansión de su veneno.
“El uso de la mantila es fariseísmo y formalismo vacío” (ah, incluso para los que entienden la “sola Scriptura”, San Pablo lo dice expresamente: las mujeres deben estar en la Iglesia con el velo…); “la Misa de San Pio V es preconciliarismo condenado” (¿condenado por quién? ¿Por el ejército de Santos que la rezaron?); “la Iglesia se adapta en sus contenidos a los nuevos tiempos, y así evolucionan sus dogmas” (esto es un pensamiento modernista). Pero todo no se reduce a estas cuestiones doctrinales: el modernismo es una indisciplina interna que abre la posibilidad a la introducción de herejías, porque es una ACTITUD.
SIN AMOR A DIOS
Pero veámoslo no desde la óptica modernista, sino desde la Tradición: “el no uso de mantilla y la vestimenta indecorosa, es un desprecio a Dios en vez de un acto de contricción ‘publicana’, y además muestra una falta de amor a Dios”; “el abuso litúrgico y el delito litúrgico son una falta de amor a Dios por quienes lo cometen”, “el modernismo es una forma de odio a Dios”… teniendo esto en claro, se podrá avanzar en un mayor conocimiento de la Fe.
Es necesario tender al esclarecimiento doctrinal de fieles (e incluso de la jerarquía de la Iglesia), pero mucho más a combatir la “ACTITUD MODERNISTA” (que de modo claro describe la Pascendi).
La “manga ancha” con seminaristas sin vocación que acaban siendo ordenados cuando previsiblemente traicionarán sus votos, la “manga ancha” en la ignorancia del sacerdote respecto de los contenidos de la Fe, al punto que ni saben dar respuestas teológicas ni orientaciones morales a los feligreses (incluso la ordenación de seminaristas con graves perversiones), el silencio ante las herejías dichas intraeclesialmente… y todas las cosas que ya sabemos que abarcan desde lo doctrinal hasta los abusos litúrgicos (incluso en ciertos casos con modalidades judaizantes, ¿o ahora acaso hay que circuncidarse también?)
PASTORAL
Acerca del modernismo como ACTITUD, éste implica un cuestionamiento del Dogma (colocándolo completo como materia opinable, convirtiendo en metáfora aquello que no lo es, relativizando religiosa, filosófica, moral e históricamente todo)... y sólo hay una palabra que pueda abarcar semejante ACTITUD, y es el término PASTORAL.
Evidentemente, en muchos aspectos, y seguramente también en la intención, lo que antes del Concilio Vaticano II se buscaba era una PASTORAL CONTRA EL MODERNISMO.
La manipulación mediática desorientó a muchos, ya que en aquél momento el mundo católico se informaba más por los diarios que por fuentes oficiales del Vaticano (pequeño problema: hoy sucede lo mismo). Y encima hubo textos mal redactados y peor interpretados. Además, la "reforma litúrgica" no figura en el CVII, y es algo posterior. Es más… ¡hay sacerdotes que creen que antes del Concilio Vaticano II no había Caridad, y que ésta recién fue conocida en el último Concilio! ¿Cómo puede ser semejante ignorancia? ¿O es que acaso no han leído una sola vida de Santos en el Seminario? Claro, si han leído historias modernistas, seguramente que acabarán en esa conclusión. Y sin embargo, analizando en profundidad, después del Concilio cayó el fervor por Dios y las cosas santas (es decir, cayó la Caridad), por seguir el criterio modernista y mediático.
EJES DE ACCIÓN
Por este motivo, diría que hay tres ejes de acción: 1) PASTORAL; 2) DOCTRINAL; 3) LITÚRGICO. Y los menciono en orden de prelación. Entendiéndose por acción Pastoral el tema del combate a la actitud modernista; por acción doctrinal, al combate a la herejía modernista; y por acción litúrgico, al combate a la liturgia modernista (abusos y delitos litúrgicos).
Es más, y desde nuestra humilde opinión, es oportuno que el Papa adopte una explícita ACTITUD (Pastoral) antimodernista, y así el resto de las cuestiones quedarán allanadas.
¿Qué hizo el modernismo? Estableció como norma que el cura tiene que ser un bobo, ignorante, que solamente sabe decir que "Dios es Amor" y que todo el resto no importa, ni siquiera la liturgia, convirtiéndolo en un pobre pelandrún que quiere vivir en el mundo pero que si es más o menos coherente pone sus límites a eso; mientras que a su vez el laico puede "disfrutar" de todo aquello que ofrece el mundo (en el mal sentido del término). Es decir, se pretende que tanto el cura como el laico vivan en la Ciudad del hombre descripta por San Agustín. Si se hace una apología en la Jerarquía de ese “mundo” (como si fuese valorable y positivo) ¿no será entonces el cura un tonto, que alaba a ese “mundo” en el que no hay que vivir, porque corre gravísimo riesgo el alma? Y como el cura es un bobo, entendiéndolo desde esta óptica, ¿de dónde surgirán las vocaciones?
REANIMACIÓN ECLESIAL
Y así, el modernismo impuso para ser cura primero hay que "vivir el mundo", "experimentar". Por eso fueron eliminados los Seminarios Menores. Y encima pretendió aplicar un psicoanálisis hedonista freudiano para determinar quién es el que se puede ordenar como sacerdote… un criterio para nada teológico.
Hay toda una serie de trabajos que deben ser reemprendidos. El Sacerdote debe volver a ser aquél hombre de Dios, humilde pero a la vez culto, conocedor de varios idiomas, incluyendo el hebreo, el griego y el latín antiguos, así como otros idiomas vigentes en la actualidad, gran conocedor de la Biblia, del Dogma, del Magisterio y de la Liturgia... y con espíritu apologético. Pero eso solamente sale de una vocación fuerte y sincera que Dios otorga y la persona acepta; mas si en la Iglesia a esa semilla que ha caído en tierra fértil se la trasplanta para mezclarla entre cardos y malezas que la ahoguen... la Iglesia se autodestruye (y un pequeño comentario al respecto: esto no está en la Parábola del Sembrador, pero algún modernista podría incluirla).
La Congregación para la Doctrina de la Fe además debería establecer comisiones en cada país en donde se tome examen por personas entendidas a los que son postulantes, novicias, seminaristas, diáconos y sacerdotes, a los efectos de certificar su idoneidad. Respecto de los Sacerdotes y Obispos, debiera haber una comisión de pares que dialoguen y adviertan con autoridad apologética si existen desviaciones, ya que estos casos pueden ser más graves.
EN BUSCA DE LA SANTIDAD
Desde aquí, se vislumbran dos líneas: una de trabajo para restablecer los Seminarios Menores, y otra de pastoral para quienes ya pretenden ser diáconos, sacerdotes o monjas. Se debe trabajar sobre la situación actual, pero también preparar el futuro. El sacerdote debe volver a ser un reflejo de Jesucristo en el mundo, y no un hombre que en sus ratos libres hace un acto litúrgico en el cual en ciertas ocasiones no se sabe si efectivamente ese acto lo es.
La multiplicación de delitos litúrgicos y de violaciones al Código de Derecho Canónico debe ser un síntoma grave de una enfermedad terminal. Es que al parecer, el Código de Derecho Canónico solamente es aplicado en la sección de nulidades matrimoniales... Y esto es una verdad de Perogrullo, que ni siquiera necesita demostración. Si el mal no es reconocido, no será idóneamente tratado y solucionado, y es más grave en este caso porque se trata de una ACTITUD.
Y así, el trabajo PASTORAL es el que guiará la intención de las acciones que se emprendan... El resto ha de ser solo una consecuencia, que Dios debe guiar, y no los caprichos humanos. Si la Iglesia Católica no ayuda a sus integrantes a buscar la Santidad… ¿quién lo hará?
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