Por SILVIO H. COPPOLA
Oswald Spengler (1880-1936) afirmaba que el deber del centinela, era permanecer en su puesto, aún contra toda esperanza. Resistir hasta lo último, aún hasta la muerte.
Pelear, luchar. no entregarse. Ha habido infinidad de ejemplos en la Historia. Cuando había todo para perder y nada para ganar, cuando el perseverar era aparentemente sólo la destrucción o la muerte. Pero a cambio de esa destrucción y de esa muerte, superviviría el honor y la dignidad humanas, que dejarían un legado de incalculable valor para toda la Humanidad.
Así, al correr de la escritura viene al recuerdo Numancia, Leónidas y sus espartanos, Roma ante los bárbaros, Guzmán el Bueno en Italia, Rodil en El Callao, Leandro Gómez en Paysandú, el Paraguay del Mariscal López y mucho más recientemente el Alcázar de Toledo y el Cuartel de Simancas en Gijón en la Guerra Civil Española y varias ciudades sacrificadas sin esperanzas en la Segunda Guerra Mundial. La lista es muy grande, para orgullo de todos los hombres sin distinción. Porque valora a la especie humana y nos indica que hay muchos otros valores en ella, aparte de los puramente materiales y sensuales.
El caso más reciente, fue Irak. Contra toda esperanza, peleando con armas livianas contra todo el poder de la tecnología de muerte moderna, dio un ejemplo para todos de cómo se debe defender a la patria. A la patria y a la dignidad humana.
Ahora estamos ante próximos ataques, que parecen inminentes. Tanto Siria como Irán están en la mira de los mismos, aunque no pueden descartarse ni Túnez ni Libia. Los pretextos son siempre parecidos y lamentablemente para aplicar el garrote de la muerte y destrucción, se invocan las palabras libertad y democracia. Precisamente por aquellos que serían los más adecuados para respetar estas. Pero los grandes imperios no pueden detener su marcha de dominio, pues el estancamiento, significa el comienzo de su destrucción.
LA PLATA, MARZO 15 DE 2011.
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