En el Perú, nuestro primer gran aliado histórico, ha triunfado el ex militar golpista Ollanta Humala. Le deseamos con la mayor sinceridad el más grande de los éxitos para el bien de los peruanos y de toda la Unión Sudamericana.
Ahora bien, ¿cómo titular la noticia? ¿Ganó un golpista? ¿Venció en democracia quien antes había sido golpista?
Todo es según el color del cristal con el que se mire y sobre todo dependiendo de la buena fe o de la malicia con que se actúe.
Para la BUENA FE la victoria es por partida doble: la democracia se expresó en las urnas cívicas y un ex militar golpista se integró al sistema republicano y democrático, ENRIQUECIÉNDOLO.
Para la mala fe, la democracia recibió un ‘golpe’ pues un exgolpista se alzó con el triunfo.
Mi opinión es decididamente positiva y optimista: miro los acontecimientos con el prisma de la buena voluntad y mejor fe. Humala dejó su pasado golpista y hoy es todo un demócrata. LA DEMOCRACIA HA GANADO.
No es admisible que un error del pasado obre como peso ilevantable. Todos tienen derecho para cambiar. La vida es dinámica y la mutación es intrínseca a ella.
Lo acaecido en Perú es muy bueno y sirve para traerlo al contexto argentino.
El radical K, ex SIDE y alto funcionario acomodado con Julio De Vido – un tal Marcelo Montero – prosigue enalteciéndome al ubicarme en el centro de sus diatribas y malignidades. En rigor, él quiere castigarlo a Alfonsín y usa a nuestro partido y a mi persona como instrumentos para ese objetivo.
Las palabras ácidas de Montero contra mi persona no las contestaré. Frondizi enseñaba que no hay que responder a los agravios personales (abstenerse de hacerlo es harto difícil, pero no hay que cejar en esa respuesta silenciosa; la indiferencia es mortífera para los agraviadores profesionales).
Empero, sí refutaré por última vez lo de Onganía y sus efímera relación con el PNC y otros partidos políticos hace 23 años.
Cuando Onganía era golpista y luego dictador ( a la luz de la dictadura del 76, la de Onganía fue ‘dictablanda’…) yo fui un absoluto opositor y hasta sufrí su persecución (ordenó mi detención; Fernando de la Rúa fue mi abogado defensor vía el hábeas corpus).
Cuando tratamos con él en 1987 lo hicimos con el ciudadano Onganía, exgolpista y exdictador (exdictablando) que aspiraba a INGRESAR AL SISTEMA DEMOCRÁTICO Y PRESENTARSE COMO CANDIDATO.
La democracia nada tiene para reprocharnos y sí para agradecernos: NOSOTROS CONTRIBUIMOS A ENSANCHAR Y FORTALECER AL SISTEMA hasta el punto que quien otrora lo golpeó ahora venía a incorporarse.
Con la actitud maliciosa de Montero y la SIDE, ningún exmontonero o exerpiano podría ser miembro del sistema democrático pues sus antecedentes los excluirías a perpetuidad (con la abismal diferencia de que ellos, los Montoneros y el ERP fueron terroristas y asesinos y sin embargo se los ha exculpado).
Quienes actuamos en política –en rigor, en la vida, en cualquiera de sus actividades– cometemos errores y aciertos.
Lo de Onganía pudo ser un error sobre todo leído en diario del lunes. Pero ese error, lejos de inhabilitarnos, nos muestra tal como somos: siempre vamos de frente, apuntando a una AUTÉNTICA DEMOCRACIA que cobije a todos y nos dé caminos a todos.
Marcelo Montero: cuanto más se ocupe de nosotros, mejor. Nos hace difusión. Yo no le contestaré NUNCA MÁS. Es suficiente (y muy prudente) lo antedicho.
Nosotros apostamos al FUTURO. Que él siga anclado en el pasado, revolviendo los archivos de la SIDE.
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