Por Cosme Becar Varela
Buenos Aires, 07 de Julio del año 2011 - 1050
El siglo XX ha sido el más perverso de la Historia, el más criminal y el más herético. Lo único que lo salva es el pontificado de San Pío X quien lo vio con claridad profética según lo dejó escrito en su primera Encíclica apenas fue electo Papa, en Octubre de 1903. Pero ese pontificado fue como un relámpago luminoso que fue súbitamente extinguido, muy probablemente por una mano criminal, de manera que no salva al siglo XX.
"¿Quién ignora, efectivamente, que la sociedad actual -decía el santo Papa- más que en épocas anteriores, está afligida por un íntimo y gravísimo mal que, agravándose por días, la devora hasta la raíz y la lleva a la muerte? Comprendéis, Venerables Hermanos, cuál es el mal; la defección y la separación de Dios: nada más unido a la muerte que esto, según lo dicho por el Profeta [Salmo 72, 26] : Pues he aquí que quienes se alejan de ti, perecerán." ("E Supremi Apostolatus")
Y tanto era así que en la misma Encíclica el Papa santo levanta la hipótesis de que el siglo XX o es el comienzo del fin del mundo y de la venida del Anticristo o inclusive es posible que el Anticristo mismo ya esté entre nosotros.
"Es indudable -agregaba el Papa San Pio X más adelante en esa misma Encíclica- que quien considere todo esto tendrá que admitir de plano que esta perversión de las almas es como una muestra, como el prólogo de los males que debemos esperar en el fin de los tiempos; o incluso pensará que ya habita en este mundo el hijo de la perdición [2 Tes. 2,3] de quien habla el Apóstol. En verdad, con semejante osadía, con este desafuero de la virtud de la religión, se cuartea por doquier la piedad, los documentos de la fe revelada son impugnados y se pretende directa y obstinadamente apartar, destruir cualquier relación que medie entre Dios y el hombre. Por el contrario -esta es la señal propia del Anticristo según el mismo Apóstol-, el hombre mismo con temeridad extrema ha invadido el campo de Dios, exaltándose por encima de todo aquello que recibe el nombre de Dios; hasta tal punto que -aunque no es capaz de borrar dentro de sí la noción que de Dios tiene-, tras el rechazo de Su majestad, se ha consagrado a sí mismo este mundo visible como si fuera su templo, para que todos lo adoren. Se sentará en el templo de Dios, mostrándose como si fuera Dios [(dice S, Pablo en) 2Tes. 2,4]."
El mismo Papa condenaría el modernismo, poco después, siniestra herejía que según sus mismas palabras en la Encíclica Pascendi, es la peor de todos los tiempos, la que resume en sí todas las otras.
"Son seguramente enemigos de la Iglesia -decía el Papa acerca de los modernistas en esa memorable Encíclica- , y no se apartará de lo verdadero quien dijere que ésta no los ha tenido peores. Porque, en efecto, como ya hemos dicho, ellos traman la ruina de la Iglesia, no desde fuera, sino desde dentro: en nuestros días, el peligro está casi en las entrañas mismas de la Iglesia y en sus mismas venas; y el daño producido por tales enemigos es tanto más inevitable cuanto más a fondo conocen a la Iglesia."
Menos de 50 años después de su sospechosa muerte, los modernistas estaban en todas partes, hasta en la misma Santa Sede y en la casi totalidad de las diócesis, hasta el punto de dominar el Concilio Vaticano II cuya influencia se extiende poderosamente hasta nuestros días.
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El daño inmenso producido en las almas por esta herejía que oprime la Santa Iglesia no ha sido el único que ha sufrido la humanidad en el siniestro siglo pasado, cuyos efectos, agravados, perduran en el presente siglo.
El siglo XX ha presenciado dos guerras mundiales horrendas, con millones de muertos, el triunfo del comunismo criminal en extensos sectores de la Tierra, la perversión de la inteligencia y de la moral, y el triunfo de los malvados en todo el planeta.
Nunca estuvieron más indefensos los hombres comunes ni nunca tuvieron tanto poder los enemigos de Dios en la Tierra. Nunca contaron los pervertidores del pensamiento con tantos medios de difusión ni tuvieron tanta capacidad de engañar y corromper las mentes como la tuvieron en el siglo XX mediante la prensa, el cine y los entretenimientos en general. Y esa capacidad continúa, aumentada en este siglo que se inicia.
Y al mismo tiempo, nunca la Verdad, el Bien y la Belleza, que se identifican con Dios Creador, tuvieron menos posibilidad de hacerse conocer y admirar por los hombres. Han sido relegadas a las catacumbas, a los desiertos y a pequeñas minorías que, a su vez confundidas en varios puntos por falta de maestros que les enseñen la Verdad, el Bien y la Belleza en su totalidad, no son más que semi-fieles a Dios y no tienen fuerza de espíritu ni medios para convocar a los pueblos.
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El siglo XX tuvo tres profetas admirados globalmente: Einstein, Marx y Freud.
El primero es considerado un científico genial. No discuto el valor de sus descubrimientos porque no las entiendo y supongo que son verdaderos, pero su teoría de la relatividad, probablemente por el nombre elegido para designarla, ha contribuido a destruir todas las certezas religiosas, filosóficas y morales como lo dice el famoso intelectual Paul Johnson en su libro "Tiempos Modernos": "La reacción pública frente a la relatividad fue una de las principales influencias formadoras en el curso de la historia del siglo XX. Cumplió la función de un cuchillo esgrimido inconscientemente por su autor, que ayudó a cortar los amarres tradicionales de la sociedad en la fe y la moral de la cultura judeocristiana" (Op. cit. Editorial Javier Vergara 1988, pag. 17).
Además de eso, su tesis de la equivalencia entre materia y energía es el origen de la bomba atómica que se ha desarrollado hasta dar en la bomba nuclear, una sola de las cuales es capaz de destruir, por ejemplo, la ciudad de Nueva York. Rusia tiene 4.000 de esas bombas, EEUU 2.000, Israel 100 y otros países una cantidad enorme de ellas.
O sea, Einstein con su teoría ha contribuido a preparar, por primera vez en la Historia, un instrumento que es capaz de destruir la Humanidad por entero. Que esa destrucción no haya ocurrido hasta ahora ha dependido de la voluble voluntad de una serie de políticos de moralidad pervertida (como la de la inmensa mayoría de los hombres convencidos de que todo es relativo que no aceptan la moral invariable resultante de la ley natural creada por Dios sino que su conducta está dictada por sus intereses, placeres, ambiciones o caprichos) o sea que, en cualquier momento puede desencadenarse un bombardeo atómico que acabe con el mundo.
Este es uno de los logros del siglo XX.
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Freud, por su parte, inventó una teoría del hombre según la cual éste no tiene un alma espiritual con una inteligencia y una voluntad que están por encima de la materia, sino que es un animal dependiente de sus instintos sexuales y cuya conciencia está subordinada a un subconsciente que lo domina. Hoy es casi imposible discutir la teoría del subconsciente y sus derivaciones, entre las cuales la que convierte en malsana toda ascesis y toda lucha contra los vicios ya que todo eso sería, según las teorías freudianas, "represión" enfermiza. Para no hablar del repugnante "complejo de Edipo" que pretende tenemos todos los hombres y que estaría en la raíz de varias formas de nuestro comportamiento.
Esta teoría siniestra fue adoptada entusiásticamente por los literatos, dramaturgos y periodistas modernos y sobre ella construyen todas sus obras y opiniones mediante las cuales las implantan en el imaginario popular. Las clases cultas en su casi totalidad son freudianas, aunque algunos conserven un barniz religioso.
Sin embargo, Freud fue un mistificador. Falsificó experimentos para confirmar sus teorías y su obra "tenía escaso contenido científico auténtico, (pero) poseía cualidades literarias e imaginativas de elevado nivel." (Paul Johnson, op. cit, pag. 18.). Sólo por su fantasía expresada con cierta calidad literaria y por satisfacer el proyecto de quienes quieren alejar a la Humanidad de Dios y de su propia racionalidad, se convirtió en un personaje mundial.
A la misma conclusión llega René Pommier en su libro "Sigmund est fou et Freud a tout faux" (Editions de Fallois, Paris, 2008. "Sigmund está loco y todo lo de Freud es falso") quien cita varios autores que dicen lo mismo o sea, que Freud era un impostor (por ejemplo, Pierre Debray-Ritzen, en su libro "Le Psychoanalise, cette imposture". edition Albin Michel,1991).
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Por su parte, Marx, si bien escribió su indigesta obra en el siglo XIX recién en el siglo XX sus incitaciones a la lucha de clases, su odio a la propiedad privada y a la familia y su propuesta de una dictadura del proletariado, fueron llevadas a la práctica por Lenin y Trotzky en Rusia.
El resultado fue más de 100.000.000 de muertos en la primera mitad del siglo XX y muchos millones más en la segunda, no sólo en Rusia sino también en diversos países, incluyendo la China, Corea, Vietnam, Cambodia, Cuba y varias naciones árabes.
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Los tres "profetas del siglo XX" han sido realmente profetas de desgracias inauditas y lo que es peor, junto con otros "profetas menores", de la deformidad del arte moderno, de las cacofonías pseudo-musicales y están en el origen de los perversos líderes políticos del mundo occidental, algunos derrotados en la 2da. Guerra Mundial, como Hitler y Mussolini, y otros triunfantes. Todos estos han cambiado completamente la mentalidad del hombre moderno. Una nueva "cultura" o más bien "anticultura" ha surgido contra la cual no hay prácticamente oposición en el plano mundial ni en el nacional ya que se ha impuesto en todas partes y hasta las buenas personas han sido contaminadas gravemente por ella.
Como consecuencia de ello ha sido posible que personajes tenidos por geniales como Roosevelt y Churchill, tras la horrenda carnicería de que fue la 2da, guerra mundial, hayan podido cometer crímenes como el del Tratado de Yalta por el cual le entregaron al comunismo stalinista media Europa y millones de anticomunistas que se habían rendido a los "aliados" para huir de la muerte segura en manos de Stalin (ver "Victims of Yalta" del Conde Tolstoi, nieto del famoso novelista ruso).
Otros líderes, tenidos por inofensivos, como Truman, causaron horrores como el de tirar dos bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki matando cientos de miles de personas inocentes o Mrs. Thatcher que entregó la antigua Rodhesia en manos de Robert Mugabe, uno de los jefes más crueles del terrorismo africano, ignorando "democráticamente" la voluntad de los habitantes de ese desgraciado país que acababa de expresarse contra Mugabe en una elección que la Thatcher anuló. Cosas semejantes ocurrieron en el resto del África con la excusa de la "descolonización".
Y en Iberoamérica, después de fomentar regímenes militares arbitrarios y de dudosa moral, favorecieron la toma del poder por parte de agitadores de izquierda en varias de las naciones de la América Central y del Sur, fortaleciendo la espantosa tiranía cubana, a la que a su vez, sostienen desde hace 50 años, habiendo traicionado vilmente a los patriotas cubanos cuando intentaron liberar la isla en 1961 con el desembarco en Playa Girón.
Sería largo enumerar las muchas otras perversidades que han cometido los "líderes occidentales" pero no puedo dejar de mencionar la generalización de las leyes de aborto y de divorcio, la promoción de la homosexualidad y las crisis económicas que arruinan a los pobres y a las clases medias y enriquecen aún más a los potentados, estafadores e impunes.
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En un plano menor, pero que nos toca directamente como argentinos, no podemos olvidar en este catalogo de las maldades del siglo XX el surgimiento de Perón y el dominio del peronismo que han destruido la Argentina desde 1943 en adelante, con el agravante de que han conseguido hacer que los que no son peronistas explícitamente lo sean implícitamente al aceptar como irreversible el dominio de esa banda de forajidos que ha sido siempre, y más ahora, cómplice servil del marxismo.
Entretanto, la gente común -Ud. y yo entre otros, estimado lector- es cada vez más impotente para modificar en algo las siniestras decisiones que se toman en los altos niveles del poder y de las cuales somos siempre las víctimas obligadas..
Esto me lleva a una conclusión terriblemente desagradable y que puede resumirse en la siguiente afirmación:
"Toda la Historia del mundo moderno y contemporáneo es la Historia del triunfo de los malvados, de la impotencia de los buenos y del sufrimiento indecible de los débiles. Todo eso como consecuencia de la incesante tiranía de minorías perversas que deciden en las sombras y en secreto la suerte de toda la Humanidad, sin temor de Dios, sin amor al prójimo, sin respeto alguno por la Justicia, sin moral de ninguna clase y con el objeto de mantener esa tiranía se reemplazan unos a otros mediante un sistema de perpetuación secreta para satisfacer su odio a Dios, su alianza con Satanás, su soberbia y su sensualidad".
Sólo la Iglesia conducida por Pontífices santos como San Pío X y enteramente fieles a su Fundador que murió en la cruz, podrían enfrentar esta masa de poder en manos del infierno. No siendo eso, no hay otra cosa que hacer que prepararse para el martirio cruento o el incruento de ver todos los días los avances del mal.
En cuanto a la Argentina, pequeño apéndice de esa catástrofe universal, tal vez podríamos resistir si hubiera buenos patriotas que quisieran unirse y organizarse para luchar con energía por la Justicia, porque todavía hay aquí restos del Bien que podrían rescatarse. Pero no hay nadie que quiera hacerlo.
San Pío X tenía razón cuando anunció en 1903 que tal vez este es el “prólogo de los males que debemos esperar en el fin de los tiempos; o incluso pensará que ya habita en este mundo el hijo de la perdición [2 Tes. 2,3] de quien habla el Apóstol:”
Cosme Beccar Varela
e-mail: correo@labotellaalmar.com
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